La mañana posterior a la que hasta el momento había sido la mejor noche de mi vida empezó de manera aún más satisfactoria. No dude ni un segundo en quedarme a dormir con Laura, aun si tenía que hacerlo desnudo. Estaba tan agotado que apenas noté su abrazo al acostarme y rápidamente me quedé dormido. Me desperté notoriamente caliente y con una sensación extraña en mi miembro. Al terminar de desperezarme me di cuenta que el mismo entraba y salía despacio de su boca. Al notar que había despertado Laura detuvo lo que estaba haciendo, me dio los buenos días sonriendo y se dio la vuelta, colocando su sexo y su cola sobre mi cara. Sin siquiera pensarlo devolví el saludo y le di los buenos días también a cada una de sus nalgas, provocando una leve sonrisa en mi acompañante. Después me agarré de sus cachetes y empecé a lamer su interior despacio. Laura adaptó la velocidad de sus chupadas a la de las mías. Poco a poco fuimos acelerando mientras nuestras manos tocaban el cuerpo del otro. Las mías acariciando y apretando su cola o rozando su clítoris y las suyas pajeándome o tocando mis testículos.

Unos instantes después mi lengua la recorría completamente, con lo que Laura solo podía gemir y se dedicó a mi pene solo con su mano, subiendo y bajando en forma lenta. Después de que se corriera se reacomodó entre mis piernas, diciéndome que era mi momento de gozar. Lamió de a poco todo mi miembro, metiéndolo y sacándolo de su boca sin dejar de mirarme a los ojos. Me chupó los testículos y se reintrodujo mi paquete en su boca. De a poco aumentó el ritmo mientras acariciaba y apretaba despacio mis bolas hasta que acabé dentro suyo.

Laura tragó mi corrida, me besó y se levantó, indicándome que iría a vestirse y preparar el desayuno y que me uniera a ella en cuanto estuviera listo. Me quedé acostado unos segundos. Al levantarme pude ver mi ropa doblada sobre la cómoda. Me vestí y salí a su encuentro. Nada me hacía sospechar lo que me esperaba a partir de ese momento.

Cuando llegué a la cocina había servidos dos cafés con leche y unas tostadas junto a un frasco de mermelada y un recipiente de queso blanco. Laura estaba dejando la cafetera en el lavaplatos. Llevamos el desayuno al comedor y nos sentamos a comer. Apenas había tomado un trago de mi taza cuando la escuché decirme muy tranquila

– Espero que hayas disfrutado el último pete que vas a recibir en tu vida – casi escupí al oírla mientras Laura daba otro sorbo a su taza – al menos el último de mi parte – continuó como si hablara del clima – y el último que yo voy a haber hecho – la miré algo confundido sin decir nada – Después de anoche no voy a poder volver a coger de la forma tradicional y si querés volver a verme vas a tener que aceptarme como tu ama, perrito – El solo hecho que me llamara “perrito” hizo que mi pene palpitara – Veo que tu amiguito ya me aceptó – dijo sonriendo – ¿no perrito? – Intenté balbucear una respuesta pero fui incapaz de hacerlo. No entendía como una simple palabra podía ponerme en ese estado. Para peor Laura llevó su pie a mi paquete, haciendo que creciera más y emitiera un gemido

– Ahhhhhhhh – ¿Cómo era posible que estuviera caliente de nuevo habiéndome corrido hacía menos de media hora?

– No te escuché – dijo acariciándome la cara – perrito

– Si

– ¿Si qué? – preguntó mientras mordía una tostada y su pie se movía sobre mí.

– Si, mi amiguito ya te aceptó – alcancé a contestar

– ¿y vos?

– Yo estoy algo abrumado – logré sincerarme con esfuerzo. La situación en verdad me estaba superando. Si, había sido la mejor noche de mi vida e internamente ya sabía que era mi ama. El solo hecho que lo mencionara me había vuelto a poner caliente como una pava. Pero era mucho más de lo que podía procesar en ese momento, más con la sangre concentrándose fuera de mi cerebro.

– Está bien. Quizás es mucho para vos ahora – Se paró y acercó a mi – Pero quiero que sepas que antes que un perrito quiero un novio – Se sentó en mis piernas y me besó – Alguien con quien poder conversar, divertirme, planear y hacer cosas juntos – Volvió a pararse y sacó un preservativo de un bolsillo – Alguien con quien hacer el amor mientras desayunamos – bajó mis pantalones y calzoncillos – Solo que esto – agarró con firmeza mi tronco – es completamente mío – me colocó la protección – Yo decido cuando, como y donde vas a correrte – Se bajó su pantalón y su bombacha– Vas a poder tener iniciativa – se subió nuevamente a mis piernas y se penetró – ahhhhh hasta alguna vez te voy a dejar cogerme sin ordenártelo – me rodeó con sus brazos y me besó – pero nunca vas a acabar sin que te autorice a hacerlo – Se separó de mí lo suficiente para que nos miráramos a los ojos y comenzó a moverse. Instintivamente la tomé de la cadera – mmmmm y cuando te llame “perrito” ahhhh o te lo ordene de mmmmm otra manera vas a ponerte – empezó a moverse más rápido y a gemir cada vez más fuerte – vas a ponerte a mis pies mmmm – Empezó a correrse – y vas a ahhh ahhhh ahhh mmmm – no pudo seguir hablando debido al placer que sentía, solo gimió por algunos minutos sin dejar de moverse – Como te estaba diciendo – continuó aún agitada por su orgasmo – cuando te llame perrito – Laura comenzó a moverse en círculos, aumentando mi placer – Sin importar donde estés o lo que estés haciendo – de a poco fui subiendo mis manos por los costados de su cuerpo – vas a entregarte totalmente a mí – Al notar mis movimientos Laura sonrió y agarró mis muñecas – Otra cosa – dijo sonriendo – no vas a poder mirarme, verme y mucho menos tocarme las tetas a menos que te lo indique – empezó a saltar sobre mi – El resto de mi cuerpo – llevé mis manos a su cola – mmm es libre cuando estemos como novios – pero mis tetas, como tus orgasmos, son solo míos – puso sus manos en mi pecho – como todavía no sos formalmente mío mmmmm podés acabar cuando quieras pero – arqueó su espalda y cerró los ojos – me gustaría mucho que no lo hagas – cerré también mis ojos, concentrándome en no correrme. Sus movimientos se hicieron más intensos al notar mis intenciones – ahhhhhhh gracias – llegó a decir entre gemidos – no mmm sabés lo que ahhhhh esto significa parahhh mi – concluyó cayendo rendida sobre mi y con mi pene palpitando en su interior.

De todas formas sabía perfectamente lo que significaba. Si me hubiera corrido y ni siquiera hubiera intentado contenerme no habría podido tener una relación de ningún tipo conmigo. El hecho que haya podido resistirme le demostró no solo mis intenciones sino también mi capacidad de llevarlas a cabo. Aún algo agitada se levantó y me miró. Yo respiraba con dificultad y mi miembro temblaba rogando por desahogarse. Me sonrió al tiempo que llevaba un dedo a su conchita, gimiendo cuando la rozó. Dirigió su dedo a mi boca, el cual chupé mirándola a los ojos. No sé como no exploté en ese momento al ver su cara de placer. Seguramente me ayudaron las tres eyaculaciones de las últimas horas. Repitió el proceso mojando ahora mi café

– Lástima que no puedas terminar de desayunar – dijo agarrándolo y yéndose a la cocina – pero te vas a poder acordar de mi cuando lo hagas – completó dándome un vaso térmico. Después se inclinó para besarme y me despidió diciendo – No quiero saber nada de vos hasta el lunes a las seis y cuarto de la tarde. Aún si te digo lo contrario o incluso te llamo por teléfono. Sos libre hasta entonces, pero me gustaría que no te corras estos días. Tomate ese tiempo para pensar en lo que querés y en lo que estás dispuesto a abandonar para hacerlo. Sobre todo si estás dispuesto a no eyacular durante varios días o incluso semanas – tragué saliva pensando en lo que me decía – y no volver a acabar en mi boca ni en la de nadie – Intenté contestarle pero me calló con un dedo en mis labios – Ahora me dirías que si, pero necesito que lo pienses y estés seguro de tu decisión, ya que una vez que la tomes no va a haber vuelta atrás – Me sacó despacio el preservativo generándome un casi inaguantable placer – Hasta el lunes, perrito.

Mi pene vibró expulsando unas gotas de líquido pre seminal al oírla, pero milagrosamente seguía aguantando. Me arreglé y escapé rápido del departamento ya que estaba seguro que había alcanzado mi límite. El portero del edificio estaba limpiando la vereda, con lo que pude salir sin inconvenientes. El aire fresco de la mañana logró calmarme un poco. Debido a la hora fui directo a mi trabajo. Aún así llegué unos minutos tarde, ganándome la reprimenda de mi jefe. Cuando terminé de acomodarme di un sorbo al café. Estoy seguro que pude distinguir el sabor de Laura en mi bebida, aunque pudo haber sido producto de mi imaginación y la calentura acumulada, calentura que volvió inmediatamente a manifestarse en mi entrepierna al recordarla. Comprendí en ese momento por qué había aditivado de esa forma mi infusión. También comprendí que me esperaba un fin de semana muy, muy largo.

Mis temores fueron confirmados cuando al mirar mi teléfono tenía un mensaje de Laura. Al ver que era un mensaje de voz fui al baño y me aseguré de estar solo antes de escucharlo. Se la oía gemir mientras me decía “no sabés como me puso verte ahh así. Mmmm a punto de estallaaar. Tu pene rogando ufffff por acabar y que pudieras ah contro mmmmmm controlarte ahhhh aaah aahh” el mensaje seguía con su respiración agitada después del orgasmo y terminaba diciéndome entre jadeos “voy a estar todo el día caliente pensando que estás así”. Antes de salir del sanitario recibí otro mensaje. Una imagen esta vez. Era la bombacha que se había puesto en la mañana con una mancha de humedad a la altura de su vagina y el texto “ menos mal que me traje varias de repuesto. Creo que me voy a pasar todo el día en el baño masturbándome”.

Ese día decidí comer solo. No quería tener que explicar que me pasaba y mucho menos que por casualidad alguien viera un mensaje de Laura. Al salir de la oficina sentí mi teléfono vibrar “¿te gustó el café especial de tu ama? Ese va a ser tu desayuno a partir del martes, perrito”. Mi aparato nuevamente cobró vida y amenazó con expulsar todo el contenido acumulado en su interior. Almorcé en la vereda del local donde compré la comida, tratando inútilmente de relajarme y pensar en otra cosa. A la tarde apenas pude trabajar. Por suerte no volví a tener noticias de Laura hasta que terminó mi jornada laboral.

Ya en el subte me llegó un nuevo mensaje suyo. Al observar que era una imagen decidí llegar a mi casa para verla. Era una foto de dos bombachas una al lado de la otra con manchas similares a la que tenía su ropa interior de la mañana. Pude reconocer en la foto el colaless azul de las fotos del día anterior. El mensaje se completaba con la frase “ El conjunto blanco que tanto te gustó ya lo tengo reservado para el lunes”. Mi miembro volvió a manifestarse pidiendo su liberación. Pensé lo difícil que me sería aguantar el fin de semana sin correrme. Como si hubiera leído mi mente Laura me escribió “me encantaría verte ahora mismo. Ver la desesperación en tu cara y el palpitar de tu pija y que aún así aguantes. ¿o ya te rendiste perrito?”.

Evité contestarle, oliendo la trampa de su mensaje y tuve la mala idea de querer irme a bañar. Mi pene saltó rápidamente al empezar a desvestirme sin entender por qué no hacía caso a sus necesidades. Tardé como 10 minutos en quedar solo en ropa interior y tuve que distraerme durante 10 minutos más para poder sacarme los calzoncillos. En la ducha no me fue mejor. A pesar de bañarme con agua fría el solo hecho de enjabonarme hizo que mi pene reaccionara. Apenas logré higienizar mi zona íntima, que solo con eso brotó líquido pre seminal. Me sequé con cuidado y me vestí para dormir.

Al terminar de ponerme el pijama revisé de nuevo mi teléfono encontrándome otro mensaje. Era una foto suya. Estaba desnuda de espalda sacando la cola y mirando sonriente sobre su hombro derecho junto con el texto “Un pequeño premio por no haber caído en la tentación de contestarme”. Consideré fugazmente la posibilidad de bloquearla hasta el lunes, pero lo descarté enseguida: Para hacer eso mejor me rendía, me masturbaba como un mono y no volvía a saber de ella.

Me preparé algo de comer y me puse a ver la tele, pero nada de lo que encontraba distraía a mi mente. Recibí su último mensaje del día, un audio dándome las buenas noches y diciéndome que se iba a tocar pensando en mi antes de dormirse. Inconscientemente llevé mi mano a mi entrepierna al escucharla e imaginármela. Al sentir que mi pene se preparaba para la eyaculación alejé mi mano del mismo y me di cuenta que debía hacer algo para que no sucediera lo mismo durante la noche. Se me ocurrió atar mis manos al cabecero de la cama. Luego de rebuscar por todos lados encontré dos corbatas que me servirían. Preparé la habitación, dejando los nudos hechos y con espacio para colocar mis manos. Estarían lo suficientemente juntas para poder desatarme en la mañana. Antes de acostarme programé la cámara de mi teléfono y me tomé varias fotos que vería al despertarme.

Dormí pésimo esa noche. Entre la excitación y la incomodidad me costó dormirme y me desperté varias veces. A las 6:30 decidí levantarme ya que no volvería a conciliar el sueño. Tenía, por supuesto, mi miembro apuntando al techo y muchas ganas de orinar. Me desaté lo más rápido que pude. Por suerte la desesperación hizo que la erección me bajara un poco. Aún así cuando me dirigí al baño no había desaparecido por completo y al tratar de acomodar mi tronco para apuntar al inodoro volvió a presentarse. Tuve que sentarme y empujar para poder hacer pis, lo que me generó algo de dolor. A medida que evacuaba mi pene se fue ablandando, permitiéndome acomodarlo al acabar.

Buscando quemar energías salí a correr antes de desayunar, dejando deliberadamente el teléfono en mi departamento. El ejercicio y el frío matinal me ayudaron a despejarme y no pensé en Laura durante cerca de una hora y media. Incluso esta vez pude bañarme sin dificultades. Al salir de la ducha ya tenía su primer mensaje del día.

“Buenos días perrito, ¿cómo dormiste?” pude leer en la pantalla de mi celular. “Pésimo. Incómodo. Caliente. Atado para no tocarme” fueron algunas de las ideas que se agolparon en mi mente ante su pregunta. Me acordé en ese momento de las fotos que me había tomado en la noche. Ante eso mi miembro se irguió completamente. Estuve tentado de enviárselas, para que supiera como había dormido. Por primera vez dudé si sería capaz de aguantar sin correrme los días que faltaban.

Desayuné un café con leche y un sándwich de jamón y queso. El café me supo a poco, comparándolo con el que había tomado en la oficina el día anterior. Maldije la capacidad de Laura de meterse en mi cabeza. Había, además, arruinando una de mis bebidas favoritas. Como si nuevamente leyera mi mente me escribió “¿disfrutaste tu desayuno o te gustó más el que te preparé yo?”

El resto de la mañana transcurrió sin mayores novedades. Después de almorzar me acosté a intentar dormir una siesta. Justo antes de atarme las manos recibí un nuevo mensaje suyo. Era una foto de una bolsa negra sin inscripciones, de la que parecía sobresalir un mango plástico también negro. “Algunas cosas que compré para jugar el lunes. Seguí portándote bien y quizás te muestre algo antes”.

Me revolví en la cama incómodo (y muy caliente) sin pegar un ojo durante aproximadamente una hora. Unos minutos antes de las tres dejé de intentar dormirme y me levanté. Todos los sábados a la tarde juego al fútbol con mis amigos y me dispuse a prepararme para este ritual. Mientras arreglaba mis cosas dudé si asistir o decir que no me sentía bien, lo cual era parcialmente cierto, pero terminé decidiéndome por ir; me vendría bien la distracción.

Estuve hecho un fantasma durante todo el partido. Aduciendo un dolor de estómago que justificaba además mi pésimo desempeño regresé a mi casa apenas terminamos, sin quedarme a compartir la habitual cerveza. Temiendo que mi pene me traicionara no quise ni bañarme en la cancha.

Compré una pizza grande antes de subir. No tenía comida y quería evitar salir de mi casa el resto del fin de semana. Aún un poco sudado me desplomé unos minutos en el sillón apenas entré. Después, con algo de dificultad, me dirigí al baño. El cansancio acumulado no fue obstáculo para mi miembro, que se extendió rápidamente en cuanto terminé de desnudarme. A diferencia del día anterior esta vez si pude bañarme con relativa normalidad.

Previo a cenar revisé mi teléfono. Tenía, como esperaba, dos mensajes de Laura “decime perrito, ¿ya pensaste cómo vas a convencerme de que te deje ir a jugar al fútbol todos sábados? Porque yo prefiero que estés conmigo adorándome, pero quizás puedas persuadirme” “ ¿o querés mejor que te castigue por dejarme abandonada”. A pesar del sudor frío que empezó a recorrerme mi pene reaccionó positivamente ante la amenaza de un castigo. Recordé el mango que sobresalía de la bolsa y me excité imaginando que era un látigo con el que me azotaría. Pensé, al notar mi estado, que la excitación acumulada estaba empezando a afectar mi cerebro.

Estaba por acostarme cuando recibí una llamada suya, la cual rechacé siguiendo sus indicaciones del día anterior. Al segundo me llegó un mensaje suyo, ordenándome que atendiera, que solo tendría que escucharla y que si no lo hacía supondría que había decidido no entregarme a ella.

– Muy bien perrito – empezó hablando despacio, aunque se notaba la excitación en su voz – Te recuerdo que no podés hablar. Quiero escuchar solo tu respiración y al oírla darme cuenta que me estás escuchando – su tono sensual llevó mi aparato a su máxima extensión y modificó el ritmo de mi respiración. Pude notar una leve sonrisa a través del teléfono – ahhhh asímmmm. Imaginar tu estado solamente oyendo el aire entrar y salir de tu cuerpo. Saber por la velocidad de tus jadeos lo caliente que estás y lo que estás aguantando. Saber que me escuchás ahhhh y que me imaginás mmmmm tocándome. Sé que ya me escuchaste masturbarme, pero mmmmm esto es distinto – respiraba ya decididamente agitado – ahora puedo compartir mi excitación con vos. ¿No soy una buena ama por hacerte parte de mi placer, perrito? – un gemido gutural escapó de mi boca – mmmmmm eso pensé – sonrió de nuevo – yo acariciando mi cuerpo desnudo y vos imaginándolo ahhhhh

– Ahhhhhh

– Mmmmmm así. Respirando agitado, con ganas de tocarte mientras te digo que estoy rozando mis tetas o las ahhhh aprieto despacio. Siento tu desesperación pero sé que vas a aguantar por mi – yo jadeaba intensamente – porque te excita mi excitación mmmmmm pero más te excita complacerme. Aún con tu entrepierna rogando por explotar vos te dedicarías a la mía si así te lo pidiera, tal como mmmmmm me imagino que lo estás ahhhhh haciendo ahora. Ya sos mío. Sino no habrías aguantando. Te habrías tocado haciendo caso a las suplicas de tu ahhhh palpitante pija– su tono de voz comenzó a elevarse y las palabras se le fueron entrecortando – pero ahhhhh sabés que ahhhhh no ahhhhh po mmmmmm podés, porque ahhmmmm entre mmmm entregaste tu mmmmm placer a mí ahh ahh ahhh mmmm. Sos mmmmn mío y solo aahhh mío.

Después de que se corriera nos quedamos cayados unos instantes, escuchando nuestras respiraciones retomar su ritmo. Todavía estaba recuperándome cuando la escuché decirme “Te voy a dar un pequeño premio por estar portándote tan bien. Hasta mañana, perrito”. El premio consistía en una fotografía de ella con una bata negra semitransparente, levemente abierta e insinuando sus pechos desnudos.

Una vez tranquilizado me dispuse ahora si a dormirme. Até nuevamente mis manos y me acosté esperando una mejor noche que la anterior. Por suerte el agotamiento físico y mental del día surtieron efecto y pude descansar, durmiendo de corrido hasta que a las 9 de la mañana me despertó una notificación de mi celular.

Era una nueva foto de ella. Esta vez de un vaso que contenía algunos mililitros de un líquido blanquecino y el mensaje “guardándote mi aditivo especial para el café, aunque creo que ambos preferimos que lo tomes fresco y directo de la fuente”. El hecho de pensar en beber su humedad desde su vagina hizo que mi ya morcillón aparato terminara de despertarse.

Repitiendo la rutina del día anterior salí a correr antes de desayunar. Esta vez estuve haciendo ejercicio cerca de media hora, pero fue suficiente para poder bañarme sin mi pene a su máximo tamaño.

El resto del domingo transcurrió en forma parecida al sábado. Laura mantenía mi excitación haciendo que pensara todo el tiempo en ella, pero sin un bombardeo constante que me hubiera saturado. Sus mensajes variaban entre fotografías sugerentes, imágenes de algunos de los elementos que había comprado y textos y audios recordándome que al otro día sería totalmente suyo.

El lunes amanecí igual que los dos días anteriores. Sin tiempo ni energía para salir a correr tuve que arreglármelas de otra manera para poder vestirme. Debido a la demora extra no llegué a desayunar, con lo que tuve que hacerlo en la oficina. Una vez acomodado me dispuse a comer. No pude evitar acordarme de Laura después del primer insípido sorbo a mi café. Ese recuerdo despertó a mi desesperado miembro, llevándolo inmediatamente a su máxima extensión.

A pesar de no recibir ninguna noticia de Laura durante la jornada laboral me fue imposible dejar de pensar en ella durante todo el día. Creo que justamente eso fue lo que me hizo tenerla presente. Supongo que era conciente de mi estado y no creyó necesario seguir recordándome que ya era suyo. Había logrado que fuera lo único que tenía en mi cabeza.

El tiempo de trabajo se me hizo eterno. A duras penas logré cumplir en forma mediocre con mis tareas. Llegada la hora de salida me retiré rápidamente sin siquiera despedirme. Cuando ingresé al subte comprendí finalmente por qué me había indicado el horario específico de las dieciocho y quince para contactarme con ella: sabía que en ese momento me encontraría viajando.

Desde algunos minutos antes tenía el celular en mi mano y cuando el reloj cambió a la hora señalada la llamé por teléfono. No me importaba si alguien me escuchaba hablar con ella ni lo que me podría hacer decir. No obtuve respuesta a mi llamada, pero inmediatamente después recibí un audio suyo “¿Qué pasa perrito?¿Tan desesperado estás por entregarte a mí o es que decidiste rendirte y no hacerlo?” Mi respuesta fue enviarle las fotos que me había tomado atado junto al texto “¿Si me hubiera rendido habría dormido así para evitar tocarme”.

Después de leer mi mensaje me llamó. Antes que pudiera decirle algo me dijo:

– En primer lugar, sabete castigado por arruinar los planes que tenía para hoy. Segundo, sabé que tu foto de perfil va a ser alguna de las que me mandaste. Tercero, ¿en cuanto tiempo podés estar atado y desnudo en tu casa?

– En aproximadamente 45 minutos ama.

– Bien. Antes que cualquier cosa necesito que me digas que sos mío.

– Soy suyo, ama – Dije tímidamente

– Más fuerte -Exigió.

– Soy suyo ama – repetí aumentando el tono de mi voz y generando que algunas personas voltearan a verme.

– Muy bien perrito. Enviame la dirección de tu casa y avisame cuando estés a punto de atarte. Tené cerca tuyo unos auriculares y algo con lo que taparte los ojos.

– Si, mi ama.

Estuve listo en menos de 40 minutos. Avisé al portero que me iba a visitar una amiga y que la dejara pasar, ya que a lo mejor no podría atenderla por estar bañándome. Dejé la llave de mi departamento debajo de una alfombra y avisé a Laura que ya estaba preparado y cómo podría ingresar a mi casa.

A los pocos minutos recibí un video suyo. Mientras este se descargaba me llegaron sus instrucciones mediante un mensaje de texto: “Perrito, quiero que te ates las manos y mires el video con los auriculares puestos y a un volumen con el que no puedas escuchar otra cosa. Vas a poner el video en reproducción automática y una vez que termines de verlo por primera vez vas a taparte los ojos y quedarte escuchándolo hasta que yo llegue”.

Lo que recibí era la filmación de la llamada telefónica del otro día. Nada más empezar a verlo mi pene, que ya estaba morcillón, terminó de ponerse duro. Verla desnuda recorrer su cuerpo con sus manos, oírla excitarse mientras me hablaba y que su calentura no le permitiera terminar las palabras y observarla convulsionar cuando explotó de placer hicieron que, junto a la excitación acumulada de los últimos días, tuviera la necesidad de eyacular, pero al no poder estimularme no pude hacerlo. Simplemente movía mi cadera arriba y abajo simulando que estaba cogiendo. Una vez que cortamos Laura empezó a tocarse despacio. Rozaba en círculos el exterior de su vagina y emitía pequeños gemiditos de placer. De a poco fue acelerando sus movimientos y apretándose una teta cada vez más fuerte. Se corrió mirando fijo a la cámara. Su expresión de lujuria casi hace que acabe sin siquiera tocarme.

Perder mi estimulación visual no me sirvió para bajar mi líbido, con lo que seguía igual de erecto mientras oía a Laura gemir y acabar continuamente. No sé cuantas veces se repitió el video hasta que sentí que una mano retiraba mis auriculares y su voz susurrarme “buenas noches perrito”. Me sacó la cobertura de mis ojos y empezó a besarme, sin dejarme verla. Mientras me besaba llevó una mano a mi tronco.

Exploté en cuanto apretó despacio la mitad de mi miembro. Si bien primero emití un gemido de placer por la potente liberación de la excitación acumulada durante los últimos días después del primer chorro solo sentía angustia. Había desobedecido su principal orden en la primera oportunidad que tuve. Casi me pongo a llorar mientras mi pene seguía escupiendo mi semilla. Al ver mi reacción Laura cambió de actitud. Me desató rápidamente y me abrazó contra su pecho. Me acarició la cabeza al tiempo que me susurraba con cariño

– Tranquilo. No importa. Está bien.

– No – dije aún alterado – no está bien. Tendría que haber aguantando.

– No me importa. Sabía que era imposible que aguantaras. El hecho que acabaras apenas te toqué me confirma que no lo hiciste durante estos días – me tomó del rostro y me hizo mirarla – y eso me importa mucho más que que te hayas corrido.

– ¿No estás enojada?

– ¿Cómo voy a estar enojada? Llegaste a tu limite. Seguramente lo superaste. Estuviste estimulado durante casi 4 días y aguantaste sin tocarte ese tiempo. Hasta te ataste para evitar hacerlo entre sueños. No. No estoy enojada. Estoy orgullosa y feliz de que hayas podido aguantar todos estos días y que lo hayas hecho solo porque yo te lo pedí – me besó con pasión – Ahora vamos a bañarnos para poder empezar como corresponde nuestra nueva vida juntos. Que estoy muy emocionada y excitada por mostrarte las cosas que planee y ver que habías aguantando solo me calentó más.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *