Un mes después del encuentro entre Shadow Angel y Queen Drone

Lunes, última hora de la tarde. Universidad de Detroit.

La tutoría había finalizado pero el Profesor seguía en su despacho. Esperaba una visita que llegaría tarde. Mientras esperaba sacó un pequeño artilugio de un cajón y lo examinó detalladamente, pensando si había hecho bien al crearlo y si debía dárselo a quien se lo había encargado.

Sólo el ruido de las bisagras de la nueva puerta del despacho le alertó de la llegada de su visita. Sin hacer ningún otro ruido, el ángel entró.

– Tengo lo que me pediste- dijo el Profesor- Aunque no se si debería entregártelo. No hace falta que te explique el por qué.

– Solo usted puede responder a esa pregunta. Es una simple cuestión de confianza. ¿Confía o no confía suficientemente en mí?- Dijo el ángel con una voz suave.

– Examiné los artefactos que me trajiste. Son drones de última generación. ¿Sabes lo que daría el Pentágono para poder producir algo así en masa?

– Entonces entiende la necesidad de mi encargo. Yo sola no puedo luchar contra eso.

– Podrías pedir ayuda a la policía- Respondió el Profesor, pero el ángel lo interrumpió.

– Sandeces, usted sabe tan bien como yo que esto precisa un trabajo discreto. Si aviso a la policía, actuarán como siempre, con sus sirenas, sus luces y sus pistolas. Usted sabe tan bien como yo como terminaría un tiroteo entre los agentes y uno de esos drones.

El Profesor calló, el ángel tenía razón. Por otro lado, también podía confiar el artefacto a la policía.

– ¿Sabes el daño que puede causar esto si se utiliza en un sitio equivocado?- Preguntó el Profesor mostrándole el pequeño artilugio.

– Soy plenamente consciente. ¿Cumple con todas las especificaciones que le pedí?

– He pasado semanas, noches enteras, diseñándolo. ¿Sabes lo difícil que ha sido? Algo que te sea útil pero que a la vez no afecte a ciertos dispositivos, y que tenga un tamaño reducido, creo que es la primera vez que se diseña algo así.

El Profesor aún dudaba acerca de entregarle al ángel el dispositivo. El ángel le había salvado la vida, pero si este artilugio caía en manos equivocadas lo acusarían de terrorismo. Fue la última de las especificaciones que le había realizado el ángel, la única totalmente innegociable, lo que hizo decantar su balanza.

– Aquí lo tienes.- Dijo tendiéndole el pequeño artefacto.- Podrías esconderlo dentro de la caja de un reloj de pulsera, de esta forma pasará totalmente desapercibido. Como me pediste, no pondrá en riesgo la vida de nadie.

Shadow Angel sospesó el diminuto artilugio en su mano. Era más pesado de lo que aparentaba, pero podría esconderlo dentro de un reloj de pulsera. Era perfecto, solo hacía falta que funcionara a la perfección.

– Muchas gracias por ayudarme, le debo una.- Dijo Shadow Angel.

– El núcleo es de uranio empobrecido, no preguntes como lo conseguí, pero mientras no vayas a coger un avión nadie lo detectará.

El Profesor se dio cuenta que estaba hablando solo. Con el mismo sigilo con el que había entrado, el ángel había abandonado el despacho. Se quedó solo, reflexionando sobre lo sucedido los últimos minutos. Su corazón estaba completamente convencido que había tomado la decisión correcta. Si había alguien en quién podía confiar un artefacto así, ese era Shadow Angel. Y no, él no consideraba que el ángel le debiera nada. Es difícil que alguien que te ha salvado la vida arriesgando la suya te deba nada. Solo esperaba que el ángel tuviera mucho cuidado, necesitaría toda la suerte del mundo si quería tener la mínima posibilidad contra alguien que utilizaba drones de última generación.

Finalmente, salió del despacho y se fue a su casa. Esa noche no durmió tranquilo, lamentaba no haber creado más de un artefacto, su ángel sólo tendría una oportunidad. Una oportunidad con todas las probabilidades en contra.

Esa misma noche. Polígono Industrial abandonado, afueras de Detroit

Lo que por fuera parecía un camión ordinario, por dentro contenía, a parte de un pequeño habitáculo, una enorme impresora 3D y un laboratorio altamente tecnificado. Enfrente diversos monitores, una chica de complexión pequeña, trabajaba en el diseño de unos diminutos artefactos.

Gracias al silitio que había conseguido, podía diseñar micro-drones sin renunciar a la resistencia y utilidades de sus “hermanos mayores”. Kirie era de las pocas personas que sabía que el silitio, un escaso mineral pero sin valor económico aún, podía ser muy útil en el desarrollo de la nanotecnología. No solo era un excelente conductor sino que además contaba con una gran resistencia. Lo que le permitía crear drones más pequeños y resistentes. Perfectos para lo que estaba planeando.

La zona industrial abandonada le proporcionó todo lo que necesitaba para su propósito. El horno industrial de una empresa siderúrgica le permitió moldear el silitio. Con la ayuda de sus drones, únicamente tuvo que modificar ciertos componentes de diversas máquinas abandonadas en una fábrica automovilística para poder crear los moldes y herramientas que necesitaba. El resto de materiales fue fácil encontrarlos. Lo que los vagabundos y bandas callejeras no se habían llevado por considerarlo chatarra era todo lo que Kirie necesitaba para su diseño.

Coger los moldes y herramientas e incorporarlos a la potente impresora 3D de su camión fue coser y cantar. El pequeño horno que incorporaba la impresora le permitiría hacer el resto. Lo más difícil había sido realizar los diseños de tan diminutos aparatos.

En pocos días tendría listos sus drones, y con ellos por fin podría vengar la muerte de su amado Himura. Era la oportunidad de su vida, y no permitiría que nadie ni nada estropeara sus planes, no había escatimado en medidas para sorprender a cualquier intruso.

Viernes siguiente. Zona Industrial abandonada de Detroit

Eran las últimas horas de la tarde, empezaba a oscurecer y la falta de alumbrado hacía difícil la orientación por el entramado de almacenes, calles y naves industriales abandonadas. Ello no parecía ser un impedimento para la oscura figura enmascarada que se movía ágilmente entre los tejados y las sombras.

De vez en cuando Shadow Angel topaba con algún grupo de indigentes, con alguna banda callejera o con algún grupo de jóvenes bebiendo y montando una fiesta clandestina en alguno de los abandonados edificios. La ninja seguía sin encontrar rastro de la tecnovillana a la que perseguía. Shadow Angel estaba convencida que debía tener su guarida en ese lugar, entre los edificios industriales abandonados.

Un ruido, como de pequeños pasos, le indicó que estaba en el buen camino. Justo al otro lado de la esquina donde se encontraba la ninja, había un pequeño perro robótico patrullando. La heroína no se dejó engañar por el pequeño e inofensivo aspecto del drone de cuatro patas. Sabía que estaría equipado con potentes armas de fuego. La ninja se agazapó entre unas cajas, y esperó a que el artefacto diera la vuelta sobre sus pasos. Sólo tenía que seguirlo y daría con el escondite de su enemiga.

Al cabo de unos instantes, la ninja abandonó su escondite, dispuesto a seguir al robótico perro desde la seguridad de los tejados. Lo que no se percató fue que otro silencioso artefacto se había situado a su espalda.

Shadow Angel lanzó una cuerda con un garfio y se dispuso a subir al tejado del edificio cuando notó una fuerte presión en el cuello. Sin saber qué ocurría, intentó reaccionar, sólo para notar como un fuerte agarre sujetaba sus brazos detrás de su espalda. La ninja empezó a hiperventilar, nerviosa. Algo la estaba sujetando fuertemente del cuello y las manos. La ninja intentó con todas sus fuerzas librarse del potente agarre, sin éxito. Golpeó su espalda contra la pared, intentando dañar lo que la sujetaba pero no pareció tener efecto. Intentó activar el pequeño artefacto en su muñeca pero sus manos estaban separadas por un palmo de distancia y no podía llegar al artilugio que podría salvarla. Solo cejó en su empeño de liberarse cuando escuchó una risa cercana.

– Patética.- Dijo una voz femenina saltando de un edificio.- Nuestra anterior pelea me fue muy útil para analizar tus habilidades, y calibrar mis creaciones acorde a tu fuerza, agilidad y resistencia. Que intentarías localizar mi escondite estaba fuera de duda.

Queen Drone, vistiendo como una lolita gótica, contempló satisfecha a Shadow Angel. Sus pequeños drones vigilantes, del tamaño de una libélula y provistos de una potente cámara infrarroja habían detectado a la ninja tan pronto como entró en la zona industrial. Acorralarla con sus otros drones había sido un juego de niños. Ahora la heroína se encontraba firmemente inmovilizada por una de sus últimas creaciones: un silencioso drone volador provisto de fuertes brazos mecánicos, al que había bautizado como “octopus”.

– ¿Sabes? Hice mis cálculos, tenías menos de un 4% de posibilidades de dar con mi base antes de ser capturada. Ha sido divertido observar como te movías sigilosamente entre los edificios, sin saber que eras como una mariposa entrando en la tela de una araña.

Amy era plenamente consciente de dónde se metía. Sabía que su rival la detectaría cuando se acercara demasiado a su guarida. Pero la ninja contaba con ello, sabía que la única forma de llegar hasta la base de su enemiga y poder frustar sus planes pasaba por hacer de cebo y dejarse capturar. Y una vez tuviera enfrente a Queen Drone, activar el dispositivo del Profesor. Lo que no contaba era que quedaría sujeta de una forma que le impediría activar el mecanismo en su muñeca. “Te está bien empleado Amy, eso te pasa por confiar plenamente en la tecnología. Ahora a ver como consigues salir de esta” pensó resignada.

Los brazos de octopus sujetaban firmemente las manos de la ninja a su espalda y otro brazo la sujetaba del cuello. Por mucha fuerza que hiciera la heroína, no podría vencer la resistencia de los brazos mecanizados, diseñados para transportar objetos pesados. Si la ninja intentaba cualquier truco, el brazo sobre su cuello incrementaría su presión hasta dejarla inconsciente. Shadow Angel había caído de pleno en su trampa y no tenía escapatoria.

Plenamente consciente de su situación de superioridad, Queen Drone se acercó a la heroína, contemplando los músculos tensos de la hermosa figura.

– No te sobreesfuerzes, es inútil. Sinceramente, me decepcionas. No esperaba que cayeras tan fácilmente en mi trampa, casi parece que desearas ser capturada. ¿Acaso disfrutaste con nuestro último encuentro?- Dijo Queen Drone mientras le quitaba el cinturón multiusos a la ninja.

– Ten cuidado con eso, podrías hacerte daño- Añadió mientras le retiraba la katana de su espalda.

– ¿Te gustó hacerte la sumisa ante mí y ahora has venido en busca de más?- Le susurró la villana a la oreja.

Shadow Angel estaba furiosa consigo misma, lamentaba su exceso de confianza. Lo había jugado todo a una única carta y había perdido. Sin poder activar el artefacto, estaba totalmente indefensa.

Queen Drone estaba eufórica, con la única persona que podría frustrar sus planes indefensa y a su merced, su objetivo estaba cada vez más cerca. Kirie aún disponía de unas horas de tiempo y quería exprimir el máximo sabor a su victoria, empezando por la ninja.

– ¿Te molestan las sujeciones de octopus?- Preguntó mientras le quitaba los guantes. Amy afirmó con un suspiro, pensando que la pregunta era sincera.

– No me sorprende.- Respondió burlona la villana- Estoy segura que una aristócrata como tu, tiene un estilo más tradicional. ¿Preferirías verte atada con unas buenas cuerdas, al estilo shibari?

Amy no respondió, pero la mera mención del shibari hizo estremecer su cuerpo. La ninja nunca lo admitiría ante nadie, pero años atrás, mientras recibía su duro entrenamiento como ninja, había descubierto que se sentía excitada cuando su maestro la ataba para mostrarle como librarse de distintos tipos de ataduras. Desde entonces, siempre había sentido cierta atracción fetichista hacia las ataduras. Queen Drone no se dio cuenta que a Amy se le había puesto la piel de gallina con la mención del shibari, su mente divagaba por otros derroteros.

Kisaragi Kirie conocía la verdadera identidad de Shadow Angel. Mikoto Amy representaba todo aquello que ella había llegado a odiar tanto de Japón. Kirie había crecido en el seno de una familia humilde, de la que había escapado al ver que pretendían forzarla a un matrimonio de conveniencia. Viviendo en la calle, su vida había sido miserable. Hasta que un día, forzando el sistema informático de un cajero automático, conoció a su amado Himura, uno de los mayores expertos en tecnología de Japón. Himura fue la única persona que vio en ella algo más que una chica de orígenes humildes. Himura vio el potencial y la extrema habilidad de Kirie con la tecnología. No sólo la convirtió en su pupila y amante sino que puso su inmensa fortuna a disposición de Kirie para que la chica investigara y desarrollara todo su potencial.

Gracias a Himura, Kirie pudo acceder a los centros más avanzados de Japón, estudiando los últimos avances en nanotecnología y llegando a superar los mismos. Fue gracias a Himura que Kirie descubrió las excelentes propiedades del silitio y empezó a desarrollar complementos tecnológicos compatibles con la biología humana. Una tecnología que podría tanto devolver la vista a un ciego como permitir a una persona operar las más complejas máquinas con la mente o resolver complejos cálculos matemáticos sin necesidad de un ordenador. Su mayor logro fue cuando Kirie consiguió con éxito implantarse una malla cibernética alrededor de su cerebro con la que podía controlar diversos drones con la mente, como si de una extremidad más se trataran. Un único error hizo que a Kirie se le atrofiara el nervio óptico de su ojo derecho.

Pero para Kirie aquello, en lugar de una desgracia, se convirtió en una oportunidad. Sustituyó su ojo atrofiado por un ojo cibernético. Demostrando que la tecnología podía superar con creces los órganos humanos.

Gracias a la habilidad de Kirie, Himura consiguió su sueño, desarrollar el Ameratsu, el único vehículo espacial capaz de llevar tripulación humana a Marte. Kirie aún recordaba las sus lágrimas de orgullo al ver culminado su proyecto. Himura y otros científicos iban a ser lanzados en la primera expedición humana al planeta rojo. Kirie con sus implantes cibernéticos, manejaría desde la Tierra el cohete.

Y luego, sobrevino el desastre. El proyecto Ameratsu había generado las envidias de las altas esferas de la aristocracia japonesa. Kazuma Shinbei, un aristócrata que llevaba años trabajando sin éxito en un proyecto similar, no iba a dejar que el Ameratsu saliera adelante. Kirie, en su felicidad por la culminación del proyecto, no se había percatado que alguien había introducido un pequeño fallo en el sistema. Fallo que hizo que cuando Kirie activó la nave, en lugar de elevarse al cielo, la hizo estallar en llamas, falleciendo toda su tripulación, incluido su amado Himura.

Kirie no tuvo tiempo de llorar la muerte de su amado. Shinbei la acusó de terrorismo y de vender los secretos del Ameratsu a una potencia extranjera. De golpe, apareció una cuenta bancaria a nombre suyo con un saldo de varios millones de yenes. Sometida a un consejo de guerra, vio en las caras de sus jueces, todos aristócratas, que ya la habían juzgado y condenado. Para ellos no era más que una advenediza que había seducido a Himura para luego traicionarlo por dinero. Su palabra ningún valor tuvo contra la de un respetado noble como Shinbei.

Consiguió escapar de la prisión de máxima seguridad dónde la habían encerrado, pero en un tiroteo con la policía japonesa, sus manos habían quedado severamente heridas por el certero disparo de una escopeta. A duras penas consiguió escapar, lanzándose sobre una carretera, intentando despistar a la policía. Con la mala fortuna que la arrolló un coche. Su única suerte fue que la policía no la encontró.

Arrastrándose como pudo, consiguió llegar al domicilio de Himura y con la ayuda de la tecnología que allí tenía había reconstruido sus manos de forma mecánica. Se había dotado de implantes que repararon, sus rotos pies y sus fracturadas piernas. Consiguió recuperar su movilidad mediante la tecnología, con la ventaja que ahora sus manos y sus piernas estaban provistas de diversos gadgets y utilidades.

Desde entonces no había cesado de planear su venganza contra Shinbei y el gobierno japonés.

Los forcejeos de Amy volvieron a Kirie a la realidad. Sí, Mikoto Amy encarnaba todo lo que ella odiaba de Japón. Amy provenía de una familia noble, a la que nunca le había faltado de nada, recibiendo agasajos por allí dónde iba. Nunca había sufrido las privaciones que Kirie había vivido. Y su opinión era escuchada por todos, no como la palabra de Kirie que no valía nada. Por culpa de las ambiciones de gente como ella, Himura había muerto.

Aunque Mikoto Amy ni su familia habían tenido nada que ver con el fallecimiento de Himura, aquello no importaba a Kirie. Ella odiaba a todos los aristócratas por igual y la ninja formaba parte de esa élite que la había sentenciado a muerte sin dignarse a escuchar sus palabras. Ya que había caído en sus manos por segunda vez, Kirie quería de nuevo hacerla sufrir por todas las privaciones que había sufrido ella cuando vivía en la calle.

Kirie convirtió uno de sus dedos en un potente cuchillo con el que empezó a cortar el traje de Shadow Angel. Amy se sorprendió de la facilidad con que la hoja cortaba la resistente tela de su uniforme. Poco a poco, la hermosa piel de la heroína quedó totalmente al descubierto.

– Así me gusta, al natural luces mucho mejor.- Bromeó Queen Drone cuando terminó de quitarle las botas.- ¿Tu mayor habilidad es quedar desnuda ante tus oponentes?

Amy apretó los labios, tragándose su humillación y negándose a responder a las provocaciones de la villana. Queen Drone quería escucharla gritar, así que pellizcó con los dedos uno de los endurecidos pezones de la heroína hasta que la ninja no pudo reprimir un chillido. Kirie soltó el pezón, satisfecha.

– Tienes unos pechos hermosos y suaves, estoy seguro que son la fantasía de muchos hombres- Kirie fue bajando su mano por el cuerpo de la prisionera- Y tienes también un bonito trasero. ¿eres de las que disfrutaría con unos buenos azotes?

Kirie empezó a abofetear las nalgas de Shadow Angel hasta que la fina piel de la heroína se enrojeció. Amy no pudo reprimir sus gemidos de dolor.

– Me encanta que seas de las que gimen antes de llorar… Sólo falta un pequeño detalle.- Dijo Queen Drone dirigiendo su mano al rostro de Shadow Angel.

– Por favor…basta…ya me has humillado bastante… no me quites la máscara.- Suplicó la heroína.

Los ruegos de la ninja divirtieron a Kirie, toda una aristócrata suplicando ante una plebeya. Le encantaba esa sensación de poder.

– ¿No crees que ya nos conocemos suficiente?- Dijo mientras con un rápido gesto retiró la máscara de la heroína.

Al verse despojada de la máscara Amy giró su cabeza, intentando tapar su rostro con su largo cabello negro. Cierto era que Queen Drone conocía ya su identidad, pero no estaba dispuesta a arriesgarse que cualquier transeúnte la viera en ese estado y pudiera reconocerla. Una fotografía de ella desnuda circulando por internet arruinaría no solo su reputación sino la de toda su familia.

Kirie contempló el hermoso cuerpo de Mikoto Amy, la heroína estaba completamente desnuda salvo por un pequeño reloj de pulsera que la villana consideraba inofensivo, su visión tecnificada no detectó ninguna amenaza en él.

Aunque Kirie no se consideraba bisexual ni lesbiana, no podía negar que Mikoto Amy tenía un cuerpo hermoso y perfecto. Su duro entrenamiento como ninja le había dado una silueta atlética.

– Vamos! Tengo planes para tí- Dijo Queen Drone.

Amy se resistió a moverse, no iba a pasearse desnuda por aquella zona industrial.

– Si no te mueves por tu propia cuenta, te volveré a azotar, como si fueras una yegua de carreras, hasta que decidas mover tus lindos pies. Tu decides.- Amy no tuvo más remedio que empezar a andar detrás de la villana, no quería volver a sufrir la humillación de ver como su rival la azotaba impunemente en el culo.

De vez en cuando Kirie se giraba para contemplar a su prisionera. No le molestaba que Amy intentara cubrir su rostro con su largo cabello. De hecho le divertía ver a su rival haciendo ese gesto inútil. Cualquier persona con la que se cruzaran no dirigiría precisamente sus ojos al rostro de la prisionera. Kirie se dirigió hacia un grupo de hombres que se calentaban frente a un fuego.

– Buenas noches!- Queen Drone se dirigió alegremente hacia aquellos hombres mientras agarró a Amy por el pelo, arrastrándola detrás suyo.

La heroína chilló al sentir el tirón en su cabello, luego sus mejillas enrojecieron de vergüenza. Aquello no le podía estar pasando. Se veía arrastrada, desnuda, ante el grupo con pinta de traficantes que la devoraban con la mirada.

– ¿Que os parece mi amiga?- Dijo Kirie divertida mientras soltaba el pelo de su cautiva- Adelante, no seáis tímidos, no os va a morder.

Amy intentó liberarse con todas sus fuerzas. Kirie sonreía ante los inútiles intentos de la ninja. Aquellos tipos rodearon a Amy y empezaron a palpar su suave piel con sus manos.

Aquello era demasiado para la indefensa heroína, verse manoseada por unos completos desconocidos. La chica notó como aquellos tipos le palpaban su trasero, le besaban los pechos y jugaban con su vagina.

– Por favor… basta- Imploró a una divertida Queen Drone.

Kirie gozaba con el espectáculo, toda una aristócrata siendo manoseada por unos vulgares tipos. Que sufriera, como había sufrido ella hacía unos años, antes que Himura la sacara de las calles y la pusiera bajo su tutela.

– Si os gusta, es toda vuestra.- Kirie empujó a Amy, que intentaba escapar, contra aquellos hombres.

Amy notó como aquellos tipos la cogían y la tumbaban sobre el suelo. Sus intenciones no podían ser más claras. Mientras uno la besaba en los labios, otros dos manoseaban sus pechos, para segundos después acercar sus bocas a sus endurecidos pezones succionándolos. Otro tipo, metía los dedos en su vagina, moviéndolos suavemente.

Kirie contemplaba la escena satisfecha. Uno de aquellos tipos se estaba bajando los pantalones con clara intención de penetrar a Amy, otro se había desabrochado la bragueta, y acercaba su miembro a la boca de la chica.

Con los brazos firmemente sujetos, Amy no tenía muchas opciones para defenderse de aquellos cuatro tipos. Con sus piernas golpeó varias veces al que intentaba penetrarla, tumbándolo en el suelo. Otros dos tipos, al ver la resistencia de Amy, dejaron de jugar con sus pechos y sujetaron firmemente sus piernas, manteniéndolas abiertas. Pese al entrenamiento y la fuerza de Amy, con sus piernas solas no podía vencer la fuerza que hacía cada uno de ellos sujetándola por los muslos. Amy desesperada, vio como era incapaz de cerrarlas y proteger su vagina frente al tipo que quería penetrarla. Sus lágrimas no causaban ningún efecto en aquellos tipos. Sólo le quedaba implorar a alguien.

– Por favor… no dejes que me hagan esto… no dejes que me violen… – Imploró a Queen Drone entre sollozos.

Kirie contemplaba a Amy imperturbable. Por fin, una aristócrata estaba viviendo lo que ella había sufrido. Hoy Mikoto Amy aprendería una dura lección y comprendería el verdadero significado de la palabra sufrimiento.

– Yo no te he hecho nada… Kirie te lo suplico… deténlos… por favor… hazme cualquier cosa menos eso… haré cualquier cosa que me pidas…- Logró decir Amy antes que uno de esos tipos la silenciara introduciendo su endurecido pene en su boca.

Aquellas palabras cambiaron la expresión de Queen Drone. La ninja la había llamado por su nombre, eso significaba que de alguna forma había descubierto quién era. Hacía mucho tiempo que nadie la llamaba así, los recuerdos volvieron a su mente. Recuerdos de una vez en que se vio en la misma situación que su prisionera. Aquél día suplicó e imploró, como lo hacía ahora Amy, pero nadie acudió en su ayuda. Y pensó que, quizás, entre todas las personas a las que odiaba, Mikoto Amy era la que menos se merecía aquello.

– ¡Ya basta! ¡Dejadla, es suficiente!- Dijo Kirie con voz autoritaria.

Aquellos sujetos estaban lejos de obedecer su mandato.

– ¿Ahora que nos estamos empezando a divertir? Estás de coña. Tu misma has dicho que podíamos hacer lo que quisiéramos con ella y eso mismo vamos a hacer.- Dijo uno de ellos.

– ¿O quizá quieres unirte tu también a la fiesta?- Dijo otro mientras se acercaba a Kirie con una expresión lasciva en el rostro.

Era evidente que para ellos, el pequeño tamaño de Kirie no significaba ninguna amenaza. Queen Drone no estaba para juegos. Estampó su fuerte puño en el rostro del tipo que se le acercaba mientras mentalmente daba una orden a su drone de forma canina.

El pequeño robot perruno entró en escena, sacando un pequeño cañón de su espalda, realizó dos disparos de advertencia.

– Los siguientes irán a matar.- Dijo Queen Drone autoritariamente.

Inmediatamente los tipos dejaron a Amy y se alejaron corriendo.

Kirie ayudó a Amy a levantarse. La heroína no dijo nada, no sabía si debía sentirse agradecida por ello, su cuerpo estaba sucio y magullado. Queen Drone tampoco estaba de humor para decir nada. Con un gesto ordenó a octopus que elevara a Amy del suelo, y, cubriendo sus ojos con otro de sus tentáculos, la llevó hasta el camión que servía a la villana como base de operaciones.

Queen Drone siguió a octopus, usando unas potentes hélices que tenía implantadas en sus hombros.

Minutos después, en el camión de Queen Drone

Amy se sentía desorientada, el drone que la mantenía inmovilizada la había conducido sobrevolando los edificios. Con los ojos cerrados le había sido imposible deducir en qué dirección la llevaba. Ahora se encontraba dentro de una especie de contenedor grande, que parecía un habitáculo.

Cuando octopus retiró el tentáculo que cubría sus ojos, Amy se vio en una estancia sin ventanas, pero con una claraboya en el techo, similar a la de una autocaravana. La estancia contaba con una amplia cama, una pequeña cocina y lo que, detrás de una mampara translúcida, se adivinaba como un baño provisto de ducha.

Segundos después, Queen Drone apareció ante ella, a través de una puerta disimulada en un panel. “Al parecer este sitio es más amplio y no se limita solo a este habitáculo” pensó Amy.

– Bienvenida a mi humilde morada. Como verás no gozo de las comodidades de tu amplio apartamento.- Dijo Kirie.

Amy no dijo nada, de forma que Kirie retomó la conversación.

– ¿Cómo has llegado a descubrir mi nombre? Respóndeme o te llevo ante el primer grupo de maleantes que encuentre y esta vez te dejaré toda la noche en la calle con ellos.- Dijo autoritariamente.

Amy, asustada ante la amenaza de Kirie y la experiencia reciente, respondió rápidamente y con sinceridad.

– No fue muy difícil, la verdad. Después de nuestro primer encuentro, estuve investigando. No podía haber tantas japonesas con ese dominio de la nanotecnología como para poder implantarse un ojo como el tuyo y unas hélices plenamente funcionales en sus hombros. Un contacto que tengo en el Servicio de Inteligencia japonés me dio rápidamente la respuesta. Kisaragi Kirie, prometedora ingeniera, pero excelente saboteadora. Buscada por terrorismo y por intentar divulgar secretos de estado.

Aquella respuesta enfureció a Kirie. Así que en su país natal, era solo eso, una terrorista y una traidora. Estuvo a punto de descargar su ira sobre Amy, pero se contuvo en el último instante, con su puño a unos centímetros del rostro de su prisionera. Ella solo le había dicho la verdad, no podía culparla por ello.

– Apestas. Métete en la ducha.- Dijo mientras se abría la mampara.

Amy primero dudó. Estaba asustada, primero intentaba golpearla y luego le pedía que se diera una ducha? El rostro de Kirie reflejaba confusión, tal vez, hablando podría hacer recapacitar a la villana.

Tímidamente, Amy entró en la estrecha ducha. No entendía como iba a lavarse con sus manos firmemente sujetadas a su espalda. Octopus no había aflojado su presión sobre ella en ningún instante. Por un momento pensó que la villana iba a meterse en la ducha con ella, pero no había suficiente espacio para ambas.

Kirie con una orden mental cerró la mampara y conectó el surtidor de agua. Ordenó a octopus enjabonar el cuerpo de Amy con uno de sus tentáculos, mientras con otro la frotaba con una suave esponja.

Queen Drone estaba altamente satisfecha con el diseño de octopus, sus ocho brazos retráctiles le permitían realizar múltiples funciones a la vez. Como por ejemplo lavar el cuerpo de su prisionera mientras la mantenía firmemente sujeta. Esa creación era una versión mejorada de los drones que Shadow Angel había derribado en el Museo de Ciencias Naturales.

Kirie sintió en su cuerpo como octopus enjabonaba a Amy, como si ella mismo la estuviera enjabonando con sus propias manos. Kirie sentía el tacto del dron sobre la fina piel de su prisonera, recorriendo su cuerpo atlético. Aquello le trajo recuerdos de su único encuentro lésbico. Demasiados recuerdos.

Aprovechando que la mampara de la ducha se había cubierto de vaho, Kirie se tumbó en la cama, se subió la falda y se quitó las bragas. Demasiado tiempo sin destinar unos minutos a su propio placer. Mientras mentalmente ordenaba a octopus que enjabonara suavemente cada rincón del cuerpo de Amy. Fuera, Kirie empezó a masturbarse.

Amy dentro de la ducha se sentía confundida. El contacto con el agua caliente y el jabón la había relajado, notaba como la tensión y el miedo abandonaban su cuerpo. Poco a poco, se permitió relajarse y disfrutar de la ducha. Si no fuera porque estaba convencida que los robots no tienen sentimientos, afirmaría que aquél dron que la estaba enjabonando se estaba aprovechando de ella.

Aquél brazo mecánico enjuagaba sus partes más íntimas con una delicadez sorprendente, introduciéndose ligeramente en su vagina y en su culo. Al mismo instante, otro brazo frotaba suavemente una esponja por su cuerpo, quitando el jabón mientras le hacía un masaje a la espalda. Aquella esponja se detuvo un tiempo innecesario en sus pechos. Pero a Amy ya no le importaba. Había empezado a entrar en aquél juego, sin oponerse al placer que poco a poco se apoderaba de su cuerpo.

Al fin y al cabo, ella estaba sola en esa ducha y el vaho de la mampara impedía que Kirie, en caso de observarla, viera nada fuera de lo común. ¿Qué importaba si ella se dejaba llevar por el placer de la ducha?

Kirie se sobreexcitó al notar que el cuerpo de Amy se relajaba ante los estímulos de octopus, su prisionera empezaba a dejarse llevar por las caricias de su creación. Redobló el juego de sus dedos en su vagina, hasta experimentar un intenso orgasmo. Era la primera vez en mucho tiempo que había alcanzado el clímax sin necesidad de nada mecánico entre sus piernas.

Después de su orgasmo, dio por terminada la ducha de Amy, sin importarle si su prisionera había alcanzado el clímax o no. A una orden suya, octopus dejó de enjuagarla y el agua de la ducha limpió el jabón del cuerpo de Amy.

Amy quedó frustrada cuando octopus dejó de enjabonar y limpiar su cuerpo. Unos segundos más y habría alcanzado su orgasmo. Qué mala suerte que Kirie diera por terminada su ducha cuando ella estaba a punto de fundirse en el placer. La puerta de la mampara se abrió, devolviendo a Amy a la realidad.

Kirie no se encontraba en la estancia, aunque Amy observó la cama más arrugada de lo que estaba cuando ella entró en la ducha. Octopus sacó una toalla de una cajonera de debajo la cama y secó con ella el cuerpo de la prisionera. Acto seguido la condujo fuera de la habitación.

Amy, sorprendida, se encontró en una estancia completamente distinta y más amplia. Provista de todo tipo de maquinaria y pantallas. Aquello parecía un laboratorio tecnológico de primer nivel. Sentada en una amplia butaca, rodeada de botones y mandos, estaba Kirie.

Kirie trabajaba en lo que Amy creyó que era una especie de cinturón con un par de porras o algún instrumento de defensa personal. Amy miró curiosa los dos artefactos, pese a tener la forma, eran demasiado pequeños para tratarse de artefactos de defensa personal.

– Veo que estás interesada en mi regalito para tí.- Dijo Kirie al percatarse de la curiosidad de la heroína.

Solo entonces Amy descubrió asustada qué era aquello en que trabajaba Kirie. No era sino una especie de cinturón con dos consoladores de distinto tamaño. Obviamente uno para su vagina y otro para su culo.

– No… No me vas a obligar a ponerme esto.- Dijo asustada la heroína.

– Que te haya librado de aquellos tipos no significa que haya desistido en tu castigo. Únicamente he cambiado el método. Ahora quiero que seas testigo privilegiado de mi venganza.

– ¿Qué piensas hacer conmigo?- Preguntó Amy asustada- ¿No me has humillado bastante? No hay ninguna necesidad de ponerme eso.

– Claro que la hay.- Respondió Queen Drone divertida.- Aunque si quieres te dejo elegir o dejas que te ponga este cinturón o mando a octopus que te envíe de vuelta con aquellos agradables hombres, y esta vez dejaré que hagan lo que quieran contigo durante toda la noche.

La mirada y el tono de Kirie dejaban claro que hablaba totalmente en serio. Amy no dijo nada, aunque por su mirada derrotista la villana tuvo clara la elección que había hecho.

Amy no se resistió cuando Kirie se acercó a ella y cuidadosamente introdujo un grueso consolador por su vagina. Al principio la ninja pensó que aquello no iba a caber dentro suyo, pero el estímulo sexual que había recibido en la ducha había dejado su vagina húmeda y dilatada. El grueso consolador entró dentro suyo sin dificultad. Era obvio que Kirie se había percatado de la húmeda excitación de la ninja, pero la villana no hizo ningún comentario al respecto.

Llegó el turno del pequeño pero grueso consolador que la villana pretendía introducir en su trasero. Quería humillar a la ninja, no hacerle daño. Almenos no hacerle daño ahora. Así que lo untó con un lubricante. Amy otra vez esperó dolor al notar como se introducía dentro de su culo. Pero para sorpresa suya y de Kirie, el consolador anal se deslizó sin dificultad dentro de la heroína. Esta vez sí que la villana no pudo resistir hacer un comentario.

– Vaya, así que el sexo anal no es nuevo para tí.- Dijo con una sonrisa mientras sujetaba los consoladores con el cinturón alrededor de la cintura de la ninja.

Amy no dijo nada, pero notó como se enrojecían sus mejillas de la vergüenza. Segundos más tarde, sorprendida, lanzó un gemido. Kirie no pudo evitar una sonora carcajada.

– Nunca habías probado algo así, ¿verdad? Los diseñé expresamente. Son tan sensibles y precisos que pueden detectar los puntos concretos de tu vagina y tu ano que más placer te producen y centrarse en sobreestimular estas zonas. No encontrarás nada igual en el mercado. Les acabo de añadir otro sensor, haciéndolos capaces de detectar el punto exacto en el que vas a alcanzar un orgasmo y entonces detendrán sus estímulos. No te engañes, ahora son instrumentos de tortura, no de placer.

Amy otra vez ni dijo nada. Realmente aquellos artefactos cumplían demasiado bien su función. La ninja ya venía excitada de la ducha, pero aún así, en pocos minutos la hicieron alcanzar el punto álgido de placer, para detenerse inmediatamente, negándole el orgasmo. La ninja supo mantener la compostura, pasado un minuto, volvieron a estimulara, para detenerse justo en el momento más álgido. Amy sabía que no resistiría mucho. Kirie contaba con ello.

– ¿Qué pretendes hacer con eso?- Preguntó la heroína. Pero Queen Drone no la escuchaba, había entrado en su habitáculo.

La ninja, centrada en la actividad de los consoladores desperdició una oportunidad de oro para intentar sabotear los planes de su enemiga. Minutos después, Kirie apareció, llevando un elegante vestido plateado que le llegaba hasta los tobillos. Su cabello estaba recogido en un elegante moño. Amy reconoció que, vestida así, su enemiga era mucho más atractiva que con la ropa de lolita gótica que llevaba antes.

Kirie ocultaba su ojo cibernético tras unas elegantes gafas de sol. En sus brazos llevaba un vestido fino de seda negro.

– Este es para tí.- Dijo mientras se acercaba a la ninja y se lo ponía por encima de la cabeza.

A una orden de Kirie, octopus, sin dejar de sujetar firmemente a Amy, se desprendió de su propulsor trasero. Ahora, bajo el vestido, apenas era un pequeño bulto en la espalda de Amy.

Cualquiera que contemplara a Amy en aquél elegante vestido negro, que le llegaba por encima de las rodillas, notaría que la chica tenía una extraña posición de hombros y que por algún extraño motivo su sacaba sus brazos por las mangas sino que los tenía cruzados detrás de la espalda. Si nadie tocaba a Amy por la espalda, no notarían que la chica estaba firmemente sujeta. El brazo de octopus que sujetaba su cuello parecía un grueso collar de plata.

Para disimular aún más, Kirie colocó un elegante chal encima de los hombros de la ninja. Ahora ya no era tan evidente que sus brazos no asomaban por las mangas del vestido y octopus quedaba mejor disimulado. A una primera vista, nadie notaría nada raro. Kirie terminó de poner a Amy unos elegantes zapatos de charol a juego con el vestido.

– ¿Se puede saber de qué va todo esto?- Preguntó Amy, que no entendía nada. Kirie sonrió.

– Esta noche tu y yo vamos a un evento. A las doce de la noche, en el Palacio de Congresos de Detroit, Kazuma Shinbei, director del Centro de Alta Tecnología de Japón, presentará en Estados Unidos su flamante e innovador proyecto, el vehículo espacial Yamato.

Aquél evento le había pasado completamente desapercibido. Amy suspiró frustrada, no era propio de ella pasar por alto un evento con una clara conexión con la enemiga a la que perseguía.

Kirie terminó de contarle a Amy sus planes. Con la única persona que podía sabotearlos bajo su control, estaba segura de su victoria.

El Yamato no dejaba de ser un proyecto calcado al Ameratsu, diseñado por ella y su amado Himura. El plan de Kirie era sabotear el proyecto Yamato de la misma forma que años antes habían saboteado el Ameratsu. Kirie había diseñado gracias al silitio unos diminutos drones del tamaño de una pulga, casi imperceptibles a primera vista. Capaces de intoducirse en cualquier sistema informático y controlarlo. Gracias a sus diminutas creaciones, podría obtener todos los datos, no solo del Yamato sino de todos los proyectos del Centro de Alta Tecnología (CAT) que hubiera en el ordenador de Shinbei. Su intención era obtener todos los datos que hubiera esa noche en su ordenador. Luego Shinbei regresaría a Japón, llevando dentro de su ordenador, imperceptibles, varios de sus diminutos drones. Drones que una vez en Japón, se infiltrarían en los servidores del CAT, obteniendo toda los datos e información almacenados allí.

Su intención era exponerlos al público haciendo creer que Shinbei estaba filtrando datos de alto secreto al gobierno americano. Kirie pretendía multiplicar por diez lo que años antes le habían hecho a ella. Wikileaks se quedaría corto con lo que Kirie tenía en mente.

Pero lo que más enfureció a Amy fue la venganza personal que Kirie tenía contra Shinbei. Al evento, asistiría también el hijo de Kazuma Shinbei. Kirie pretendía introducir, a través de la oreja, uno de sus pequeñas creaciones en el cerebro del chico y causarle una muerte espantosa.

– Entiendo que quieras tomarte tu venganza contra Shinbei, pero deja el chico al margen.- Imploró la ninja.- ¿Por qué no matas a Shinbei? Al fin y al cabo es él quien arruinó tu vida, no su hijo.

– Porque él no me mató a mí, destruyó lo que más amaba.- Fue la única respuesta de Kirie.

Queen Drone no quería matar a Shinbei, quería ver como él era testigo para ver como se derrumbaba todo lo que había creado, o mejor dicho, usurpado. Quería que viera en primera persona como se filtraban todos los proyectos secretos del CAT, como caía en desgracia ante el gobierno japonés. Pero sobretodo, quería ver como sufría por la pérdida de un ser querido como ella había sufrido con la muerte de Himura.

Sin saber muy bien porqué, Kirie se sinceró con su prisionera y le contó toda su historia, sin escatimar en detalles. Aunque instantes después se arrepintió de haberle dado esa información “Pareces tonta Kirie, no deja de ser una noble, ni me habrá escuchado y mucho menos va a creerme. Además, no necesito su compasión” pensó la villana.

Pero en cambio Amy había escuchado sus palabras atentamente.

Una hora más tarde. Palacio de Congresos de Detroit

Ambas chicas entraron juntas al Palacio de Congresos. Al parecer nadie cuestionó las falsas acreditaciones de la villana. Allí dentro había la flor y nata de la alta sociedad no sólo de Detroit sino de Estados Unidos.

Amy no sabía como Kirie, con sus implantes cibernéticos, y ella con octopus sujetándola firmemente, habían pasado los controles de seguridad sin problema.

Kirie desapareció nada más entrar, dejando a Amy sola. Los consoladores que tenía insertados estaban volviendo loca a la chica y no sabía qué hacer. Por un lado, su mente prudente le decía que se refugiara en los baños antes que empezara a montar un numerito con sus jadeos de placer frustrado. Pero otra parte de su mente le decía que tenía que estar allí, en medio del evento y hacer todo lo posible para frustrar los planes de Queen Drone, aunque no sabía muy bien cómo. Sorprendentemente, Amy aún conservaba su reloj. Por alguna extraña razón, no había despertado ninguna sospecha a Kirie. Quizás la villana estaba demasiado confiada en su victoria.

Al final, Amy decidió quedarse en un rincón. Apoyada en una columna, desde dónde podía controlar todo lo que pasaba a su alrededor. En especial, la tarima donde seguramente Shinbei iba a exponer su “innovador” proyecto.

– Señorita Mikoto, es un placer verla por aquí. Sabía que estaba estudiando en Detroit pero desconocía su asistencia a este evento tan especial. De haberlo sabido le habría reservado un lugar de honor.

Amy se sobresaltó al ver ante ella a Kazuma Shinbei. Educada, hizo una reverencia, agradeciendo la costumbre japonesa de saludar de esta forma en lugar de estrechar la mano. Lo acompañaba un chico de aproximadamente la misma edad de Amy.

– Encantado de conocerle… señor… Shin… Shinbei.- Los consoladores estaban haciendo de las suyas y Amy tenía que hacer esfuerzos titánicos para que no se escapara un gemido entre palabra y palabra.

– Le presento a mi hijo.- Dijo Shinbei.

Amy hizo una reverencia al chico e intentó, sin éxito, volver a su lugar apartado. Aunque la rama familiar de Amy estaba muy alejada de la sucesión al trono, Shinbei no quería desaprovechar la oportunidad que le brindaba estar acompañado de un miembro de la familia real. Un miembro, todo había que decirlo, muy atractivo.

Amy no encontró ninguna forma educada de declinar la atención de Shinbei. Por otro lado pensó que estando cerca de él tendría más opciones de frustrar los planes de Queen Drone. Como inconveniente, la chica empezaba a notar como sus fluidos bajaban por sus muslos. Los consoladores no ofrecían ningún tipo de contención y sin medias ni ropa interior y con un vestido que le llegaba justo a las rodillas, era cuestión de tiempo que alguien se percatara de ello. “Y adiós a tu reputación, Mikoto Amy” pensó la chica.

Shinbei presentó a Amy ante cada una de las autoridades y empresarios presentes. La chica, saludaba a todos con una reverencia, excusándose en la costumbre japonesa y trataba de pronunciar las mínimas palabras posibles.

Realmente, aquello era una auténtica tortura. Cada vez que se creía al borde del orgasmo, aquellos malditos consoladores se detenían dejándola a medias. La chica a duras penas podía disimular sus gemidos. Amy incluso intentó buscar el orgasmo frotándose los muslos entre sí, pero ni así logró su anhelado clímax. Había que reconocer que Kirie se había lucido diseñando esos chismes.

– ¿Le ocurre algo señorita Mikoto?- Preguntó Shinbei al ver como la chica no dejaba de mover sus muslos.

– No… N…Nada… solo…un.. pe… pe…queño… dolor de… ca…cabeza.- Masculló Amy cerrando la boca al máximo para evitar que se le escapara ningún gemido. En aquél momento se dio cuenta que sus pezones endurecidos se marcaban a través de la fina seda de su vestido. Hecho que no había pasado desapercibido a Shinbei ni a su joven hijo.

“Muy bien Amy, causando furor por aquí. Al menos ahora entiendo porque nadie me miraba a la cara” pensó enfadada la chica.

– Acompáñeme a tomar una copa. Le irá bien tomar algo fresco.- Dijo educadamente Shinbei como si no se hubiera percatado de los marcados pezones de la chica.

Sin saber muy bien qué hacer, Amy lo siguió hasta la barra donde servían bebidas. “Lo que faltaba, ahora como le explico que no puedo tomarme la bebida porque tengo las manos sujetas a mi espalda” pensó Amy que hasta ese momento no había caído en ello.

Justo al llegar allí, otro frustrado orgasmo hizo estremecer a la chica. Esta vez la frustración fue tan fuerte que todo su cuerpo empezó a temblar, poniéndose su piel de gallina. Amy cerró con fuerza sus piernas y se agachó ligeramente, apretando sus muslos, con la esperanza que esta vez, apretando bien las piernas, pudiera alcanzar el orgasmo.

Pero todo fue en vano, algunas personas se habían girado al escuchar sus mal disimulados jadeos.

Amy, estaba muerta de vergüenza por el espectáculo que estaba dando. Notaba como los colores se le subían a las mejillas mientras sus fluidos bajaban libremente por sus piernas. Aquella situación era insostenible. Amy se dispuso a salir corriendo de allí, y dejar que Kirie hiciera lo que quisiera. La villana la había vencido totalmente, y su orgullo no iba a permitir que siguiera humillándose de esa forma.

-Lo siento, me tengo que ir.- Dijo secamente a Shinbei, que acudía con una copa de champán en una mano y en la otra una bebida energética para Amy.

Esta vez, por primera vez en todo el día, la suerte sonrió a Amy. El reloj acababa de marcar las 12 de la noche. Shinbei dejó la bebida para Amy encima de la mesa y se dirigió a la tarima. Era el momento de presentar “el proyecto de mi vida” como lo había llamado ante Amy.

Si Queen Drone iba a esperar un momento determinado para lanzar su ataque, sin duda era ese. Pero Amy tenía otras prioridades. Aquellos malditos consoladores y decenas de orgasmos frustrados habían llevado a la chica al límite. Así que mientras todos estaban pendientes del discurso de Shinbei y de la pantalla donde se proyectaba la presentación del proyecto Yamato, Amy se acercó a una mesa vacía.

La ninja miró unos segundos alrededor para asegurarse que nadie le estaba prestando atención y empezó a frotar su entrepierna con el borde de la mesa. Notar el canto de la mesa presionando contra su clítoris le supo a gloria.

Amy nunca hubiera dicho que se encontraría en una situación así. Masturbándose contra una mesa en pleno Palacio de Congresos y rodeada de las más altas personalidades de la ciudad así como miembros del cuerpo diplomático japonés. Si meses antes alguien le hubiera adivinado el futuro se hubiera reído pensando que era una broma. “Menudo espectáculo estás montando Amy” pensó la chica.

Mientras se frotaba, calmando su ansiedad con el duro borde de la mesa, los dos consoladores, al detectar que Amy se estimulaba por otra vía, habían dejado de actuar, cosa que la chica agradecía. Su mente empezaba a trabajar de nuevo.

Al alcanzar su deseado orgasmo, la chica no pudo reprimir del todo un intenso gemido, que hizo que varias personalidades se giraran. Amy intentó recuperar la compostura como pudo, pero parte del mal ya estaba hecho. “A ver como vas a arreglar tu reputación después de esto” pensó. Pero ahora la chica tenía otras prioridades. Había escuchado un zumbido, varios de hecho, casi imperceptibles. Sólo que estaba convencida que no se trataba de ningún insecto sino que eran los diminutos drones de Kirie.

Justo cuando Amy intentaba trazar un plan, alguien la sujetó por la cintura y la acorraló, de espaldas a la pared, en un rincón de la sala de congresos. Sorprendida, vio ante ella al hijo de Shinbei con una mirada lasciva en la cara.

– Shht ¿Qué pasa contigo, eres una especie de ninfómana exhibicionista o algo así?- Le susurró al oído mientras la sujetaba por los pechos.

– ¡Suéltame! No sé de qué me hablas.- Se defendió Amy.

El chico sacó su teléfono móvil y le enseño un vídeo dónde aparecía ella, minutos antes, frotándose contra el canto de la mesa.

– ¿Pensabas que nadie se daría cuenta? Quien lo iba a decir, toda una aristócrata comportándose como una conejita en celo.

– ¿Qué quieres?- Preguntó Amy. Lo último que necesitaba ahora mismo eran más vídeos sexuales suyos en manos de alguien.

– ¿Ahora mismo? Disfrutar de tu cuerpo. Te he deseado desde que tu padre nos presentó, con ese sensual vestido y marcando pezones. Si pretendías dar la nota y provocar al personal, te aseguro que lo has conseguido. Y por otro lado, cuando regresemos a Japón, le pediré a mi padre que envíe una petición de matrimonio a tu familia. Si aceptan, serás mía y cumplirás mis deseos. Si se niegan, me aseguraré que ese vídeo circule por internet hasta que todo Japón se entere de lo lasciva que eres. Entonces ya nadie querrá pedir la mano de quién actúa como una prostituta, y tu familia se verá obligada a aceptar la petición que mi padre mantendrá. Sí o sí vas a ser mía, por las buenas o por las malas.- Dijo mientras le besaba el cuello y las orejas.

– Aquí no, por favor.- Imploró Amy. Todo el mundo parecía atender únicamente al discurso de Shinbei, pero en cualquier momento podría girarse alguien y verlos.

– ¿Ahora te haces la recatada? Tarde para ello.- Respondió el chico mientras le levantaba el vestido y le palpaba los muslos.

– Vaya vaya, tus piernas están pegajosas, parece que te has deshidratado por aquí abajo.- Dijo él divertido.

Amy no dijo nada, no sabía como quitárselo de encima. Con las manos firmemente sujetas por octopus su única salida era gritar auxilio, pero no quería montar un espectáculo. No mientras él tuviera aquél vídeo en sus manos.

– ¿Qué pasa, ni siquiera vas a oponer resistencia? No vas a tratar de impedir con tus manos que me acerque a tu parte más íntima?- Dijo burlón mientras subía sus manos por los muslos de Amy, levantando poco a poco su vestido.

Amy empezaba a estar otra vez en serios apuros. Los consoladores de Kirie se habían activado de nuevo y estaba empezando a sentirse excitada. El silencio de Amy parecía confirmar las palabras del chico, a ella no se le acudía ninguna excusa para justificar su comportamiento. Para el colmo, él había confundido con falta de voluntad por parte suya la imposibilidad de defenderse con sus manos. “Amy reconócelo, estás en un buen apuro”. Sus piernas empezaban a temblar de nuevo al notar el estímulo de los consoladores. Además notaba como las manos del chico poco a poco iban subiendo. Finalmente ocurrió lo inevitable. El chico en lugar de palpar una esperadas braguitas húmedas, notó algo duro.

– ¿Pero, qué?…- el chico terminó de levantar el vestido de Amy, revelando su cinturón con los consoladores, Amy quería morirse de vergüenza, aquello iba arruinar su reputación de modo irremediable- ¿En serio, un cinturón con consolador? ¡Serás ninfómana!

El chico sujetó con una mano el vestido en alto mientras con la otra cogía su móvil y tomaba otro vídeo. Amy intentó escapar pero el fuerte brazo del hijo de Shinbei la volvió a sujetar contra la pared. Entonces ocurrió otro milagro para Amy.

El chico se palpó la oreja, como queriendo quitarse algo que se le hubiera metido dentro y acto seguido, como fulminado por un relámpago, cayó al suelo, sujetándose la cabeza con una expresión de dolor en la cara. Los pequeños drones de Kirie habían empezado a actuar.

Amy no tenía mucho tiempo o el hijo de Shinbei moriría. “Aunque tal vez se lo merezca” pensó. Pero ella no era una asesina, y si podía, evitaría su muerte. Seguramente el resto de drones estarían infectando el disco duro de Shinbei, dispuestos a sacar toda la información sobre el proyecto Yamato.

Amy sólo podía confiar en que el artefacto diseñado por el Profesor funcionara correctamente. No tardó en localizar a Kirie entre el público, con una sonrisa en la cara.

Amy tenía las manos demasiado separadas como para que su derecha pudiera desabrochar la correa de su “reloj”, pero tenía otra idea. Se dirigió hacia la puerta más cercana y colocó su muñeca junto a la elegante y fina manija. Consiguiendo, no sin esfuerzo, que la manija quedara entre el reloj y su piel. Tirando con fuerza consiguió romper la correa. La chica suspiró aliviada cuando notó en su mano el pequeño artefacto antes de que cayera al suelo.

Rápidamente, palpó los botones que activarían el mecanismo en el que tenía depositadas todas sus esperanzas. Una fuerte sacudida y un apagón general indicó a Amy que había funcionado. Dentro del palacio de congresos no brillaba ni una luz.

El profesor había dedicado semanas enteras diseñando aquel mecanismo. Un dispositivo de pulso electromagnético (PEM) que la chica pudiera llevar discretamente. Finalmente había conseguido diseñar un artefacto que cupiera dentro de la caja de un reloj de muñeca. Impulsado por una pequeña pila de uranio empobrecido, aquel dispositivo tenía suficiente potencia para freír todos los dispositivos eléctricos de un edificio del tamaño de un polideportivo.

El uso de un artefacto así, sería calificado de acto terrorista por el gobierno estadounidense. Por un momento el Profesor estuvo tentado de no cumplir el encargo de Shadow Angel aunque le debiera la vida a la chica. Pero la segunda especificación de la ninja le convenció de tirar adelante el proyecto. La chica insistió en que el dispositivo no debía afectar a cualquier dispositivo tipo marcapasos o respirador que alguien necesitara para su salud. Insistió mucho en que como daño colateral no debía causar la muerte de ninguna persona. Aquello fue lo que más esfuerzo costó al Profesor, hasta que finalmente, dio con una solución.

Amy notó aliviada como octopus, con sus sistemas anulados, abría los cierres electromagnéticos que la sujetaban. Por fin, después de muchas horas, tenía las manos libres. Aliviada sacó sus brazos por las mangas de su vestido, moviendo sus muñecas. Todos los dispositivos eléctricos del Palacio de Congresos, incluido el dichoso teléfono dónde el hijo de Shinbei tenía aquél maldito vídeo, estaban inservibles. Ello incluía cualquiera de los pequeños drones de Kirie y el ordenador de Shinbei. Queen Drone no podría extraer ningún secreto de un ordenador que no tenía ya ningún contenido en su disco duro.

Otro alivio para la chica, el cierre electromagnético del cinturón que sujetaba ambos consoladores se había abierto. Escondiéndose detrás de una mesa, aliviada, se quitó aquellos malditos artefactos. El hecho de dejar de notar su constante estímulo la hizo sentirse mejor. Luego se centró en su principal objetivo.

La gente corría asustada por la amplia sala, mezclándose con los agentes de policía que intentaban desesperadamente descubrir qué había pasado. No tardarían en acordonar el edificio. Amy no tardó en localizar el cuerpo de Kirie tumbado en el suelo. El PEM había afectado a los sistemas cibernéticos de la villana, la chica estaba inmóvil, como muerta.

“Espero que el Profesor haya hecho bien su trabajo” pensó Amy mientras recogía al dron que minutos antes la sujetaba firmemente así como aquellos malditos consoladores. Dejarlos allí abandonados levantaría demasiadas sospechas. Finalmente cogió a Kirie por los hombros y se la llevó de allí. Sujetando a Kirie como si estuviera borracha, y con los artefactos dentro de una bolsa de basura, consiguió pasar el cordón policial. A partir de allí, se perdió entre las sombras de la noche. Pero antes se dio la vuelta, para contemplar, la silueta del Palacio de Congresos, totalmente oscura, rodeada de edificios iluminados. El PEM había funcionado a la perfección.

Dos días después. Apartamento de Amy

Kirie se levantó con un dolor de cabeza inmenso. Su vista tecnificada estaba borrosa, no recordaba casi nada de lo sucedido el viernes. Intentó levantarse pero sus músculos, reforzados con implantes cibernéticos no la obedecían. Asustada escuchó unos pasos acercándose.

Amy había estado esos dos días en su apartamento, repasando todos los noticieros, periódicos y redes sociales. En todos se hablaba del incidente en el Palacio de Congresos, especulando varias hipótesis, desde un a sobrecarga en el sistema eléctrico a un sabotaje terrorista. Por suerte para ella, en ningún sitio se mencionaba el patético patético espectáculo que había dado. Al parecer, el apagón e inutilización de todos los sistemas eléctricos había acaparado toda la atención y nadie hablaba de su presencia ni de su “espectáculo”. Y Shinbei y su hijo tenían otra cosa más importante de qué preocuparse.

Amy entró en la habitación de invitados llevando una bandeja con algo de comida. Sobre la cama estaba tumbada Kirie, intentando levantarse.

– Tranquila, pronto recuperarás tu movilidad. Come algo, llevas dos días inconsciente.

– Maldita seas, ¿Qué me has hecho?- Gritó Kirie.

– La todopoderosa Queen Drone resulta que era totalmente vulnerable a un pulso electromagnético.- Dijo Amy con una sonrisa de superioridad.

– Imposible, si realmente fuera un PEM, estaría muerta.- Replicó Kirie, que tenía diversos implantes en su cuerpo que, si dejaran de funcionar, le causarían la muerte inmediata.- Estaba en ese reloj, ¿verdad?

Amy asintió.

– Ese era distinto, yo mismo pedí que fuera suficientemente potente como para anular tus juguetes pero que no anulara ningún dispositivo que hiciera funcionar ningún órgano vital. Desconozco el funcionamiento, pero ese PEM ha destruido toda la electrónica del Palacio de Congresos pero sólo ha resetado tus implantes internos. Que hayas estado dos días inconsciente es sólo el tiempo que han tardado tus circuitos en reiniciarse.

– Casi preferiría que me hubiera matado directamente. En Japón me espera una sentencia de muerte.

– Y aquí te juzgarían por tentativa de asesinato. Estaba dudando entre entregarte a las autoridades japonesas o a las estadounidenses. Aunque al final he decidido no entregarte. Después de lo que me contaste, el viernes al llegar aquí, llamé a mi contacto en inteligencia. Acabo de hablar con él hace una hora.

– Si esperas que te esté agradecida por ello, vas muy equivocada.- Respondió Kirie.

– Tampoco lo espero, pero la venganza no te dará paz. ¿Qué pensaría tu amado Himura al verte asesinar un chico inocente?

– No te atrevas a pronunciar su nombre.- Gritó Kirie.

– Cuál era tu plan después de cobrarte tu venganza? Realmente serías más feliz?

Kirie tardó en responder.

– Qué hubieras hecho tú? Quedarte de brazos cruzados? Ver como ese maldito de Shinbei se lleva todo el esfuerzo de nuestro trabajo? Ver como todo el mundo lo considera uno de los mejores científicos del planeta a costa de la muerte de Himura?

– No, no me hubiera quedado de brazos cruzados.- Admitió Amy.- Pero tampoco habría planeado asesinar un chico inocente.

– Inocente inocente, tampoco era. La muerte quizá no, pero no me negarás que merecería un par de ostias bien dadas. A través de octopus escuché lo que quería hacerte.- Dijo Kirie mientras sus implantes cibernéticos se activaban poco a poco.

– Una buena lección sí que merece. Aunque lo mismo podría decir de tí. ¿Nunca te paraste a pensar en cuantas vidas podrías arruinar persiguiendo tu venganza? ¿El daño que esas filtraciones podrían hacer a mucha gente?

Kirie no respondió, Amy continuó.

– Que haya frustrado tus planes, no significa que Shinbei vaya a salir indemne. Mi amigo en el Servicio de Inteligencia ha estado todo el fin de semana investigando y revisando el caso del Ameratsu y repasando los movimientos de Shinbei. Me dice, literalmente, que está de mierda hasta el cuello. Le esperará una bonita sorpresa cuando vuelva a Japón. Al parecer, todo ese show del Palacio de Congresos no era sino una tapadera para vender secretos militares al gobierno americano. No hacía falta que intentaras filtrar nada, Shinbei ya venía con esa intención.

Kirie, se levantó de la cama sin decir nada. Tampoco parecía tener intenciones de atacar a Amy.

– Eres libre de irte. Para mí, no eres más que una víctima. Pero esta vez deja que las cosas sigan su curso legal. Si vuelves a intentar atentar de nuevo contra Shinbei o intentas revelar información clasificada de Japón, volveré a por tí. Y la próxima vez te entregaré a las autoridades.

Kirie se dispuso a abandonar el apartamento, pero antes de salir, se giró unos instantes y se dirigió a la que hasta ahora había sido su enemiga.

– Oye, ese amigo tuyo del Servicio de Inteligencia, ¿no es muy solícito contigo?

– Nos conocemos de hace unos años… Y enseguida que le hablé de tu caso, le pareció interesante. Únicamente ha tirado del hilo.

– Ya… e invirtió su fin de semana para centrarse en revisar el expediente de una condenada a muerte y a investigar una de las más altas personalidades del país. Y sólo porque le pareció interesante.- Kirie quedó pensativa unos segundos y añadió.- ¿Te lo has tirado, verdad?

Aquella pregunta dejó a Amy completamente desencajada.

– ¡Claro que no! Bueno… pero sólo fue una vez!… Y hace años de ello… Además, si lo vieras… ¡es muy guapo, seguro que tu también querrías acostarte con él!- Respondió Amy a trompicones.

Kirie se hecho a reír. Era la primera vez en mucho tiempo que Kirie reía de verdad.

– Yo diría que ha hecho todo eso para ganarse un hueco entre tus sábanas.

– Lo siento pero ahora estoy comprometida, se le pasó la oportunidad. Ahora te lo digo en serio, es un tipo competente como pocos…

– Y guapo.- La interrumpió Kirie. Ahora fue Amy la que estalló en risas, ambas parecían dos amigas de toda la vida bromeando acerca de un chico guapo cualquiera.

– Hablo en serio Kirie- Dijo Amy con una sonrisa- Él no habría invertido todo ese tiempo investigando los sucesos alrededor del Ameratsu si no hubiera sospechado que había algo turbio detrás de la muerte de Himura y de tu condena. Ni por todas las noches del mundo conmigo habría invertido un segundo de su valioso tiempo en el asunto de no haberse olido que estaba detrás de algo realmente gordo.

– De acuerdo, no lo hizo sólo para ganar puntos hacia tu cama. Pero estoy segura que dejaste una pequeña huella en su corazón. Cuidate mucho.

– No te olvides de recoger tus “juguetes”, los tienes en una bolsa al lado de la puerta. Aunque ahora no te servirán de mucho- Dijo Amy.

Kirie se despidió y se dispuso a abandonar el apartamento, girándose antes de cruzar la puerta.

– No te servirá de nada lo que voy a decir, pero después de lo que me acabas de contar, siento mucho lo que te he hecho pasar. Entre todas las personas con las que me he cruzado, has sido la única que ha creído mi historia.- Kirie salió por la puerta, dejando a Amy con la palabra en la boca.

Unos días después.

Amy regresó a su apartamento agotada después de un día duro en la Universidad. Pensó en llamar a Tom para que viniera a cenar cuando notó que no estaba sola. Rápidamente, sacó un par de sai que tenía escondidos cerca de la entrada.

– Deberías mejorar tu seguridad. Entrar aquí es un juego de niños.- Dijo una voz conocida desde el comedor.- No se si te has enterado, estamos en el siglo XXI, ¿a quién pretendes asustar con esas armas de la edad media?

Amy, en guardia, se acercó al comedor, para descubrir a Kirie sentada en su sofá comiendo una bolsa de golosinas.

– ¿Qué haces aquí? ¡Esas son mis golosinas!- Dijo Amy sorprendida- Por cierto, nadie te ha dicho que ese look de lolita gótica no te pega demasiado? Tal vez si te arreglaras un poco y salieras a conocer gente, no necesitarías diseñar tus propios consoladores.

Por toda respuesta, Kirie encendió el enorme televisor de Amy. Las noticias hablaban que el director del CAT japonés, Kazuma Shinbei había sido detenido acusado de vender secretos de estado a los Estados Unidos. También lo acusaban del sabotaje al vehículo espacial Ameratsu hacía unos años.

– Has cumplido, se ha hecho justicia.- Dijo Kirie

– Van a retirar los cargos contra tí. Dentro de poco podrás volver a Japón- Dijo Amy

– No pienso regresar. Sólo tengo malos recuerdos de ese país.

– ¿Y qué vas a hacer ahora?- Preguntó Amy.

– ¿Te has convertido de repente en mi niñera ahora o qué? Vas a querer adoptarme o algo?- Replicó Kirie con sorna.

Amy respondió con una sonrisa a la que Kirie se sumó con una carcajada.

– Sólo había venido a agradecerte el gesto que has tenido conmigo. Gracias por haber creído mi historia.- Dijo mientras le tendía un pequeño objeto.- No compensa lo mucho que has hecho por mí, ni repara el daño que te he hecho, pero quería hacerte un pequeño detalle. Supuse que no aceptarías ningún tipo de arma automática, sigues prefiriendo las antiguallas.

– El apagón del Palacio de Congresos acaparó toda la atención. A los asistentes les preocupa demasiado haber perdido todo el contenido de sus tablets, móviles y ordenadores como para acordarse de mi vergonzoso comportamiento. Al menos en esto he tenido suerte. Estuviste a punto de arruinar mi reputación- Dijo Amy

– Lo sé, y realmente no te merecías que te hiciera pasar por todo aquello. Pasé por el Palacio de Congresos, la policía no ha reparado en mis diminutos drones, que pude recoger esparcidos por el suelo. Ya no queda ningún rastro de mi presencia en ese edificio. También rescaté tu katana y el resto de tus artilugios que dejé tirados en el polígono industrial. De tu uniforme sólo tu máscara está intacta.- Dijo Kirie señalando una bolsa de deporte en el suelo.

– No te preocupes por el uniforme, pero me alegra recuperar mi katana, le tengo mucho aprecio a esa en particular. Esas “antiguallas” como tú las llamas, han demostrado en muchas ocasiones ser superiores a las armas modernas, entre otras cosas no se encasquillan ni necesitan munición, ni quedan inservibles ante un pulso electromagnético.- Amy contempló el pequeño objeto que le entregó Kirie con curiosidad.- ¿Qué es?

– Un modificador de voz. ¿Nunca te has planteado que pasaría si, vestida de Shadow Angel, te encontraras con algún conocido tuyo? Tu máscara no disimula tu tono de voz. Si te lo pones cerca de tu garganta, a penas lo notarás y hará tu voz irreconocible cuando vayas por ahí haciéndote la superheroína.

– Muchas gracias, no hacía falta. En cuanto a lo ocurrido entre nosotras, a lo que me hiciste…- Amy meditó unos instantes lo que iba a decir-…Está olvidado. Eramos enemigas. Ahora…

– Bueno, no hace falta ponernos sentimentales. Gracias por las golosinas.

Sin decir otra palabra, la reina de las máquinas abandonó el apartamento, dejando como recuerdo de su presencia una bolsa de golosinas vacía y aquél pequeño artefacto que Amy sostenía mientras meditaba cual sería el siguiente objetivo de Shadow Angel.

CONTINUARA

PD: Las villanas de Meperteneces2 pueden llegar a ser muy malas pero en el fondo tienen buen corazón. 

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