Detroit. Prisión de Black Rock, Peche Island.

Mientras los dos tipos subían el vídeo a internet, Skull sacó a la chica de la habitación, ignorando sus ruegos y sus protestas. Tenía planes para ella, pero primero necesitaba anularla completamente, quebrar su mente.

El villano llevó a la chica a un vestíbulo que comunicaba con las escaleras que subían hacia las plantas superiores. Allí, subidos en las escaleras, había una veintena de reclusos que contemplaban a la derrotada heroína con una ávida mirada llena de deseo. Skull los contempló durante unos instantes. Sujetando fuertemente a la ninja por el pelo.

-Chicos… ¡Toda vuestra!- dijo mientras empujaba a la chica hacia aquellos tipos.- Divertíos con ella, pero os paséis… demasiado.

Skull se retiró, tenía cosas que hacer. Que se entretuvieran con ella un rato mientras tanto. Cuanto más derrotada y humillada estuviera la chica, mejor para él.

Amy, aún en shock por haber sido desenmascarada, se vio de bruces contra un grupo de cinco tipos. Instintivamente los golpeó e intentó escapar, corrió hacia la puerta que conducía al patio. Mientras cruzaba la puerta, uno de ellos le metió la zancadilla y la chica se vio de bruces al suelo.

-¡Miradla!- Dijo uno- Hace un tiempo su mera presencia nos hubiera aterrorizado y ahora no es capaz ni de mantenerse en pie.

Amy intentó levantarse. Su mente le decía que tenía que escapar como fuera de allí. No podía hacer nada por las chicas, su única preocupación era alejarse de ese maldito lugar. Mientras se incorporaba otro individuo le dio un golpe en las costillas que la dejó sin aire. Sin poder ponerse en pie, intentó escapar a cuatro patas, provocando carcajadas y burlas entre los reclusos. “Patética” “¿Qué pasa ya no eres tan valiente?” le decían burlándose de ella. Finalmente la arrinconaron en una esquina. Amy se quedó hecha un ovillo. En otras circunstancias, veinte tipos no habrían supuesto un obstáculo insalvable para la chica, aún desnuda era una fuerza a tener en cuenta. Pero su pelea con Skull y su posterior humillación ante la cámara le habían quitado la voluntad para luchar. Se veía incapaz de enfrentarse a nadie, no creía ya en su propia habilidad. Había sido derrotada física y mentalmente.

-Por favor… no me hagáis daño- Les imploró

-¡Mírala como suplica!- Dijo uno.- Hace unos meses no tuviste ningún miramiento en hacerme daño para meterme entre rejas.

-Lo… siento.- Le dijo aterrada.- Os compensaré…

Aquello hizo estallar en carcajadas a todos los individuos. La tan temida heroína estaba acurrucada en el suelo implorándoles clemencia. Su excitación no hacía sino ir en aumento. Había otras formas más divertidas de cobrarse su venganza que a través del daño físico.

-Venga, ya sabes qué hacer- Le dijo otro mientras se bajaba los pantalones.

No tuvieron que decírselo dos veces. Amy se metió aquel miembro en la boca, haciendo gala de su habilidad. Si los satisfacía sexualmente, tal vez no le harían daño. Los otros individuos, imitando a su compañero, poco a poco fueron desnudándose. Con sus manos, la chica empezó a masturbar a dos de ellos, mientras otro la hacía incorporarse a cuatro patas, para acto seguido penetrarla vaginalmente.

Aquellos tipos llevaban tiempo encerrados en la prisión sin tener contacto con ninguna chica. Skull y los miembros de la Red habían sido tajantes en cuanto a estropear su “mercancía”. Por su ayuda recibirían una importante suma de dinero, pero no debían tocar a las chicas. Así que se recrearon a gusto con Amy. Incontables manos manoseaban su trasero, sus pechos, su barriga… Varios penes se frotaban con sus caderas y su espalda. No tardaron en empezar las eyaculaciones. El individuo al que se la estaba chupando inundó abundantemente su boca con su fluido. Amy no tuvo tiempo de escupir que otro tipo le metió su duro falo en la boca. Tan sólo le dio tiempo a tragarse aquella eyaculación antes de empezar de nuevo a succionar. Sus manos, su espalda y su vagina no tardaron en verse pringadas también. Uno de los tipos quiso gozar con sus pechos, e introdujo su pene en el escote de la chica, frotando su miembro con ambos senos, hasta eyacular abundantemente en su cara. Haciendo turnos, gozaron de cada rincón del cuerpo de la chica.

La hicieron tumbar boca arriba, mientras hacía su cuarta felación, otro la penetraba analmente, mientras cinco o seis tipos se masturbaban y se corrían encima de su cuerpo regando sus pechos y su barriga con sus potentes eyaculaciones, fruto de meses de abstinencia sexual.

La heroína perdió la cuenta del tiempo que pasaron aquellos individuos disfrutando de ella. Su cuerpo simplemente reaccionaba a los estímulos que recibía y pronto sus propios gemidos terminaron acompañando los gritos de placer de los reclusos. La chica cada vez que veía un miembro erecto cerca de su cara, abría directamente la boca y acercaba la cabeza para facilitarles las cosas. En un momento la levantaron en brazos, unos cuantos la sujetaban de las piernas mientras otros la cogían firmemente por los brazos. De esta forma colocaban el cuerpo de Amy a la altura de la cintura del los tipos que querían penetrarla para que no tuvieran ni que agachar su cuerpo, y así, se la iban pasando como si fuera un juguete sexual.

El sol aún no había salido cuando aquellos tipos quedaron finalmente satisfechos. Dejaron a Amy recostada al suelo, la chica no tenía fuerzas para moverse, así que simplemente, se sentó en el frío cemento. Pensaba que todo había terminado, pero pronto escuchó como varios reclusos volvían a entrar en el patio, entre risitas, arrastrando algo pesado.

Detroit. Primera hora de la mañana

Los primeros rayos de sol alumbraron una ciudad sumida en el caos. Shadow Angel había sido derrotada definitivamente, el vídeo en que la famosa heroína se desnudaba y humillaba para finalmente revelar su identidad circulaba por todo el país. Detroit tenía otra preocupación mayor. Hacía un par de horas, una bomba había estallado en un centro comercial. Debido a la hora, no había nadie en el edificio y la explosión sólo causó daños materiales. Pero esa detonación, junto con la amenaza en el vídeo de que eran varios los artefactos ocultos, fue más que suficiente para sumir a ciudad en el más absoluto caos. El miedo inundaba el corazón de los ciudadanos que, presa del pánico, intentaban escapar como fuera de la ciudad, los que podían, intentaban salir por el río, otros por carretera. Esa estampida de gente huyendo pronto provocó el colapso de todas las vías de circulación. Los accidentes de tráfico eran constantes. La policía no daba abasto, por un lado su esfuerzo más inmediato estaba en intentar localizar el resto de explosivos, pero también intentaban evitar que la avalancha de gente y los accidentes de tráfico causaran una situación peor que las bombas. La situación les sobrepasaba de forma arrolladora. Ahora mismo, una treintena de chicas secuestradas no encabezaba la lista de preocupaciones de la policía. Como volviera a estallar otro explosivo, con la multitud de gente atrapada en las calles colapsadas por el tráfico, los daños serían enormes e irreparables.

Mientras tanto en Peche Island

El plan iba sobre ruedas. Antes de su captura, Skull había escondido varios artefactos explosivos por la ciudad que ahora les servirían para generar el caos necesario para poder escapar sin peligro. Skull estaba eufórico, cuando los reclusos terminaron con Shadow Angel sacaron a todas las chicas de la prisión sin ningún tipo de inconveniente. Todas menos una. En la prisión no quedaba casi nadie, excepto Skull, y una veintena de reclusos que se habían quedado montando guardia hasta el último momento. Una simple medida de prevención ante una posible intervención policial que no se produjo, otras preocupaciones tenía la policía. Mientras acariciaba el pelo de la única chica que aún quedaba en el interior, Skull hablaba por teléfono con su socio. Tenía el altavoz puesto, no tenía reparo en que la chica escuchara lo que se tenían que decir.

-Socio, ya estamos todos, las chicas están aseguradas. Sólo faltáis vosotros.- Dijo una voz al otro lado de la línea.

-Aún tengo un par de cosillas que hacer por aquí pero en veinte minutos estamos contigo.- Respondió Skull.- Por cierto en cuanto a la chica…

El otro individuo lo interrumpió.

-Ya hablamos de ello, es la única asiática que tenemos. Además gracias a su faceta mediática podremos demostrar sin problema que es de sangre noble. ¿Sabes lo que nos va a pagar por ella nuestro patrocinador? Estamos hablando de siete cifras, ¡sólo por una chica!

-Con su habilidad, nos será mucho más útil trabajando para nosotros. No será muy difícil conseguir que nos sea complaciente ahora que su vida está arruinada. Medio mundo ha visto ese vídeo, ¿qué opciones le quedan? Una vez hayas publicado las otras imágenes que tienes de ella estará completamente acabada. Ni su familia, ni sus amigos querrán saber nada de ella ahora. Ya sabes cómo son los japoneses con eso del honor. Estoy seguro que sus padres la habrán repudiado inmediatamente al ver ese vídeo de su “inocente” hijita reconociendo ser una vulgar ramera. No tiene dónde ir, sólo nos tiene a nosotros. Sólo hay que mantenerla encerrada durante un tiempo y el Síndrome de Estocolmo hará el resto. Dentro de poco tendremos una socia muy colaborativa.

-Skull, no sueñes despierto. Es una fiera luchadora créeme, nunca conseguiremos amansarla. Además, es demasiado dinero el que nos darán por ella como para plantearnos siquiera si tu opción es viable. Con el dinero que ganaremos podrás conseguir las japonesas que quieras.

-Reconsidéralo un poco.- Respondió Skull.- Ya no es nadie. Tendrías que ver su linda cara, la más pura expresión de la derrota. Además, ya se ensució las manos por nosotros una vez.

-¡Ya ves a quién nos entregó!- Lo volvió a interrumpir su interlocutor.- Esa chica mató a uno de los nuestros con un hueso de pollo de la cena. ¡Un hueso de pollo! Tenemos que mantenerla constantemente sedada. Me pregunto quién demonios será esa rubia, pero no hay quién pueda acercarse a ella. Es como un demonio salido del infierno. Si no la he mandado eliminar ha sido porque tranquilamente podremos sacar 50 o 60.000 dólares por ella. No, por mucho que te guste tu presa, disfruta con ella durante el trayecto, pero no nos la podemos quedar.

-En un rato estamos contigo. Volveremos a hablar del tema cuando nos veamos. Tengo que colgar que debo hacer unos trámites antes de salir.

Skull colgó el teléfono y se lo metió en el bolsillo de sus pantalones para acto seguido prestar más atención a la chica a la que estaba acariciando.

Mikoto Amy estaba completamente acabada. Se encontraba en el patio interior de la prisión de Black Rock, inmovilizada a un cepo que aquellos tipos sacaron de una de las celdas de castigo, completamente desnuda. Su pelo ya no era suave y sedoso sino que estaba sucio y enmarañado. Ese artilugio que le sujetaba firmemente la cabeza y las manos, sus piernas estaban esposadas a las patas del cepo, forzándola a mantenerlas abiertas. Su postura le impedía girar la cabeza y contemplar lo que sucedía a sus espaldas, aunque no necesitaba ver para imaginarse que aspecto tendría su cuerpo. Skull estaba satisfecho con el aspecto que presentaba, como más humillada estuviera la chica, más fácil sería moldear su carácter de acuerdo con lo que tenía planeado para ella.

Aquellos individuos le tenían auténticas ganas a Shadow Angel y se habían divertido enormemente. Su cara, su pelo, su espalda, casi todo su cuerpo estaba cubierto por las pegajosas eyaculaciones de quienes habían disfrutado de cada rincón de su piel. Cuando la sujetaron en el cepo, uno de los reclusos tuvo la genial idea de coger un rotulador y garabatear “zorra” en su trasero. Pronto el resto de individuos se sumaron a la iniciativa y llenaron cada rincón de su piel con insultos: “comepollas” tenía escrito en la frente, “usadme” había garabateado en su escote… otros pusieron su firma en su piel, otros dibujaron penes. Amy no llevaba más de dos horas en ese cepo pero le parecían semanas. La chica tenía todo el cuerpo dolorido y mantenía la mirada fija en el suelo, contemplando el uniforme de Shadow Angel, convertido en un sucio amasijo. Su rota katana y su equipo estaban encima, como recuerdo de su derrota.

Par mayor burla, Skull había hecho desfilar a las chicas ante la desnuda e indefensa heroína. Amy simplemente no pudo aguantar tal humillación, ver salir las primeras chicas, ver sus miradas de lástima y desesperación fue demasiado. La chica cerró fuertemente los ojos para evitar ver como la miraban. No iba a poder resistir la mirada de Claire o Felina. Simplemente no podría resistirlo. Así que había estado incontables minutos, con los ojos cerrados mientras las chicas, poco a poco, pasaban ante ella camino de su nefasto destino.

Amy sabía que había mucha certeza en lo que acababa de decir Skull. Se sentía como una auténtica piltrafa, no sólo la había fastidiado completamente y había sido incapaz de cumplir su misión. Además, su identidad se había visto expuesta de la forma más denigrante posible. Skull tenía razón, su familia no querría saber nada de ella, aunque lograra escapar de allí, sus padres ni tan siquiera le abrirían la puerta de casa. Y sus amigos, ¿cómo iba a mirarles a la cara? Su mejor amiga iba camino de un aciago destino del que ella había sido incapaz de salvarla. ¿Cómo podría aguantar las miradas de desprecio que le dirigirían? Y Tom… No quería ni pensar en qué le diría el chico. Ser vendida a un rico dictador africano, o ser la concubina de Skull era una salida mucho mejor que la que le esperaría en caso de escapar. Ni tan siquiera intentaría luchar contra ello, simplemente aceptaría su destino con indiferencia. Tal vez había estado predestinada para ello. Ese placer que encontraba en la dominación y la sumisión tal vez no fuera sino una mera premonición del que realmente era su destino.

Skull se retiró al interior del edificio. No había tiempo que perder, todo estaba a punto y sólo faltaba que él y Amy abandonaran el edificio. Evidentemente, los reclusos que habían quedado como refuerzo, pese a lo que les había prometido, no iban a salir de allí. Aunque tampoco iba a dejar cabos sueltos. Pronto los gritos y los disparos llenaron el edificio, para poco a poco silenciarse.

Un ruido ensordecedor sobresaltó a Amy. La enorme claraboya del patio había estallado en incontables pedazos. Diminutos e inocuos fragmentos de cristal caían a su alrededor, como si se hubiera roto un enorme parabrisas de un coche. La chica escuchó un sonido motorizado a sus espaldas que poco a poco se iba acercando. Ni tan siquiera hizo el gesto de girarse e intentar ver que sucedía. Era obvio que el transporte que Skull esperaba había llegado. El motor se detuvo y escuchó unos pequeños pasos acercándose a ella, pisando los fragmentos de la claraboya. Alguien tocó su cuerpo, un tacto frío, metalizado. Esta vez no fue un contacto lascivo sino suave. Sorprendida, reconoció la voz que le habló en su idioma natal.

-Hijos de puta… ¿Qué te han hecho?.- Dijo mientras unos fuertes golpes rompían los candados que mantenían a Amy sujeta al cepo.- Lamento no haber llegado antes.

-¿Ki… Kirie?- Dijo completamente sorprendida, al ver ante sí a la Reina de las Máquinas. Aunque pronto su voz cambió de tono.- ¡Cuidado!

Skull, alertado por el ruido, había hecho acto de presencia en el patio. Con una mano, sujetaba un detonador con varios botones. No duraría en hacer estallar otra de las bombas, si la policía o un comando de la CIA habían irrumpido en el edificio. Pero lo que vio, lo dejó totalmente sorprendido. Ante sí tenía una chica japonesa de baja estatura, vistiendo de lolita gótica. Aunque había algo raro en esa chica, sus manos parecían recubiertas de metal, y uno de sus ojos tenía un brillo rojo antinatural. Un pequeño robot con aspecto y tamaño de un caniche estaba a su lado.

-Vaya, ahora tendremos a ¡dos! asiáticas.- Dijo con una sonrisa de satisfacción mientras se guardaba el detonador en el bolsillo de los pantalones.

-¡¿Has sido tu el que le has hecho eso a mi amiga?!- Dijo furiosa Queen Drone.

Amy no tuvo tiempo de advertir a su salvadora que tuviera cuidado. Kirie, por primer vez en mucho tiempo, se dejó llevar por sus impulsos y se lanzó en una pelea sin hacer un exhaustivo análisis de su enemigo. Y aquello le salió caro. El fuerte puñetazo de la chica, habría aplastado la cara de cualquier otra persona, pero a Skull tan solo le sacó una mueca burlona. Con un rápido gesto, atrapó el puño de la chica con su corpulenta mano, cerrándola a su alrededor. En su interior, Skull estaba sorprendido, aquél puñetazo lo había golpeado con fuerza. Mucha más de la que cabía esperar de una chica de pequeña complexión. Era obvio que no era una chica cualquiera. Pero Skull tampoco era un individuo cualquiera. Su enorme masa muscular empezó a apretar la metálica mano de la chica.

Por primera vez en mucho tiempo, Kirie se sintió desesperada. Su mano derecha estaba completamente atrapada por el agarre de su enemigo, la presión que ejercía Skull hacía crujir la mano cibernética de la chica. Pero Kirie era una chica de recursos.

De su mano libre, sacó un pequeño cañón que apuntó directamente al torso del villano, disparando una vez, y una segunda, y una tercera… Hasta que empezó a asustarse de verdad. Los tres impactos no habían tenido ningún efecto, Skull había recubierto su torso con una especie de quiste blindado que había detenido los proyectiles, sin causarle el mínimo daño.

-Vaya vaya, ¿qué eres? ¿una especie de Inspector Gadget en versión chica?- Dijo divertido, ahora le tocaba a él contraatacar.

Con su mano firmemente sujeta, poco pudo hacer ella para evitar el potente golpe que impactó contra su estómago, haciéndola chillar de dolor. Sin darle tiempo a recuperarse, un segundo golpe la volvió a impactar. Su visión tecnificada se iba volviendo borrosa, sabía que no aguantaría demasiados golpes más. Mientras Skull siguiera agarrando su mano, poco podía hacer para evitar los potentes impactos. Recurrió a una solución desesperada.

El cañón de su mano derecha disparó, la salida del proyectil estaba completamente obstruida por la mano del villano, de forma que el disparo provocó una pequeña explosión que hizo estallar la mano mecánica de Kirie en pedazos. Gracias a ello, la chica se vio por fin libre del agarre. La explosión, casi no parecía haber afectado a Skull. El villano únicamente meneaba su mano con un gesto adolorido en el rostro, que pronto cambió a una sonrisa.

La tecnificada mente de Kirie no tuvo que hacer muchos cálculos para saber que no estaba en condiciones de enfrentarse a un individuo así. Con una mano inutilizada no era rival para él, ninguna de sus armas sería capaz de traspasar el blindaje del villano. Con una pequeña orden mental recurrió al único recurso que le quedaba.

Mientras Skull embestía a Kirie, el pequeño dron con forma de perro saltó a su espalda, y abriendo su mandíbula de titanio le mordió fuertemente en el cuello. La mandíbula del pequeño dron, más que como arma, estaba diseñada para cortar gruesas planchas de acero, una herramienta que a Kirie le era muy útil. Esta vez Skull, por primera vez en mucho tiempo, aulló de dolor. La fuerte presión que ejercía la mandíbula del artefacto junto con la dureza del titanio, fue suficiente para penetrar en su duro quiste protector. Por primera vez en mucho tiempo Skull sangró.

Furioso, detuvo el ataque contra Kirie y se centró en el pequeño dron. Con ambas manos, golpeó con furia aquél maldito artefacto que había logrado hacerle daño. El detonador cayó al suelo, al lado del equipo de Shadow Angel. Kirie sabía que no tardaría en romper a su mascota en pedazos. Debía aprovechar los pocos segundos que le iba a conceder el pequeño caniche mecánico.

Con su mano útil recogió el detonador del suelo, instintivamente, se llevó también la indumentaria y equipo de la heroína. Rápida, cargó al hombro a una Amy aún en shock. Un pequeño propulsor a su espalda elevó ambas chicas hacia la claraboya. Con un gesto de dolor en el rostro, Kirie escuchó como abajo, el poderoso villano entre gritos de rabia golpeaba y destrozaba su fiel mascota.

Minutos después. Dentro del remolque del camión de Queen Drone

Kirie tenía su camión/refugio aparcado en uno de los pocos lugares mínimamente tranquilos de la ciudad. En Jefferson Ave, frente al parque Gabriel Richard, en un vacío aparcamiento para autobuses.

-¿Cómo diste conmigo?- Preguntó Amy, que aún respiraba agitadamente. La chica se había negado a vestir su atuendo de ninja y cubría su cuerpo con una bata que le había facilitado Kirie. Con una húmeda toalla se iba limpiando su sucio cuerpo.

-Estaba en Cleveland cuando vi tus primeros vídeos publicados ¿Sabes que allí la NASA tiene un centro de investigación muy interesante? En un principio no le di mayor importancia ya que pasados un par de días dejaron de aparecer. Di por supuesto que te habrías encargado del asunto tu sola. Hasta esta noche, cuando vi ese último vídeo reproduciéndose en casi cualquier pantalla supe que estabas en un buen apuro. Dejé a la NASA en paz, por cierto, su proyecto para llevar otra sonda a Marte no funcionará, tiene un enorme error de cálculo. Bueno, el caso es que lo dejé todo y recorrí a toda prisa las casi cuatro horas que separan ambas ciudades. El tráfico para salir de Detroit es un caos total, en cambio la autopista para entrar estaba casi vacía. Han hecho estallar una bomba, no te preocupes, no causó víctimas. Rastrear la IP desde dónde se había subido el vídeo fue juego de niños. Así que fui directa a Peche Island. El resto ya lo conoces. ¿Quién ese ese poderoso tipo?

-No tengo tiempo para detalles, Kirie tienes que ayudar a las otras chicas. Tienen a unas treinta chicas con ellos, en cuestión de horas, tal vez minutos, van a sacarlas de la ciudad.- Amy estaba totalmente alterada.- Tienes que liberarlas, tienen a una amiga mía, Claire, tu la conoces…

La insistencia de la heroína estaba agobiando a Kirie que con un gesto le indicó que callara.

-¿Claire es esa pelirroja que mandé secuestrar como rehén?- Preguntó intrigada. Amy asintió inmediatamente. Kirie empezó a reflexionar para si misma.

-¿Y como piensan sacar a las chicas? Por tierra es imposible, la ciudad está colapsada… Avión sería la ruta más rápida y segura a priori pero, suponiendo como dices, que llevan treinta chicas con ellos, el único aeropuerto viable está al otro lado de la ciudad, descartado… Por aire la única opción viable sería un hidroavión, pero cuando llegué no vi ninguno estacionado en el río…

Esta vez la mente de Amy fue más rápida que el tecnificado cerebro de Kirie.

-¡Usarán el canal de San Lorenzo!- Exclamó.- Lo del avión no es más que un señuelo para distraer a los pocos agentes disponibles mientras se escurren en barco ante sus propias narices.

El Canal de San Lorenzo era una vía marítima que conectaba los Grandes Lagos con el Océano Atlántico. Surcando el río llegarían al Lago Erie, y de allí, usando el canal de Welland sortearían las cataratas del Niágara. La proximidad con la frontera canadiense les facilitaba mucho las cosas. Las relaciones entre Estados Unidos y Canadá no pasaban por su mejor momento. Aún en el caso de detectar cómo habían escapado la policía tendría que pedir trámites para solicitar que se registraran los barcos en aguas canadienses. Trámites que se demorarían el tiempo suficiente como para que un buque pasara desapercibido y llegara hasta el Atlántico. Una vez en el océano, serían una aguja en un pajar.

-Kirie, tienes que localizar ese barco y liberar a las chicas.- La apremió Amy. Pero ella respondió fríamente.

-Ese individuo casi me destroza por dentro y además… ha matado a mi perro.- Dijo Kirie con una triste amargura.

Amy estuvo tentada de decirle que únicamente era una máquina, que podría construir otra. Pero calló, Kirie apreciaba más a sus creaciones que a la mayoría de seres vivos.

-Sin el sacrificio de mi mascota no hubiéramos salido de allí. Además, olvidas otro problema. Las distintas bombas que hay en la ciudad. Tengo el detonador, pero como manden a un tipo a detonarlas manualmente, habrá algo mucho peor que treinta chicas secuestradas. Tenemos que hacerlo juntas.

-No, yo no puedo hacer nada.- Dijo Amy completamente derrotada.- Mírame, en qué estado me has encontrado, yo ya no sirvo para nada… Todo me sale mal… No soy más que una vulgar prostituta, una inútil…

Un fuerte bofetón por parte de Kirie interrumpió las palabras de Amy.

-¿Una inútil dices? Vuelve a decir eso y te cruzo la cara de nuevo. Hace unos meses, te tenía completamente en mis manos y lograste estropear mis planes. Meses, años, de preparación, y me arruinaste mi venganza. ¡Mírame bien! Me venciste, lograste encontrar mi punto débil… A mi no me derrota una inútil cualquiera. En mi refugio tampoco entran putas, así que si te consideras como tal, ya puedes quitarte esa bata y salir de aquí ahora mismo.- La mirada de Queen Drone reflejaba una férrea determinación, si Amy no reaccionaba, la echaría a patadas de allí. Ella no soportaba los débiles.

Amy se acurrucó en un rincón, asustada. La perspectiva de salir en público, sabiendo las imágenes que circulaban por internet la mataba por dentro. La mera perspectiva de volver a encararse con Skull la hacía temblar de miedo. Insistió a Kirie que no contara con ella, que no sería más que un estorbo, que todo le había salido mal. Pero que por favor liberara a las chicas. De repente otro bofetón interrumpió sus pensamientos. Y otro, y otro. Kirie con su mano buena abofeteaba a Amy impunemente. El quinto no llegó a su objetivo, con un rápido movimiento la ninja detuvo la mano mecánica a pocos centímetros de su rostro.

-Eso me gusta más.- Dijo al ver la reacción de Amy.- Sí, esos tipos te han arruinado completamente la vida. Tienes razón, te han jodido bien, y en más de un sentido. La pregunta que debes hacerte ahora, es si vas a hacer que todo tu sacrificio haya sido en vano. O en cambio vas a hacerles pagar por lo que te han hecho. ¿Vas a rendirte? ¿vas a demostrarles que no eres más que una piltrafa? ¡Mírame! ¿Crees que mi vida fue fácil? Yo también toqué fondo, ¡destrozaron mi cuerpo! llegó un momento en que pensé que era mejor morirme, ¿pero sabes qué? Logré encontrar la fuerza dentro de mi flaqueza. No, no quería darles la victoria a quienes habían destrozado mi vida. Logré salir adelante, movida por la venganza. Tu lo sabes bien. ¿Crees que me das lástima? Si tu actitud es la de un corderito asustado, no cuentes conmigo para liberar a esas chicas. Lo siento, yo te he sacado de allí, mi deuda contigo está saldada. Ahora no me pidas que de la cara por alguien que ha tirado la toalla. Si decides dejarlas a su suerte, adelante, pero…

Amy la interrumpió

-¿Qué puedo hacer yo? Ya viste a Skull, él es…- La heroína calló unos instantes, la mirada de Kirie había cambiado ligeramente.- ¿Tienes un plan?

El cerebro de Kirie, recubierto por una malla cibernética, trabajaba a mucha más velocidad que el de cualquier humano normal. Era como un supercomputador. Mientras hablaba con Amy no había hecho más que analizar el registro de su pelea con Skull, sí, ese villano las había cogido desprevenidas a ambas. Pero eso no volvería a suceder. Un rápido análisis de las funciones vitales de Amy le confirmó lo que ya sabía: la chica no sólo estaba aterrada sino que su cuerpo estaba agotado. Pero no había tiempo para descansar.

-Necesitas recuperar fuerzas. Bébete eso.- Le dijo mientras le tendía un termo.- Y vístete. Tengo que hacer unos preparativos.

Mientras Kirie abría un compartimiento oculto bajo la cabina del camión, Amy dio un sorbo a la bebida para inmediatamente escupirla en el suelo.

-¡¿Qué demonios es eso?! Sabe a…

-No querrás saberlo. Es una bebida energética que me preparo yo misma. Acelerará tu cuerpo, a mi me funciona. Bébetela entera, y no vuelvas a escupir en mi casa.

Sin poder disimular una mueca de asco, Amy se terminó aquella oscura y pastosa bebida. Kirie tenía razón, necesitaba recuperar energías. Pese a que estaba entrenada para luchar varios días sin necesidad de dormir, eran varias las semanas que llevaba sin descansar una noche entera. Las horas que había pasado en el cepo, en esa incómoda postura habían agarrotado sus músculos. Pronto notó como la bebida hacía efecto y el cansancio abandonaba su cuerpo y su ánimo mejoraba. Se desprendió de la bata y contempló su sucio traje. Kirie tenía razón, aquellos tipos habían arruinado su vida, pero no iba a dejar que destrozaran la de Claire y las demás chicas. Lo peor que le podría suceder, ya había pasado. Sólo podían arrebatarle la vida, la muerte casi le parecía un alivio. Las marcas del rotulador aún eran borrones su cuerpo, como pudo limpió la mugre adherida a su uniforme y se lo volvió a enfundar. Se sentía la viva imagen de la derrota. Por unos instantes dudó si ponerse o no su máscara. Al final decidió ponérsela, sin ella únicamente era Mikoto Amy, una joven estudiante. La máscara le daba carácter, con ella era Shadow Angel. Una vez equipada se detuvo a contemplar lo que hacía Kirie.

Con su única mano, Kirie estaba ajustando una especie de exoesqueleto de oscuro metal.

-Pruébatelo.- le dijo la tecnovillana.- Creo que te irá bien. Tienes razón, tu sola no puedes enfrentarte a ese tipo. Eso tal vez equilibre la balanza. Lo usaba para trabajos pesados, hasta que construí a Octopus. ¿Sabes lo que cuesta levantar un enorme horno industrial para conseguir su fuente de energía? Yo tengo mis recursos, pero tus armas serán inútiles si te vuelves a encontrar con ese tipo. Esa servoarmadura puede aguantar toneladas de peso, y además protegerá tu cuerpo. Será por mucho que con ella no consigas igualar la pelea si te cruzas de nuevo con él.

Mientras Kirie sacaba de otro compartimiento un repuesto para su destrozada mano y con la ayuda de una pequeña máquina restituía su extremidad, Amy se equipó con aquél armatoste. En un principio se sintió torpe, demasiado peso encima. Pero pronto se acostumbró a ello. La servoarmadura se adaptaba a sus movimientos perfectamente. Pasados los primeros minutos, Amy casi no notaba que la llevaba. Sí, tal vez aquello pudiera funcionar. Sólo había un punto débil.

-¿Cómo protejo mi cabeza?- Dijo al darse cuenta que aquella armadura no disponía de casco ni nada parecido.

-Simplemente limítate a evitar que te golpeen allí. Como te decía, hace tiempo que no uso ese armatoste. Tenía un casco, pero lo desmantelé para crear otro artefacto. Es pura casualidad que no lo haya desballestado completamente para construir otras cosas. Octopus lo reemplazó mucho mejor, sus brazos podían ejercer mucha fuerza. Nos hubiera sido bastante útil si no fuera porque me lo freíste completamente hace unos meses.- Le reprochó la villana.

Amy no la escuchó. Sabía perfectamente que las pequeñas cuchillas que llevaba en su cinturón no servirían de nada contra Skull y no disponía de otra arma. La ninja trasteaba la mesa de trabajo de Kirie, examinando un artefacto. En total medía medio metro aproximadamente y parecía una especie de machete con hoja dentada. Su empuñadura era enorme y desproporcionada. Aunque no estaba equilibrado y no supliría su katana, tal vez sirviera como arma contundente. Se fijó en un botón que tenía en un lateral y lo pulsó. Un brillo azulado recorrió la hoja, acompañado de un sonido metálico.

-Deja eso antes de que te hagas daño- Le dijo Kirie.- Eso no es un arma, es una cortadora de plasma. Sirve para cortar los materiales más duros y…

La reina de las máquinas calló. La pregunta que se formulaban ambas chicas quedó en el aire. Con un gesto, Kirie indicó a Amy que se llevara aquella herramienta. Si podía cortar a través de las superficies más duras ¿podría penetrar también en el blindaje de Skull? Con un gesto indicó a Amy que tomara asiento mientras le detallaba su plan.

-Eso es lo que haremos. Tenemos dos frentes abiertos, localizar las bombas y liberar a las chicas. Gracias al detonador, creo que podré determinar hacia dónde emite sus ondas, y por lo tanto, dónde se esconden esos explosivos. Pero para ello necesito algo de tiempo. Mientras me encargo de ello, tu localiza el barco. No creo que sea muy difícil. Sube a bordo y protege a las chicas. En cuanto desarme las bombas me reuniré contigo. No estarás sola. ¿De acuerdo?

Amy asintió, pese a que no le apetecía subir sola al barco, se tranquilizó al saber que sólo serían unos minutos. Si Kirie estaba a su lado, aquello podría salir bien. La chica le dio un propulsor, con el peso de la servoarmadura, no tendría mucha autonomía. Tendría que localizar pronto el barco y entrar en él antes que se acabara la energía. Le deseo suerte y la apremió a salir mientras ella examinaba detenidamente el detonador.

Amy se elevó por el río, con el sol siempre a sus espaldas para no ser detectada. No le tendría que ser muy difícil localizar un barco con capacidad para treinta chicas más los secuestradores. Seguramente usarían un barco pesquero, el golfo de San Lorenzo era conocido por sus bancos de peces. Los buques de pesca tenían una gran autonomía y además no llamaría la atención. Con el tiempo transcurrido, estarían entrando en el Lago Erie. Shadow Angel se dirigió rauda hacia allí, pero justo cuando llegó al lago, se llevó una gran sorpresa.

Había media docena de buques pesqueros al alcance de su vista que reunían los requisitos para poder cruzar el Atlántico. El propulsor que la mantenía elevada no tenía autonomía para examinarlos todos. Tendría que elegir. ¿Por qué siempre se complican tanto las cosas?

De repente, la entrenada vista de Amy captó que uno de los barcos estaba realizando una extraña maniobra. Un presentimiento cruzó su mente. ¡Ese!

Minutos antes, a bordo del Poseidón.

El Poseidón era un buque pesquero de altura. Con sus 22 metros de eslora, tenía autonomía suficiente para permanecer 30 días en alta mar. En el puente de mando, un individuo calvo se rascaba la cabeza mientras observaba uno de sus subordinados dominar el barco. La fortuna le había sonreído, un pescador jubilado alquilaba el buque por temporadas. Con los papeles en regla, no llamarían la atención, serían uno mas de los buques que navegaban los canales hasta el océano. Cuando el viejo pescador se diera cuenta que había perdido el contacto con su barco, ya estarían demasiado lejos. Sí, no era el plan previsto inicialmente, pero con la policía desesperada intentando controlar los aeropuertos, se escurrirían sin ser detectados. La travesía sería larga pero segura. Él estaba satisfecho, no así su socio, que hacía un rato que había subido a bordo a través de una lancha neumática y ahora se dirigía al puente.

Skull no guardaba rencor a Estados Unidos, al fin y al cabo era el gobierno de ese país quien lo había sacado del corredor de la muerte y le había otorgado habilidades sobrehumanas. Los experimentos fueron dolorosos, muy dolorosos. Haciéndose el muerto, logró escapar de la instalación secreta dónde lo tenían retenido. Desde entonces su vida había sido una huida constante de los comandos que la CIA enviaba para eliminarlo. Nunca habían tenido éxito, pero Skull sabía que tarde o temprano terminarían dando con la forma de acabar con él. Al fin y al cabo eran ellos quiénes le habían dado sus habilidades. Hacía tiempo que planeaba escapar del país, pero para ello necesitaba dinero, mucho dinero. Se asoció con el Calvo y su lucrativo negocio por simple interés. Con la fortuna que ganaría pensaba instalarse cómodamente en la jungla sudamericana, allí con ese dinero, podría convertirse en un poderoso señor de la droga y vivir cómodamente rodeado de lujos. Aunque ahora, pensándolo mejor, África no le parecía un mal destino, había petróleo, oro, diamantes… Sí, se convertiría en un señor de la guerra y dominaría una extensa zona. Como un tirano medieval en pleno siglo XXI. Sólo le faltaba una cosa. Desde que había visto a Shadow Angel vencer a Acero Negro y sobretodo después de disfrutar de su cuerpo, supo que esa chica tendría que ser suya. Se imaginaba comandando un grupo mercenario, dominando toda una región, con ella a su lado. Sí, la convertiría en una temible señora de la guerra. Tan solo tenía que desembarazarse de su calvo socio y sus locas ideas de vender a esa preciosa chica. Alguien cuyo cuerpo se adaptaba tan fácilmente a su enorme miembro no tenía precio. Terminaría de quebrar su mente y luego la moldearía a su gusto. No sería difícil, tan solo requería tiempo y atenciones. Pero las cosas no estaban saliendo como Skull quería. La chica había escapado.

-¡Se escurrió ante mis narices!- Le espetó al Calvo.

-Tranquilo socio, un pequeño percance lo tiene cualquiera.

-¡La quiero a ella!- Volvió a insistir Skull nervioso. El Calvo no iba a dar su brazo a torcer, pese a la fuga de Shadow Angel creía tenerlo todo controlado.

-Tranquilo, tenemos a esa maldita pelirroja. Nuestra princesita se entregó a nosotros para evitar que prostituyéramos a esa chica. Le importa de verdad. Mientras la tengamos con nosotros, tendremos a Shadow Angel. Una vez hayamos llegado a nuestro destino, tan sólo tendremos que atraerla hacia nosotros y volver a capturarla. Aunque primero deberías contarme como logró escapar.

Skull no tuvo tiempo de empezar a contar nada porque un imprevisto captó la atención de su socio.

-¿Se puede saber por qué estamos girando?- Le gritó al piloto.

-No… no lo sé señor, el timón… simplemente ha dejado de responder. Habría que bajar a la sala de máquinas y…

Aquello no podía ser casualidad, habían revisado el buque a consciencia antes de alquilarlo y todo funcionaba a la perfección. Su respuesta le vino a través de uno de los intercomunicadores que usaba con el resto del equipo.

-Señor tenemos un problema… Una chica ha escapado.- Dijo una voz asustada.

-¡Cómo que ha escapado una chica!- Gritó furioso el Calvo a través del aparato.- No será esa agente de policía ¿verdad?

-No… No… es otra de las chicas “difíciles” una rubia, al parecer ha forzado sus esposas con un tornillo.

-¡Cómo que con un tornillo!- Gritó furioso.- Se supone que esa chica tenía que estar permanentemente sedada.

¿Quién demonios era ese maldito demonio que les había conseguido Shadow Angel? Lo cierto es que no había hecho más que causarles problemas. Se dirigió a Skull, la orden fue clara, que la localizara y la eliminara. Serviría de escarmiento a las otras chicas. Con un grito ordenó al timonel que arreglara el rumbo mientras otro de sus hombres informaba que alguien había abierto el compartimiento de las demás chicas.

-Te dije que tendríamos que haberlas sedado todas, no sólo las difíciles.- Le dijo Skull antes de bajar al interior del buque.

-¿Y arriesgarnos a que con el balanceo del barco vomiten y se ahoguen en su propia bilis? No tenemos máscaras para todas- Le dijo mientras daba órdenes para que volvieran a encerrarlas, usando la fuerza si era necesario. Ahora que estaba tan cerca de conseguirlo, no iba a dejar que un pequeño contratiempo fastidiara lo que tanto trabajo de preparación le había costado.

Shadow Angel aprovechó que la luz del sol se reflejaba en las tranquilas aguas del lago, generando un efecto deslumbrante, para acercarse al Poseidón a ras de agua. Con la ayuda de un cable que incorporaba su armadura, ascendió por la proa y se escondió entre un montón de redes. Se desprendió del propulsor y observó su entorno, frente a ella había una gran grúa para operar las enormes redes y depositar la carga en la bodega. En la popa, detrás de la bodega, en el último tercio de cubierta, se elevaba el amplio puente del barco, provisto de dos plantas. En la cubierta había un par de individuos patrullando alrededor. Pronto se dio cuenta de que le faltaba información, no sabía cuantos tipos había a bordo ni dónde tendrían retenidas a las chicas. “Maldita sea Kirie, ven ya” pensó nerviosa mientras le mandaba un mensaje a su aliada. Con su servoarmadura le sería difícil esconderse. Descendió por la escalerilla que conducía al cuarto de áncoras. Justo cuando terminó de bloquear la puerta por la que había entrado, escuchó un ruido inconfundible proveniente de la bodega. “¡Disparos!”

En la bodega

Aquél individuo estaba nervioso, muy nervioso. Y los nervios y un arma eran una combinación fatal. Había descubierto a una chica rubia abriendo el compartimiento oculto entre la bodega y la quilla y varias chicas estaban intentando escapar. Justo cuando disparaba su arma, la rubia había logrado escapar a través de los conductos de ventilación que pasaban por debajo la bodega. Su rápida ráfaga de subfusil no la había alcanzado por poco, pero había conseguido que las cinco chicas que correteaban, se tumbaran al suelo, muertas de miedo. Las otras no habían tenido tiempo de salir de su escondite. Pero como una sola de ellas lograra subir a cubierta y alertar a una embarcación cercana, estaría todo perdido. No podían correr riesgos, no ahora que estaban tan cerca de lograr su propósito. Una a una las fue agarrando del brazo para meterlas de nuevo dentro. Pero al agarrar la tercera chica, en un acto reflejo ella le mordió la mano con furia. El tipo soltó un grito de dolor y le pegó un fuerte bofetón. Era una morena flaquita que tendría unos diecinueve años. “Maldita sea. Esas zorras necesitan una buena lección” pensó.

Contando las chicas capturadas en Detroit más las que vinieron de Louisville, tenían 37 chicas en total. Una menos no marcaría ninguna diferencia, pero ayudaría a mantener a raya las otras. Cuando arrojara en su zulo los sesos desparramados de su compañera, se lo pensarían dos veces antes de intentar otra estupidez. La chica, completamente desnuda, empezó a llorar y temblar de miedo mientras veía acercarse a su cara el humeante cañón del arma. De nada sirvieron las súplicas. Aquél tipo iba a matarla fríamente, maldijo el momento en que había decidido morderle la mano. Tan solo deseó que la muerte le viniera rápida y sin dolor.

Pero el hombre no llegó a apretar el gatillo, se desplomó como un fardo ante la asustada chica, de su cuello asomaba un pequeño pero mortífero cuchillo. Las tres chicas se miraron estupefactas, ante ellas tenían una figura encapuchada que iba completamente blindada. Asustadas, se abrazaron.

Amy decidió retirarse la máscara, con su nueva armadura las chicas no la reconocían y tampoco tenía mucho sentido esconder su rostro ahora que medio mundo sabía quien era.

-Shht, he venido a sacaros de aquí.- Les dijo con un susurro.- Decidme, ¿dónde están las otras?

La chica morena a la que acababa de salvar la vida, señaló con un dedo un agujero cuadrangular en el suelo, a unos metros de ellas. Lanzaron a su salvadora una mirada dubitativa e intranquila. “Normal” pensó Amy “No me han visto sino sufrir mi peor derrota”. La heroína se acercó a la apertura, y sin dejar de mirar alrededor, convenció a las chicas para que fueran saliendo y se dirigieran hacia una pequeña compuerta que conducía al cuarto de áncoras. Allí estarían relativamente seguras. Amy había bloqueado con una gruesa barra de hierro la puerta que conducía a la cubierta y una vez las chicas estuvieran dentro, sólo tendrían que bloquear de igual forma la compuerta que conducía a la bodega y quedarían protegidas por una gruesa plancha de metal. Las chicas dudaban sobre si salir o quedarse dentro de su agujero. Estaban aterradas, temblando de frío y de miedo.

-Tranquilas, podéis confiar en mi, os protegeré.- Les dijo intentando calmarlas.

-La otra chica huyó nada más aparecer ese tipo, nos dejó solas.- Le dijo la morena a la que había salvado la vida.

-Pero yo no os dejaré. No voy a huir, no dejaré que nadie os haga daño.- Le dijo abrazándola por el hombro en un gesto protector.- Pero aquí no estáis a salvo, tenéis que ir hacia ese cuartito de allí y encerraros dentro. Sólo tiene dos entradas, una está bloqueada, deberéis trabar la otra. Allí estaréis apretujadas pero a salvo hasta que me ocupe de los malos. ¿De acuerdo?

Poco a poco, se fue ganando la confianza de las chicas, mientras salían del agujero, Amy cada vez se ponía más nerviosa, no veía a Claire por ningún sitio. Cuando salió la última chica, una rubia veinteañera con pinta de modelo, la abordó.

-¿Eres la última?- La chica asintió y Amy angustiada, insistió.- No puede ser, entre vosotras tenía que haber una chica pelirroja, más o menos de esa estatura…

La morena la interrumpió.

-Estará con las otras.

-¿Qué otras?- Amy acababa de contar 34 chicas, eso significaba que aún había más. “Mierda” se dijo.

-Escuché que tienen algunas en otra parte del barco, son las que consideran peligrosas. Pero no sabría decirte dónde.- Dijo la morena.- Es posible que hayan escapado, una chica rubia vino y nos abrió la puerta pero escapó inmediatamente por un conducto de ventilación cuando apareció ese tipo.

Una mueca asomó en el rostro de Amy. Esa “chica rubia” tenía todos los números de tratarse de Felina. Pero Shadow Angel no tuvo tiempo para pensar mucho más. Un inconfundible aplauso resonó por toda la bodega. Skull acababa de aparecer bajando las escaleras que conducían al puente.

-Vaya vaya, así que has vuelto a mí. No me gusta demasiado tu nuevo atuendo, te da un aspecto demasiado masculino. Dime, vas a ponérmelo fácil y te desnudarás tu misma, ¿o me harás obligarte a ello?

Al ver el supervillano acercarse, la mente de Amy se bloqueó. ¿Por qué no aparecía Kirie? Empezaron a atormentarla los recuerdos de su anterior pelea, cómo había sido totalmente incapaz de causarle el menor daño. Cómo, después de usarla como un trapo, la había dejado a merced de los reclusos. No quería volver a pasar por ello. Su mente se convenció de que Skull era invencible, que volvería a derrotarla. Sin la ayuda de Kirie no tenía sentido luchar. Pese a todo lo que había prometido a las chicas, su voluntad la abandonó, únicamente deseaba entregarse y ahorrarse el trámite de la lucha. No quería que el villano le hiciera daño. Su mente era incapaz de actuar. Su cuerpo, en cambio, reaccionó tal y como había sido entrenado.

El fuerte golpe cogió a Skull totalmente por sorpresa, que se vio de bruces al suelo por primera vez en mucho tiempo. De no haber conseguido blindar su mejilla instantes antes, aquél puñetazo podría haberle reventado la cara. Ahora esa maldita heroína podía hacerle daño, tendría que tener cuidado.

-¡Entrad dentro y bloquead la puerta!- Ordenó a las chicas mientras notaba como la adrenalina recorría su cuerpo y alejaba de su mente aquellos fatídicos recuerdos. No sabía dónde demonios se había metido Kirie, pero después de haber logrado derribar al villano, Skull ya no le parecía un adversario tan temible.

Ahora fue el duro golpe del villano el que cogió a la chica por sorpresa. Endureciendo sus puños descargó un fuerte golpe contra la barriga de la chica. Pese al traje protector, su cuerpo notó el impacto. De no ser por la armadura, ese golpe la habría reventado por dentro. La chica sacó la cortadora de plasma y la activó. Era hora de ver si aquél chisme servía de algo. Skull hizo una mueca burlona al ver como su blindaje pectoral detenía la azulada hoja. Mueca que cambió a una expresión de dolor al ver como instantes después aquella herramienta cortaba a través de su blindado quiste y penetraba dentro suyo, haciéndolo sangrar y perforándole el pulmón.

El villano se apartó con un grito. De alguna forma esa maldita chica había logrado encontrar algo con que dañarlo. Aquello lo enfureció, aunque pronto su dolor desapareció.

Amy contempló con asombro como una columna de vapor brotaba de la herida para acto seguido cerrarse. “Maldita sea, se regenera” pensó. ¿Es que ese tipo era completamente invencible?

Al ver entrar a tres tipos armados a la bodega, cubriéndose la cara con sus manos Amy se apartó de Skull y se dirigió a ellos. Las balas rebotaron inocuas contra su blindaje mientras los dejaba fuera de combate con rápidos golpes para acto seguido destruir sus armas de fuego. Aunque no tuvo tiempo de nada más. El supervillano se le abalanzó por la espalda, golpeándola salvajemente, e intentando golpear su desprotegida cabeza, y casi lo logró.

En el último momento, la cuchilla de plasma trazó un profundo corte al brazo del villano que lo hizo aullar de dolor al notar como el peligroso filo llegaba hasta su hueso. “Necesitaría una cuchilla más grande” pensó Amy, y acto seguido una idea acudió a su mente.

La heroína se distrajo unos instantes, gritando a tres chicas que contemplaban asombradas la pelea, que se encerraran en el cuarto de áncoras. “Encerraros ya, eso no es un espectáculo” pensó. Skull aprovechó ese instante para derribar a la heroína contra el suelo, golpeándola fuertemente en su espalda, intentando arrebatarle la hoja.

De nuevo, Skull había recuperado la iniciativa. Pese a que esa cuchilla le hacía mucho daño, su habilidad para regenerarse equilibraba las cosas. Pronto la acorraló en una esquina. Amy no pudo evitar una sonrisa, lo tenía justo dónde ella quería.

Cuando Skull intentaba agarrarla, la chica activó el botón del montacargas dónde se encontraba situada. Mientras la plataforma subía hacia la cubierta, la heroína con sus piernas sujetó al villano fuertemente por la cintura. No iba a dejar que se le escapara.

Skull golpeaba con toda la fuerza posible. La sensación de Amy era como si la estuvieran golpeando con una fuerte maza. Con sus brazos protegía su vulnerable cabeza, pero notaba como las placas de blindaje poco a poco iban cediendo. Con un rápido movimiento, consiguió clavar la cuchilla en el hombro de Skull, haciendo chillar al villano de dolor.

Cuando la plataforma llegó a cubierta, con una patada Skull se sacudió a la heroína de encima. Agarrando de una pared un hacha para cortar sogas, el villano embistió contra ella, golpeándola fuertemente. Shadow Angel no esperaba algo así, y aturdida por los golpes, no tuvo los reflejos suficientes para esquivarlo y se vio de bruces al suelo. La útil cortadora de plasma se escurrió entre sus manos, alejándose de ella. Pero la chica no tenía tiempo para recuperarla, con sus brazos paró otro golpe de hacha dirigido a su cabeza. Skull estaba poseído por un frenesí sangriento, sólo quería acabar con esa chica que había logrado hacerlo chillar de dolor. Su armadura la estaba salvando, pero a este paso el villano pronto la quebraría. Skull golpeaba con una furia animal y eran varias las grietas que había abierto en el blindaje de la chica. La ninja respondió a la fuerza con habilidad.

Con una fuerte patada a la espinilla del villano, logró desequilibrarlo. De una patada apartó la peligrosa hacha de su cuerpo. El villano siguió arremetiendo con furia, agarró a Amy y la empujó contra la borda. Golpeando la espalda de la chica una y otra vez contra la barandilla.

Amy empezaba a tener todo su cuerpo adolorido, pero por fin tenía a Skull dónde quería. Con todas sus fuerzas, lo levantó por la cintura y lo arrojó por la borda. Skull cayó a las frías aguas del lago, furioso, soltó una bocanada de aire al ver que de nuevo, su tan ansiada presa se escurría entre sus manos. Pronto otra preocupación mayor ocupó su mente. Por mucho que movía los brazos, intentando nadar, en lugar de alejarse del barco, se veía arrastrado hacia atrás. Por primera vez en muchos años, Skull sintió auténtico pavor. El poder se succión de las potentes hélices del buquelo arrastraba. Desesperado, intentó frenéticamente alejarse de aquella fuerza que lo atraía hacia aquellas enormes aspas. Cuando vio que su esfuerzo era en vano, se concentró en blindar todo su cuerpo con sus últimas fuerzas. Sí, su vida no podía terminar así, su blindaje corporal lo protegería, aquello no podría matarlo, su cuerpo podía regenerar las más mortales heridas.

Amy contempló durante unos instantes como la verde agua del lago se teñía de rojo bajo las hélices del barco. Aquellas aspas de metal hacían fuerza suficiente para desplazar toneladas de peso a gran velocidad. Fuerza más que suficiente para reducir el cuerpo de Skull a un amasijo de carne picada. Esta vez ni su blindaje ni su capacidad de regeneración pudieron salvarlo ante la potencia implacable de los motores del barco.

Con un suspiro de alivio la ninja se tumbó boca arriba unos segundos, recuperando aire. La servoarmadura de Kirie había cumplido perfectamente su función. Pero abollada y agrietada como estaba le limitaba sus movimientos y era más un estorbo que otra cosa. Había cumplido su función. Mientras se quitaba los restos de blindaje, notó una presencia a su espalda, y acto seguido el contacto del frío acero contra su cuello. Poco a poco la chica se levantó y se dio la vuelta.

-¡Mi otro traje!- Exclamó ante la enmascarada y amenazante figura que, vestida con el uniforme de Shadow Angel que quedó en manos del Calvo semanas atrás, la amenazaba con una ensangrentada katana.

-La de cosas que una encuentra en ese maldito barco -Dijo una inconfundible voz- Por cierto ¿Eso es todo lo que tienes que decirme? Dame una sola excusa, una buena, para no matarte ahora mismo.

-Felina yo…- Amy se quedó sin palabras, ¿qué iba a decirle?- Me tenían atrapada, era lo único que podía hacer, contigo dentro tal vez habría una oportunidad… te prometo que pensaba venir a por tí… De hecho ¡vine a por tí! pasé un auténtico infierno intentando liberarte a ti y a las otras chicas.

-Ya.- Respondió burlona la villana.- Estabas en un aprieto, y me entregas a una maldita red de prostitución. A una ¡jodida! red de prostitución. ¿Y esa es tu excusa? En lugar de pedirme ayuda…

-Tus favores se pagan muy caros.- Replicó la heroína.- Bien, estoy aquí intentando liberaros ¿no?… ¿Vas a matarme?

Felina tenía unas ganas enormes de hacerle daño a Amy, quería vengarse por lo que le había hecho. Habría tolerado cualquier otra cosa, incluso el hecho de hacer que su jardinero abusara de ella, pero eso… En un último momento resistió el impulso de lanzar la mortífera hoja contra ella. Quería castigarla, pero a su manera. En el fondo sabía que había algo de razón en lo que decía Amy y además, le había cogido cierto aprecio a esa ingenua heroína. Terminar ahora con su vida, no sería divertido.

-Nos volveremos a ver.- Dijo mientras apartaba la hoja de su cuello y empezó a bajar al agua la lancha en que había llegado Skull.

-¡Espera!- le gritó Amy aunque no supo que decirle.- Esa katana es mía… ¡Me pertenece!

Felina estalló en una carcajada y acto seguido le mandó un beso con los labios.

-¿La quieres? Ya sabes dónde buscarla. Por cierto, yo de ti echaría un vistazo a la sentina- Le dijo mientras saltaba al bote para alejarse por el lago.

Amy se frotó la cabeza mientras veía a la villana alejarse en la lancha. Era la segunda vez que perdía la katana que le había entregado su maestro. Pero ahora tenía preocupaciones más urgentes. Las únicas armas que le quedaban eran un par de shuriken que sacó de su cinturón dispuesta a lanzarlos contra cualquiera que se cruzara en su camino hacia la sentina del barco, situada a la popa.

Varios minutos después, sin haberse cruzado con ningún enemigo, Amy abrió la puerta de la sentina. Tumbada en el suelo había una chica desnuda. Aunque tampoco se podría decir que estuviera desnuda del todo. Su cabeza estaba completamente cubierta por una máscara de cuero que le dejaba dos pequeños orificios bajo la nariz para que respirara y en su boca tenía un duro tubo de plástico duro que la obligaba a mantener constantemente su boca abierta e impedía que se ahogara inconscientemente con la lengua o su bilis. Sus ojos y sus orejas estaban completamente selladas. Por su boca corría un hilillo de saliva. Cuando le retiró la máscara, entendió porque la policía no había acudido a Black Rock tal como estaba planeado.

-¿Jill? pero que te han hecho…- Aunque otra duda martilleaba su cabeza. La chica tenía la mirada perdida y su cuerpo no respondía. Por un momento temió por su vida. Las violentas sacudidas de Amy poco a poco la hicieron volver en sí.- ¡Claire! ¿has visto a una chica pelirroja?

La desnuda agente negó con la cabeza, no sabía ni cómo había llegado al barco, llevaba incontables horas con esa capucha sin poder escuchar ni ver nada. Su visión era borrosa y a duras penas lograba entender lo que le decía la japonesa. Amy observó el habitáculo. Allí habían estado otras chicas porque en el suelo había dos juegos de esposas y otras dos máscaras como la que llevaba Jill. Mientras cubría el desnudo cuerpo de la policía con un impermeable amarillo Amy decidió dejarla allí. En ese estado de poca ayuda podría serle.

Por suerte, el barco estaba casi libre de enemigos. Felina había dado buena cuenta de ellos con la katana. Pese a haber buscado en casi cada rincón, Claire seguía sin aparecer, sólo quedaba un sitio en el que buscar.

Shadow Angel entró como una exhalación en la sala de máquinas del buque, con un rápido movimiento dejó fuera de combate un tipo que la encañonó con un arma para acto seguido detenerse en seco. Había localizado a Claire, aunque las circunstancias no eran demasiado favorables. Allí estaba la persona que Amy más odiaba en el mundo. Y esa persona apuntaba con un arma a la cabeza de una desnuda chica pelirroja mientras con la otra la sujetaba fuertemente del cuello.

-No des un paso más o verás su cerebro desparramarse por el suelo.- Le advirtió.- No se como te lo has hecho para acabar con Skull pero no arruinarás mi negocio por segunda vez. Date la vuelta y levanta las manos.

La ninja sospesó sus opciones. Claire se debatía débilmente y sus manos y sus pies estaban firmemente atadas por un alambre. Sabía que en menos de tres segundos podría plantarse ante el Calvo y arrebatarle el arma, pero también sabía que esos escasos segundos eran tiempo más que suficiente para que el arma se disparara. “¡Mierda! por que todo sale mal” pensó la chica. Sólo disponía de sus estrellas arrojadizas para enfrentarse a él y, en las circunstancias en que estaban, no podía asegurar al cien por cien que no apretara el gatillo. No iba a arriesgar la vida de su amiga. Obedientemente, se dio la vuelta y alzó los brazos. Estaba segura que la siguiente orden sería que se quitara la ropa.

El Calvo admiró por última vez el físico de la heroína que se marcaba a través del oscuro traje. Le habían arruinado la vida y aún así, no se había detenido en su empeño de liberar a las chicas. Entre Shadow Angel y aquella maldita chica que le había entregado como si de un Caballo de Troya se tratara, lo habían arruinado casi todo. Sus hombres estaban muertos o fuera de combate. Incluso el Calvo sabía que hay fieras a las que es imposible amansar. Por mucho dinero que pudiera sacar de Amy, el riesgo era inasumible, esa chica siempre encontraría el modo de fastidiarlo todo. Con un poco de suerte, si jugaba bien sus cartas, aún podría fondear en algún punto de la costa canadiense y quedarse con buena parte de las chicas. Su plan de ir a África estaba arruinado, pero aún había esperanza para su negocio. Había sido una suerte que, de camino a la sentina se hubiera encontrado a esa pelirroja moviéndose tambaleante por el pasillo. Sí, a veces las cosas simplemente no salían según lo previsto, pero él era un hombre de recursos. Sus posibilidades pasaban por quitarse de en medio esa maldita molestia. En un instante, dejó de apuntar a la pelirroja y dirigió el cañón de su arma hacia la cabeza de Amy.

Claire, pese a estar aturdida por el sedante, logró captar lo que pretendía el Calvo. En un torpe movimiento, le dio un codazo que desvió el arma. La ninja, advirtió el movimiento a través del reflejo de la puerta y en el último momento se dio la vuelta y se apartó en un ágil movimiento. El tiro erró el blanco. Cuando la ninja se abalanzó sobre el Calvo, el arma detonó por segunda vezy esta vez hizo blanco en la barriga de la japonesa. Shadow Angel se derrumbó en el suelo aullando de dolor. Mientras se desangraba, veía como su amiga forcejeaba débilmente con aquel maldito individuo. Claire, atada y bajo los efectos del sedante tenía todas las de perder. El cañón del arma se movía alrededor de la cabeza de la pelirroja, buscando un blanco. En un desesperado esfuerzo, Shadow Angel se abalanzó sobre él.

El arma se volvió a disparar. Un charco de sangre se formó alrededor de la heroína y aquel maldito individuo dejó de respirar. Amy se intentó incorporar, pero tosió y se derrumbó de nuevo, con sus manos intentó detener la hemorragia, aunque la sangre manaba abundantemente. Claire logró quitarse sus ligaduras y se agachó junto a su amiga. La chica aún aturdida no sabía que hacer para detener la hemorragia. Únicamente sabía que su mejor amiga se estaba desangrando y que no podía hacer nada para ayudarla.

El mundo de Amy empezó a volverse borroso, como si de un lejano eco se tratara, escuchó la voz de su amiga pero no logró entender lo que decía. Instantes después, todo se volvió negro.

Diez días después. Hospital de Detroit.

Amy se despertó pasadas las diez de la mañana. Su cuerpo aún le dolía, pero poco a poco iba recuperando sus fuerzas. El resistente tejido de su uniforme, diseñado para resistir puñaladas pero no para parar una bala, había amortiguado parcialmente el impacto. El proyectil únicamente le había rozado el hígado. Unos milímetros más, y la chica estaría muerta. Pese a la resistencia del traje, los médicos no entendían la suerte que había tenido. A esa distancia, el proyectil debería haber sido letal. “Te tocó la lotería entre más de un millón de posibilidades en contra” le dijo su médico cuando se despertó después de estar tres días sedada e intubada. Había necesitado un par de transfusiones de sangre, pero los médicos habían logrado cerrar la herida y estabilizarla. Sólo tendía que guardar reposo durante una semana más y si su evolución seguía siendo favorable, le darían el alta.

Mientras se tomaba el jugo que la enfermera le había dado para desayunar, repasó mentalmente lo sucedido mientras estaba hospitalizada.

Su identidad había sido revelada, y no sólo eso, medio mundo había visto a un miembro de la nobleza japonesahumillarse totalmente. Aquel maldito vídeo había corrido como la pólvora. Pero diez días después, casi nadie hablaba de eso. Las noticias habían hecho eco de cómo Detroit se había sumido en el mayor caos de las últimas décadas. Y sobre todo de cómo Shadow Angel había conseguido localizar y desactivar cinco artefactos explosivos escondidos en el centro de la ciudad. Y no sólo eso sino que además, ella sola había asaltado un barco pesquero lleno de secuestradores y liberado a más de treinta chicas a las que pretendían vender como esclavas en un país de África.

Con ello, su reputación subió como la espuma. Una de las chicas secuestradas, influencer en redes sociales con cientos de miles de seguidores, había iniciado por internet una campaña de apoyo a la heroína. Bajo el hashtag #yoconshadowangel la gente escribía mensajes de apoyo y agradecimiento a la heroína, y denunciaban y pedían la retirada inmediata cada vez que en alguna web aparecía alguno de los videos en que la chica aparecía desnuda. Otra de las chicas, cantante amateur, le compuso una pequeña pero emotiva canción que pronto se hizo viral. Mikoto Amy, que siempre se había mantenido al margen de la fama, se había convertido de la noche a la mañana en una celebridad.

Su habitación estaba llena de ramos de flores, cajas de bombones y cartas de agradecimiento que le enviaban las familias de las chicas liberadas. Todo el mundo conocía la identidad de Shadow Angel, pero casi nadie hablaba de su desnudez ni su patética humillación sino que alababan su valentía y coraje. En su habitación, no sólo había flores y bombones. Justo al lado de su cama reposaba una katana. Un arma forjada hacía unos 400 años por uno de los mayores maestros espaderos del Japón de los samuráis.Pese a su antigüedad, la hoja conservaba toda su resistencia y filo. La vaina era una obra de arte de clara madera noble, en incrustaciones de oro tenía las tres hojas de la familia Tokugawa así como varias flores de crisantemo, la guarda, pura artesanía, también tenía decoraciones florales en oro. Era una de las piezas estrella de la sala japonesa del Museo de Detroit. Era un obsequio personal del alcalde de la ciudad, como agradecimiento por haber logrado localizar los cinco artefactos que tenían atemorizada a la ciudad y en tiempo récord salvar a las chicas. Cuando la policía estaba desbordada e incapaz de resolver la situación, la heroína lo había logrado. La ninja había perdido dos de sus más preciadas katanas, pero ahora disponía de una nueva arma, tan letal como las otras, pero a la vez de una fineza exquisita. Un arma digna de un alto samurái.

Cuando despertó del quirófano, Amy se había llamado a sus padres. La reacción fue la esperada, evidentemente sus imágenes habían llegado hasta Japón. Le reprocharon que en lugar de centrarse en los estudios, se dedicara a hacer de justiciera, y que además humillara el buen nombre de la familia con sus obscenidades que circulaban por la red. Para su sorpresa, no la mandaron de vuelta a casa, aunque era obvio que Mikoto Amy se había convertido en una mancha para la estricta y sagrada reputación familiar. Que una miembro de la más alta aristocracia saliera desnuda en un vídeo admitiendo ser una prostituta, para sus padres era algo intolerable. El esfuerzo y rescate de las chicas no justificaban, a su criterio, el haberse dejado grabar de esa forma. Cuando habló con Keiko, su hermana pequeña, de 19 años, su perspectiva cambió. Al parecer, sus padres de puertas adentro mantenían la disciplina y consideraban inadmisible la actitud de Amy. Pero en cambio de puertas afuera no hacían sino presumir de su “valiente e intrépida” hija mayor, que todo lo anteponía, incluso su honor, para proteger a los desvalidos. Según le contó su hermana, había sido la visita del propio embajador de Estados Unidos a su mansión, llevando una carta de agradecimiento a la familia Mikoto por haber inculcado a su hija tan altos valores y por su sacrificio por los ciudadanos de Detroit, lo que cambió su opinión. En un inicio habían pensado internarla para el resto de sus días, aunque a raíz de la visita, se lo habían repensado y de momento seguirían pagando sus estudios en Estados Unidos. “Hipócritas” pensó Amy haciendo una mueca. Ese tipo de actitudes era lo que no soportaba del rígido código moral que regía la aristocracia japonesa.

De repente, algo interrumpió sus pensamientos. Entre los ramos de flores que le habían dejado, destacaba un olor que a Amy siempre le había encantado. El de los crisantemos. Sólo había cinco personas en Estados Unidos que supieran que esas eran sus flores favoritas. Aquello no podía ser casualidad. Mientras se le hacía un nudo en el estómago, la puerta se abrió.

-¿Ya estás despierta?- Dijo Jill, la joven agente de policía que en todos esos días no se había movido de la puerta.

Jill en parte se sentía culpable, por culpa de su captura, el plan para sacar a las chicas de Black Rock había sido abortado y Shadow Angel capturada. Se sentía responsable de lo sucedido a la pobre chica dentro de esas paredes y reprochaba a sus compañeros el haber priorizado la vida de Jill por encima del rescate de las chicas. Por ello, se sentía en parte causante de que Amy estuviera en una cama de hospital. Desde que se había recuperado de los efectos del sedante que le habían dado para meterla en el barco, montaba guardia constantemente delante de su puerta. Día y noche, durmiendo en los incómodos asientos del pasillo.

-Tienes visita.- Insistió Jill.- Habían venido antes pero estabas durmiendo y sólo les he dejado entrar unos segundos, lo justo para que te dejaran un hermoso ramo de flores. Llevan días intentando verte, pero los médicos hasta hoy no los han dejado pasar, decían que demasiadas visitas recibías.

Con un gesto Amy le indicó que los dejara pasar. ¿Qué les diría? Llevaba semanas sin hablar con sus amigos y le daba miedo esa conversación. ¿Cómo reaccionarían? y sobre todo, ¿cómo se lo tomaría Tom? Por suerte para Amy, Claire en esos días había preparado el terreno. En la Universidad no dejaba de hablar de la valentía y el coraje de Mikoto Amy y de cómo ella sola había derrotado no sólo a un supervillano que parecía sacado de una película, sino que había desmantelado toda la red de prostitución ilegal de Detroit. Obviamente, la pelirroja obviaba el detalle de que, en parte por culpa suya, la heroína había caído en manos de esa Red. De hecho, la pelirroja regaba abundantemente su conversación con detalles acerca de su inestimable colaboración, y cómo, mano a mano con Shadow Angel, habían rescatado a las chicas secuestradas. Aunque por dentro, Claire sentía un inmenso remordimiento por lo sucedido, no podía evitar sentirse culpable de que su mejor amiga hubiera sido ultrajada de la peor forma y que hubiera estado a punto de desangrarse ante ella.

Sus amigos, al ver a Amy se interesaron por su estado de salud y acto seguido la abrazaron, dándole de nuevo la bienvenida. Todo eran halagos hacia la chica, le pedían detalles de sus aventuras, su estilo de lucha, sus tácticas… Pero obviando completamente sus vídeos y sus derrotas, como si nunca hubieran existido. En esa habitación de hospital, sólo existían los triunfos de Shadow Angel. Aquello terminó de levantar el ánimo de la japonesa.

-¿Así que eres como Batman?- Inquirió Rubén

-No, tonto.- Respondió Amy con una sonrisa.- Mis padres están vivos y gozan de una excelente salud. Además, ya sabéis que vivo en un ático, no en una cueva.

-¿Y cómo te desplazas por la ciudad? ¿Tienes un Batmóvil o algo parecido?- Le preguntó Mark, sacando una sincera sonrisa a Amy. Era la primera vez en muchas semanas que sonreía de verdad. Sus amigos sabían como hacerla sentir con ganas de vivir. Pronto, en esa habitación todo su sufrimiento quedó atrás. Sus amigos no sólo la apreciaban sino que la admiraban de verdad.

-¿Así que Claire, es como tu Robin?- Preguntó Elsa, sacando de nuevo una sonrisa a Amy.

Incluso Claire soltó una carcajada al escuchar esa última pregunta. Amy respondía agradablemente todas las preguntas que la formulaban. Mark, Ruben y Elsa la colmaban de atenciones, hasta el punto de hacer que a Amy le pasara desapercibido un detalle. Detalle que no escapó a la atenta pelirroja. En un rincón, sentado en una silla, Tom no había dicho ni media palabra. El chico miraba a la japonesa sin sumarse a la conversación, con una mirada indiferente y distante. Aprovechando que Amy estaba distraída contando batallitas, con un gesto le indicó a Tom que la acompañara fuera.

Tal vez sus amigos pudieran, pero Tom no se quitaba de la cabeza el hecho de que Amy lo hubiera engañado durante tanto tiempo. Todas esas noches en que afirmaba encontrarse indispuesta, esos fines de semana que le decía que no podía quedar para salir con él porque tenía que estudiar, tantos planes anulados a última hora con múltiples excusas… Y resulta que era porque la chica prefería jugar a los superhéroes a estar con él. Y no sólo eso, sino que encima se había convertido en el juguete sexual de varios villanos. No había visto los vídeos que un mes antes se habían publicado, pero sí el último. Escuchar el discurso de la heroína y ver como desenmascaraban a una desnuda Amy ante la cámara fue demasiado, buscó en páginas pornográficas el resto de vídeos de Shadow Angel y los vio atentamente antes de que fueran borrados. No soportaba que ella lo hubiera engañado, que no hubiera confiado en él. Pero que además otros tipos gozaran con ella… Tom llegó a plantearse que tal vez hubiera algo de cierto en lo que decía Amy en el vídeo, tal vez la auténtica vocación de su novia fuera la prostitución.

-Puede que a ella la engañes, pero a mi no.- Claire interrumpió sus pensamientos justo cuando salieron al pasillo y cerró la puerta de la habitación de Amy.- Yo se perfectamente lo que te pasa por la cabeza. Y no, no toleraré que le hagas daño a Amy.

Claire conocía a Tom desde hacía muchos años. Suficientes como para saber de qué era capaz el carácter orgulloso del chico.

-¿Yo?… osea yo…- Intentó explicarse el chico.- Cuando es Amy la que… bueno en fin… es ella misma la que afirmó ser una put…

Tom no pudo terminar la frase. El fuerte bofetón resonó por todo el pasillo, dejándole la mejilla enrojecida.

-Ella te ama Tom. Sí, te ama muchísimo. Y yo se que tu también la quieres. Ahora bien, tienes dos opciones. Dejar que tu ego de machito ofendido hable por tí y joderlo todo. O aparcar tu maldito orgullo por una vez en la vida y pensar en el bienestar de alguien que no seas tu. ¿Crees que todo eso ha sido fácil para ella? ¿De verdad crees que lo de ese maldito vídeo lo hizo voluntariamente? Dime, ¿de verdad piensas eso de una persona que ha encajado una bala en su cuerpo para salvar mi vida? Tienes a la chica más famosa de Estados Unidos locamente enamorada de ti y ¿vas a echarlo todo a perder porque tu ego se siente ofendido? Piénsalo un poco antes de volver a entrar.- Le dijo Claire mientras abría de nuevo la puerta.

-Ahora te quedará una bonita cicatriz en tu barriga. Te dará un toque de chica dura.- Bromeaba Mark mientras los otros dos entraban.

-Chicos, creo que ya hemos molestado demasiado a Amy.- Dijo Claire guiñándole un ojo.- Necesitará descansar, y ella y Tom tienen que ponerse al día. Dejémosles un poco de intimidad.

Amy intentó pedirles que no se fueran, que se quedaran un rato más. En cierto modo, se le hacía un nudo quedarse a solas con Tom después de lo que había sucedido las últimas semanas. Pero la mirada de complicidad de Claire le dio un poco de confianza. Antes de quedarse a solas con el chico, le dijo a Claire que se acercara y le susurró al oído:

-Quiero que sepas que no te guardo ningún rencor. Todo lo que he sufrido, lo volvería a pasar sólo para asegurarme que a ti no te sucede nada malo. Eres alguien muy querido para mi.- Claire al escuchar aquellas sinceras palabras, la abrazó fuertemente mientras las lágrimas brotaban de sus ojos. Finalmente, mientras se secaba los ojos, la dejó a solas con Tom y se reunió en el pasillo con el resto del grupo.

Tom no sabía qué decirle. Una parte de él quería reprocharle su falta de confianza, su loca idea de hacerse la Wonder Woman. Había estado días preocupado por su “ataque de apendicitis” que nunca mejoraba… tenía mucho por echarle en cara. Pero simplemente fue incapaz de hacerlo. En su vida había conocido a muchas chicas, pero ninguna como Mikoto Amy y no quería perderla. Sabía que sus palabras podrían traicionarle, así que dejó que hablaran sus sentimientos. La abrazó fuertemente y besó apasionadamente aquellos finos labios carmesí que tanto lo cautivaban.

Ese arrebato de pasión y ternura hizo aflorar todo el estrés y la angustia de los últimos meses. Las lágrimas afloraron de los ojos de Amy mientras el chico mantenía su cálido abrazo, consolándola. Entre sollozos, le contó todo lo que había vivido, todo lo que había sufrido. Ocultando sólo algunos detalles. El chico la escuchaba atentamente, cualquier duda que hubiera tenido acerca de su relación con Amy desapareció en el momento en que ella le abrió completamente su corazón. Era imposible sentir ningún tipo de rencor ni resentimiento hacia una chica que había luchado tanto, y que había logrado sobreponerse a las más difíciles adversidades. Tom se quedó con ella hasta que los médicos le pidieron que se fuera, tantas horas de visita no era bueno para la aún frágil salud de la chica.

Cuando Tom se fue, Amy abrió varias de las felicitaciones que tenía pendientes de leer. Todas eran más de lo mismo “gracias por salvar a nuestra hija”… “recupérate pronto”… “eres mi ángel de la guarda”… “de mayor mi hermana quiere ser como tú”… Pero de entre todas ellas, había una que le dio un vuelco al corazón. Había un sobre blanco, sin remitente, pero con una huella de gato dibujada. Nerviosa, Amy lo abrió a toda prisa.

“Espero que te recuperes pronto pequeña gatita. Si crees que no te guardo rencor por lo que has hecho, estás muy, pero muy equivocada. Pero no es mi estilo atacar a alguien que está convaleciente. Si crees que has ganado, es que no sabes nada de mi. Siendo generosa, lo considero un empate. Si vienes a verme verás que en mi comedor hay una preciosa katana con vaina lacada en negro. Me estoy acostumbrando a ella, se adapta perfectamente a mi mano. Recupérate pronto gatita, porque el juego no ha hecho más que empezar y ten por seguro que me cobraré mi venganza.

Por cierto, ¿no crees que parte de tu reciente fama me corresponde a mi? Al fin y al cabo te limpié el barco de secuestradores.

Besos

PD: ¿De verdad eres tan ingenua de creer que únicamente tenía una copia de mis archivos?”

Detrás de la carta, había una fotografía. Se trataba de una imagen de ella dominando a una derrotada Estrella Polar meses antes. Sí, aquello no había acabado. De nuevo, la adrenalina se apoderó de Amy mientras arrugaba la nota. Aquella katana fue un obsequio personal de su maestro al haber finalizado su entrenamiento como ninja, costase lo que le costara, la recuperaría de manos de su enemiga.

Nueve días antes. En una lujosa mansión de blancas paredes en la orilla de Orchad Lake.

Stacy Clayton finalmente estaba en casa. El día anterior entró hecha una furia. Su gatita sumisa se había atrevido a invadir su intimidad, y no sólo eso, sino que además la había entregado a una red de prostitución. Eso no iba a quedar así.

No fue difícil para Felina escapar de su cautiverio. Aunque tampoco fue fácil. Tenía que reconocer que ese maldito individuo Calvo era astuto, muy astuto. Afilando un hueso de pollo casi había logrado salir del sótano dónde la habían metido, pero alguien empezó a bombear gas somnífero a través de los conductos de ventilación. Cuando se despertó, estaba en una de las celdas de Black Rock. Pero Felina conocía demasiado a los hombres como para que pudieran mantenerla encerrada eternamente. Supuso que después de aquello, le querrían administrar algún sedante. Mientras repartían agua para las chicas, no le fue difícil simular que engullía su bebida y hacerse la dormida. Si los hombres eran incapaces de determinar cuando fingía o no un orgasmo, mucho menos detectarían su falsa somnolencia. Para su desgracia, la esposaron bien antes de trasladarla al barco y encerrarla en la sentina. Pero además, le metieron aquella odiosa capucha y le acercaron un paño de cloroformo a la nariz, gracias a sus pulmones de nadadora, pudo contener la respiración y evitar de nuevo caer inconsciente. Desnuda y cegada como estaba, no podía liberarse de las esposas, pero gracias al tacto y a sus largas uñas, pudo localizar y sacar un tornillo oxidado que sujetaba un tubo a la pared. A partir de allí liberarse fue un puro trámite. Si quería salir de allí con vida, tendría que generar una distracción. Sus otras dos compañeras de celda, una castaña y otra pelirroja, estaban demasiado aturdidas por el sedante como para ser de ayuda. Pese a ello, les quitó las esposas, la pelirroja aún reaccionó un poco después de varias fuertes sacudidas, pero la otra estaba demasiado sedada. Salió sola de la sentina, en su camino a la sala de máquinas estranguló con sus propias manos a dos individuos.Sabotear el timón fue un juego de niños, eso les mantendría ocupados. Amenazando a uno de los secuestradores, averiguó que tenían retenidas a más chicas. Las liberó pero enseguida tuvo que escapar de un individuo armado. Ella no era una heroína, las heroicidades que las hicieran otros. Sabía que su mayor obstáculo para escapar era esa mole de músculo que llamaban Skull. Saliendo del conducto de ventilación tuvo que ocultarse del supervillano en uno de los camarotes del barco. Allí encontró el atuendo y la katana de Shadow Angel. Aquello ya era otra cosa, se sentía más preparada.

Mientras Shadow Angel aparecía en escena y se enfrentaba a Skull, ella tuvo sus propias complicaciones. Varios tipos la habían localizado, así que tuvo que eliminarlos. Aún con sus armas de fuego no eran rivales para una Felina armada y equipada. Ella sola casi se ocupó del resto de secuestradores. Finalmente cuando se disponía a salir en la lancha se topó con su heroína sumisa. Tal era la rabia que sentía contra ella que en un inicio pensó en matarla, pero luego recuperó su temple. Eso no sería divertido, simplemente no era su estilo. Así que abandonó el barco.

Mientras pensaba en ello, tomándose una copa de brandy, Bastet, su pequeña gatita persa acudió a frotarse entre sus piernas.

-Buena chica, buena chica.- Le dijo mientras la acariciaba, frotando especialmente su collar.

“Aún tienes que aprender mucho de mi, pequeño angelito” pensó Felina para si misma mientras sacaba una tarjeta microSD de más de 50 GB de memoria del collarín la gata. En esa diminuta tarjeta había una copia de todos sus archivos. Bastet era ágil y arisca, cualidades que la hacían una perfecta guardiana, no dejaba que ningún desconocido se acercara a ella, y si alguien la perseguía, tenía la suficiente velocidad y agilidad para no ser atrapada. En ese aspecto, esa gata ofrecía mucha más seguridad que una caja fuerte de última generación.

Mientras Felina volvía a introducir los archivos en su ordenador, lamentó que se hubiera hecho pública la identidad de Shadow Angel. Además, la chica ya se había humillado ante medio mundo, eso hacía que sus imágenes perdieran valor. Aunque aún le quedaba algo con que poder extorsionar a la chica. Ahora Shadow Angel estaba en la cúspide de su fama, todo el mundo la alababa y la apreciaba. Pero tal vez, si los que ahora la adoraban veían como su amada heroína derrotaba y humillaba a la antaño amada Estrella Polar, cambiaran su perspectiva. Resistió el impulso de hacerlos públicos inmediatamente, no había gracia en ello. Aún podía seguir exprimiendo a Amy, demostrarle que pese a todo seguía siendo su sumisa. Además, no era “ético” humillar a quién se resistía entre la vida y la muerte en un hospital. Sí, incluso Felina tenía su código de honor. Así que esperó a que la chica estuviera un poco recuperada para mandarle un mensaje.

Detroit. Tres semanas después .

Amy subió a la azotea de su edificio. Pese a que era casi verano, al aire de la noche era fresco. Su camisón no dejaba mucho a la imaginación. Sus endurecidos pezones y sus formas femeninas se marcaban perfectamente como si no llevara nada.Había tenido que hacer un esfuerzo para salir de la cama a estas horas, dejando sólo a Tom en el apartamento, durmiendo plácidamente. La herida aún le dolía pero poco a poco iba recuperándose del todo.Esta cita era importante. Sentada en la barandilla, la esperaba una chica de pequeña estatura, vistiendo un atuendo que tal vez hubiera estado de moda en los funerales de 200 años atrás.

-Nunca entenderé tu manera de vestir.- Le dijo a la Reina de las Máquinas.- ¿Por qué lo hiciste?

-En mi vida sólo hay dos personas que he hayan ayudado de verdad. Una está muerta, la otra eres tu.- Le respondió Kirie.- Cuando vi ese maldito vídeo en que te arrebataban la máscara, no me lo plantee dos veces. Simplemente no podía permanecer indiferente ante ello. La fortuna quiso que me encontrara relativamente cerca en ese momento.

Amy asintió, pese a que hacía un tiempo habían sido enemigas, no pudo sino admirar a Kirie. Tenía un concepto del honor del que carecían muchos de los aristócratas que actualmente gobernaban Japón. Le hizo una respetuosa reverencia en agradecimiento. Aunque había algo que la carcomía.

-Las bombas las desactivaste tu, ¿por que la prensa me lo atribuye a mi?

-Pensé que un pequeño empujoncito a tu fama no te iría mal. Salvar a casi cuarenta chicas es todo un logro, pero si además en la misma mañana logras localizar y desactivar varios explosivos ocultos en el centro de la ciudad, te conviertes en una leyenda. Considéralo un pequeño regalito de tu ex-enemiga. Yo no necesito gloria ni fama, tu necesitabas todo el mérito posible.

-¿Qué pasó en el barco? No acudiste allí.

A Kirie le costó responder a esa pregunta, por unos instantes meditó su respuesta, midiendo qué verdad decir y qué verdad ocultar.

-Si hubiera aparecido y te hubiera ayudado a derrotar a Skull, nunca te habrías sobrepuesto a tu derrota. Siempre pensarías que tu triunfo fue gracias a mi y tu moral quedaría maltrecha para siempre. Tuve que dejarte sola, para que te dieras cuenta que no necesitas a nadie para derrotar a tus enemigos. Tenías que ser tu, quien se enfrentara sola a sus miedos y venciera. Sino, quedarías acobardada de por vida.

-¡Me dispararon!- La interrumpió Amy.- Estuve a punto de morir.

-Sí, igual que pudiste morir en cada ocasión anterior en que saliste a combatir el crimen enfundada en ese uniforme. Cada criminal al que te enfrentabas era una lucha a muerte, cualquiera de los tipos a los que venciste previamente te podría haber disparado. Y nunca consideraste que necesitabas alguien a tu lado. Además, se supone que ese traje que te presté te tenía que proteger de cualquier proyectil. Tan solo tenías que ocuparte de proteger tu vulnerable cabeza.

Amy tenía que reconocer que, pese a su cinismo, Kirie tenía razón. Pese a todo lo sufrido, si su mente no se había quebrado era en parte al duro entrenamiento que le había dado su maestro. Las duras jornadas de endurecimiento de su espíritu para el caso que cayera prisionera ante un enemigo. Pero la confianza en si misma, no la habría recuperado si ella se hubiera enfrentado a Skull con Kirie a su lado.

-En cuanto a tus imágenes…-Añadió Kirie.- No dejes que eso te afecte demasiado. ¿Sabes la cantidad de actrices, modelos, políticas…que constantemente ven su vida privada filtrada en internet? Ahora eres una más de las miles de famosas cuyas imágenes sexuales circulan por la red… Con la diferencia, que ninguna de esas celebridades puede presumir de unos logros como los tuyos. Eso sí, no te relajes, la identidad de Shadow Angel ha quedado expuesta. Yo de ti reforzaría la puerta de tu vivienda. Por cierto, ¿qué pasó con mi servoarmadura? ¿Tienes idea de las horas que invertí en ella para que me la encontrase como una lata aplastada?

-¿Sabes?- Le dijo Amy cambiando de tema y cogiendo a Kirie completamente por sorpresa.- Podrías ser una excelente Shadow Angel.

La tecnovillana soltó una carcajada ante tal ocurrencia.

-¿Yo, una heroína? ¿Has bebido demasiado esta noche? Lo siento pero las mallas y la ropa apretada te quedan demasiado bien, en cambio no pegan con mi estilo.

-Mira Kirie yo… no se como agradecerte lo que has hecho por mi. Si quieres…

-Tengo que despedirme.- La cortó tajante.- esto se está poniendo demasiado sentimental. Cuídate mucho, la próxima vez no me tendrás cerca para salvarte.

-¡Espera, Kirie!- Le dijo Amy mientras le lanzaba un pequeño paquete que la tecnovillana cogió a vuelo. Una bolsa de gominolas.- Son de las que te gustan ¿verdad?

La Reina de las Máquinas sonrió por última vez a Amy antes de alzar el vuelo y perderse en la oscuridad de la noche.

Mientras se aleja, piensa en lo que no le ha contado a Amy. Ocuparse de los explosivos, con la ayuda de sus drones, fue cosa de niños.Aún así, Kirie llegó poco después de que Amy acabara con Skull, los acontecimientos se habían precipitado más rápido de lo previsto. Fue ella quién mandó la ubicación del buque a los servicios de socorro y acto seguido vio a través de los infrarrojos de su ojo como el Calvo encañonaba a Amy. No pudo evitar el disparo, pero su rápida actuación le salvó la vida. Los médicos no erraban, ella había sobrevivido de milagro. La bala había perforado el hígado de la chica. Gracias a un equipo de nanocirugía avanzado que Kirie llevaba consigo, logró retirar la bala del dañado órgano de la chica y suturarlo. La pequeña cicatriz que le quedó en el hígado, los médicos la interpretaron como la rozadura del proyectil. En el último instante, decidió únicamente asegurarse que la vida de Amy no corriera peligro, así que se quedó a su lado, presionando la herida y deteniendo la hemorragia hasta que escuchó llegar a los equipos médicos. Pero no retiró la bala de su interior, pensó que era mejor que Amy creyera que había estado sola en ese barco durante todo el rato. Mientras la ninja estaba en el quirófano, le hizo prometer a Claire que nunca revelaría ese hecho.

Dos meses después. Detroit, zona de almacenes abandonada a la orilla del río.

Una pareja de policías observaba desde cierta distancia como varios tipos descargaban paquetes de una embarcación para meterlos en un destartalado local, vigilando que no apareciera ningún entrometido.

-¿Sabes?- Le dijo un agente al otro.- Eso de las drogas no es tan divertido como la prostitución.

-Déjate de tonterías.- Respondió su compañero.- Da el mismo dinero y es mucho más seguro. Un paquete de coca no chilla ni te va a arañar o morder. Con el dinero que ganaremos te podrás pagar las chicas que quieras.

-¿Y no te preocupa que pueda aparecer ella?

El otro policía soltó una carcajada

-¡Vamos compañero! Ya la viste como es. ¿Te da miedo una universitaria? ¿Sabes que te digo? Que ojalá haga acta de presencia. Nos entretendría la noche, eso es demasiado aburrido. No es más que una chica normal y corriente, cualquiera podría vencerla y…

De repente, algo llama la atención de los dos corruptos policías. La luz del almacén se ha apagado y no se aprecia movimiento en la embarcación. Uno de ellos saca un comunicador.

-¿Marcus? ¿Todo bien? ¿Marcus?

La expresión de su cara cambia cuando ve a su compañero ponerse la mano en el cuello y acto seguido caer como un fardo al suelo. La luz de la farola le permite observar un pequeño dardo clavado en su cuello. Antes de que pueda desenfundar el arma, una oscura figura femenina se le hecha encima. Lo último que ve antes de caer inconsciente es el brillo de la hoja de una ornamentada katana.

¿FIN?

Muchas gracias a todos los que han seguido hasta aquí las desventuras de Shadow Angel, esta joven luchadora ninja. Probablemente, encontraréis ese relato excesivamente largo y escaso en escenas eróticas. Lo único que puedo deciros al respecto es que en mi perfil tenéis otros 17 relatos cargados de sexo. Gracias a todos los que me han apoyado con sus comentarios y sugerencias, espero que hayáis disfrutado leyendo esta saga tanto como yo escribiéndola. Para los que preferís unos finales menos “dulces”, si queréis, puedo publicar un final alternativo dónde las cosas no van a salir tan bien para la chica. Y sobre todo, no dejen de seguir mi perfil, seguiré publicando relatos, aunque seguramente no con la periodicidad a la que os tengo acostumbrados. No descarto retomar en un futuro al personaje de Shadow Angel/Mikoto Amy, me quedaron varias ideas en el tintero que no terminé de ver como desarrollar y tal vez, si me llega la inspiración, publique como historias independientes. Mientras tanto, espero que disfrutéis de mis siguientes historias y personajes.

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