“Se precisa mujer seria y respetable para experiencia poco habitual. 30-50 años. Se garantizan aventuras y discreción.”
– ¡jajajajajajaja mira lo que pone éste!· rie abiertamente Ruth leyendo el anuncio de la sección de contactos de un conocido periódico de la gran ciudad donde vivían. Casi les tira los cafés al chocar su rodilla en la mesa.
Ana y Carmen también ríen siguiéndola el juego. Ruth ha leído algunos mensajes en clave de humor, pero justo este texto ha disparado un extraño click en el cerebro de Carmen, que permanece en silencio. Las tres mujeres son amigas desde la secundaria. Han mantenido su amistad a lo largo de estos años con algunos altibajos y, en los últimos meses, quedan a tomar café todos los jueves desahogando sus pequeñas ilusiones, frustraciones o aventuras, antes de recibir clases de baile de sevillanas en un moderno gimnasio de la zona media de una gran ciudad.
Después de unos meses haciéndolo puede decirse que, para las tres mujeres, ese par de horas de conversación femenina se ha constituido en uno de los mejores momentos de la semana. Pese a todo, sus circunstancias familiares y personales no son las mismas. Mientras que Ruth es divorciada y sale con varios hombres a la vez, habiendo llevado a su vida a una etapa de diversos atrevimientos y aventuras, Ana y Carmen están casadas y tienen hijos. Niño y niña en el caso de Ana, y una niña de 8 años en el de Carmen.
Tampoco son iguales las circunstancias de ellas dos. Ana es economista y subdirectora de una sucursal bancaria en el barrio. Metódica y profesional, gestiona su vida y familia con rumbo firme. Su marido es ya un ejecutivo medio del mismo banco y una persona afable y atractiva. Siempre de buen humor y dispuesto a bromear en toda circunstancia. Según lo que dice Ana, incluso es muy bueno en la cama. Pero claro, Ruth impone su autoridad en la materia diciendo:
-“¡Pero Ana!, si prácticamente sólo le has conocido a él, jajajaja, no puedes opinar… si me lo dejases un fin de semana yo le haría una evaluación completa jajajaja”. “Incluso te mandaría un informe”.
Ana sonríe y toma la broma con elegancia, pero contraataca:
-“Jajaja Ruth, antes me tendrías que traer tu informe médico. Una analítica completa de que estás completamente sana, que saliendo con tantos… puedes tener ahí de todo“
Ruth sigue provocando:
-“¡Ahí! Dice la subdirectora del banco… ¡ahí! ¿pero aún no sabes que se llama coño? Coño, vagina, sexo, concha, conejo, chichi… incluso potorro. Me encantaría oírte decir un día una de esas palabras por tu boquita de chica bien jajajaja”.
– “Pues si quiero las digo… pero es que tengo clase.” Contesta Ana divertida.
– “Yo también tengo clase!! Jajaja o al menos eso decía el piloto con el que salí el otro día”… y añade riéndose “claro que después de lo que le hice con la lengua… no sé si lo seguiría pensando… umm ¡qué hombre más dulce!” y guiña el ojo a Carmen.
– “Vale, jaja, ahí estamos de acuerdo, las chicas con clase también usamos la lengua… incluso las usan sobre nosotras jajaja eso es mucho mejor” dice Ana pícaramente, pero en un tono de voz más discreto que el de Ruth.
Carmen también ríe ante las ocurrencias de sus amigas… pero ella es más callada… no se atreve a seguirlas en ese tipo de conversaciones. Sin embargo, se quedan grabadas a fuego en su mente, que luego se va encargando de recordárselo periódicamente en la soledad de su casa, o en la soledad de su cama mientras escucha roncar a Antonio, su marido. Nunca han usado la lengua en sus actos sexuales. Antonio considera que es de guarras y ella… ella también. Aunque a veces, busca en internet escenas de sexo oral. En algunos momentos se imagina a sí misma practicándolo sobre alguien conocido: El profesor de la niña, el vecino del ático, George Clooney… y se pone súper cachonda. Pero decir esto no viene al caso en la conversación. Carmen asiente como si todo fuera habitual también para ella.

Como sus amigas, Carmen también cumple 40 años este año y, también como ellas, esto la marca. Parece que cuando se cumplen años redondos todos hacemos un cierto balance de nuestra vida. La vida de Carmen ha sido aparentemente ideal. Nacida en una familia de clase media, su infancia y adolescencia fueron plácidas y sin sobresaltos. La vida le dio un físico agradable, más alta que baja y sin faltarle ninguna curva en su cuerpo, grandes ojos marrones y morena de piel y de pelo. Últimamente se sentía acomplejada por estar algo más gruesa de lo normal pero, a juzgar por algunos piropos que recibía ocasionalmente, no le debía sentar mal. Había días en los que se sentía halagada por los piropos que le lanzaban desde una obra cercana. Algunos eran tan bestias que la hacían pensar en qué pasaría si fuera real la propuesta. A veces le subían la moral e incluso la calentura. Otros días evitaba esa calle, una mujer respetable no debe someterse a eso.

Ocasionalmente, en los largos días de soledad en casa, se desnudaba frente al espejo y se maldecía por sus caderas, más anchas de lo que habían sido. Muchas veces se ha informado de operaciones de liposucción, aunque nunca se ha atrevido a algo así. Hasta Antonio se enfadó una vez que se lo contó. Pese a que siempre le han dicho que las caderas le hacen más mujer, la realidad es que le genera una cierta inseguridad. Siempre ha arrastrado inseguridades… por su nariz algo curva, por su pelo ligeramente rizado que recoge y aprisiona, ahora por sus caderas.
Carmen estudió derecho en una universidad privada. En su segundo año de facultad conoció a Antonio, uno de los chicos más atractivos del último curso y comenzó una relación sentimental con él. Antonio era perfecto. Deportista, amable, idealista pero con principios, de una familia media como la suya. Con él vivió años felices. Su vida era agradable. Su sexo también lo era. Algo clásico, pero satisfactorio y agradable. Se casaron en el momento de ideal casarse y esperaron unos años para tener hijos. Sólo llegó la pequeña Andrea, pero fue suficiente para colmarles de felicidad. La pareja perfecta. Ahora también se lo dicen y, realmente, lo son.
Bueno, lo son si no fuera porque Antonio llega a casa cansado todos los días después de las 8. Si no fuera porque el éxito profesional de Antonio hizo que no fuera necesario que ella encontrase su trabajo al terminar las prácticas en un bufete justo después de terminar la carrera. Si no fuera por la maldita decisión de que ella se dedicaría a la casa y, cuando sus hijos fueran mayores, trabajaría de nuevo. Si no fuera porque siente que la vida se le escurre entre los dedos quedando fuera tantas cosas que le encantaría hacer. Que se muere por hacer. Viajar. Reír. Hablar. Hacer el amor en una suite con una botella de champán. Montar en una moto grande detrás de un hombre musculoso y sin afeitar. A cambio tiene sus vacaciones siempre en el mismo Resort familiar en la misma playa. El monovolumen alto de gama de Antonio. Y su mente que, en las noches, le recuerda a su cuerpo lo que tendría que estar haciendo para ser feliz. Y el anuncio vuelve a su mente: “Se precisa mujer seria y respetable para experiencia poco habitual. 30-50 años. Se garantizan aventuras y discreción.”
-“¡Carmen! ¿en qué estás pensando??” Dice Ruth golpeándola con ese tono de voz algo más alto de lo normal, que siempre usa en estas conversaciones.
Lo cierto es que se ha quedado algo pensativa y la voz de Ruth la sobresalta:
– “No, en nada… estaba pensando en como convencer a Antonio para hacer algo distinto estas vacaciones” miente Carmen que realmente no se podía quitar de la cabeza qué clase de persona pondría ese anuncio ¿qué querría decir exactamente con ello? ¿lo que todos imaginaban?
 
“Se precisa mujer seria y respetable para experiencia poco habitual. 30-50 años. Se garantizan aventuras y discreción.”
Carmen está el la cama. Despierta. Escucha roncar a Antonio, pero su mente está en el anuncio. Sobe su mesilla está el periódico del anuncio. Al salir de la clase de sevillanas dio una excusa y salió al supermercado 24horas a comprarlo sin decírselo a sus amigas. Hasta a Antonio le extrañó que hubiese comprado ese periódico más bien de izquierdas, pero ella dijo “quiero leer más el periódico”, y él respondió “lo que tú quieras cariño”.
¿Qué clase de persona pondría un anuncio así? No se lo puede quitar de la cabeza. Sólo aparecía una dirección de correo electrónico de una página habitual. Le da vueltas y vueltas y ya son las 2 de la madrugada. No se puede dormir y se enfada consigo misma. No quiere masturbarse como otras noches. Le hace sentir mal después. Al fin toma la decisión de casi todas las noches: tomará una pastilla para dormir, irá a arropar a su pequeña de 8 años, y mañana tirará el periódico a la basura. ¿cómo es posible que se vea tan inquieta por algo así? Ella lo tiene todo.
 
Martes siguiente. Ha pasado casi una semana de la primera vez que leyó el anuncio. “Se precisa mujer seria y respetable para experiencia poco habitual. 30-50 años. Se garantizan aventuras y discreción”. El periódico sigue “escondido” bajo las botellas de aceite de la despensa. Todos los días ha leído el anuncio varias veces. Se lo sabe de memoria. Hoy se ha creado una dirección de correo también en Hotmail. Con un nombre falso. Carmen, la perfecta Carmen, está dando vueltas a cómo escribir un mensaje de contestación al anuncio. Y lo hace.
“Buenas tardes, mi nombre es Lorena, y cumplo sus requisitos.
Tengo 40 años. Por favor, podría darme más detalles acerca de en qué consiste la experiencia”.
Temblando como un delincuente en su primer robo pulsa el botón “enviar” en el e-mail. La suerte está echada. Apaga el ordenador y sale de casa a recoger a su pequeña hija del colegio. Luego, se ha impuesto ir al centro comercial de compras con la pequeña. Así, entre tienda y tienda su cabeza descansará de pensar en la persona que pudo haber puesto el mensaje. Con todo, no puede evitar pensar ¿será alguien así? cada vez que un hombre se cruza con ellas. Después, sentada en el McDonalds, mientras su pequeña merienda, percibe la mirada penetrante de otro padre. Posiblemente sea un divorciado porque está solo, y nota como algo en su interior se estremece imaginando cosas… imagina que él sabe que ella ha contestado a su mensaje y por eso la mira. Entonces piensa “¡Dios mío! Estoy fatal toda la semana… si hasta me noto algo excitada…”.
Vuelven a casa antes que su marido y, ansiosamente, corre a encender el ordenador. Busca en su correo y no, no hay respuesta, lo cual le provoca una cierta frustración, pero otra parte de su ser lo recibe con alivio. Cuando Antonio llega, le da un beso en la mejilla y le prepara la cena. Está contenta. Se siente curada de esa ansiedad. Aliviada. A la hora de acostarse se pone unas gotas de perfume y un camisón provocativo. Se acerca a su marido en la cama, rozándole con su cuerpo como una gata y provocándole. Es muy poco habitual que ella haga esto, pero hoy lo necesita. Necesita hacer el amor con Antonio y quitarse los fantasmas que tiene en la mente.
Antonio la rechaza. Está cansado. “¿no te puedes esperar hasta el sábado?” dice… y se pone a leer su libro de política con las gafas viejas puestas. Ella le quiere contar cómo se siente, cómo le necesita justo hoy, pero no es capaz. Una hora después Carmen se masturba silenciosamente bajo las sábanas. Intenta que los ronquidos de su marido no le corten la excitación, pero no lo hacen. Estos días, sólo pensar en lo que ese “desconocido” podría hacer con ella, la sube al cielo. Su mano derecha, ligeramente mojada en saliva, recorre sus rincones más sensibles. Su coño, como dirían los obreros que le piropean. Primero sobre el tejido de sus braguitas… luego dentro de ellas… Imagina que lo hace un hombre fuerte, varonil, quien la sujeta con un brazo, mientras con el otro recorre su cuerpo hasta llegar bajo su falda. Ella quiere protestar, pero las palabras no llegan a su boca. Entonces la mano del desconocido se introduce entre sus piernas… acaricia sus muslos, el comienzo de sus glúteos, y luego se posa abierta sobre su intimidad… su coño, su coño, su coño, la mera palabra la excita… entonces cierra la mano sobre ella y Carmen gime en su fantasía. El hombre es un poco rudo, pero sabe dónde tocar… sabe cómo hay que tratarla, con un poco de autoridad… sujetándola con mimo, y conoce cada rincón de su húmeda y caliente vagina. Los pliegues entre sus labios, las proximidades de su agujerito, el interior de su sexo, el lugar desde dónde extender su humedad hasta su hinchado clítoris y aplicarle la presión y el movimiento correcto para que ella se contorsione de placer… y lo hace… se estremece, y se desparrama en silencio, pero allí no hay nadie… sólo ella con la ropa descolocada, su mano con esencia de mujer y los ronquidos de su gris marido.
 
Pasan varios días más. Carmen ha vuelto a su rutina. No hay contestación. Quizá ese extraño no exista y todo haya sido un sueño más. Pero justo esa mañana tiene un mensaje en su buzón de entrada. Empieza a temblar. Sólo puede ser él. Nadie conoce su dirección falsa. La dirección de Lorena.
“Hola Lorena,
Te habrá parecido extraño mi anuncio. Soy una persona conocida en algunos círculos. Un triunfador en muchos aspectos y, pese a ello, hay deseos que no puedo cumplir. Tengo 55 años. Físicamente soy muy agradable. Soy viudo y no tuve hijos. Te voy a concretar lo que busco.
Quiero a una chica bien. Respetable y normal. Educada. Con formación universitaria. Me da igual que sea casada, soltera, divorciada o viuda. Alguien que pueda tener inquietudes a las mías y que no quiera cambiar su vida para llevarlas a cabo.
Y ahora te preguntarás cuáles son mis inquietudes…
Por algún motivo me excita enormemente la fantasía de que una respetable mujer se ponga a disposición de un hombre para que él haga lo que quiera con ella durante un plazo de tiempo… digamos 15 días, un mes… y que lo haga sólo por vivir una aventura. Sólo por el morbo que le produzca verse envuelta en ello.
Por supuesto, deseo llevarla a cabo con una mujer que también quiera lo mismo. Sólo habría 2 condiciones:
– La primera es que ambos nos comprometeríamos a no interferir en la vida del otro ni pretender del otro otra cosa que no sea nuestro acuerdo.
– La segunda es que, a pesar de que el juego consiste en que ella estaría a mi disposición para usar su cuerpo a mi criterio, no habrá daño físico ni situaciones exageradamente humillantes. Cada uno puede cortar el juego en el momento que quiera.
Lamentablemente, no puedo dar rienda suelta a mi imaginación con las mujeres que conozco. Y menos sin vincularme a ellas. Tampoco soy capaz de utilizar los servicios de una prostituta, por muy de “alto standing” que sea. No es por un problema económico, que no los tengo. Es que hacer esto por dinero rompería todo el encanto.
Lorena, en caso de que el juego haya despertado tu interés, contesta a mi mensaje con tu opinión.
En caso contrario, sólo agradecerte tu interés y disculparme por las molestias que haya podido ocasionarte.

Atentamente, Sr. Parker”
Aún sigue temblando Carmen cuando termina de leer. La sangre le ha inundado las mejillas y siente calor en todo el cuerpo. ¿qué puede hacer ahora?
“Estimado Sr. Parker,
leo con interés su mensaje y le agradezco su sinceridad. Reconozco que sus palabras han despertado algunas sensaciones en mí, pese a ser plenamente consciente de que esto es una locura.
Voy a tratar de ser sincera yo también. Todo esto me genera muchas dudas pero a la vez me atrae incomprensiblemente. Soy una mujer casada, con carrera universitaria y que no trabaja fuera de casa. Para mí, mi familia es lo más importante del mundo, y no entiendo como yo me puedo ver escribiendo estas palabras.
¿qué puedo hacer? Por favor. No sé que hacer… no se lo puedo contar a nadie… una parte de mí tiene un miedo atroz a entrar en este juego por todo lo que puedo arriesgar. Mi familia. Mi vida. Otra parte de mí se muere por hacerlo. ¿Qué es lo que me haría?
No sé qué contestarle. ¿y si no nos gustamos? ”
Ese día Carmen no sale de casa. Está todo el tiempo frente al ordenador esperando la respuesta del misterioso Sr.Parker. ¿Quién será? Parece claro que eso era un nombre falso. No se atreve a contárselo a nadie. Ni siquiera a sus mejores amigas. Por supuesto, esa noche también se masturba. Ha estado excitada todo el día y el orgasmo que obtiene es mucho más intenso que lo habitual. Se queda desmadejada y duerme toda la noche sin necesitar pastillas. No se reconoce a sí misma. A la mañana siguiente deja la niña en el colegio. Ya se nota temblando según vuelve a casa. Enciende el ordenador y allí está el mensaje de su misterioso amigo. Lo lee con agitación.
“Buenos días Lorena,
Gracias por la sinceridad de tu mensaje. Entiendo tus dudas.
Para despejar algunas de ellas te diré que nuestro pacto requiere de una total y absoluta discreción por parte de ambos. No lo puedes contar a nadie, ni a tus mejores amigas. Yo tampoco lo haré.
Puedes estar segura de que respetaré absolutamente a tu familia y que no pondré en riesgo tu buen nombre en ningún momento. Esto es un asunto privado entre tú y yo. Durará un mes y cualquiera de los dos lo podremos cortar cuando consideremos oportuno. Sólo se utilizarán aquellos momentos en los que puedas salir de casa con discreción. Yo tengo una buena disponibilidad de horarios.
En cuanto a la atracción física, creo que no habrá problemas. Yo soy un hombre atractivo y tú, sólo por la manera en que escribes, entiendo que eres una mujer con clase.
Las reglas del juego son claras por ambas partes.
En cuanto tenga tu confirmación, te daré las primeras instrucciones.
Atentamente, Sr.Parker”
Esta vez Carmen no contesta en el acto. Está más tranquila que las veces anteriores. Lo cierto es que tiene unas ganas enormes de conocer cuáles serían las instrucciones de su misterioso amigo el Sr. Parker. Pero también sabe que en el momento que le dé su confirmación a la entrada en el juego, aquello no tendrá marcha atrás. Quiere analizar los pros y los contras de hacerlo, pero no se atreve ni a escribirlo en un papel.
Por una parte tiene miedo de perder su vida de esposa y madre ejemplar. Era extraño, aquel desconocido no la generaba desconfianza en este sentido. Pero, ¿sabría ella controlar su propia situación? ¿qué pasaría si dentro de un mes el juego acabase y ella no pudiese desengancharse de él? ¿se respetaría a sí misma sabiendo que había caído en la tentación?
Por otra parte, aquel desconocido no sólo la produce una gran excitación sexual, también le genera un raro sentimiento de seguridad. Sería por su edad o por su franqueza, pero ahora no tiene dudas de que se sentiría atraída hacia él a pesar de que no le ha visto nunca.

Siempre le habían gustado los hombres algo mayores. Además, él había sido abierto con ella. Había definido unas reglas claras y confiaba en que él las respetaría.

También le vienen a la mente las palabras de su díscola amiga Ruth. En una ocasión, cuando discutían sobre si era lícito tener un amigo solamente para momentos de sexo, Ruth se defendía diciendo “es como si te duele la espalda y vas al fisioterapeuta. Te da un masaje y te alivia. Pone sus manos sobre ti, te resuelve un problema fisiológico y no por ello tu vida va a ser distinta. Pues ese chico me hace lo mismo pero sin ser fisio… jajaja”. Entonces le viene a la mente la posibilidad de que otra mujer contestase al anuncio del Sr. Parker y ella perdiese esta ocasión. Esto empieza a producirla verdadero desasosiego.
No debe esperar más. La decisión está tomada. Con una extraña serenidad para el momento, Carmen, la insegura Carmen, escribe su mensaje de respuesta al Sr. Parker. Aunque no ejerce, tiene la carrera de derecho y utiliza un lenguaje legal.
“Estimado Sr. Parker,
confirmo mi participación en el juego según las reglas definidas en nuestras conversaciones anteriores.
Espero sus instrucciones.
Le ruego no sea duro conmigo. Es la primera vez que participo en algo así.
Lorena.”
Con la misma serenidad, se impone no mirar de nuevo la respuesta hasta realizar todos sus quehaceres domésticos. No puede perder totalmente su razón de ser. Y así ocurre, hace todas las labores y se siente mejor. Antes de la comida, que siempre hacía sola, enciende de nuevo el ordenador y allí está el mensaje de su amante. Pensó “Madre mía, no sé quién es y ya le considero mi amante”.
Ahora sí hay ansiedad en sus manos al manejar el ratón del ordenador. También hay excitación en su cuerpo. Está estremecida.
“Gracias Lorena,
Espero no defraudar tus expectativas. Te recuerdo que las reglas son claras. Si en algún momento lo estimas oportuno, manifiestas que deseas abandonar el juego y cada uno seguimos nuestra vida como si nada hubiese pasado. Eso sí, si ejerces esa opción no habrá marcha atrás. No volverás a saber de mí.
1º Has de darme un número de teléfono móvil. Te recomiendo que me des el real pero, si lo deseas, puedes darte de alta en un nuevo número. Siempre te mandaré un mensaje sms antes de llamarte. Si no puedes atenderme en ese momento, basta con que contestes al sms.
2º Has de darme unos horarios semanales en los cuales pueda disponer de ti. No tienen porque ser estrictos, pero sí aquellos en los que normalmente puedes salir de tu domicilio.
3º Cuando proceda, estableceremos una primera cita. De momento te voy a mandar el link de un video en internet. Corresponde a un fragmento de una película erótica. http://www.pornotube.com/xxxxxxxxxx/yyyyyyyyyyy. Has de pensar que en cualquier momento del juego te puedo pedir que tu papel sea similar al de la protagonista femenina, y el mío al del protagonista masculino.
4º Y esto es un capricho mío (que has de satisfacer), has de hacerme una descripción de tu físico y estilo vistiendo, en comparación con el de la protagonista femenina de la película.
Ah, y no puedes tocar tu cuerpo hasta que no hayas terminado tus deberes. La forma como te tocas me la puedes contar. Depravada y caliente. Espero que lo hayas entendido todo.
Sr. Parker.”
Carmen observa la reacción de su cuerpo sólo con leer las instrucciones. No había ni una palabra malsonante. Aún no había abierto el link y ya siente humedad entre sus piernas. ¿Sería porque se sentía como una chica mala haciendo una travesura? ¿Sería por el tono firme y educado de las instrucciones?… ya tiene ganas de llevar su mano a su sexo… ¿sería porque se lo había prohibido?
Abre la página de internet y se encuentra con un fragmento de película pornográfica de los años 70-80:
Una mujer rubia de unos treinta y muchos años vestida con traje de chaqueta, falda y medias negras llega a una oficina donde la recibe una secretaria (vestida explosiva), que la hace pasar al despacho del jefe. El jefe es un atractivo señor de unos 45 años, canoso y bronceado. Ordena a la secretaria “tráigame el maletín” y lo abren extrayendo un pañuelo negro. Sigue dando órdenes y dice “prepare a la señora y retírese… ah y no me pase ninguna llamada”. La secretaria quita la chaqueta  a la mujer protagonista, suelta un par de botones de su blusa blanca y la pone una venda en los ojos, quedando la señora en pie en medio del despacho. El hombre toma una batuta de director de orquesta y dice “Buenas tardes Natalia… veamos a ver si has seguido mis instrucciones” y empieza a pasar la batuta recorriendo las curvas del cuerpo de ella.
Ocasionalmente el plano muestra la cara de la mujer. Es una cara de excitación completa sin perder la compostura. Se diría que la propia actriz lo está sintiendo sin actuar. Los pezones parece que van a atravesar la blusa. Con la batuta sube su falda y muestra un liguero negro y unas bragas negras de la época, que contrastan con la blanca piel de la chica. La forme de su sexo se marca claramente sobre el tejido. El hombre la habla mientras lo hace. La trata como con cariño y firmeza. La chica permanece en pié, con los ojos tapados y dejándose hacer entre pequeños jadeos.
La película continúa de forma más explícita… el hombre saca los pechos de la chica, no muy grandes y con pezones muy excitados de color ligeramente tostado. Tras pasar la batuta por ellos, los muerde y los chupa. Después de unos minutos haciéndolo, él la toma del pelo y la acerca a su mesa inclinándola sobre ella diciéndola que la va a dar lo que ha venido a buscar. Sube su falda y con la batuta aparta las bragas de su poblado sexo. La cámara lo muestra en primer plano. Abierto, húmedo, hinchado, expectante. El sexo de Carmen también lo está. Se muere por tocarse. Hacía años que no estaba tan excitada. Quizá nunca lo había estado.
El hombre penetra a la chica que pone las manos sobre la mesa. Su cara es un poema. Clásica escena de sexo contemplada por la secretaria mirando por el ojo de la cerradura mientras se toca…
Carmen está completamente fuera de sí. La pudorosa y ejemplar esposa cierra las piernas presionándolas entre sí para incrementar su estremecimiento sin tocarse. No la está permitido hacerlo ¿por qué ha sido siempre tan disciplinada? Se imagina a sí misma en manos del Sr. Parker y las sensaciones aumentan. Entonces se le ocurre darse una ducha fría intentando ganar tiempo. Aún tenía un cierto miedo a seguir el juego y a contestar, pero incluso con la ducha se ha quedado con la sensación de que algo la atrapaba el abdomen emitiendo ondas en él. Sigue caliente como una vulgar mujerzuela. No aguanta más. Necesita masturbarse inmediatamente. Automáticamente se dispone a contestar al Sr. Parker escribiendo lo más rápido que puede. Sabe lo que la espera después del mensaje… después de “sus deberes”.
“Estimado Sr Parker,
a continuación le contesto a sus instrucciones:
1º Mi teléfono es el 692 AAA XXX. Es mi teléfono habitual. Le ruego lo utilice según las reglas.
2º Mis horarios son sencillos. Tengo disponibilidad los días de diario, desde las 10 de la mañana hasta las 16 horas.
3º He visto el video y me he excitado sobremanera. Por supuesto, estoy a su disposición para realizarlo cuando desee.
4º Mientras que la mujer del vídeo es rubia, yo soy morena. Algo mayor que ella. Mi pelo es ligeramente rizado y llevo media melena, normalmente recogida. Soy algo más alta. También tengo más curvas, espero que le gusten. Mi trasero es más grande, con caderas anchas. El tamaño de mis senos es similar al suyo, los míos más redondos. Mis pezones son algo mayores, no mucho. Muy oscuros y más largos y duros (sobre todo ahora). Tengo trajes de chaqueta similares. Mi ropa interior es normalmente más moderna, pero tengo también unas medias de tres cuartos. Eso sí, sin liguero. Mi sexo está más recortado, con unos labios más oscuros, salientes y gruesos. Ah, mi rostro es más expresivo, creo. Mi nariz es algo peculiar, pero no queda mal en el conjunto.
Pregúnteme lo que quiera. ¿Puedo preguntarle yo?
Espero su respuesta, Lorena”

Nada más pulsar la tecla de “enviar”, Carmen se abre el albornoz blanco. No lleva nada debajo. Se coloca ligeramente recostada y con las piernas abiertas, y reproduce de nuevo el video que le había indicado el Sr. Parker. Sus manos recorren su cuerpo. Está tan excitada que no quiere centrarse en su sexo… recorre su piel con las yemas de los dedos… sus pezones… su abdomen… el interior de sus muslos. Ella, que normalmente tenía problemas para llegar al orgasmo, se corre entre convulsiones casi sin tocar su sexo. Corrientes eléctricas la recorren y le hacen estremecerse salvajemente de placer. Es largo e intenso… se moja tanto que mancha la tapicería de la silla. Se siente la sucia servidora de un hombre importante y le gusta la fantasía.
Pasan varios días y Carmen no se atreve a escribir más a su amante misterioso. Cada día repite el visionado del video al menos dos veces. Está completamente emputecida, pero está más contenta de lo habitual. Hasta sus amigas se lo han notado. Ruth la dice con picardía “Carmen, te noto más contenta y tus ojos brillan más… ¿qué pasa? ¿ha aprendido a follar tu maridito? ¿o hay algo que no nos quieres contar?”. Carmen se pone roja, y contesta como puede “¡Qué cosas tienes Ruth! Jajajaja estoy como siempre.” Pero no es cierto. Al día siguiente la llega un nuevo email que abre, una vez más, en un alto estado de excitación:
“Buenos días Lorena,
No me has contado qué tal llevas estos días ni si te ha gustado la película que elegí para ti. De hecho lo esperaba. ¿Has sido mala y no me lo has dicho? Me gusta que seas casta salvo cuando yo te digo lo contrario ¿no lo entientes? Estás a mi disposición y es porque tú quieres. Porque tú quieres estarlo. ¿no? Necesito saber si eres suficientemente depravada para mí.
Ahora vas a tener que pasar una prueba más si quieres que llegue el momento de vernos.
Te vas a poner un vestido corto… de verano. Un vestido atrevido… Te vas a sentar en el sofá de tu salón de forma que se te recoja descuidadamente, pero no quiero una pose porno. Entonces te vas a fotografiar con tu teléfono móvil y sin que aparezca tu cara, y me vas a mandar ese mensaje a este número… 606 EEE GGG.
Quiero saber cómo de excitada puedes estar. Lo dejo en tus manos. Ah, y no puedes llamarme al móvil, sólo puedes mensajes.
Sr. Parker”
 
Carmen tiembla. Sabe que este sí es el paso decisivo. Sabe que el Sr Parker espera de ella que sea atrevida y juguetona. Y sabe que está loca por arreglarse para él. Por otra parte, tiene dudas de si le gustará lo suficiente. De si sus anchas caderas serán de su agrado. También le preocupa mostrarse provocativa sin parecer ordinaria. Si llevar o no ropa interior. Si mostrar su sexo que tanta calentura tiene desde hace unos días… incluso ahora. Extiende varios vestidos sobre su cama. Tiene toda la mañana. Se decanta por uno color arena bastante entallado. Inconveniente: no tiene mucho escote, pero no llevará sujetador y encontrará la manera de que sus pezones se marquen sobre la fina tela.
Saca cuidadosamente sus braguitas más elegantes. Duda, pero finalmente elige unas negras. Sencillas. Con una ligera puntilla exterior. Se viste y se recoje el pelo. Aplica una fina capa de crema en sus piernas depiladas recientemente. Sólo para que brillen. Limpia el cristal de la cámara de su teléfono móvil y empieza a hacer pruebas. No encuentra la foto adecuada. Al principio todas salen borrosas. Luego tiene la sensación de parecer una foca. Se cambia de vestido y se pone uno negro. Está acabado en encajes, casi como un picardías y nunca se ha atrevido a llevarlo puesto. Se desespera porque no encuentra una foto perfecta. Incluso piensa en llamar a Ruth pero ¿qué le cuenta?
Se acerca la hora de comer. Tiene que decidirse. Se despoja de sus bragas negras, se sienta lateralmente con los pies descalzos recogidos y por fin sale una foto interesante. Literalmente se ve el color oscuro de su coño pero ya no quiere dar más vueltas al asunto. Quizá debía haberlo depilado, pero sin pensar más envía la foto al número de teléfono dado. A continuación se pone de nuevo “su” video porno y se masturba con desesperación. Empieza a gustarle el personaje de la secretaria. Al servicio de su jefe. Como ella.
Pasa el fin de semana sin noticias del Sr. Parker. ¿No le habrá gustado lo que ha visto? Eso la aterra, pero no es nada comparado con el miedo que tiene a pensar que pueda tratarse de alguna persona conocida. ¡Le ha mandado una foto de su coño! Jamás habría pensado ser capaz de eso… Se calma. Es improbable. Tomó el anuncio de un periódico, no era una trampa para ella. Se muere de ganas de saber lo que piensa el Sr Parker, pero hasta el lunes no recibe contestación:
 
Hola Lorena,
Me he puesto muy contento al recibir tu foto. Has sido muy obediente y, además, ya te vas comportando como lo que eres. Imagina la palabra que te define. Quizá cuando pase nuestro mes no quieras dejar de serlo.
En cuanto a tu estilo, creo que me gusta bastante aunque seguro que le tenemos que dar algunos retoques.
Creo que es el momento de verte. Estas son las instrucciones:
1º Mañana a las 13 horas has de estar en los Grandes Almacenes “El Corte Inglés” de la plaza de XXXX. Tu indumentaria ha de ser parecida a la de la chica de la película. Algo más moderna claro. La que has descrito que tienes.
2º En la planta 2, Señoras, en la sección de Marcas Exclusivas, elegirás algo de ropa para probarte y te irás al probador de más a la izquierda. El del final del pasillo. Importante, toma un pañuelo de cuello oscuro.
3º Cerrarás la puerta, te colocarás el pañuelo tapando tus ojos, y esperarás. Cuando suenen sobre ella 5 golpes seguidos “toc toc toc toc toc” abrirás el cerrojo y te pondrás de espaldas a la puerta.
4º Recuerda que estás allí para satisfacer mis deseos. Esas son las reglas.
Atentamente, Sr. Parker.”
Otra vuelta de tuerca más en el juego pero, esta vez, Carmen está loca por pasarla. De hecho, ya se está acostumbrando a su nuevo nombre, Lorena. Su nombre como la puta de un desconocido. También se ha dado cuenta de que el Sr. Parker la llama siempre de tú, mientras que ella a él de usted. Sonríe pensando que hasta ese tipo de cosas la calientan. Se prepara un baño caliente. Largo y relajante. Recorta cuidadosamente su vello púbico. Se lava el pelo. Corta y pinta sus uñas. Con todo su mimo y, vestida con el albornoz, prepara la ropa que se pondrá el día siguiente… Un traje de chaqueta color Violeta suave, una blusa negra, y un conjunto de ropa interior, braguita y sujetador, negros con bordados y alguna transparencia. Estaba casi sin estrenar porque Antonio nunca lo había valorado. Sin olvidarse de las medias hasta medio muslo. Negras. Las guardaba para alguna ocasión especial, un aniversario y una boda, pero el lunes las llevaría. Elige unos pendientes de perlita blanca pequeña, que resaltan con el color moreno de su pelo. Estará preciosa. Como siempre, tenía la duda de si su nariz le gustaría a su amante. A su dueño. Pero eso no lo puede cambiar.
Pone todo sobre la cama y lo contempla unos minutos. Ahora no tiene dudas. Tiene que seguir o finalizar este juego, pero quitarse la incertidumbre. Mañana. Guarda la ropa en el armario y se va a recoger a la niña y de allí al Corte Inglés a dar una primera vuelta de reconocimiento. Disfruta haciendo las cosas cuidadosamente. Se siente toda una profesional de este juego morboso. Incluso la niña está de buen humor y se porta muy bien toda la tarde, inocente de la degradación en la que su madre está entrando.
 
Al día siguiente está en el centro comercial a la hora siguiendo exactamente las instrucciones del Sr. Parker. Siempre había sido una chica disciplinada. Tiene una curiosidad enorme por saber lo que va a pasar, y una aún mayor por que pase. Por primera vez en su vida va a ser infiel, pero prefiere tomarlo como que ella tiene una necesidad fisiológica e iba al fisioterapeuta.
Su nerviosismo aumenta mientras elige la ropa que, supuestamente, se va a probar en el probador. Súbitamente siente la mirada penetrante de un hombre y le recorre un escalofrío ¿será él? No puede ser, es demasiado joven y además dependiente de la tienda. Sin embargo, este hecho le incrementa su estado de nerviosismo. Mira en todas las direcciones y siente que es observada por los hombres. Quien sea ya ha visto su coño en la foto. Se sonroja pensándolo. Siente que todos saben qué es lo que hace ahí y en vez de acobardarse le hace sentirse más puta. A pesar de ello tiembla. Elige un vestido ligero color chocolate, con una chaquetita de lino de color tostado y se dirige a los probadores. Aún faltan unos minutos pero siente la necesidad de que nada falle.
El probador está libre. Al ser de esquina, es algo más grande que los demás. Como el día anterior en su “vuelta de reconocimiento”, observa con alivio que los muros son de ladrillo y la puerta es completa. Recuerda la promesa de que su buen nombre nunca se vería afectado con el juego y se da cuenta de que, increíblemente, este hecho también la excita… “una puta en la cama y una señora en la mesa” ¿dónde había oído esa frase? Seguramente a Ruth.
Sonríe contemplándose en el espejo de “su” probador. Allí su “dueño” va a “probarla” a ella”… ¿habría elegido el probador para verla en el espejo mientras ella está a su disposición? Se retoca ligeramente el brillo de sus labios y el recogido de su pelo. Entonces se quita la chaqueta como en el video porno, y se coloca el pañuelo en los ojos. Obediente se tapa los ojos. Le gusta el juego, aunque también se muere por verle.
Toc toc toc toc toc.
– “Hola Lorena, no te des la vuelta”… Había que reconocer que la voz del Sr. Parker era varonil y amable, pese a que habla casi en susurros.
– “Lo que usted me diga…”
– “Ssssssssshhhhhh” dijo el Sr Parker “no digas nada” y colocó su pelo y la venda de sus ojos… “eres una buena chica” susurra… “te estás portando muy bien”.
Lorena-Carmen empieza a notar cómo su cuerpo es acariciado por un objeto… debe ser una batuta como en la película… está excitadísima. Seguro que sus pezones se notan claramente sobre la camisa a pesar del sujetador. Ahora la batuta los recorre de forma plana… de arriba abajo y vuelta a empezar… despacio.
– “Eres un sol, Lorena” susurra el Sr. Parker “Me va a encantar darte lo que has venido a buscar” dice emulando a la película.
Mete la batuta entre sus piernas y sube su falda… recorre sus muslos y, al llegar a la piel, nota el frío metálico del instrumento y sintiendo un escalofrío. Nota su coño humedecerse. Su coñito de chica bien completamente empapado. El Sr. Parker se toma su tiempo y ella sigue temblando. Él la susurra cosas cariñosas… a veces un poco guarras. Tiene el don de ponerla caliente como una auténtica puta. La sube la falda casi completa, dejando a la vista sus piernas y su culo.  Se sienta en el pequeño taburete detrás de ella, y con la mano acaricia la piel de sus muslos… a veces roza su sexo que aún esta cubierto por sus bonitas braguitas. A ella la hace sentirse bien notar que están muy mojadas ya en la zona de su coñito. Ha hecho los deberes y está preparada para su “dueño”.
– “Lorena… piensa en como estás… con la falda subida, en un probador y con un desconocido”
Sigue susurrando… y cuando Lorena va a contestar le pone un dedo cruzando los labios y dice
– “Sssshhhhhh” e insiste “Vamos a ver estos pezones que tienes que van a romper la camisa…” y sigue “a ver tus pezones oscuros de zorra” combinando palabras cariñosas con vulgares.

Entonces abre más la camisa, y otra vez situado tras ella saca sus tetas por encima del sujetador y las masajea. Esta vez con las manos… sus manos son suaves y cálidas… a veces sólo la roza y otras es más firme en su masaje. La está encantando el tacto del hombre. Realmente sabe lo que hace. Su aliento huele levemente a menta y ella gira la cabeza queriendo besarle, necesita sentirle en su boca, en sus labios… pero no acierta. O él no la deja… sus ojos están tapados… ella no insiste, está a disposición de él.
El siguiente movimiento ya es esperado por ella. La toma el cabello y la aproxima hacia la pared con espejo. Nota el frío en sus pechos y se estremece. A continuación la separa un poco y la inclina ligeramente. Entonces se cuadra detrás de ella y la toma por las caderas haciéndola sentir el vigor de su herramienta alineado con el valle de su culito. La nota sobre el tejido de sus bragas y no parece nada mal para un hombre de 55 años. Entonces sí la hace pedir lo que desea… susurrándola
– “¿qué quieres Lorena? Dímelo”
– “fóllame”….
– “Anda, curioso lenguaje para una mujer seria y pudorosa… ummmmm veamos ¿quieres que te la meta en tu coñito?”
– “Síii, por favor…”
– “Reconoce que tu coño es un coño caliente de putita”
– “Por favor… métemela en mi coño caliente de puta, por favor…”
– “Sssssshhhhh habla bajo Lorena… “
Y sin mediar más palabras se la penetra de forma profunda… está tan húmeda que no hay ningún problema para ello…
– “Ya lo tienes dentro… ahora no hables… solo compórtate como una chica buena… lo haces muy bien”
La folla metódicamente… sacándola su polla casi entera para ensartarla de nuevo hasta el final… una vez y otra… Carmen no tarda mucho en venirse… tiene un orgasmo intenso, intentando no hacer ruido porque quiere gritar… pero esa restricción la hacía sentir aún más sucia… más obediente… además está acostumbrada a hacerlo en la cama con su marido durmiendo a su lado. Pero este orgasmo no es como aquellos…
A él no parecen importarle mucho sus contracciones. Aunque ralentiza mucho el ritmo, sigue metiendo y sacando su polla en su gruta caliente y suave. Él también está en el cielo… la mujer le encanta. Era justo lo que quería. Es un hombre de éxito y siempre es respetado y obedecido en su vida profesional. Desde que enviudó, lleva años fantaseando con hacer algo así a alguna de sus asistentes. Nunca se había atrevido. Arriesgaba mucho: Su prestigio, su familia, su vida… el oprobio de verse envuelto en un caso de acoso le hundiría.
Con Lorena no podía haber tenido más suerte. Una mujer con clase y estilo completamente entregada a él y sus fantasías. Completamente emputecida y a sus órdenes. Su piel era ligeramente morena, y su cuerpo un sueño. Ese culazo, algo mayor de lo estéticamente correcto, le iba a dar mucho juego. Masajeaba sus glúteos y la seguía susurrando que “era su chica buena y su putita obediente”… era curioso notar cómo se estremecía ella cuando le decía palabras sucias. Tampoco quería gastar todas las ideas el primer día.
Carmen se sentía como la puta Lorena. El personaje con el que había fantaseado tantas veces era ahora real. Tenía un hombre de verdad tras ella. Un auténtico macho disfrutando de su cuerpo a su antojo. Aquella tarde tuvo dos orgasmos que la llevaron al cielo… después del segundo, el Sr Parker se dejó ir e inundó completamente su vagina de semen caliente. Sólo su marido lo había hecho anteriormente.
Después de que él la inundase, se mantiene en silencio unos instantes detenido en esa posición. Ella no se atreve a moverse, y él recobra la respiración. Entonces la da un besito cariñoso en la mejilla, y siente como abandona el probador dejándola allí… apoyada en la pared. Carmen piensa que la ha dejado tirada como una puta recién usada ¿cómo se ha podido ver envuelta en esto…? Pero está segura de que, por primera vez en su vida la habían follado bien follada.
Al día siguiente encuentra un recorte de prensa en el periódico… dice “el eminente cirujano Carlos López nombrado Jefe de Investigación del Hospital Central”… y Carmen piensa “Joder, ¿qué hace este recorte en mi bolso?”… entonces sonríe y siente un nuevo pinchazo de placer entre sus piernas… Va directa al ordenador y pulsa el botón de encendido …
Muchas gracias por leer hasta aquí… y gracias por los comentarios y sugerencias.
diablocasional@hotmail.com

Un comentario sobre “Relato erótico: “Se precisa mujer seria para trabajo poco habitual” (POR CARLOS LÓPEZ)”

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