ACEPTACION

Después de la intensa follada, Alicia puede hacer algunas preguntas, aunque no sabe si las respuestas la tranquilizan o la inquietan… Depués de una charla con Claudia, toma una importante decisión que la marcará para siempre.  Cuando Alicia se incorporó y comenzó a caminar, se dio cuenta de lo que significaba que un hombre como Frank la hubiese sodomizado.

Dolía. Mucho.

Al sentarse su cara formó una mueca de dolor.

– ¿Que pasa? ¿Te duele? – Dijo su hermana, riéndose. – ¡Anda! ¡Ni que te hubieran roto el culo!

Soltó una carcajada, riéndose de su propia broma y se sentó junto a su hermana. Becky se arrodilló en el suelo entre las dos y Frank trajo algo de beber.

Después de un largo silencio, Alicia no pudo evitar preguntar.

– ¿En algún momento me vais a explicar de que va todo esto?

Frank y Claudia se miraron.

– ¿Por donde quieres empezar? – Preguntó su hermana.

Alicia pensó rápidamente, ¿Que quería saber primero? Que hacía su hermana allí vestida así, desde cuando lo sabía todo, cual eran su relación con Frank… Pero había algo que la desconcertaba todavía más…

– ¿Que le habéis hecho a Reb… Becky? – Preguntó finalmente señalando a la chica.

– Es algo complicado… – Comenzó Frank. – ¿Te acuerdas del día que salimos por la noche, el hombre al que compré droga? – Alicia asintió. – Ese hombre se mueve por unos círculos algo oscuros, conoce gente. Podemos resumirlo en que me debía un favor y me consiguió una especie de… Suero.

– ¿Un suero?

– Si. Por lo que me dijo sirve para convertir a alguien en una especie de esclavo sin voluntad. Aquí tienes los resultados.

Alicia miro a la chica. La agresiva mujer que le había dado una paliza estaba sumisamente arrodillada a su lado, vestida de conejita y con un plug anal con forma de cola de conejo.

– No digo que no quisiera vengarme, pero esto…

– Lo hicimos por ti, Alicia. – Argumentó Claudia. – No podíamos perdonar lo que te había hecho.

– ¿Y que pintas tu en todo esto?

– Yo… Les vi. Igual que tú vi a Frank con mamá, hace… hace un tiempo. Fui a hablar con Frank. – Alicia miró al chico con algo de odio, ¿A su hermana pequeña tambien se la follaba? – No, Alicia. No es lo que piensas. Frank y yo nunca hemos hecho nada. Yo… Soy lesbiana.

– ¡¿Que?! ¿Por que no me habías dicho nada?

– ¿Quieres que siga contando? ¿O me vas a seguir haciendo preguntas?

– Perdón… Continúa.

– Como decía, hablé con Frank, no se por qué pero ver a mamá de aquella manera me excitaba, así que hicimos un trato: Él me avisaba cuando iba a estar con ella para que pudiese verlo a escondidas, o me enviaba fotos y vídeos, y yo hacía lo mismo cuando estuviese con alguna amiga. Además, los dos compartimos el gusto por ver sometida a nuestra pareja, así que nos dábamos ideas, nos proponiamos retos…

– ¿Retos? ¿Que tipo de retos?

– Juegos. Por ejemplo me decía que no sería capaz de que una compañera de clase llevara unas bolas chinas durante todo el día. Yo debía demostrarle que sí era capaz. Es divertido. – Añadió, ante la mirada de asombro de su hermana.

– P-pero… – En la cabeza de Alicia acababa de aparecer una idea que la asustaba. – Tu… ¿Tu también le proponías retos? – Claudia sonrió y asintió. – ¿C-Con mamá?

– Como ya te he dicho, la situación me daba mucho morbo… Al principio eran cosas pequeñas, que se pusiera algún tipo de ropa, que le hiciera un striptease, que se masturbase con un vibrador… – Alicia se acordó inmediatamente de Manolo, el juguete que le regaló su hermana. – Luego… Luego le dije que tenía que conseguir demostrarme que mamá era completamente sumisa a él. – Alicia se quedó mirando a su hermana, sin comprender. – ¿Has visto el tatuaje que lleva nuestra madre en el culo?

Eso era el límite, ¡Había sido idea de Claudia! Se levantó aturdida y salió corriendo en dirección a su cuarto. Necesitaba estar sola.

Frank y Claudia se miraron, sonriéndose. Habían esperado una reacción así por parte de Alicia.

——————-

Alicia no salió de su cuarto en el resto de la tarde. Por lo que escuchó, Frank se llevó a Becky poco antes de que llegara su madre, así que ésta no vio nada raro.

Estuvo todo el rato dándole vueltas a lo que había sucedido ese día. Estaba claro que no conocía a su hermana ni la mitad de lo que creía. No sabía lo que pensar, le parecía horrible lo que había hecho Claudia pero, ¿No había actuado ella de un modo similar? La había excitado ver a su madre con Frank, y había ido detrás del chico aún sabiendo lo que había hecho con ella. La situación era tan…surrealista.

“Mi hermana me ha visto correrme… ¡Dos veces!”

Le dolía el cuerpo. Le dolía el culo. Pero se sentía bien, extrañamente bien. Se había entregado completamente a Frank y eso la agradaba.

“No. Totalmente no.” Pero, ¿Seria capaz de hacerlo?

Sintió la puerta de su habitación abrirse lentamente, ¿Que hora era? Era bien entrada la noche, debía estar todo el mundo durmiendo.

– ¿Que tal estás? – Preguntó Claudia. Cerró la puerta y se sentó en el borde de la cama, junto a su hermana.

– ¿Como crees que estoy después de lo que ha pasado hoy? – Claudia la acarició el pelo en un intento de relajarla, pero Alicia le quitó la mano. – Estate quieta. Creía que te conocía.

– Ali… Yo… No te dije que me gustaban las mujeres por que no quería que reaccionases mal…

– ¿Eres imbécil? Eso me da igual, puedes acostarte con quien quieras que seguirás siendo mi hermana. Pero… ¿Por qué le hacías eso a mamá?

– ¿Hacerle qué?

– ¿Como que qué? Lo de los retos, hacer que Frank la obligase a todas esas cosas.

– ¿Que Frank la obligase? ¿Realmente crees que Frank la obligó a algo? Yo sólo le daba ideas y él predisponía a mamá a hacerlas, nada más.

– Pero…

– Ni pero ni nada. ¿Crees que mamá no lo disfrutaba tanto como él?

La cara de lascivia de su madre mientras Frank la sodomizaba acudió a su mente, no, no parecía que estuviese obligada.

– ¿No lo disfrutabas tu? – Continuó Claudia. – ¿No te ponía cachonda ver a mamá en esas situaciones? ¿No acabaste tu haciendo lo mismo que ella?

Alicia sabía que tenía razón, la excitaba ver a su madre sometida a aquél chico… La excitaba verse a si misma sometida a él… Pero era tan duro reconocerlo…

De manera inesperada, Alicia notó como la mano de su hermana buceaba bajo las sábanas, directa a su entrepierna. Rápidamente encontró su objetivo.

– ¿Que haces? – Gritó asustada, apartando su mano.

– Ssshhh. No querrás despertar a mamá.

– Estate quieta. – Dijo en un tono mas bajo. – ¿Que pretendes?

– Sabes perfectamente lo que pretendo, ni que fueras una niña pequeña. – Claudia se echó sobre su hermana, sus pezones erizados traslucían a través del camisón que llevaba.

– No… Claudia, para. Eres… Eres mi hermana… Y a mi no me gustan las mujeres.

– Bien que te ha gustado que Becky te comiera el culo hoy.

La cara de Alicia se tornó roja, la resistencia de su mano se hizo más floja, lo suficiente para que Claudia alcanzase su sexo de nuevo.

– No…

– No puedes negar que esto te excita. Estás empapada.

Alicia cerró los ojos y los apretó con fuerza, deseando no estar en esa situación, no tener que debatirse entre dejarse llevar por el placer o por la moralidad, aunque sabía perfectamente que elección ganaría en ese debate.

– Oh… – Suspiró cuando su hermana comenzó a besar su cuello. – Claudia, ¿Por qué…?

– ¿Y por qué no?

La mano de la chica se movía cada vez más rápido. “Es algo ruda” pensó Alicia, aunque eso no le desagradaba, la hacía sentir más sometida.

La boca de Claudia comenzó a ascender por su cuello hasta llegar a su boca, fundiéndose en un cálido beso incestuoso. Alicia, ya fuera de control, buscó la entrepierna de su hermana y le devolvió las atenciones que estaba recibiendo. Sus alientos se fundían en uno sólo, acompasando sus jadeos y gemidos. De repente Claudia se levantó y apartó las sábanas de golpe.

– Es hora de pasar a mayores, hermanita, haz que me sienta orgullosa de ti. – Se sentó a horcajadas sobre su cara. – Vamos, no seas tímida.

Alicia no se esperaba eso, pero estaba caliente, muy caliente. Esa situación prohibida le producía un morbo que jamás había llegado a imaginar, tenía ante su cara el coño de su hermana, estaba completamente depilado, y húmedo, muy húmedo. Le llegaba claramente el olor a sexo de esa fruta prohibida que tenía ante sí, llevó las manos a las nalgas de su hermana para tener un apoyo y acercó su boca lentamente, con el remolino de sensaciones dando vueltas en su cabeza.

Y chupó. Probó por primera vez el sabor del sexo femenino, del coño de su hermana. Era agradable. Pudo notar sobre ella como Claudia se estremeció ante el contacto, dio otro lametón y después otro más.

– Uff, eso es hermanita…

Alicia se animó al ver que a su hermana le gustaba lo que hacia y aumentó el ritmo. Su lengua recorría el coño de arriba a abajo, su cara estaba empapada de flujo, sus manos aferraban con fuerza el culo de su hermana y su propio vino estaba empapado.

Claudia agarró a su hermana de la cabeza y la enterró en su entrepierna con firmeza. Alicia se sorprendió de nuevo de la brusquedad de su hermana, pero eso la excitó mas aún, era una zorra y le gustaba que la trataran como tal. Claudia comenzó a realizar movimientos de vaivén, estaba frotándose contra su cara. Los movimientos cada vez eran mas fuertes y rápidos, a Alicia le costaba respirar pero Claudia no parecía darse cuenta.

Tardó poco en estallar en un tremendo orgasmo sobre la boca de su hermana. Alicia notaba como el coño de Claudia se contraía en espasmos de placer mientras el flujo bañaba su cara. Claudia se derrumbó a un lado de la cama.

– Eres una lame-coños de primera, hermanita. – Le dijo. – Ahora me voy a mi habitación antes de que mamá se despierte.

Le dio un suave beso en los labios, relamiéndose después debido a sus propios jugos y salió del cuarto, dejando a Alicia excitada y desorientada. Su hermana acababa de dejarla a medias. Recapacitó sobre ello, su hermana la había usado como un mero objeto, usándola única y exclusivamente para su placer, sin importarle el de ella. Se sentía zorra, se sentía usada, se sentía sucia, pero eso no hizo más que excitarla más. Sacó a Manolo del cajón y lo insertó de golpe en su coño, follandoselo frenéticamente hasta alcanzar el orgasmo.

Claudia, que se había quedado tras la puerta, sonrió al escuchar el ligero zumbido del vibrador y los gemidos que su hermana era capaz de ahogar. “Eres toda una zorrita sumisa, hermana.” pensó mientras se dirigia, ahora si, a su cuarto.

Alicia tardó unos minutos en recuperarse del intenso orgasmo que había experimentado, todavía le temblaban las piernas. Cogió el móvil y vio que eran mas de las tres.

En su cabeza solo podía pensar en una cosa, quería demostrar a Frank lo que era, en lo que el la había convertido. Estaba decidida, se marcaría como la zorra que era.

Iba a tatuarse.

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