HISTORIAS DE PUTA MADRE, episodio piloto.

Versión reformada de acuerdo a las normas de la página.

Hola me llamo Oscar, estoy prejubilado de la construcción a mis cuarenta y siete años por una lesión en la espalda y divorciado (amistosamente) mi paga actual no da para mucho así que vivo en un dúplex adosado de dos pisos en las afueras, la casa es muy luminosa y tiene garaje para dos coches, cuenta con tres dormitorios, salón comedor grande, una amplia cocina, dos cuartos de baño, uno con plato de ducha y el otro con bañera, y como colofón un patio trasero amplio en forma de L rodeado de vegetación alta.

Bueno en realidad su dueño lo alquilaba completo o por habitaciones, aproveché esta última opción por un precio bastante modesto, en breve fueron llegando los otros dos inquilinos, la convivencia con ellos en general era buena, gracias a eso y alguna chapucilla ocasional (en negro) voy tirando; cuando pasó esta historia mi vida transcurría sin demasiados alicientes, pero tampoco tenía problemas graves, daba paseos al sol por el parque, jugaba alguna partida de mus en un bar próximo, de vez en cuando iba al cine o practicaba algún baile de salón en un local cercano con gente madurita, una vez al mes iba de putas ya que no tenía pareja, en fin todo normalmente aburrido hasta que se fue uno de los inquilinos y apareció ELLA.

Se llamaba María Antonia, pero prefería que la llamaran Marian, era una muñeca de metro sesenta y cinco, pelirroja, pecosa de ojos verdes y pelo hasta media espalda, generalmente recogido en una larga coleta, poseía un cuerpo delgado con pechos de tamaño mediano y caderas algo anchas que le hacían un culo alto y firme, tenía 19 años y una preciosa niña de 6 meses, el dueño nos dijo que debíamos dejarla en la habitación grande de matrimonio por el tema de ganar espacio para la cuna y los cachivaches de la niña; así pues el otro inquilino que se llamaba Juan y trabajaba en un Bingo, se tuvo que cambiar de habitación a la que estaba libre, afortunadamente este joven de 30 años trabajaba de tarde/noche, por lo que regresaba muy de madrugada cuando todos dormíamos, así que habitualmente se libraba de los lloros de la pequeña y dormía casi hasta mediodía como un lirón.

Eso me dejaba muchas horas libres para conocer mejor a Marian, supongo que fue mi figura paterna la que hizo que pocos días después tras ganarme su confianza, me contara su historia entre lagrimas y algún abrazo, la cosa no paso de ahí, pero al menos me enteré de su vida. Ella venia de una familia de clase media/alta, los padres suponían que estudiaba, pero en realidad su vida no era tan simple, fumaba porros y le daba frecuentemente al botellón, eso junto con chicos guapos y coches molones con la música a tope la excitaban, estando colocada y borracha había sido follada multitud de noches en portales, en esquinas que olían a pis, en multitud de asientos traseros y en alguna cama, esa mezcla de diversión alcohólica, excesos fumetas y sexo, le habían dado un premio en forma de una niña preciosa sin padre conocido.

La reacción de la familia fue pedirla que abortara, pero la pelirroja se negó; meses después tras nacer la niña su padre la echó de casa, pues la joven aun dando de mamar a su hija, seguía pegándole a los porros y bebía, aunque mucho menos que antes, Marian actualmente solo tenía como ingresos una pequeña ayuda social y la pequeña cantidad que su madre la ingresaba a escondidas, con todo y debido a sus vicios, la joven lógicamente, solía tener problemas para llegar a final de mes.

Mi consejo fue que dejara lo antes posible sus vicios y se arreglase, pues en la zona de urbanizaciones cercanas había muchos críos y podría conseguir un trabajo de niñera con relativa facilidad, ella me hizo algo de caso y mejoró su aspecto, cada día salía con su niña en el carrito y daba largos paseos por el parque cercano, a veces yo la acompañaba un trecho o me la encontraba de vuelta casa, al principio solamente salía por la mañana pero dos semanas después lo hacía también por la tarde, su aspecto mejoró, estaba más alegre y su piel pálida se coloreo un poco, supuse que la joven había tomado por fin el buen camino.

Habría pasado mes y pico cuando un día entrando en el bar para la partida de mus, me cruce en el zaguán con un amigo que salía, este me sonrió ampliamente diciendo:

– Oscar granujilla, ¡qué suerte tienes tío!

– ¿Por qué lo dices?

– Esa chica pelirroja que vive en tu casa ¡canelita fina!

– Sí que es guapilla y la pequeña es preciosa.

– No te hagas el tonto que ya sabes de que te hablo, me voy que tengo prisa y me espera la María, ya hablaremos.

Se fue dejándome asombrado, todo el barrio había visto a Marian y algunos vecinos cercanos incluso sabían dónde vivía, una pelirroja joven de 19 añitos de buen tipo y con una niña en un carrito, no pasa muy desapercibida, eso era lógico, pero este era el primer comentario picarón que escuchaba y quede algo mosqueado.

Al principio del mes siguiente vino Luis el dueño de la casa a cobrar la mensualidad, estuvo con la pelirroja en su habitación un buen rato, repitió la visita en la de Oscar donde solo estuvo cinco minutos y luego vino al comedor donde le di mi dinero, me dijo que pasaría una vez por semana a revisar como estaba todo, esto me extrañó pues tanto interés del casero no era habitual, se me hizo evidente que algo no estaba bien en mi ecuación mental, Marian no había encontrado trabajo, ni de niñera ni de nada, su habitación olía ligeramente a porro, durante la cena bebía más vino de lo habitual, además estaba renovando su vestuario, al principio pensé que habría traído otra maleta o sacado de las anteriores algo que no había visto anteriormente, pero la vista de varias etiquetas con precios en la basura me sacaron del error, el calor reinante trajo más cambios, la pelirroja salía ahora de paseo en deportivas y pantalón de deportes muy cortito, por arriba solía llevar tops o camisetas cortas algo ceñidas o de tirantes finos, estas siempre tenían anagramas o algo escrito en el pecho, supongo que para ocultar o al menos disimular sus gruesos pezones, ya que estos a veces rezumaban tras dar de mamar a la niña, algo estaba pasando y tome la decisión de seguirla para descubrirlo.

El primer día que la seguí a distancia no vi nada raro, Marian paseaba por el parque empujando el carrito, recorría los paseos de tierra y se sentaba ocasionalmente a jugar con la pequeña, de vez en cuando se juntaba con otras madres o niñeras y charlaban o reían, en esas ocasiones la pelirroja dejaba a la niña al cuidado de las otras y acudía al servicio público, me senté en otro banco apartado controlando su salida del edificio, este es una casamata de ladrillo con los dos accesos en su frontal (Hombres y Mujeres) naturalmente yo había entrado allí varias veces y sabia la disposición del masculino, un lavabo con espejo frontal, dos urinarios y dos retretes no demasiado limpios, tras estos había una ventana que daba a la parte trasera, esta era larga y estrecha pues recorría casi toda la pared posterior, se componía de varios cristales, estos tenían bisagra en su base y quedaban entreabiertos por arriba para facilitar la ventilación, por tanto era frecuente escuchar voces femeninas mientras uno se aliviaba sentado, yo jamás había entrado en el de mujeres pero suponía que solo cambiaría el número de cabinas y lavabos, Marian salió quince minutos después, su expresión era alegre y se había refrescado un poco pues tenía el pelo algo húmedo, antes de ella había visto un abuelito que conocía, me pareció que salía del váter de mujeres pero en aquel momento no le di importancia, ya que el hombre solo cambio de puerta entrando en el de hombres, por lo que supuse una confusión inocente.

La mañana se me hizo aburrida, ella conversaba y de vez en cuando cogía a la niña acunándola, después tras mirar el reloj anduvo hacia otra zona del amplio parque, se sentó en un banco con demasiados arboles rodeándola y saco uno de sus pechos para amamantar a la niña, me aparté durante un rato por vergüenza y la perdí de vista, la volví a ver caminando media hora después, cerca había a un tío de mediana edad haciendo footing con cascos y muy sonriente, yo tenía dificultades para ocultarme al caminar en zonas poco arboladas, además comenzaba a tener la sensación de ser un pervertido tras tanto rato espiándola, por suerte Marian decidió volver a casa y yo me metí en un bar a tomar algo, media hora después volví a mi hogar y comimos juntos, por la tarde llovía y no salió apenas de su habitación.

Deje que pasaran tres días antes de seguirla de nuevo, lejos estaba de imaginar lo que ocurriría aquella mañana, la joven llevaba su pantalón corto de deportes azul y una camiseta gris de tirantes con el anagrama de Queen en rojo sobre su pecho, ese día en vez de una cola larga, se había hecho dos largas coletas tras las orejas sujetas con gomas marrones, su pelo rojo y la cara pecosa de ojos verdes añadidos a su indumentaria y juventud, la daban una pinta muy excitante de colegiala picara.

El paseo se repetía como la primera vez, todo normal, paseo, banco, paseo, charla etc. Serían las once y media cuando llegamos a las proximidades de la casamata de los servicios, Marian conversó un rato con las otras mamás, intuí que al igual que el otro día, dejaría a su hija a su cuidado y seguidamente se dirigiría al váter, pero esta vez yo me había adelantado, sabiendo o más bien intuyendo que lo haría, mientras la pelirroja hablaba con las otras madres, entré en el servicio de mujeres comprobando que estaba vacío, allí había dos lavabos y tres cabinas con sus correspondientes cajas para tirar compresas, quite el papel higiénico de dos de ellas y lo dejé solo en la más cercana a la pared que daba al servicio de hombres, de un vistazo comprobé que la ventana común estaba entreabierta y por allí podía escuchar todo lo que ocurriese; salí pasando al de caballeros y me senté en la cabina que daba a la pared de separación, sacando el móvil del bolsillo lo prepare para grabar, ahora todo estaba dispuesto, en cuanto escuchase su voz lo acercaría a la ventana asomándolo un poco y grabaría lo que ocurriese.

Marian entró en el servicio, reconocí sus familiares pasos y escuche su voz:

– ¡Vaya no hay papel! Aquí tampoco, ah aquí sí, pues este valdrá.

Escuche gemir la puerta paro no el ruido del pestillo, instantes después sonaron pisadas de hombre y la juvenil voz de la pelirroja diciendo:

– Aquí José, vamos entra –escuché la puerta cerrándose y correr el pestillo.

– Joder rojita, hoy pareces más joven y guapa, te sientan muy bien las coletas.

Reconocí la voz, el José era otro prejubilado mayor que yo, este siempre había tenido fama de putero, puse el móvil a grabar y de puntillas lo asomé un poquito por la ventana de comunicación, por suerte el teléfono es blanco y no destacaba demasiado del color de la pared, si no salía bien la imagen al menos tendría la voz.

– Gracias abuelito, ¿Qué va a ser hoy?

– Un polvito rápido guapa, pero me tendrás que fiar un par de Euros pues no me llegan.

– Pues pide otra cosa, yo no fio y sabes las tarifas 10 pajilla, 15 tetas y 20 boca, el polvo 30 y el anal 40.

– Vamos rojita se buena, solo me falta lo del café que tomé esperándote, la semana que viene te lo doy, lo prometo.

– Humm… vale porque eres habitual, pero si me chuleas paso de ti para siempre, una y no más santo Tomas.

– Que buena eres guapetona, toma el dinero van 28 Euritos.

– Vale gracias, ¡a ver sácatela! Creo que será mejor que te quedes quieto mientras te la acabo de poner tiesa, luego te sientas en la taza y me siento encima ¿vale?

– Si cariño dale bien, hoy estás muy guapa.

Vi la grabación más tarde, pero la contaré ahora para no romper el ritmo del relato. María estaba sentada pajeando la polla del hombre, se la chupó brevemente para conseguir la erección máxima y rápidamente se levantó, intercambiando el sitio mientras se quitaba los pantaloncitos y el tanga, José se había bajado los pantalones hasta las rodillas, esperando con la verga tiesa a su atractiva amazona pelirroja.

Marian se le vino encima tras pasarse dos dedos mojados de saliva por el coñito, le monto a horcajadas sentándose despacio sobre su polla, el tío la tocaba los pechos gimiendo mientras entraba en la joven, ella se abrazó un instante al hombre, pero comenzó a rotar las caderas y dar saltitos, en la estrechez del cubículo resonaban los suspiros de ambos, Marian se subió la camiseta y José chupo sus tetas ofrecidas, los movimientos pélvicos aumentaron así como los gemidos, ella levanto la cabeza con los ojos cerrados y la boca entreabierta, a través del móvil he visto muchas veces esa escena desde entonces, la pecosa Marian gozaba intensamente de la penetración, el hombre culeando intentando meterse hasta el fondo y la joven saltando encima, agitándose sobre él y basculando las caderas con frenesí, luego un gemido largo de ella, un grito sofocado del abuelete contra las tetas de la pelirroja anunciando su propia corrida, ambos se quedaron quietos un instante.

Retiro el móvil, no quiero que me descubran, escucho movimientos e imagino que estarán sacando el condon y recomponiendo sus ropas, salgo de mi cubículo y me alejo sentándome en un banco, estoy cachondo pues solo he oído lo ocurrido, ahora saco el móvil y puedo verlo mientras espero, ¡es la hostia! Tras el primer minuto de visionado tengo una erección total, no me recuerdo tan tieso desde que tenía 16 años, el cuerpo de la joven me pone mucho y su primer plano, con la bonita cara pecosa gozando casi hace que eyacule ahí mismo.

Me contengo con esfuerzo y guardo el teléfono, miro a los abuelitos, a los árboles, los pájaros y la hierba verde y ondulante, sigo empalmado, intento pensar en las musarañas, en coches, hasta en la velocidad de caída de las hojas desde los arboles al suelo, ¡todo inútil! sigo empalmado.

En el ínterin Marian ha salido y recogido a la niña, ahora camina por una vereda empujando el carrito, va sonriente luciendo su cuerpazo recién corrido, yo la sigo a distancia pero no lo tengo fácil, verla follándose a alguien ha hecho que logre la mítica erección de Duracel, si esa que es dura y que dura y dura… en estas condiciones se me hace difícil mantener la discreción y no llamar la atención, una cincuentona me ha dicho algo bajito mientras se lamia los labios al pasar a mi lado, los culos movedizos y las tetas saltarinas de dos chicas haciendo footing que pasan cerca no me ayudan a calmarme.

Un rato después y aun empalmado, veo dirigirse a la pelirroja al sitio aquel del primer día, el rodeado de arbolitos donde dará de mamar a la niña, es mi oportunidad de relajarme así que me adelanto por un lateral, ocupo un sitio oculto tras un árbol, desde donde veo el banco que ocupara y me bajo la cremallera, la perspectiva de pajearme viendo sus tetas no me mola mucho pero es lo que hay.

Marian se sienta sacando a la niña del carrito, la deja en el banco y cambia sus pañales, utiliza toallitas húmedas para limpiarla y después los usa en sus manos, el paquete oloroso va a la papelera y la joven tras sentarse de nuevo se pone la niña en el regazo, levanta la camiseta por un lado y da la teta a la criatura, he visto la escena avergonzado aunque excitado, la contemplación de su pecho me enardece pero la imagen de la niña alimentándose me corta, decido irme sigilosamente sin hacer nada, apenas doy dos pasos cuando una figura llega al lado de la pelirroja.

Reconozco al tío de mediana edad del otro día, me vuelvo a ocultar y saco el móvil, debe tener cuarenta y muchos años, mide metro setenta y es calvo, lleva pantalón de ciclista y camiseta oscura, se para de pie ante Marian quitándose los auriculares de la cabeza y dice:

– ¡Hola rojita! Ya veo que me has hecho caso y llevas coletas.

– Si Miguel ya sabes ¡el cliente manda!

– Me gustas mucho así con ese aire de jovencita picarona y guarrilla.

– Gracias, ¿Qué va a ser hoy?

– Una mamada guapetona, quiero ver tu carita pecosa salpicada de crema.

– Vale pero deberás esperar un poquito a que acabe con la pequeña.

– ¡Está bien, aunque llevo algo de prisa! –replico Miguel.

Marian acabo de dar el pecho y metió a la niña en su carrito, volvió a sentarse y tras beber un trago de agua miro al maduro diciendo:

– ¡Vaale pesado, ya está! Sácala ya y empecemos.

Había puesto el móvil a grabar, la conversación me había molestado pero decidí no intervenir, quería saber hasta dónde llegaría Marian en su nueva profesión como puta; el tal Miguel bajo un poco los pantalones y saco su polla de tamaño medio ya dura y dio un paso al frente, el banco y los arboles formaban una C algo apartada de la vereda, el hombre daba su espalda a la abertura y tapaba el banco con su cuerpo, nadie podría ver lo que ocurría sin acercarse, excepto yo que por suerte me ocultaba entre los árboles y grababa la escena.

La polla estaba a centímetros de la boca de Marian, pero esta no se movió hasta recibir los billetes en la mano, los guardo en su pantalón, tomo las pelotas de Miguel en la zurda atrayendo el cimbel a sus labios, vi su lengua salir al encuentro del glande y recorrerlo, el hombre suspiró bajito y tomó las coletas rojas en sus manos, luego dio un impulso entrando en aquella boca juvenil, más que mamada lo que ocurrió fue una follada oral, aquel tío era bastante brusco, veía su nabo entrando y saliendo sin pausa de la boquita abierta, la pelirroja gemía dejándose hacer con los labios formando un circulo y su saliva cayendo desde la barbilla, durante un instante todo paró, la joven había dado un apretón en las pelotas del hombre para sacarse la verga y respirar, escupió un borbotón de saliva y volvió a meterse la polla más suavemente, ella rodeo las nalgas masculinas con su brazo derecho e imaginé sus dedos en la raja del culo de Miguel.

El vaivén siguió más suave al principio, el hombre jadeaba de placer aunque no demasiado fuerte, Marian oscilaba lateralmente la cabeza, supuse que presionando con los labios y dedos, revolviendo la lengua contra aquel cabezón que mantenía dentro de su boca, debía ser la hostia del gusto porque vi como el tipo doblaba ligeramente las rodillas, se recuperó entre suspiros reanudando el vaivén oral tirando ligeramente de las coletas, veía las mejillas hundirse o engordar en cada vaivén, tras una serie larga de caderazos rapidos el maduro volvió a jadear, hasta que de repente se quedó muy quieto estirándose y gimiendo, imaginé un dedo diestro de la pelirroja presionando el ano masculino, mientras su polla enviaba oleadas de esperma a la garganta de la pelirroja, esta intento tragar pero acabo sacándose casi totalmente la verga y cerrando los ojos, Marian dejó que acabara de escupir su placer en sus labios y mejillas, su zurda ayudaba pajeando a que la descarga fuera total.

Vi como la lengua salía de su boca arrastrando hilillos blancos, Marian lamio la verga menguante sin prisas, la piel de sus mejillas brillaba húmeda, los ojos de Miguel no se apartaban de aquellas facciones pecosas salpicadas de semen, un minuto después tres limpiarse con un pañuelo tendio otro a la pelirroja y poniéndose bien la ropa dijo:

– Me gusta verte así salpicada y caliente.

– Sé que te gusta o no lo pedirías guapo, ¿Cuándo quedamos?

– En tres días, lo normal –respondió Miguel.

– ¿Alguna petición especial?

– No, ven como siempre con coleta, pero esta vez te echare un polvo ¿podrás?

– Si, pues aún no me toca el mes, me vale.

– Bueno chata me piro, espero que esta recarga de leche te venga bien.

– Tranquilo que alimenta, no es la primera que trago.

– Adiós guapísima, te veré en tres días a esta hora.

– Adiós Miguel.

El hombre se alejó corriendo con los cascos puestos, Marian había acabado de limpiarse la cara, sintió algo húmedo en la ropa y miró, era la mezcla de semen y saliva que había caído de su boca, vi su joven cuerpo estremecerse inclinando la cabeza, la joven se quedó mirando al carrito donde reposaba su hija adormilada.

Me aleje sigilosamente del lugar, la erección había durado todo el rato, casi me había corrido contra el árbol, pero aquella sensación de tristeza me enfrió de golpe, ¿Qué hacer, que decir, que pensar? Me sentía confuso pensando en la joven, ahora entendía su vuelta al alcohol y los porros, intentando olvidar lo puta que era por las mañanas y buena madre el resto del día, seguramente se sentía agobiada por problemas económicos y esta era la consiguiente salida fácil, ¿debería decir algo o actuar como uno más y tirármela sin historias? Yo no podía ayudarla económicamente, la chica merecía alguien mejor y más joven que la asegurase el porvenir, hecho un mar de dudas me aleje rumbo a casa, dejaría que el destino decidiese.

Continuara…

Tras la estupefacción por la retirada de la version original de este relato, decidí rehacerlo de acuerdo a las normas de la página, lamento si alguien se sintió ofendido por la corta edad de Marian (17 en la versión original, 19 en la actual) recomiendo que pongáis la cifra a vuestra elección, también me disculpo por la escena de la felación con la niña en brazos, tal acción solo pretendía cargar esta escena de morbo, repito mis disculpas pues no pretendía ofender o molestar a los lectores.

Para la protagonista me pareció oportuno presentar a una jovencita de hoy, como muchas de las que se ven en cualquier calle de cualquier ciudad, algunas haciendo cosas en público de las que los mayores nos avergonzamos, lamentablemente este relato solo da una idea de cómo podría ser el futuro de alguna de estas muchachas, ojalá me equivoque.

También espero que la persona que denunció mi relato, muestre el mismo celo con otros autores, que bajo la excusa de dominación u otras categorías, insultan repetidamente y propinan tratamientos vejatorios (espero que solo escritos) contra el bello sexo femenino; salta a la vista que las asociaciones feministas y el ministerio de igualdad para la mujer, no los leen.

Bien amigos lectores, otro capítulo piloto de una serie, vuestros comentarios e ideas así como el número de lecturas decidirán su continuación.

Sé que el principio se puede hacer espeso, pero es bueno conocer a los personajes al principio, para luego ir directos al grano en los demás capítulos, las historias solo comienzan aquí, esta Mamá aún debe darnos algunas sorpresas morbosas, aunque anuncio que alguna escena “fuertecilla” ya ha sido tirada a la basura tras el reporte, pero Marian se lo montara tanto con gente joven como con los abuelitos del parque.

¡SED FELICES!

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