
Llevaba varios meses en casa de mis padres, mientras mi compañero estaba en Ecuador. Como siempre, mi madre no cesaba de criticarle cada día, y repetirme que no era bueno que estuviese sola, hasta que un día me presentó a José, el hijo de unos amigos de ellos, que pasaba allí las vacaciones con su mujer y dos hijas.. Todo normal, sino fuera que mi madre hace siempre todo con segundas y hasta terceras intenciones, y que odia a mi pareja.
A partir de ese día, mi madre cambió sus hábitos y a diario me enviaba a hacer compras a Santoña, distante una docena de kilómetros, y diciéndome se había puesto de acuerdo con José, para que me llevase en su furgoneta, lo cual le daba ocasión para acompañarme durante un par de horas cada día, poniendo en juego, en cada ocasión, todas sus habilidades para conquistarme. Después ya no fueron las compras el pretexto, para que no me aburriera estando sola y sin amistades, vendría por las tardes, durante la ausencia de su mujer e hijas, para llevarme a pasear, o a una playa para tomar un baño, primero a la de Los Franceses, playa familiar y tranquila, más tarde a la de Ajo, grande, solitaria y discreta, al punto que en ella se practicaba el nudismo.
Al terminar la reunión, él me acompañó hasta la casa de mis padres. Acompañarme no es la palabra exacta, lo que hizo fue llevarme en brazos hasta el mismo portal, sin consideración a que pudieran verme en sus brazos sabiendo todo el mundo que yo tenia pareja. El hecho de llevarme en sus brazos, lo había aprovechado desde el primer momento, puesto que una de sus manos la había colado por el escote de mi blusa y con ella agarraba firmemente uno de mis pechos, que no abandonó durante todo el camino sin que yo le pusiera impedimento alguno, antes de dejarme en el suelo en el portal de la casa, me dio un beso en la boca como despedida, beso al cual respondí mientras dejaba que abriera por completo mi blusa y me acariciase. Recorrió con sus manos todo mi cuerpo y ya no hizo proposición alguna, se sentía el dueño del terreno y yo todo se lo permitía, no solo eso, mi cuerpo entero reclamaba sus caricias, hasta el punto de que, si lo hubiera querido, me hubiera poseído allí mismo, pero solo fueron sus dedos los que me penetraron, cuando yo deseaba su polla dentro de mi.
La piel se me erizaba y no pude resistir la tentación de echar mi cuello hacia un lado y ofrecerle esa porción de piel que tengo tan sensible. Sus labios aprovecharon la oportunidad y jugaban con la piel que yo ponía a su disposición.
Sus manos volaban alrededor de mi cintura y una de ellas se aventuró a subir hasta mi pecho mientras la otra bajaba por mi vientre y sus dedos traspasaban la cinturilla de mi falda.
Gire mi cara ansiando el contacto de su boca en la mía, sus labios se posaban despacio en los míos y poco a poco apretaban y se abrían dejando paso a su lengua que ya peleaba por entrar y la mía salía en su busca, me gire del todo y me apretaba contra su boca saboreando su aliento perdiéndome totalmente en la sensación que me daba su beso.
Mis dedos acariciaban su pelo y sus manos palpaban ya por debajo de mi cintura apretando mi pelvis contra la suya, haciéndome sentir como su miembro se endurecía y luchaba por salir de su pantalón.
Me deseaba, le deseaba, nos deseábamos. Queríamos sentir una y otra vez el placer de estar tan cerca que el olor de nuestras pieles se mezclara y solo quedara un olor impregnando la habitación, olor a sexo…
Bese sus labios su cara, su cuello, mi lengua se aventuraba en sus orejas, sin poder evitarlo le daba mordiscos. Mis manos desabrocharon su camisa le pegué a la pared y me deslice besando y acariciando su pecho, me entretenía en sus pezones mientras mi mano buscaba aquel bulto que había sentido tan cerca hacia unos instantes.
Su polla apretada en su pantalón, la cremallera casi reventaba, me agache y se la baje con los dientes despacio mientras el no dejaba de mirarme. Baje su cremallera pero no saque su miembro quería verlo sufrir un poco más, ni siquiera lo toque y me levante de nuevo para besar su boca.
Él me empujo contra la pared y su pasión se desató. Casi me arranco la camisa y sus labios se posaron en mis pezones sus manos subían por mis muslos y sus dedos traspasaban ya la goma de mis húmedas braguitas. Podía sentir sus dedos jugando con mis labios, empapándose con mis jugos.
Seguimos acariciándonos, rodando, empujándonos por las paredes del pasillo hasta llegar al salón. Me sentó en sus rodillas mientras yo le terminaba de sacar su camisa, Me puse de pie en frente de él y cogí su mano como si fuera la mía acariciándome pasándola por mis piernas, por mi trasero, bajándome las braguitas,
Le ayude a quitarme la falda y me quede desnuda frente a él, volví a coger sus manos y mientras con una acariciaba mis pechos metí la otra entre mis piernas masturbándome, empujando levemente sus dedos guiándolos hacia mi agujerito pero sin llegar a meterlos, deleitándome con sus manos como si fueran las mías y el no dejaba de mirarme.
Aun llevaba los pantalones puestos, así que me agache entre sus piernas y le ayude a deshacerse de ellos allí estaba su desafiante polla pidiéndole clemencia a mis manos y a mis labios. La cogí con una mano y pasee la punta de mis lengua por su glande sin bajarle la piel, mientras él intentaba ir más allá. Pero mis manos lo sujetaban prohibiéndole moverse, mi lengua seguía jugando en su punta y a lo largo de ella sin consentir bajar su piel ni un milímetro. Después la metí toda en mi boca aun sin mover su piel, sus caderas se movían locas intentando conseguir el movimiento, pero yo seguía resistiendo.
Puse mis labios en la punta y apretando levemente comencé a bajar la piel dejando que entrara poco a poco en mi boca, podía escuchar sus suspiros agradecidos pidiéndome más y más… Bajaba y subía por aquel tronco mientras mis dedos jugueteaban suavemente con sus testículos. Me dispuse a darle un ritmo más excitante a la mamada, ayudándome con una mano apretando su polla subiendo y bajando su piel a buen ritmo y dejando que mi saliva se mezclara con sus jugos.
La expresión de su cara lo decía todo, le lleve casi hasta la cima y pare en seco, volviendo a besarle en la boca.
Mientras estimulaba mi clítoris sus dedos empezaron hurgar en la entrada y yo empujaba, y me frotaba ansiando sentirlos dentro de mí, primero uno, apenas la puntita y poco a poco fue metiéndolo entero, después el otro, yo ya estaba a punto de correrme así que cogía su cabeza y tiraba de su pelo intentando compaginar las embestidas al ritmo que necesitaba y así sentí crecer el orgasmo dentro de mi hasta que estallo violentamente con su deliciosa boca y sus dedos dentro de mí.
Me permitió un minuto de descanso mientras subía besando mi vientre, mis pechos y mi cuello suavemente hasta posar sus labios en mi boca. Sus caricias fueron despertando mis ganas de nuevo, ahora quería sentirle dentro de mí. Bajo su mano a mi entrepierna comprobando las condiciones y metiéndose entre ellas comenzó a tocarme mientras pasaba su puntita por los pliegues de mi vagina. Poco a poco metía la punta, se quedaba quieto y volvía a sacarla, repitió esto varias veces creándome una expectación apenas soportable con la idea de que en pocos instantes la tendría toda dentro de mi.
Cada vez entraba un poco más y yo no podía resistir la tentación de empujarle hacia mí, quería tenerle dentro y cogerle el trasero, rodearlo con mis piernas para que no se pudiera escapar. Por fin me la metió entera y me cabalgaba mientras no dejaba de besarme, me encantaba ver su cara mientras se movía buscando mi placer y el suyo
Nos giramos y quede encima suyo, no podía parar de moverme de frotarme contra él, sus manos agarraban mi cintura y acompasaban el ritmo, me deje echar un poco hacia atrás y pude volver a sentir como crecía dentro de mi esa sensación indescriptible de cuando sabes que va a suceder de nuevo, y sucedió….quede rendida tumbada sobre el por unos instantes. Pero enseguida recupere el aliento y estuve dispuesta a hacerle chillar tanto que los vecinos tuvieran bien claro que es lo que estaba pasando.
Le dije que se sentara y abrazada a él me movía mientras no dejaba de besarle cortando su aliento, mis piernas le rodeaban y apoyándome en los brazos me eche hacia atrás para que aparte de sentir pudiera disfrutar de la vista
Su respiración se aceleraba con cada embestida y su ritmo también, cuando creí que era el momento le tumbe de nuevo y me puse en cuclillas moviéndome violentamente mientras acompasaba sus sacudidas, su cara se tensó, su músculos, su vientre todo su cuerpo, el sudor empapaba su frente y arqueándose empezó a correrse mientras sus suspiros subían de volumen, unos segundos y su cuerpo se relajó debajo de mi
No me moví durante unos minutos dejándola dentro, dejándole disfrutar de esos escasos minutos de semiinconsciencia, tumbada encima suyo y dejando que el sueño y el cansancio acudieran a mi cuerpo, me deslice a su lado y nos quedamos dormidos abrazados.
Estaba ya bien avanzada la mañana cuando me despertó el sentir que su verga buscaba mi vagina, le sentía a mi espalda tratando de metérmela de nuevo, y no le fue difícil, aún estaba empapada con sus múltiples eyaculaciones, sin embargo no estaba satisfecho con lo que tenía, quería mucho más, así que se retiró de mi para buscar mi culo. Nunca me ha gustado hacerlo así, pero algo me impedía de nuevo rebelarme y él lo sabía, sin hacer otro gesto qué de entrega, me pegué más a él, hasta que sintió mi ano con la punta de su verga. Me agarró fuertemente de mis senos y empezó a presionar con fuerza, el hecho de que hubiera previamente humectado su verga facilitó las cosas, y al cabo de un momento sentí como empezaba a penétrame. Sentía dolor y al notarlo, se detuvo en su movimiento, sin tratar por ello de retirarse, suavemente inicio de nuevo el movimiento y ya más relajada pudo meter su polla entera; a partir de ese instante, aceleró a tope su vaivén, mientras con sus dedos jugaba con mi clítoris, y en muy pocos minutos llegamos a un orgasmo violento.
Por la noche sonó el timbre de la casa y mi madre, muy cómplice, me dijo que era José que me esperaba abajo, que quería que bajase totalmente desnuda bajo mi poncho rojo. No lo impidió la presencia de mi compañero, con el cual desde luego bajé y se lo presenté a José, cuyo disgusto fue bastante evidente, y solo cambió su grosero talante cuando se dio cuenta de que yo había obedecido su orden y estaba totalmente desnuda bajo el poncho; varió completamente su actitud e insistió en invitarnos a uno de los muchos pub’s que conocía. Tuve que insistir yo misma ante mi compañero, cuyo cansancio era evidente, pero nos sentamos en un rincón bastante oscuro del local, teniendo a cada uno de un lado y de modo totalmente diferente, a mi izquierda mi compañero y el poncho totalmente cerrado para que no se diera cuenta de mi desnudez, él a mi derecha y el poncho bien abierto, con sus manos entre mis piernas y agarrando mis tetas. Muy cortés pidió permiso a mi compañero para invitarme a bailar y nos perdimos en la oscuridad de la pista y no para bailar, sino para meternos en un reservado vacío y totalmente a oscuras, en el que me quitó el poncho, lo tendió sobre el suelo, a mi sobre la tela y él entre mis muslos en un comienzo, aunque en seguida ponerme a cuatro patas y meterme su polla por el culo hasta vaciarse en mi interior. Después volvimos a la mesa pero ya con un ambiente enrarecido hasta el extremo de que le sentí decidido a contarle a mi compañero lo que acabábamos de hacer en la oscuridad, no solo eso, antes de pronunciar una palabra abrió el poncho para que mi compañero, y toda la gente que estaba alrededor, pudiera comprobar que estaba totalmente desnuda bajo él. Salímos inmediatamente del local, regresamos a casa y cuando subimos, mi compañero me preguntó la causa de una situación tan desagradable. Le expliqué todo, desde el primero al último detalle, para hacerme al final una única pregunta, a quien quería de los dos, y también me escuchó la evidente respuesta, te quiero a ti, le dije, y a partir de ese día se acabó la influencia de José.
Sin embargo, los dos estábamos equivocados, dos o tres días después él se marchó a la Capital para buscar trabajo, y nuevamente me quedé sola en casa con mis padres, minutos después hizo su aparición mi madre acompañada de José, discutimos y cometí el error de mantener su fija mirada, comenzó de nuevo la misma sensación de mareo que había tenido tantas veces antes, entre brumas le oí decir que me desabrochase la blusa que llevaba, y mis manos fueron incapaces de otra cosa que hacer lo que decía, como una autómata lo hice aun dejando el sostén, se levantó y vino hacia mí para arrancarme violentamente toda la ropa, me ordenó levantarme, apoyarme sobre el respaldo del sofá, para ponerse tras de mí y sacando su verga sodomizarme con extrema violencia, mientras veía como mi madre, desde la puerta del salón, nos observaba sonriente. Cuando al fin se corrió no me dejó asearme ni vestirme, tan solo coger el poncho y ponérmelo por encima, para salir, casi corriendo de la casa, antes de que regresara mi padre.
Montamos en la furgoneta que arrancó con la misma violencia con la que condujo todo el camino, hasta detenerse ante un bar de putas que él conocía. Entramos, y nada mas hacerlo, me ordenó que me quitara el poncho para que todos me vieran desnuda. Me poseyó allí mismo, contra la barra del bar, y no contento con ello, se dirigió a los presentes para decirles que podían follarme todos y cada uno. No sé cuántos lo hicieron, aquello fue una sucesión de vergas entrando y saliendo de mi sexo, para después encontrarme de nuevo en la furgoneta que mas tarde detuvo ante las puertas de su propia casa; subimos a ella y llamó a grandes voces a Ana, su esposa, que al momento apareció asustada, me despojó del poncho y al mismo tiempo desgarró por completo el escote de la blusa que vestía ella, dejándonos a mi desnuda y a ella con las tetas al aire, nos dijo que desde ese momento éramos suyas, que haríamos todo lo que a él le apeteciese, y como prueba, allí mismo la hizo desnudar a ella y la penetró con saña, por la vagina, el culo, el culo nuevamente, la vagina, la boca, nada dejó sin penetrar, y después me tocó a mi, me hizo acostar sobre el suelo, al lado de Amalia, pasaba de una a otra, del culo de ella a mi vagina, de mi boca a la suya, y nada dejó sin llenar de semen.
Durante algunos meses siguió haciendo de mi lo que le apetecía, venía a mi casa en cuanto salía mi compañero y yo tenía que abrirle la puerta totalmente desnuda, sabía que en la casa no vivía nadie mas que nosotros; me poseía como y cuando quería, me hizo fotos desnuda, follándome en la playa, en plena calle, fotos que Ana debía hacernos cuando él estaba en acción conmigo. Uno de sus placeres consistía en que fuéramos a un bar cualquiera, o una cafetería y una vez allí, iba desabrochando mi blusa, o haciendo bajar los tirantes de mi vestido hasta descubrir mi pecho y, ante todos, comenzar a apretarlos con sus manos, era su manera de lucir su machismo ante el mundo, haciendo ver que era suya. Estuvimos tres días en un hotel, para lo cual mi madre montó la escusa de que estaba en cama y yo debía ayudarla en su casa. Fueron tres días follando sin parar, llegó a llamar a un camarero haciendo que yo le recibiese desnuda, le dijo de pasar y cuando lo hizo le invitó a follarme y, mientras lo hacía él se masturbaba.
Todo siguió así durante meses. Mi pareja seguía ignorante de todo, hasta que, por puro azar, le pilló un día vanagloriándose de lo que me hacía, y mostrando las fotos que me había hecho desnuda. Le enfrentó ante todos sus amigos y le obligó a destruir fotos y negativos, a confesar que se valía de la hipnosis para conseguir mujeres, le dejó en un ridículo absoluto, rechazado por todos y así fue como terminó la historia, aunque durante meses necesité de ayuda para salir completamente de los efectos de su hipnosis, aún hoy y de vez en cuando, me sobrevienen deseos compulsivos, pero esta vez son totalmente controlables y controlados.
Que felicidad, ¡volviste! Por cierto que tengo una duda contigo. Ya sabes que no me fío mucho de las conciencias de nadie, pero, es que mi propia conciencia tiene envidia de mi?