Madrugada con lluvia, peor mezcla, imposible, al menos para Alicia. Sobretodo si la fiesta con sabor punk rock de donde venía, se trataba de una al aire libre (para el público) Lo único que le pasaba por la mente era quitarse tan pronto pudiera las ropas roqueras y mojadas que vestía. Para ello, la diecisieteañera atravesó la sala de su hogar con relativa velocidad, a fin de no despertar a sus padres ni mucho menos al mocoso de su hermano, quien probablemente pegaría un grito al cielo si la veía venir con su aspecto de muerte; maquillajes color negro corroídos por su rostro junto al pelo lacio, la camisa mojada (y ajustada) con el dibujo de Joey Ramone sonriéndole a la nada, las pulseras con tachas, las botas… y el mordisco morado que latía y latía en su cuello.
Por un instante, Alicia frenó su marcha hacia su habitación para tocarse la herida de guerra, y dicha marca tenía dueño, nombre y apellido; Javier Fernández. Una sonrisa. Recordó cómo el chico la separó del gentío para llevarla hasta un lugar apartado para besarla y algo más, lamentablemente para el muchacho nunca fueron tan lejos como él hubiera deseado. Pero Alicia sonreía porque él tenía un parecido genial con su eterno ídolo, padre, dios, puto amo, maestro y creador del punk; Joey… Joey Ramone, el mismo que sonreía a la nada en su camiseta mojada. “Sólo faltaba él” pensó ella. Sólo faltaba Joey para coronar aquel concierto casi inolvidable en tributo a The Ramones, un concierto tan fuerte como para romper huesos y quebrar cabezas. Si sus padres supieran…
Oyó unos pasos, giró con el corazón latiéndole terrible hacia la sala. “¿Papá? No… no, no puede ser, es imposible levantarlo temprano, a estas horas no va a ser él“. Sin saber dónde esconderse, ni mucho menos sin saber qué excusa dar, Alicia se limitó a quedarse quieta esperando que el regaño no fuese tan cruel.
Si es mamá… ¿cómo le explico que no fui a estudiar en lo de Mara? ¡La muy desgraciada, me prometió que no había problemas si me quedaba a dormir con ella luego del concierto! Pero no, no, no… ella tenía que ligar con el primer calentón que se nos topara, dejándome sola.”
Otros pasos. Si era su hermanito, no habría salvación, probablemente la confundiría con uno de los zombies que el pequeño mataba todos los días en su habitación y gritaría por toda la casa. “Si es el friki, al menos lo puedo hacer desmayar de susto… ¿Tengo que pasar por esto? Cuando pille a Mara el lunes, la mato. ¿Acaso creyó que unos “perdóname Ali” la iban a salvar? ¡Lo dicho, maldita!
Tronó terrible un relámpago que casi la hizo gritar del susto, se llevó la mano a la boca, intentando tranquilizarse, intentando preparar un plan para salvarse “A ver, que si me tiro bajo el sofá no me pilla ni Dios… aunque si me descubren… vaya, no me salva ni Dios.. si es que existe… y para mí va a ser que no.”
Y otro relámpago iluminó la sala, fue cuando todo el nerviosismo acumulado terminó desapareciendo, el causante de los pasos no era sino…
– ¡Liam! Shhh… si te atreves a ladrar como poseso, te mato… – dijo apuntándole con el dedo.
El enorme dálmata se paró con sus dos patas traseras para recibir a su ama. A Alicia le costó equilibrarse con el tremendo perro posando sus patas delanteras sobre sus pechos, pero con calma logró sostenerlo.
Cada vez que lo veía solía recordar a la gente que le corregía cuando le preguntaban sobre la edad del perro. Alicia respondía cuatro pero los demás le indicaban que debía multiplicarlo por siete para traducirlo en “edad humana”… el perrucho tenía cuatro, jamás encontró motivo sensato para multiplicarlo, era perro, no un hombre, más allá de que su nombre era algo inusual para su especie.
– Ah, no señor. ¿Recuerdas cuando me solías tumbar fácilmente para comerme a lengüetazos? En esa época tenía doce y no tenía la fuerza de hoy. Así que ponte a cuatro y vete a oler el sofá o algo… perro jodido.
Soltó las patas, y mirando nuevamente en los alrededores de la sala, fue dirigiéndose hacia su habitación. Entró, prendió la luz sin siquiera cerrar la puerta, la ropa le molestaba tanto que lo único que tenía en mente era quitársela. Al instante se retiró el sonriente Joey Ramone y lo lanzó sobre la cama, cayendo justo sobre el montón de ositos de peluche, su mochilita que llevaba las ropas de niña-buena que usó al salir de casa, y que también contenía un par de latas de cerveza que había comprado mas no atrevido a bebérsela, lo lanzó al suelo para posteriormente retirarse las botas que, al igual que su pulsera, tenía tachas adornadas.
Tomó la caja de cigarrillos que estaba escondida en su mesita de luz, prendió uno y se lo llevó a la boca… siempre la ayudaba a pensar mejor, y esa noche más que nunca las necesitaba para encontrar una excusa sensata que convenciese a sus padres. Se miró en el espejo y no pudo evitar fijarse en la mordida del cuello, ¡cuánto excitaba rememorar las manos del muchacho magreando su culo mientras la lengua recorría todos los rincones de su boca! La opción de autosatisfacción no le caía mal para cerrar la noche, sólo faltaría Joey Ramone… nada que la imaginación no pudiera solucionar.
Un relámpago la hizo volver en sí, la puerta tras ella aún no estaba cerrada. Giró así como estaba, con los pechos al descubierto, descalza, mojada, sólo con la falda y con su aspecto de muerte, contempló a su mascota viéndolo de frente.
– A ver, ¿no te había dicho que te fueras? Ya, ya, sé que no me entiendes un ápice pero deberías al menos deberías comprender el tono con el que te lo digo, ¿no? ¡No me mires así, hipócrita!
Quiso espantarlo como siempre, aunque entendió que el perro aún no se acostumbraba a dormir afuera de la casa, si desde cachorro compartió cama con Alicia.
– Mira perrucho, como que afuera llueve y supongo que a mamá le dio por dejarte entrar en la casa… ¿pero ahora quieres dormir en mi cama? ¿No te parece que estás abusando? ¡Y deja de mirarme como si te fueras a morir de hambre! No me vas a convencer con esa estrategia sicológica barata, listillo…
Otro relámpago, con el pie quiso moverlo hacia fuera, pero el animal era demasiado grande para ceder. Otro relámpago, Alicia desistió, se volvió hacia su mesita de luz para matar el cigarrillo en un improvisado cenicero (la radio), utilizó brevemente un spray para disimular el olor a cigarro, y al cabo de un rato, puso ambas manos en la cintura, con los pechos al aire brillando ante otro relámpago, mascullando entre dientes:
– Ya me vale, perrucho del demonio, por esta noche te quedas conmigo…
Una noche de autosatisfacción con sabor punker quedó truncada. Alicia no tuvo otra alternativa que caer tumbada sobre la cama, aún no se le ocurría un pretexto para explicar a sus padres sobre el porqué no se quedó a dormir en lo de su amiga, ¿tal vez “sus padres pelearon y le incomodó quedarse”? No, sus padres conocían a los de Alicia, jamás se lo creerían, y de ser así, se inmiscuirían sólo para descubrir que era mentira.
Liam, mejor dicho, la lengua de Liam la sacó de sus pensamientos, clavándose, hundiéndose con la tela de su tanga dentro de sus carnes íntimas. Por unos segundos Alicia orbitó los ojos, le temblaron los labios y un cosquilleo con sabor eléctrico le recorrió el cuerpo desde su entrepierna por unos segundos… por unos segundos que murieron cuando se dio cuenta que su perro lamía en donde no debía.
– ¡Aléjate! – “gritó” susurrando, apartándose, aferrándose a sus sábanas y lanzándole un par de peluches que tenía en el escritorio. – ¡¡¡Asco, bizarro, perro pervertido!!!
Por un momento pensó en abrir la puerta y expulsar a Liam a peluchazos, pero la sensación de calentura que le había dejado el chico de la mordida, más aquellos segundos eléctricos la dejaron con un excitante cosquilleo en la panza… algo la detuvo, algo detuvo su mano que sostenía firme un osito.
– Perro malo – dijo mirándolo con malicia, pero retorciendo sus piernas. Nunca se había sentido tan.. tan… tan caliente. Nunca antes había sentido algo tan retorcido, por otros segundos se imaginó cómo sería hacerlo con Liam… asco, asco, era todo lo que entraba en su cabeza, asco, contra natura… tabú, tabú… delicioso como un tabú. Recordó la portada de un par de videos porno-zoofílico que vio entre risas con sus amigas en un videoclub… nunca hubo un acto tan degradante, tan humillante, tan tabú como el hacerlo con un perro…
Un relámpago. Alicia se justificó, el sexo es sexo por donde se lo mire, ¿qué diferencia había en el hacerlo con un hombre o con una mujer? Son seres con apetencias sexuales, buscan y dan placer… ¿qué diferencia había en el hacerlo con Liam? Eso ella lo iba a averiguar, el maldito Javier Fernández la dejó con una calentura terrible latiéndole en el cuello… y Liam lo iba a apaciguar. Otro relámpago la asustó, más fuerte, como profetizando que algo perverso iba a suceder en su cuarto, y otro relámpago, capaz de destruir su mundo.
Buscó su mochila, si pretendía que un perro le lamiese a conciencia, qué mejor manera de quitarse los prejuicios que con algo de cerveza. Eligió la que aún estaba fría, la abrió sin temor alguno y echó unos sonoros sorbos a los ojos de Liam. Se apartó el mechón de pelo que se revelaba por su frente, sentándose en la cama, recogiendo su faldita con la mano derecha, subiendo, subiendo y subiendo por los muslos lechosos… su faldita era la única prenda que llevaba más allá de las pulseras, y con un par de golpes sobre el muslo llamó a Liam;
– Ven, ven aquí…
Abrió sus piernas, viendo cómo Liam acercaba el hocico para oler su sexo, Alicia dejó la latita en el suelo para recostarse, con los pechos sobre la cama, y estirando uno de sus brazos, acertó el PLAY del equipo que estaba pegado a la cama… “LEYENDO DISCO”… giró su rostro hacia atrás, viendo cómo sus piernas estaban obscenamente abiertas ante su perro, viendo cómo éste introducía su lengua para enterrarse en los recovecos de su ama… Un relámpago selló todo, un relámpago destruyó el mundo de Alicia para mostrarle uno nuevo, excitante, prohibido, tabú. Sólo faltaba Joey.
I used to be on an endless run. Believe in miracles ’cause I’m one. A have been blessed with the power to survive.”
La voz de Joey parecía ser el condimento perfecto para rematar la noche. Liam lamía a conciencia, como todo buen perro mientras su ama retorcía sus piernas, llevándose la mano a la boca para no gritar del placer, del tabú, de todo.

En ese momento Alicia era la chica más obscena del mundo, la más “guarra”, su manito fue bajando lentamente por su espalda hasta toparse con su trasero, buscando su ano, buscando seguir dándose placer al ritmo de la voz de Joey, de la lengua eléctrica de Liam… y un relámpago sonó cuando el dedo corazón se introdujo en su culo mientras Liam se recibía su masterado en el cunnilingus. Esa noche, Joey no fue el puto amo.

“Lived like a fool, that’s what I was about, oh. I believe in miracles.”
Se corrió, otro relámpago, otro mundo destruido, se retorció en su cama al tiempo en que Liam se alejaba de su entrepierna algo asustado. Alicia se había topado con un amante que tenía una habilidad extremadamente inusual… y ella lo iba a aprovechar.
– Liam… Liam… por todos los santos… cómo nos vamos a divertir – dijo reponiéndose para coger la latita de cerveza, mirando de reojo a su fiel mascota. Cuatro años… cuatro años. – Sólo faltaría Joey, ¿no? – rió.
* * * * *
A la mañana siguiente aprovechó para buscar todo tipo de información sobre la zoofilia mediante el ordenador de la sala, especificando la búsqueda con su caso. Casi se mató del susto al leer que los perros tenían una especie de bolilla que se agrandaba dentro de la hembra, en ese instante el perro largaría gotitas de semen y no había forma de escaparse de ello ya que ambos seres quedaban”pegados” por unos minutos.
Se imaginó viéndose de cuatro patas mientras Liam le penetraba el culo, mordiéndose los labios a fin de no gritar del dolor que le causaría el bulbo. Poco a poco fue agradándole la idea, leyendo historias, tips… aquel mundo nuevo era terriblemente morboso y con sorpresas en cada esquina.
Ya para el lunes, decidió faltar a las clases. Tenía clara la idea de que esa noche iba a follar con Liam, por ello fue a una tienda para comprar lo que había anotado en su investigación. Guantes para las patas del perro a fin de que no la arañara ni lastimara, la crema para facilitar la penetración anal no la compraría nunca, jamás tendría el valor de pedírselo a cualquier dependienta, de todos modos ya tenía averiguado que algo casero como la manteca sería suficiente. Y por último, cómo podrían faltar los cigarrillos y cerveza, para eso sí tenía valor, una mezcla letal pero que Alicia necesitaba para poder pasar la noche más eléctrica de su vida.

* * * * *
– ¿Sabes cuántas latas he tomado esta mañana?e mandan a un exorcista si se enteran… en fin, tú simplemente no te me pongas bravo, Liam… mira que te ves bonito con guantes… oye, ¡no te lo quites con la boca! ¡Basta! Ay, cómo molestas – lo regañó, acuclillándose frente a su mascota – el friki está en el colegio, mamá vendrá antes del mediodía y papá no vuelve sino a la noche… así que sólo estaremos tú y yo… y claro, The Ramones – señaló con la mirada el equipo de sonido – ahora vente aquí, sobre la cama… vamos, vamos…
No quiso despojarse de sus ropas de colegiala, aquello aumentaba el morbo, el hecho de que una chica con ropa de colegio religioso se entregaba a un perro la ponía a mil, la faldita fue recogiéndose por su torso hasta revelarle sus generosas carnes, se puso a cuatro patas, justo con el culo dándole cara a Liam.
Alicia llevó su brazo bajo su panza para poder alcanzar y restregar algo de manteca en los alrededores de su ano, y antes de apartar su mano, sintió la impaciente lengua de su mascota, lamiendo con fuerza justo en la zona que daba entre su coñito y el culo.
– ¡Ahhh, me tomaste… des-des-desprevenida… Liam!
Inmediatamente el perro posó sus patas delanteras en su espalda, para posteriormente “abrazarla”. Alicia miró hacia atrás, apenas pudiendo notar el enorme miembro que colgaba de las piernas del perro. ¿Cómo había llegado hasta ese punto? ¿Cómo una niña bonita terminaría pervirtiéndose con su propia mascota de 28… no, de 4 años? ¿Cómo? Sencillo, ella era la chica más “guarra” del mundo. Sonrió para sí, para luego volver a fijarse en el aparato del perro;
– ¡Joder! – masculló. Cerró los ojos y esperó que la penetrase de un envión… cosa que no pasaría. Apenas sentía cómo la tibia carne del animal rozaba sus muslos, sus nalgas… cuando ella volvió a fijarse, se dio cuenta que Liam no la penetraría sin ayuda, por lo que con paciencia, fue enviando nuevamente su brazo bajo su panza para poder alcanzar el sexo del perro.
Tras varios intentos pudo tomarlo, lo sujetó firme para no soltarlo debido a que Liam hacía movimientos bruscos. Fue justo como una sensación eléctrica el agarrar aquel tremendo pedazo de carne que pronto la penetraría. A duras penas pudo enviar la punta del pene en su ano… y el resto fue historia. El resto fue puro goce animal, contra natura, tabú, “guarrería” pura, todo al ritmo de The Ramones.
Alicia estiró su brazo hacia la mesita, apenas alcanzando en el escritorio su cigarro, sonreía mientras su pequeño cuerpo seguía desbaratando la cama debido a los embates del animal, la sábana se desarreglaba, las almohadas caían al suelo junto a los peluches… pero nada importaba cuando sintió cómo el bulbo se agrandaba dentro de ella, pronto las tibias gotitas de semen le llenaban el esfínter… supo que había alcanzado su fantasía, de cuatro patas, con su uniforme de colegiala, masturbándose con una mano mientras su perro conquistaba su culito por primera vez, exhalando el humo del cigarro al ritmo de los embates caninos, qué excitante unión, casi eléctrica, casi a punto de derrumbar la habitación, de romper huesos y quebrar cabezas al ritmo de aquellas notas con sabores de relámpagos, de cigarros y alcohol.
“I believe in a better world for me and you. Oh, I believe in miracles.”
– A partir de hoy… no te sue-suelto nunca más, Liam… ¡Ahhh! … Hummm… ¿Sabes qué?, creo… creo que ya no me hace falta Joey…
 
(I Relieve in Miracles. The Ramones)
 
– Cigarrillos y Alcohol –
 
 
 
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