
El humo negro de las velas me estaba empezando a causar malestar, parecía dibujar garras oscuras en el aire que encrespaban mis ojos, aquel olor a perfume barato impregnaba el cuarto pequeño, el tic-tac del reloj colocado en la mesa era lo único que sonaba, entrecerré los ojos como queriendo escaparme. No di abasto al silencio, estuve a punto de levantarme de la silla para irme… – Ya está, muchacho. – dijo la vieja médium, apartándose un mechón de pelo de su rostro. Aquel pedacito de lunar negruzco, justo en la punta de su nariz, le daba una apariencia de […]
















