
Con el recuerdo de ese video en mi mente, me subí a la limusina que me llevaría hasta la notaría. Saber que allí me encontraría con Ana, me mantenía totalmente excitado. No en vano, gracias a mi difunto tío tenía en mi poder una serie de películas en las qué Evaristo inmortalizó el emputecimiento de mi prima. Si la primera mostraba la perversión de ese viejo al grabar a una inocente muchacha sin que ella lo supiera, la segunda era la demostración de hasta donde llegaba sus ambiciones, ya que esa filmación perpetuó el momento en el que ella aceptaba […]