
Capítulo dos: Helen, enculando a la gordita. Los primero que hice después de irse mi primera clienta fue descansar, esa azafata cuarentona me había dejado agotado y confuso. Nunca me imaginé que me podría ganar la vida como prostituto y menos que me pagaran tanto por hacer algo que hubiera hecho gratis. Os tengo que reconocer que una parte de mí luchaba contra la idea de convertirme en un gígolo, pero el peso de los billetes en mi cartera fue razón suficiente para librarme de todos los prejuicios morales. Me desperté sobre las doce y tras darme una ducha, […]