
Capitulo 2 Estábamos esperando el ascensor cuando oí como Raimundo se despedía de nosotros. Ya salía por el coche, cuando gritando le llamé: -Espera, tienes que hacerme un favor-. Me escuchó con atención mientras le hablaba, sin cambiar su semblante. Era un hombre a carta cabal y solo cuando hube terminado, me dijo: –Don Fer, usted sigue igual, nunca dejara de ser de sangre caliente-, y carcajeándose ,-¡No se que hace en España, México es su sitio!. Por la cara de pocos amigos de María, supe que no le había gustado que la dejase sola en el Hall del hotel. […]