
CAPÍTULO 12 Confieso que al salir del banquete estaba nervioso porque no tenía ni idea de cómo debía comportarme con la hija del general. Si me acordaba de su padre y de lo que había hecho a mi hermano, lo que me pedía el cuerpo era poseerla en plan salvaje haciendo palpable mi desprecio pero si me ponía en su lugar, ella no era cómplice sino víctima de la ambición desmedida de su progenitor. «Ya veré cómo es y dependiendo de ello, actuaré», concluí mientras descubría que tanto Loung como Kanya seguían sentadas en su sitio sin hacer ningún intento […]