
Me despiertan los ruidos de los niños, están acostumbrados a madrugar para ir al colegio y se levantan temprano. Tengo el brazo derecho entumecido, Claudia ha pasado la noche entera sobre él, sigue dormida. Lo saco lentamente para no despertarla, pero abre los ojos. Me mira desconcertada. Sonríe y me besa. Su voz es melosa, dulce. –Buenos días. –Buenos días, ¿Cómo has dormido? –Cuando he despertado y te he visto, me he quedado algo desorientada. Tenía la sensación de haber soñado y, al verte a mi lado, se había convertido en realidad. Tengo miedo. –¿De qué? –De despertar. Lo que […]