
Allí seguía, pegada a la habitación de mi hermana, mirando mórbidamente a través de la abertura de la puerta la consagración de su traición, alterada por sus jadeos que espeluznaban mi sexo. La delgadez de mi hermana se veía magnifica estando despatarrada, sus pechos medianos ganaban volumen producto de la excitación y ligeramente se sacudían mostrándose aun mas tentadores, tanto que casi involuntariamente agarré los míos acunándolos en mis manos y dejando que un suave jugueteo despierte mis pezones. Sus codos sobre el colchón, su espalda curveada de forma que su trasero se levantaba arrogante, y sus muslos abiertos en […]