
¿Me quito el anillo?, frené el coche, si seguía avanzando chocaría contra un maldito poste por lo desconcentrada que estaba, ¿y quién me socorrería en medio de la noche citadina?, como mucho una prostituta me vería desgraciada en el suelo y aprovecharía para robarme como las carroñeras que son. Volví a fijarme en mi anillo, mirándolo mientras reposaba ambas manos en el volante, quitármelo sería librarme de una carga enorme, sería el primer paso para terminar con todo aquello que representaba mi patética vida. Amagué retirarlo pero lo pensé mejor, tal vez dentro de mí había algo de esperanzas […]