
PRÓLOGO Pam le apartó la melena de la cara y le clavó con intensidad esos ojazos azules y profundos. Hércules nunca sabía en qué pensaba. Aquella mujer le desconcertaba tanto como le atraía. Quizás por eso la amaba tanto. Aquellas manos de dedos finos y suaves acariciaron su nuca y sus labios se fundieron con los de Hércules en un beso largo y profundo que en pocos instantes se hizo ansioso. Las manos de él se deslizaron por su espalda y agarraron su culo apretando el voluptuoso cuerpo de la joven contra él. Pam se estremeció ante el contacto y […]