
A tan sólo tres días para el regreso de Herman a casa, yo todavía continuaba con aquella sensación de no pertenecer al mundo que me rodeaba. Todavía sentía unas enormes ganas de salir corriendo de quel lugar hasta que un calambre me obligase a detenerme. Barajé la posibilidad de marcharme sin darle ningún tipo de explicaciones a nadie, ni a los Scholz, ni a mis superiores. Pero ya sabía lo que pasaría si lo hacía y seguramente no alcanzaría un lugar seguro antes de que se diesen cuenta de que había desertado. Sin embargo, necesitaba un descanso. Y […]