
– ¿Nombre? – Julio. – ¿Edad? – … Treinta y nueve. – Dudó al decirlo. – Cumplo cuarenta en unos días. – Digamos entonces que tiene casi cuarenta. – Tengo treinta y nueve… Asiente ligeramente, se acomoda un poco los lentes y vuelve a su bloc de anotaciones. Debo confesar que, a poco de conocerlo, mi psicoanalista comienza a caerme mal; no sé por qué, pero creo haber detectado un cierto deje de ironía en su gesto o bien un cierto aire de triunfo por haberme hecho pisar el palito: a nadie le gusta el cambio de década y, por […]