
ACEPTACIÓN: Conduje hasta casa con mil pensamientos atronando en mi cabeza. Ira, desesperación, odio, rabia… pero, lo peor de todo, era que, en el fondo, sabía que había disfrutado siendo un juguete en manos de Jesús. Pero, ¿qué me pasaba? ¿Estaba enferma? ¿Era una pervertida? ¡Aquel cabrón me había violado! ¡Me había usado para vaciarse los huevos sin importarle lo más mínimo mis súplicas! Aunque… ¿realmente le había suplicado? No recordaba haberlo hecho… sólo aquella sensación de sumisión… de… alegría por obedecer sin rechistar lo que él me ordenaba, cumpliendo sus deseos sin tardanza, dispuesta a todo por complacerle… No, […]