
7 El día siguiente Brooke descansaba, así que no hubo despertador que interrumpiese nuestro sueño. Solo el hambre impidió que nos quedásemos en la cama hasta el mediodía. Nos levantamos desnudos y entre besos y caricias logramos desayunar unos huevos revueltos acompañados de zumo de naranja y tostadas con mermelada de arándanos. Mientras desayunábamos yo no podía dejar de mirarla. Brooke se daba perfecta cuenta y me ponía morritos y cruzaba y descruzaba sus piernas provocándome constantemente con una sonrisa traviesa. Solo con un supremo esfuerzo de voluntad conseguí contenerme y no follármela allí mismo, que coños, eso es una […]