
Pasaron unos días en los que Eva bajaba religiosamente a tomar su desayuno. Ana bajaba cada vez que podía pero le gustaba mas que subiera yo y me la follara en su cama de casada. Decía que cuando dormía por la noche con el cornudo olía mi sudor, semen y sus jugos mezclados y se sentía como una guarra. Jorge me saludaba amablemente cuando coincidíamos en el ascensor pero estaba un poco mas frío que de costumbre. Un día le pregunte Yo – Buenos días Jorge. Jorge – buenos días. Yo- podemos charlar un momento? Jorge- Claro, dime. Yo – […]