
2 Afortunadamente el día siguiente era sábado y no tenía que trabajar. No me apresuré suponiendo que Brooke estaría agotada por la aventura de la noche anterior y tome un café en la terraza mientras admiraba el sol brillando sobre la oscura superficie del lago. Eché un último vistazo al reloj y vistiéndome a toda prisa cogí el coche y me dirigí a la casa rural. —Hola, Justina. —saludé a la vez que la mujer me abría la puerta— ¿Ya se ha levantado nuestra amiga? —Acaba de hacerlo hace veinte minutos. Íbamos a desayunar. ¿Te apetece unirte a nosotros? Lo […]