
CAPITULO I (La sorpresa) Me desperezo. Miro el reloj: Marca las ocho y cuarto. Hoy es por fin mi dieciocho cumpleaños y me levanto como siempre, con mi mástil a tope pidiendo guerra y al igual que cada día comienzo a enderezarlo con dos o tres meneos de mi mano. No hay nada más rico que una buena paja mañanera, ¿qué no? A mi rabo no le hace falta más que un par de toques, porque enseguida se pone a tope. Hoy lo veo más grande de lo normal, quizá porque cumplo los 18 o porque ayer me rasuré entero, […]