
Capítulo 27. Capitulación. A la mañana siguiente Arabela se despertó en la misma postura. La fresca brisa del mar entraba por el ojo de buey poniéndole la piel de gallina. Se tapó con la sabana y el movimiento despertó a Hércules por un instante, que medio en sueños la acogió entre sus brazos apretándola contra su cuerpo y trasmitiéndole su calor. Se volvió a dormir hasta que unos suaves golpes sonaron en su puerta y la voz de la capitana se filtró preguntándole si se encontraba bien. Arabela se despertó y poniéndose una bata de seda se acercó a la […]