
Estoy en Marraquech, con Chema, y nada es como estaba previsto o como me temía, todo lo contrario. Confieso que durante mucho tiempo fui reticente a aceptar esta invitación, como ya lo había sido con la que me hizo de pasar un par de días en su casa; realmente no la acepté, y sin embargo, cuando a la puerta de de venta de empanadas me preguntó si iba con él, acepté de inmediato. Montamos en su coche que arrancó de inmediato, como si todo lo tuviera preparado de antemano, y en silencio se dirigió velozmente a la autopista. Pensé por […]