
11 Jane mantuvo abrazado a Tarzán después de que este se corriese una vez más en su interior. Le encantaba tener aquel cuerpo fuerte sudoroso y jadeante sobre ella con su polla dentro. Sentir su peso aplastándola, convenciéndola de que todo eso no era un sueño. Tarzán se incorporó un poco y comenzó a acariciarla. Sus manos rudas y ásperas hacía poco tiempo, habían aprendido rápidamente y ahora jugaban con su cuerpo con habilidad y ternura. Jane sabía que lo que más le maravillaba era su pelo rojo y no dejaba de buscar cualquier excusa para acariciarlo y desenredarlo. Tarzán […]