
LA FÁBRICA 20 “Es… ¡ese sereno de mierda! – rugió Daniel con el rostro desencajado para, automáticamente, girarse hacia mí -. ¡El degenerado que te miraba a la salida de la fábrica! ¡Yo sabía que algo había!” Yo no conseguía aún salir de mi sorpresa. Se terminaba de confirmar que, en efecto, era Milo el sujeto a quien yo había visto escondido tras un árbol. Y seguramente, además, habría estado espiando no durante uno sino durante varios días; mi cabeza le dio rápidamente vueltas al asunto y no fue difícil llegar a la conclusión de que, cuando llegamos, debió haber […]