¡Te equivocas!

Me dices que anoche, separando tus piernas, pensaste en mí. ¿Crees que no sé que con los dedos, separando suavemente los pliegues, te apoderaste de tu clítoris?. ¿Crees que no sé, que soñando que era mi lengua, la que jugaba con ese botón, te corriste sobre las sábanas?. Te equivocas, ¡porque tu noche es mi mañana!, y hoy, me desperté sintiendo que tu boca se abría para devorar mi sexo, y fue tu mano, la que jalando de mi piel, liberó mi glande de su prisión. ¡Eres mía!. Tus gritos ahogados por el miedo a despertar a tu familia, los […]