Viviana

Todo ocurrió hace bastante tiempo, yo tenía 23 años, vivía solo y me dedicaba a hacer trabajos de electrónica en forma independiente para ganarme la vida mientras estudiaba.

Una vecina del edificio, que tendría unos 10 años más que yo siempre me saludaba muy amable y sonriente. Un día me comenta que se le estropeó el televisor, si yo se lo podía ver.

Fui una tarde un par de días después, arreglé el aparato: era una pavada y me fui, no le quise cobrar. Me dijo: ¿Por qué no venís esta noche a tomar algo, así charlamos cuando el nene duerme? Tenía un pibe de 4 años que molestaba bastante.

Esa noche como a las 10 caí en lo de Viviana y me estaba esperando muy linda con una mini y un sueter apretado, me había comprado una camisa y unas medias como agradecimiento por la tele,
me preguntó que quería tomar, whisky contesté y no tenía, solo bebidas sin alcohol, tome un cortado.

Le pregunté por el nene y me dijo que ya hacía rato que dormía; me aclaró que una vez dormido nunca se despertaba, me contó cosas de su vida. Yo creía que estaba separada ya que siempre la veía sola, pero dijo que el marido era marino mercante y pasaba estaba varias semanas embarcado, así que venía a tierra una semana por mes en promedio.

Seguimos hablando amablemente de cualquier cosa cuando ella se paró para buscar algo creo y al pasar al lado mío me da un terrible chupón en la boca y se ríe con cara de pícara.

Está de más decir que a los cinco minutos estábamos cogiendo como dos perros calientes en el sofá del living, creo que ni nos terminamos de sacar toda la ropa, realmente mucho no me acuerdo de ese polvo porque fue mucha la calentura.

Cuando me había invitado yo ya había imaginado que esto podía pasar, pero al darme un regalo pensé que era solo agradecimiento por el trabajo, así que cuando se dio estuvo muy bueno.

Ya era bastante tarde, así que me lavé un poco en el baño, le di un beso y me fui a mi casa; le dije que a la noche siguiente la llamaba.

A la mañana siguiente, temprano, suena el timbre del departamento, totalmente dormido abro la puerta y me encuentro a Viviana con un paquete de facturas, me dice que viene a desayunar conmigo.

Ella volvía de dejar al hijo en el jardín, pasó por la panadería y me vino a ver; la hice pasar al living y puse la cafetera eléctrica en la cocina.

Cuando volví al living se había quitado el tapado que traía (era invierno), estaba de pie, desnuda, sólo con medias, portaligas y un broche de la ropa en cada pezón.

No podía creerlo, se me puso la pija como fierro instantáneamente y me le fui al humo; ella me dijo: “soy una chica muy mala, lo que hice está mal y me tenés que castigar”

Me la quise coger allí mismo pero me paró e insistió en que se merecía una paliza; yo con tal de cogérmela era capaz de matarla, así que hice lo que me salió: me senté en una silla, la puse con el culo para arriba y le pegué algunos chirlos.

Ella me pedía a los gritos que le diera más fuerte y yo le daba cada vez más hasta que el orto se le puso bien rojo.

Ya me dolía la mano de tanto pegarle y me parecía que me iba a estallar la verga, me la quise coger de una buena vez, pero me volvió a parar, me dijo que si me la cogía se me pasaba la calentura y no le iba a seguir pegando (algo de cierto había porque si no hubiera estado tan caliente no creo que me hubiera animado).

Le dije que no, que seguiría caliente y le seguiría dando pero me pidió que me aguante y le pegue un poco más, que le de con un cinto.

Yo estaba sacadísimo, así que fui al dormitorio, agarré un cinturón de cuero grueso, cuando volvía estaba en cuatro, con la cara sobre el piso y el culo rojo al aire aun enmarcado en las medias negras y el portaligas.

Tenía la piel muy blanca, era rubia natural, algo gordita pero el culo era una belleza,
Me quede parado detrás de ella y le empecé a dar con el cinto bien fuerte, quedaban marcas más oscuras que el resto a cada golpe y ella disfrutaba como una yegua.

En eso se dio vuelta, se abrió bien de gambas y me exigió que le siga dando en la concha y en las tetas. Por supuesto que así lo hice hasta que empezó a los gritos y tuvo una acabada espectacular sin que nadie la tocara.

Entendí que ya había llegado el momento, me le tire encima, me eché dos polvos sin sacarla y ella seguía orgasmando sin parar.

Al separarme pude ver que le habían quedado muy marcadas las tetas y la concha rubia con poquitos pelos, era un espectáculo.

Me agarraron unas ganas de mear infernales, no había meado desde que me levanté y con la poronga todo el tiempo al palo no me había dado cuenta.

Me fui al baño, empiezo a mear y en eso Viviana entra, se arrodilla al lado del inodoro y mete la cabeza abajo del chorro de pis, con la boca abierta.

Cuando terminé de mear (como pude porque se me volvió a parar) se puso a chupar el borde del inodoro y lo que había caído para afuera, ahí nomás la agarré del pelo y se la hice chupar.

Se deleitaba y me la escupía bien, en pocos minutos le acabé en la boca y se lo tragó con mucho placer, desde el piso me dijo que todo lo que saliera de mi pija era muy rico y tenía que ser solo para ella.

Me dio hambre después de este agitado despertar, serví dos tazas de café y lo lleve al living para tomar con la factura que ella trajo.

Mientras desayunábamos me contó que casi no durmió, estuvo toda la noche caliente y se hizo varias pajas esperando que amaneciera y poder venir a verme, le pregunté si había pasado por su casa antes de venir y me dijo que no, se vistió así y así llevo al nene al jardín, para no perder tiempo, el saber que estaba en bolas debajo del tapado la calentaba más.

Mientras me contaba esto agarró un churro y se lo empezó a meter en la concha, lo metía un poco y lo sacaba, al rato se comió ese pedazo y volvió a hacer lo mismo hasta que lo terminó todo.

Por supuesto que ese espectáculo me motivó nuevamente y otra vez tenía la pija como piedra, me agradeció mucho y dijo que mi pija le encantaba, tenía buen tamaño pero sobre todo siempre estaba bien dura.

La hice ponerse en cuatro y le empecé a lubricar el orto con un dedo y saliva, me grito que no, que se la meta de una sin tanta vuelta, se la clave casi en seco, pego un grito pero creo que fue más de placer que de dolor.

La culié un buen rato mientras le seguía pegando en el culo, aunque más suave que antes, cuando acabé y se la saqué estaba un poco sucia de mierda como suele pasar, me la chupó hasta dejarla reluciente y me pidió perdón por no haberse hecho un enema antes de venir por el apuro.

Yo estaba en el mejor de los mundos, la miré y le dije : te quiero; jamás me voy a olvidar su respuesta: “no me quieras, soy toda tuya, podés hacerme o pedirme cualquier cosa, pero no me quieras, soy una cosa, quiero que me uses.”

Era la primera vez que escuchaba algo así, pero entendí la idea.

Ya casi era la hora que salía el pibe del jardín, me dijo que iba a su casa a darse un baño, cambiarse y a buscarlo. Se lo prohibí, la obligué a que se quede hasta la hora de salida y que fuera como estaba, con el tapado por supuesto pero sin lavarse ni cambiarse.

Se puso roja y creí que iba a mandar a la mierda pero no, no era eso, se volvió a excitar por el morbo y me dijo: “si mi macho, mientras espero que sea la hora ¿me puedo hacer una paja?”

Cuando se fue todavía estaba toda roja, con el pelo mojado por la meada, seguro que andar así por la calle la calentaría aun más. En la puerta me hizo jurarle que a la noche iría a la casa.

Esa tarde fui al centro, a la calle Corrientes donde hay muchas librerías y busque material sobre sadomasoquismo, en esa época no existía internet y yo no sabía casi nada al respecto.

Conseguí algunos libros sobre perversiones sexuales del punto de vista sicológico y médico y algunas revistas especializadas con fotos muy reveladoras, estuve hasta la noche devorando ese material y aprendí bastante.

A la noche, bastante más tarde que la noche anterior fui al departamento de Viviana, estaba ansiosa, temía que no fuera; por supuesto lo hice apropósito.

Tenía la calefacción bien fuerte y estaba con un vestidito corto de tela fina, no tenía corpiño y se notaban sus pezones, al abrazarla para darle un beso le toque el culo y verifiqué que tampoco tenía bombacha.

Sin preguntarme me trajo un vaso con hielo y una botella de whisky importado, me gusto el gesto, me serví una buena cantidad, lo probé y le di a ella, me dijo que no tomaba, hoy vas a empezar le dije serio, tomó un buen trago.

Me besó con mucha lengua y me empezó a tocar la pija por arriba del pantalón, como respuesta le apreté bien fuerte los pezones sobre el vestido, ahogó un grito un poco por el dolor y otro poco por la sorpresa, pero fue casi un gemido.

No quería gritar para no despertar al nene, esto me gustó, iba a tener que sufrir en silencio obligado, aunque le hiciera lo que fuera.

Le saqué el vestido y me sorprendí por las marcas que le habían quedado de los cintazos de la mañana, sobre su piel tan blanca eran muy llamativos, los toque y le pregunté si aun dolían, me dijo: “no, al contrario, verme así me excita y me da placer, querría que alguna vez me dejes marcas permanentes.”

¿Y tu marido que va a decir? le pregunté, “me chupa un huevo, ni mi marido, ni mis padres, ni nadie, sólo me importa mi hijo a quien amo y respeto. El resto del mundo me importa tres carajos mientras nosotros la pasemos bien.”

Quería que me la cogiera ya mismo pero yo estaba dispuesto a hacerla desear todo lo que pudiera, sabía que así el goce sería mayor.

Me serví más whisky y le hice tomar a ella, traje hielo de más y le metí dos cubitos en la concha, “para que te enfríes un poco” le dije, por supuesto ella no sólo no se enfrió, sino que cada vez estaba más caliente y me pedía abiertamente que me la garche.

Parece que no te enfriaste lo suficiente, dije, vamos a hacer algo mejor, anda al balcón así como estás, en pelotas y te quedás hasta que yo te llamé. Si te aburrís mucho te podés hacer la paja pero sin acabar.

Dudó un instante, nuestro edificio quedaba en una calle angosta y enfrente había otros departamentos de donde podrían verla facilmente, pero la perversión y el deseo fueron más fuertes; salió sin chistar.

La dejé allí una media hora, era tarde y hacía mucho frio, era poco probable que alguien la viera pero nunca se sabe…

Cuando la entré estaba helada, su piel era aun más blanca, pero toque su concha y ardía como una hoguera. Se había estado masturbando todo el tiempo, yo la miraba de reojo, era un bonito espectáculo, apoyó su culo en la baranda y mirando hacia adentro se metía los dedos despacito de a ratos se daba vuelta y miraba hacia enfrente, supongo que tratando de ver si alguien la estaba mirando.

Al sentir su argolla tan caliente y mojada le recriminé: “te dije que no podías acabar y no me obedeciste”, su boca temblaba, “no por favor, no es cierto me aguanté aunque me costó un montón, cada vez que estaba por llegar paraba y pensaba en cualquier cosa.”

“Está bien, te creo” dije, yo ya no podía aguantar más, me saqué el pantalón y saltó mi verga como un resorte, me acosté en el piso y ella se puso encima mío, se la clavó de una hasta los huevos y empezó un sube y baja infernal, yo la ayudaba apretándole las tetas hasta dejar mis dedos marcados y pellizcando sus pezones.

Acabamos rápido por supuesto, se bajó y se puso a chupármela con pasión, quería seguir cogiendo pero mi intención era otra, quería saber todo lo posible sobre ella y su original manera de gozar.

Le dije, si querés más pija me vas a tener que contar como empezaste con esto del sexo duro, mientras le daba más whisky.

Me fue contando su historia entre polvo y polvo y seguimos hasta la madrugada muy entrada,

Continuará

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