“Se precisa mujer seria y respetable para experiencia poco habitual. 30-50 años. Se garantizan aventuras y discreción.”

Después de haber realizado varios juegos morbosos fruto de la imaginación del Sr Parker, Carmen había entrado en el papel que él le había asignado. En su vida cotidiana fingía ser una decente esposa y madre, pero en su interior se moría de ganas por recibir las instrucciones de su “compañero de juegos”. En esos momentos se convertía en Lorena, el nombre que ella había elegido para comportarse así.
 
Ocasionalmente sentía remordimientos por su comportamiento. Entonces, se engañaba a sí misma recordándose que el acuerdo es que el juego duraría sólo un mes. Que su marido no iba a enterarse de nada y que su familia estaba a salvo. Que era una experiencia que necesitaba vivir, pero que luego volvería a su normalidad. Pero lo cierto era que Carmen estaba descubriendo cosas que ni siquiera imaginaba que existían y eso la mantenía en un estado de excitación constante, y siempre a las órdenes marcadas por las fantasías del Sr Parker.
 

En estas fantasías del Sr Parker siempre había algo morboso que se hacía en público. Aunque nunca era explícito, el riesgo de ser sorprendidos en ello hacía que su libido se incrementase hasta límites insospechados. Nunca habría imaginado comportarse así, pero eso encajaba como anillo al dedo a su naturaleza. Se sentía puta, y sentía que eso le gustaba. Como el día que la penetró en un probador de unos grandes almacenes sin dejarla verle el rostro, o cuando la tuvo tomando café con sus amigas con un huevo vibrador con mando a distancia introducido en el sexo, o el último de sus juegos donde la obligó a hacerle una mamada dentro del coche aparcados en una calle de la ciudad. En este último episodio, aunque ella no lo sabía, había sido vista por su amiga María. Al día siguiente recibió un nuevo mensaje al correo electrónico que había creado para este juego:

 
Hola Lorena!
Muchas gracias por lo que me hiciste el ayer en el coche. La verdad es que me la mamaste como una profesional… como una auténtica puta. ¿Te imaginas el anuncio? “Lorena, casada insatisfecha… hago de todo”. No, no te asustes… el siguiente juego no va de esto. No tengo ganas de compartirte, aunque nunca se sabe… puedo pedirte lo que quiera ¿no eso es lo que te pone tan cachonda?.
La siguiente aventura va a ser mucho más teatral. Tengo ganas de pillarte en una cama. Así que tu papel va a ser el de típica casada infiel de clase alta que va a un motel de mala muerte a encontrarse con un amante ¿te gusta? Quiero que las personas que te vean entrar al motel sepan que estás ahí porque buscas lo mismo que todas las personas que van… que detrás de tu imagen de señora bien sepan que hay una zorra que no tiene reparo en ir a un sitio así.
Tendrás que vestirte con uno de tus trajes de chaqueta. Con medias negras y un pañuelo de seda en el cuello. Muy bien maquillada y recién salida de la peluquería. Y hablando de peluquerías… quiero que te depiles tu sexo de forma integral. ¿Has entendido las instrucciones?
Pues será el próximo lunes. A las 13 horas te presentarás en la recepción del Motel Tropical, en la calle Ballesta, y tomarás una habitación únicamente para 3 horas. Subirás a ella y asearás tu sexo en el bidé, secándote con una de sus toallas. Ma da igual que vengas duchada, quiero que lo hagas. Luego te volverás a vestir y me esperarás.
Ya sabes que las reglas te permiten salir en cualquier momento del juego y eso sería un abandono definitivo.
Sr Parker
 
Carmen al leerlo se sintió feliz pero algo inquieta. Ella también tenía muchas ganas de que su “dueño” la tuviese en una cama. Se moría de ganas de que eso ocurriese. Pero claro, también le preocupó lo de ir a un motel de esos. Incluso el asunto de la depilación de su sexo. Nunca lo había hecho aunque sí lo había pensado. No sabía qué le iba a decir a su marido y, además, en su esteticista habitual le daría corte hacerlo.
 
Con todo, lo que más la había hecho estremecerse es que Parker dejaba caer que podría ser compartida por otro hombre. Nunca había pensado en esa posibilidad. Una vez más le producía a la vez excitación y reparo. Incluso miedo a que el juego llegase al límite de su esencia como persona. Pero también miedo a que le gustase tanto que luego no pudiese prescindir de ello. Sin darse cuenta, el mero pensamiento de ser compartida con un tercer hombre, o incluso de mantener sexo con 2 hombres a la vez la había puesto muy caliente… se sorprendió a sí misma con la mano sobre su pantalón… “Joder, ¿qué me pasa?” pensó… pero no se concedió ningún desahogo. Ya era viernes y durante el fin de semana su vida familiar no le permitiría hacer ningún preparativo. Tenía que darse prisa. Confirmó por correo electrónico a Parker que allí estaría el lunes.
 
A continuación pidió hora en una peluquería alejada de su domicilio. Para peinarse y hacerse la cera, incluidas las ingles (que es el nombre eufemístico que se emplea para depilar su sexo íntegramente). A su marido le diría que lo ha hecho para darle una sorpresa. Quizá lo tomase bien y pusiese un poco de emoción a su sexo conyugal.
 
Cuando llegó de la peluquería se sentía extraña. Nunca había llevado el sexo totalmente depilado y el roce de la ropa interior sobre la piel le parecía curioso. Aprovechando la soledad de su domicilio, se despojó de sus braguitas y, recostada en el sofá, con las yemas de los dedos se puso a acariciar su suave y carnoso monte de Venus. La sensación era desconocida para ella. Poco a poco los dedos iban avanzando más y más hacia su sexo, no lo podía evitar… ya habían tomado posesión de su botoncito y su mente volaba libre. Se imaginaba a sí misma siendo penetrada salvajemente por Parker contra la pared de un baño público, llamándola puta, zorra, perra caliente… se introdujo dos dedos en su empapado sexo acompañando al masaje que se estaba dando en su clítoris. No necesitó mucho para sentir como su cuerpo llegaba al punto de no retorno y se corrió intensamente, quedando desmadejada en su moderno sofá.
 

Alucinaba de cómo se había disparado su sexualidad. Incluso pensó en hacerse una foto y porque su imagen de ese momento sería un buen regalo para el Sr Parker: De fondo su moderno salón, aparecería ella, una mujer seria bien vestida y peinada, con la falda de su vestido subida sobre su abdomen, sin ropa interior y con una mano estirando la piel de su sexo y con la otra dándose obscenamente placer. Tomó su teléfono móvil y lo colocó sobre la mesita, para que disparase una foto en 10 segundos. Hizo Click, y se lo envió al móvil del Sr Parker con un mensaje escueto “Así tiene a su zorra”.
 
El fin de semana transcurrió sin pena ni gloria. Familiar. Sólo reseñar que además del habitual polvo de los sábados, el domingo en la siesta prácticamente violó su sorprendido marido, al que los efectos del depilado coño de su mujer habían activado mucho más de lo normal. Carmen también estaba activada. El sexo extra del fin de semana no la calmó. El lunes por la mañana, nada más volver de llevar a su hija al colegio, se puso a preparar la ropa que llevaría al motel. Empezó por las medias, negras y hasta la mitad del muslo. Luego la ropa interior, un fino conjunto también negro de tanga y sujetador, con tejido rizado y de formas sencillas… se lo probó y se miró frente al espejo. La verdad es que se veía bien. Rebosante de vitalidad y sensualidad. Quizá este juego fuera lo que la mantenía así. El traje de chaqueta elegido era de color arena, pero suave, como todos los suyos.
 
Esta vez Carmen no usó el metro para ir a su cita, tomó un taxi hasta la Puerta del Sol y desde allí iría andando. Según se acercaba a la dirección indicada el ambiente era más desagradable. Instintivamente amarró su bolso y procuró no mirar mucho a los lados. Pero al llegar al “Motel Tropical” entendió el juego del Sr Parker. Aquello era básicamente un burdel. En la recepción había dos “esbeltas” prostitutas negras con minipantalones ajustados hablando en una actitud sumisa con el recepcionista, un negro gigante y musculoso que desprendía un fuerte olor. No era un olor a sudor o así, era un olor intenso, “olor a macho” pensó Carmen, que en otro momento la habría desagradado, pero hoy no le importó. Tratando de aparentar seguridad dijo:
– “Quiero una habitación para 3 horas
– “¿Para ti sola? No te conozco, ¿quién es tu chulo, guapa?” contestó el negro con un fuerte acento caribeño
– “!No tengo chulo!” La pregunta la había indignado y contestó agresivamente.
– “¿ah no? ¿Y qué vienes a hacer aquí? ¿Eh? Anda, vete por donde has venido que esto no es un sitio para curiosas insatisfechas…” Respondíó el hombré, haciendo un gesto despectivo con la mano y dándose la vuelta hacia las chicas que se reían siguiéndole la corriente.
Carmen se quedó callada. No esperaba que esto ocurriese y de buena gana habría protestado, o pedido el libro de reclamaciones… “se suponía que eso era un hotel… cutre pero un hotel”… pero no podía irse, se moría por tener un encuentro con el Sr Parker. Llevaba días pensándolo, se había depilado… no quería que Parker se enfadase. El negro insistió:
– “¡que te vayas! Vamos guapa ¡que te pires! ¿qué es lo que no entiendes?”
– “Quería una habitación… por favor, le pagaré el doble” Dijo Carmen en actitud más conciliadora.

– “No sé quien eres rica… y no doy habitaciones a cualquier zorrita que venga por aquí a no ser que conozca a su chulo
– “Pero… es que… ” Carmen no acertaba a contestar. La hostilidad del negro la había desconcertado. No quería mencionar a Parker. Además, hacerlo era recoconcer su papel de puta… como las otras dos chicas que se reían a lo que decía el gigante.
– “¿No tienes?… jajajaja anda, a ver si quieres trabajar aquí y no te atreves a decirlo… ven putitla” Dijo el negro acercando su mano a acariciar su mejilla… “ven que vamos a ver qué se puede hacer contigo”. Carmen no se atrevió a retirar la mano del hombre, estaba temblando, pero sacando fuerzas de flaqueza se atrevió a decir…
– “Vengo de parte del Sr Parker” al oir ese nombre y la actitud del negro cambió. Siguió sonriendo burlonamente, pero esta vez la atendió
– “¿Sólo habitación?”.
– “¿Cómo dice?”
– “hoy tenemos oferta especial, jajaja, habitación más hombre, habitación más mujer, … ¿más hombre y mujer…?” dijo con una mueca atrevida y mientras presentaba sujetando del pelo a una de las prostitutas a la que hacía mantener su mirada fija en Carmen.
– “..no, no, gracias, sólo habitación” contestó azorada
– “El pago es por adelantado, 20 Euros
 
Aún le tiemblan las piernas a Carmen cuando subía a la habitación. No acababa de estar acostumbrada a este tipo de situaciones con este tipo de personas con las que jamás pensó que se vería mezclada. Tenía que reconocer que se combinaba el morbo con el reparo, pero por más que quería aparentar ser una mujer resuelta no era capaz. Se notaba excitada, pero por la expectación de su cita con el Sr Parker llevaba así todo el día.
 
Cuando abrió la puerta, comprobó que el sitio no era especialmente desagradable. Se asemejaba a un hotel humilde. Una cama de matrimonio con un cabecero de barrotes de madera, perfectamente hecha con sábanas blancas y sin colcha, la pared blanca también aunque un poco sucia -no se acercaría, pensó- dos mesillas y una mesa escritorio sencilla con una silla. Abrió la puerta del baño y la imagen era similar. Estaba limpio, pero los pavimentos y sanitarios tenían al menos 20 años. No le produjo una sensación de asco, pero sí de estar en un sitio cutre. Con sumo cuidado se despojó de sus braguitas y medias y se acercó al bidé. Era una petición del Sr Parker. Primero lo enjuagó exhaustivamente, usando unas toallitas que traía expresamente en el bolso y luego, con agua caliente, hizo lo que le había mandado Parker con su sexo. Estaba excitada y no pudo evitar mantener la mano sobre algunos puntos algo más de lo necesario.
 
Estaba pensando “si alguien me contara sólo hace un mes que estaría haciendo esto, le habría mandado al manicomio“… cuando sonó un mensaje en su teléfono móvil. Era Parker: “Lorena, ¿cómo te has sentido? Jaja, ahora quiero que estés vestida pero sin ropa interior. Los botones de la blusa abiertos completamente y, pase lo que pase, no los cierres. Se buena“. Al leerlo se puso a temblar. Parker ya tenía otra cosa rara preparada para ella. Estaba nerviosa y excitada. Entonces ocurre lo que a continuación se describe:
 
En apenas 2 minutos llaman a la puerta “toc toc” y, muerta de vergüenza va a abrir. Sabe que es parte del juego. Abre y ante ella está el recepcionista negro sonriendo mientras sostiene un paquete de regalo. “Pórtate bien, Lorena” dice. Ella, roja como un tomate, baja la mirada ante la presencia de ese gigante. Sabe que está allí para lo que Parker diga y la situación la desborda. Se siente excitada, caliente. No lo puede evitar. Sus pezones también se rebelan y están erectos contra la tela de su blusa abierta. Casi se salen de ella.
 
El negro saca un pañuelo oscuro del paquete de regalo y le hace un signo para que se dé la vuelta. “Yo te ayudaré a ponértelo” y se sitúa tras ella atándole el pañuelo a sus ojos. Entonces, como cobrándose un peaje por el trabajo, desde su posición deja pasar los dedos sobre sus pezones y los pellizca. Es un experto. Carmen siempre ha sido muy delicada, pero en este momento la forma en que se los toca la tiene completamente fuera de sí. Cierra los ojos y tiembla, jadea… no puede determinar el tiempo que está así. Junta las piernas, pero el hombre las empuja con su pié obligándola a mantenerlas abiertas. Está detrás de ella, puede olerle, sentir su respiración en su oído… poco a poco, una de sus manazas baja por su abdomen y se mete bajo su falda. Carmen se deja, está nerviosa y excitadísima. Los dedos de recorren expertamente el entorno de su parte más íntima. Unos segundos después ya están comprobando lo mojada q está… entra y sale de su raja y con su flujo hace sus dedos resbalar sobre su carne suave y blandita, sobre sus labios… sin centrarse demasiado en su clítoris, pero sólo con ese contacto nota que está a punto de sobrevenirle un orgasmo.
 
La situación es extraña. Ella tiene los ojos vendados y el hombre sabe lo que hace. Es gigante y es fuerte. Ahora está apretando fuertemente su pezón pero no la duele. La encanta, está loca por que no reduzca la presión. El negro la susurra cosas al oido. Cosas que no entiende, como si fuese en un idioma distinto, hasta que empieza a entender lo que dice: “Eres una buena yegua…a este coño le hace falta una buena polla negra… voy a tener que hablar con tu chulo, putita….”. El olor a sexo es intenso. Justo en ese momento en que se va a dejar ir, el negro la suelta diciendo “Pórtate bien, Lorena” y se va, dejándola con una sensación extraña, agridulce… hubiera deseado que siguiese unos segundos, sólo unos segundos… a punto está de suplicarle que siga…
 
No sabe qué hacer. Con los ojos vendados no sabe lo que pasa a su alrededor, pero nota que hay una presencia en la habitación. Alguien ha entrado al salir el recepcionista ¿será Parker?… lo es. Comienza a hablar “Muy bien Lorena, te estás comportando muy bien… a ver cómo estás?” dice mientras desde detrás de ella introduce la mano entre sus piernas que ella abre obedientemente. “Vaya, no sabía que te iba a gustar tanto esto… estás empapada” y cambiando el tono tira de su brazo prácticamente arrastrándola a la cama “¡Vamos!”… “¡Eres una puta y yo sé tratar a las putitas como tú“… “¡vamos!”… y la tumba boca arriba. Entonces se pone a horcajadas sobre ella y tomando su muñeca la sube sobre su cabeza y la ata a la cama con un pañuelo.
 

Toma la otra mano y Lorena se deja hacer… al estar a horcajadas sobre ella nota como
 él está excitado, y nota como su propio cuerpo reacciona a las sucias palabras que él dice… cuando la tiene atada de ambas manos le hace subir sus caderas. Ante su extrañeza, sitúa una almohada bajo su cuerpo. Situado entre sus piernas, con suma delicadeza, las coloca ligeramente flexionadas. No se ha molestado en quitarla las medias y, como si estuviese abriendo un regalo descubre su sexo subiendo su falda… y dice cariñosamente “esto te lo debo, Lorenita“… y nota como la lengua de él empieza a recorrer despacio sus muslos… la piel, la cara interior, acercándose a su sexo pero sin alcanzarlo… ahora Carmen entendía el porque de la depilación integral. La sensibilidad de su piel es máxima. Cada pasada con la lengua la hace estremecer. Poco a poco cada vez se acerca más a su hendidura y Carmen, inconscientemente, mueve sus caderas buscando que la lengua de Parker encuentre sus labios… su clítoris. Pero las manos firmes de él la sujetan por las rodillas manteniéndola abierta, expuesta… a su completa disposición, temblando. Luchando por no dejarse ir. En el momento justo, la lengua de Parker se apodera de la parte central de su cuerpo. Desde su ano hasta su suave monte de venus. De abajo a arriba. Una vez y otra vez más. Y otra más… deteniéndose. Otras más… profundas. Otras más… rápidas. Otras más… acompañando sus dedos expertos. Uffffff qué la estaba haciendo ahora?? algo la penetra el ano… pero no era eso… algo se mueve dentro de su coño, los dedos de él, masajeando el punto justo donde ella es más sensible, mientras su lengua explora todos los recovecos de sus labios para detenerse en su punto mágico.

 
Ella ya no puede aguantar más… no puede con la lucha que tiene por llegar al máximo y sin contenerse y estalla en un placentero orgasmo. Literalmente estalla. Se deja ir entre convulsiones y gritos. Ahora su cuerpo no le pertenece. Hasta se le escapa algo de orina, pero no le importa. Algo la hace tratar de atrapar entre sus muslos la cabeza de él, que sigue con su labor, ahora extremadamente suave. Abriendo sus piernas y trabajando con su lengua y dedos en sus agujeros. Jamás habría pensado correrse así. Cuando ya se está relajando, aunque sin dejar de tener contracciones, Parker se yergue sobre ella. La venda sobre sus ojos no le deja verle, pero sabe que está allí entre sus piernas y, de una embestida, le mete su verga completa en su gruta. Y comienza a follarla profundamente… saliendo casi del todo para volver a entrar a fondo… la llama puta, ansiosa, salida, zorra irremediable… “¿esto es lo que quieres de mí? pues te lo voy a dar…” y, con las manos en las caderas de ella, la maneja como a una muñeca. En ese momento, Carmen no puede pensar nada. Se encuentra completamente en éxtasis. A punto de experimentar su segundo orgasmo del día y con la extraña sensación de no ver el rostro de la persona que le estaba haciendo sentir así.
 
Él continúa metódicamente. Sujeta sus muslos con sus manos y la embiste sin pausa. Ella se acerca a otro orgasmo. Sacude la cabeza a un lado y a otro queriendo soltar sus manos atadas al cabecero. Está casi fuera de sí. Le implora que la suelte… que se muere por subirse encima de él y cabalgarle… clavarse en él y cabalgarle… Pero Parker es el dueño de la situación, quizá para eso la ha atado “tranquila putita, ya te mandaré otro día que me demuestres lo que sabes hacer, pero hoy soy yo el que manda…”. Entonces coloca las piernas de ella sobre sus hombros de modo que las penetraciones aún son más profundas. A continuación sitúa ambas manos abiertas sobre sus pechos y presionándolos comienza a acelerar los movimientos de sus caderas contra ella. Más fuerte cada vez. Más duro cada vez… así durante unos minutos que la hacen subir al cielo. Se siente tratada como una hembra… llenada… y empieza a correrse entre sollozos. No sabe lo que la pasa pero es el sonido que sale de su garganta mientras nota como corrientes eléctricas la recorren entera partiendo de su coño, de su sexo depilado por orden de su “dueño”.
 
Entonces él deja su verga deslizarse del sexo de ella, completamente inundado de fluidos y, sin decir palabra alguna, la apoya sobre su agujerito más cerrado. Carmen sólo acierta a decir… “no, por ahí no… “, pero Parker actúa con decisión y firmeza “tú estás aquí para lo que yo quiera Lorenita… y quiero usar tu culito de puta… es mío ¿no?”. Y le clava cuidadosamente la cabeza de su polla que se desliza entre la humedad. Carmen, tumbada boca arriba, con los ojos vendados y las piernas sobre los hombros de él se siente literalmente “empalada” experimentando un sentimiento entre dolor y placer. Algo difícil de describir que la mantiene sin palabras… Parker insiste“¡No me has contestado!… este culito es mío ¿no?” y la dá un azote fuerte con su mano abierta en las nalgas mientras su miembro se va introduciendo más y más en ella que sigue sin palabras… una vez más él da una palmada… y otra… a las que ella no puede reprimir contestar con gemidos de placer… joder, jamás habría pensado que disfrutase tanto una situación así. La está desvirgando su culito… la está tratando como una auténtica puta y ella está loca de placer… este tratamiento… los azotes… incluso la desconocida sensibilidad que tiene en esa parte de su cuerpo la hacen sentir otra vez cerca del orgasmo. “¡Contesta zorra!” zassss “¡vamos!”…. “Síiiiiii, es suyo… mi culito es suyo… hágame lo que quiera… deme más… por favoooorrrr”… Parker ya la está embistiendo salvajemente… clavándosela hasta que los huevos chocan en el culo de ella que se debate entre gemidos… su culito se ha adaptado perfectamente a la polla de su amo, que sigue combinando alguna palmada y alguna palabra malsonante sobre ella…
Poco a poco, Carmen siente como él comienza a ralentizar el ritmo y como su miembro comienza a tener espasmos dentro de ella. No lo puede soportar más y con la primera descarga de semen ardiendo se viene de nuevo consiguiendo lo que nunca había sido capaz: Que las contracciones de ambos estuviesen completamente sincronizadas en el tiempo. “Síiiiii!! Síiiiiiiii!!” Se escucha a sí misma gritar. Jamás había tenido un orgasmo ruidoso… jamás hasta ahora… uffff… es bestial… el sigue empujando y ambos están envueltos en sudor… sudor y olor a sexo… a sexo puro. Hasta que se derrumba sobre ella y se queda abrazado a ella apoyado sobre su pecho… tomándose unos momentos para descansar antes de soltarla. Él quita la venda de sus ojos y se tumba a su lado. Ella, hecha un ovillo le agradece el momento dando pequeños besos sobre el pecho de él, que sube y baja recuperándose del esfuerzo. El acaricia su pelo, tomando otra actitud distinta que la de hombre dominante, que es la que suele representar en el sexo.
 
Lo que pasó a continuación fue típico de amantes que ya tienen una cierta continuidad siéndolo. Se ducharon y vistieron empleando frases amables. Y salieron juntos del Motel Tropical diciendo adiós al negro de recepción. Parker paró un taxi y, dándole un beso en la mejilla, le sujetó cortésmente la puerta como algo propio de un caballero de su madurez. Ella, sonriendo y con el rostro aún transfigurado por lo ocurrido, dio al taxista la dirección de su domicilio y tiró un beso a Parker con un soplo. Al llegar a casa, Carmen aún está en una nube. Tiene agujetas en las piernas de la sesión de sexo de esta tarde y un ligero escozor en su zona íntima, aparte de alguna molestia en su recién desvirgado culito. Piensa “uffff cuántos años me he perdido esto… “. Se descalza, pone música suave y se sienta en el sofá con las piernas sobre la mesita. Está alucinada. Después de muchos años de matrimonio está experimentando el sexo verdadero. Y no se arrepiente. Ahora se siente más segura de sí misma. No quiere renunciar a su familia, pero algo va a cambiar… En estos pensamientos está cuando suena el teléfono.
 
Es su amiga Ana. Ana casi no había podido dormir después del jueves anterior. El día en que había visto a Carmen dentro del coche de un extraño. La había visto inclinarse sobre el regazo de él en un gesto claro de lo que ahí estaba pasando y, no podía negarlo, eso la había extrañado y excitado. Jamás habría pensado eso de Carmen. Ana sólo había conocido a su marido y, a pesar de que siempre hablaba bien de él ante sus amigas, últimamente su sexo no era bueno. Muchos días necesitaba fantasear con situaciones distintas para llegar al orgasmo. Fantasías en las que su marido no aparecía y, sin embargo, sí aparecían extraños e incluso otras mujeres con ella. En el sexo con su marido, cada vez se acordaba más de una frase que solía decir Jose, su compañero de trabajo en el banco “yo estoy harto de dar siempre misa en la misma iglesia“. Ana le pidió quedar esta tarde a tomar un café. “Lo necesito. Por favor, no me falles” dijo.
 
– “Hola Ana” dijo amable Carmen cuando llegó a la terraza donde solían tomar café
– “Hola Carmen, ¿qué tal estás?”
– “Bien, jiji, hoy todo el día ordenando los armarios. Ya sabes, vida de ama de casa… si hasta tengo agujetas.” -Carmen obvió la causa real que la había producido las agujetas…
– “Jo, no te imaginas la envidia que me das a veces.” -Dijo Ana pensando más en el episodio del coche que en el del armario- “Pero te noto feliz. Carmen, nosotras nos contamos todo y hay algo que creo que no me estás contando”.
– “No, estoy como siempre…” –Mintió Carmen-
– “¿Seguro que no hay nada raro en tu vida?” –insistió Ana-
– “Nada raro…
– “A ver, Carmen, te voy a decir la verdad… el otro día te vi subida en el coche de un extraño… vi cómo te inclinabas sobre él y lo que le hacías… pero si fue en plena calle. Justo delante de mi casa…
– “Yo… yo…” balbuceaba Carmen sin saber cómo empezar a justificar su historia… y a punto de empezar a llorar.
– “No cielo… no te reprocho nada… todo lo contrario…” Ana puso su mano sobre el brazo de Carmen… “lo cierto es que siento envidia de ti, de verte así, feliz… haciendo locuras…” –y continuó con una sonrisa amarga- “continuamente pienso que ojalá fuera yo quien estuviese en ese coche…
– “Perdona, entenderás que no te lo podía contar” dijo Carmen ya tranquila por las confidencias de Ana “es verdad que me pasa algo que me está haciendo disfrutar de la vida y conocerme a mí misma… por favor, sólo te pido que no se lo cuentes a nadie ¿lo harás?”

– “Claro que mantendré el secreto Carmen. Te lo juro.” Confirmó Ana… “Me muero por que me cuentes todo… pero no tienes porque hacerlo si no quieres. Tu secreto está a salvo”
 
Entonces Carmen se sinceró. Ella también lo necesitaba. Llevaba muchas emociones seguidas y se desahogó contando a Ana punto por punto todo lo que había pasado: El anuncio en la prensa que comentaron las 3 amigas, cómo ella escribió, cómo fue dando instrucciones el Sr Parker, su primer encuentro en el probador de unos grandes almacenes, el episodio del sex-shop, el del vibrador con mando a distancia… hasta el momento en que él, Parker, desvirgó su culito… Cuando terminó la relación de los hechos, Ana no podía articular palabra. Estaba muy azorada con las piernas cruzadas frotándose nerviosamente entre sí, y sólo pudo decir
– “¡Qué envidia me das!… jo, qué envidia… estoy excitadísima… Dios, qué vergüenza…” –
– “Jajajaja no te preocupes Ana, si supieras las semanas que llevo yo… parezco una adolescente en celo” Contestó Carmen quitando hierro al asunto.
– “A mí nunca me han hecho juegos así… Manuel siempre ha sido muy efusivo, pero últimamente no me excito con él, siempre es igual.” Y volvía a curiosear en los episodios de Carmen “¿Y qué es lo que más te ha gustado?
– “Uffffffff es muy difícil tu pregunta porque el morbo de cada momento ha sido muy grande, pero en cuanto al sexo puro lo tengo claro… lo que me ha hecho esta mañana con su boca y con su lengua ha sido brutal, y lo que ha hecho luego… por ahí… Ana, no sé como lo ha hecho pero nunca he tenido un orgasmo tan intenso. Aún me duelen los músculos de contraerse… jajaja
– “Joder, Carmen, qué suerte tienes
(continuará 🙂
 
 
Muchas gracias por leer hasta aquí… y gracias por los comentarios y sugerencias.
Carlos López

diablocasional@hotmail.com

Un comentario sobre “Relato erótico: ” Se precisa mujer seria para trabajo poco habitual 3″ (POR CARLOS LÓPEZ)”

  1. Carlos el tipo de juegos y la relación de sumisión en la que se encuentra tu personaje femenino es explosiva, me gusta mucho, este relato ya lo había leído en otra pagina, pero lo he vuelto a disfrutar por que ademas esta mejor presentado. Lo que no me queda claro es si puedo valorar los relatos o solo comentarlos.
    Bueno, me despido enviándote un abrazo y gracias.

    Alfonso.

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