Domingo 5 de mayo de 2013

Por la mañana fui a casa de Edu a ver como estaba y para hablar con él y Amalia. Sentado en un sillón del salón, con un pijama azul claro, llevaba el brazo en cabestrillo y le habían dado un calmante fuerte porque estaba atontado. Amalia estaba extraña. El intento de suicidio de Edu le debía haber afectado.

Intente espabilarlo y hablar con él. Entreabrió los ojos y me miró.

–¿Qué vienes a follártela? Ahí la tienes, ya tenemos dos putas por mujeres. ¿Estamos en paz?

–No Edu. Tú follaste con Mila presionándola con un chantaje.

Amalia follo conmigo porque quiso hacerlo, por gusto. Y ya que eres tan directo te diré que, si ella quiere, seguiré follandola. Y si no quiere, pues no lo haré. Y tú debes replantearte tus ideas.

Una puta es una profesional del sexo. Eso no la hace inferior a nadie. Y tiene todo el derecho del mundo a decidir si o no. Y tú, y todos, la obligación de respetar la decisión. Eso es lo que tú no has hecho respetar a Mila, forzándola a estar contigo y a Amalia, a quien le sisabas el dinero para follar, cuando tienes a tu disposición una mujer, muy mujer, capaz de sentir y proporcionar mucho placer. Te lo digo por experiencia.

Sabía que le estaba haciendo daño, pero no podía evitarlo. Recordaba a Amalia golpeando a Mila con la vara y me irritaba haberlo facilitado y consentido. Amalia miraba a su marido con odio.

Yo sabía que su relación no había sido buena, Edu era difícil de tratar. Ahora ella tenía en sus manos lo que necesitaba para su venganza. Y lo utilizó. Mejor dicho, me utilizó.

–¿Sabes lo que me ha dicho Edu?

–No, si no me lo dices.

–Que la otra noche nos escucho follando. Por una parte deseaba coger un palo y liarse con todos a bastonazos.

–Pero hubo un momento, cuando escucho mi grito al correrme, que sabía que era yo, se excitó y se masturbó. Es un consentidor.

–Le gusta ver cómo me joden. También dijo que el supuesto intento de suicidio era fingido, para que no tomáramos represalias por haber intentado forzar a Marga.

Esto me desbordaba. ¿Que pretende Amalia con esta confesión? Pronto llegó la respuesta.

–José, esta situación me tiene muy caliente. Y tener a este cabrón como espectador me enciende más aún. ¿Quieres follarme aquí y ahora?.

Edu abrió sus pequeños ojos a más no poder. No podía creer lo que le acababa de oír a su mujer. Abre la boca para decir algo y su mujer se lo impide.

–No vayas a decir que no, porque solo nombrarlo y ya tienes la polla tiesa, marica. Si José quiere vas a saber lo que es un hombre. ¿Qué contestas José?

No lo podía creer, me estaban proponiendo follar a la mujer delante del marido. Y efectivamente el bulto de su bragueta lo delataba. Y no lo pensé.

–Amalia, dime como quieres hacerlo. Pero, si no te importa, antes debo llamar a Mila para decírselo. Tengo mis razones para hacerlo.

–Por mí como si quieres llamar al cuerpo de bomberos, me los follaría a todos.

Llamo a Mila, le digo que Edu está bien y que voy a follar con Amalia. No espero respuesta y corto.

Al girarme me llevo una sorpresa, Amalia está completamente desnuda. Su cuerpo es exuberante, morena, de mi estatura, carnes prietas, anchas caderas, culo redondo, tetas grandes y firmes a pesar de los hijos y la edad, una mata de pelo negro cubre desde las ingles hasta la mitad de la distancia del sexo al ombligo. Realmente atractiva. Y está aquí a mi disposición. Me desnudo mientras veo como se acerca a su marido y restriega el culo por su cara.

–Edu, amor, huele el aroma del semen de José, lo guardo desde anoche cuando desvirgó mi culo. Jamás antes había sentido tanto placer. Este si es un semental, no tu, mierda, que tienes que pagar para que te dejen hacerte una paja en un coño o un culo. Porque lo que es follar, no sabes un pimiento.

–Chúpamelo y prepáralo para que me follen.

–¡¡Ahhh! Jodio, ¡pues no que se ha corrido ya!

La escena resultaba grotesca y sensual al tiempo.

La mujer, se sujetaba las nalgas abiertas, inclinada hacia delante, con la cara del marido dentro de la raja del culo.

Mientras, al estar agachada, veía entre sus piernas la polla del marido, que él se había sacado del pantalón del pijama, que efectivamente, presentaba los síntomas de una corrida, a juzgar por los chorreones de semen que goteaban arrastrándose por el pantalón. No pudimos evitar las carcajadas. Las tetas de Amalia botaban a izquierda y derecha colgando al estar ella inclinada. Era una hembra apetecible. Que ostias ¡¡Esta buena coño!!.

Yo no había perdido el tiempo, me desnudé totalmente y me puse delante, ella no dudó. Agarro el palo con ambas manos y lo engullo. Se lo tragó, mientras masajeaba mis pelotas. Ella solita se lo tragaba hasta producirse arcadas, lo sacaba lo chupaba como un pirulí y se lo tragaba otra vez hasta que desaparecía en sus fauces. En ese momento parecía tener un gran bigote.

Le indique que si seguía así no tardaría en terminar. Con señales dijo que no importaba y descargue en el fondo de su garganta. Tosió, estornudó, le salía semen por la nariz, pero aguantó lo metió en su boca y besó a Edu, a quien le paso lo que había recogido de mi cosecha. Él no protesto se lo trago.

Observé que su pene volvía a estar erecto. Amalia se lo cogió, y lo retorció, provocándole dolor. Nuevamente vi la cara de AMA SADICA. Disfrutaba provocando dolor. Y Edu disfrutaba sufriéndolo. La pareja perfecta.

–José, ahora mi culo. Quiero ensancharlo para poder usarlo cuando quiera. Hay un mamón en el colegio a quien le tengo ganas. Es del AMPA. Se llama Manolo y lo tengo atravesado.

–¡¡¡¿Cómo?!!! ¿Manolo, amigo de Jorge?

–Sii, ¿Cómo lo sabes,? ¿Los conoces?

–Si Amalia, por desgracia. ¿A ti qué te han hecho?

–Es un chulo de mierda, intento propasarse conmigo, y lo paré. Era la fiesta de fin de curso, con padres, niños. Tú sabes. Al ver que no tenía nada que hacer conmigo empezó a dar voces para que las personas que allí había pensaran que era yo quien le había hecho la propuesta. Menos mal que el director me conoce bien y vino en mi ayuda.

–¿Y qué piensas hacerle?

–Follármelo yo a él, grabarlo y llevarle el video a su mujer que es muy celosa, además es la que tiene el dinero, una chica rica en manos de un aprovechado. Se divorciara y lo dejará sin un euro.

–Ven aquí, luego hablaremos de esto. Vamos a joderlo vivo. Pero antes dame tu culo que me tienes con esto tieso otra vez.

El lengüeteo proporcionado por Edu en el ojete de su mujer fue efectivo. Mi verga destilaba nuevos fluidos que se sumaban a los restos de la anterior corrida. Entró mas fácil que la primera vez, pero entro. En uno de los empujones se la saque, me miro con extrañeza. Sonreí.

–Amelia colócate encima de Edu y clávate su polla en el coño.

Comprendió rápidamente. Se puso sobre el pobre hombre, que se quejaba del brazo, pero no perdía rigidez. Se dejo caer y vi como se perdía su cosa dentro de ella.

–Muévete, no pares, adelante y atrás.

Enfilo la grieta trasera y la introduzco de golpe. Grita. Se mueve más rápido. No hago nada, es ella quien, con sus movimientos se empala en una u otra verga, alternativamente. El ritmo es ya infernal. Esto no puede durar mucho.

–¡¡Aaaggg!! ¡¡Más, dame más!!. ¡¡Necesito otra pollaaa!! ¡¡Para chupaaaar!!

–¡¡Joder, mierda, que puta soy, quiero ser puta, follar, follar, follaaaaaaar!!

Edu era algo más alto que ella, pero al estar sentado y encogido desapareció bajo su voluptuoso cuerpo. Solo se veían sus dos piernas delgadas entre los grandiosos muslos de su mujer.

Me incliné sobre ella y besé su cuello, el sudor cubría nuestros cuerpos, el suyo estaba ligeramente salado, perfumado.

Cuando ella descabalgó vi a un Edu derrotado, llorando, la testuz baja. Me dio lastima.

Pasé por el lavabo para asearme un poco y me fui al centro de control. Quería saber cuál había sido la reacción de Mila al recibir mi llamada informando de que follaría con Amalia.

Pongo en funcionamiento el equipo y busco la localización. Mila está sola en la cocina al contestar. Al colgar se queda muy pensativa. Entra Ana.

–¿Qué pasa mamá? ¿Quién era?

–Tu padre Ana, tu padre. Al que me parece que hemos perdido para siempre. Se ha quedado en casa de Edu para follar con Amalia. Ahora está como un niño con juguetes nuevos. Ha descubierto su pito y no deja de tocárselo.

No podemos hacer otra cosa que esperar y tratar de que siga con nosotras. Tú ya sabes cómo son los hombres, cuatro carantoñas y te lo llevas al huerto, o mejor dicho, a la cama. Si cualquier lagarta se da cuenta de lo que vale, intentará hacerse con él. Luego, cuando se canse lo dejará

–Pero nosotras no dejaremos que pase eso. ¿Verdad mamá? Yo no quiero que se vaya. Tenemos que hacer lo imposible por retenerlo. Que no nos deje. Antes de lo que pasó lo tenía aquí y no me daba ni cuenta. A veces hasta me estorbaba, sobre todo cuando me quería hacer un dedito. Pero ahora, necesito verlo cuando llego del cole, abrazarlo. Lo quiero. Ahora lo sé. Quiero un montón a mi padre. Pero a ti también.

No puedo imaginar tener que elegir entre él o tú. Sería terrible.

Se pasa las manos por los ojos, ¿llora?. Mila se levanta y se abrazan las dos.

–Vamos a preparar la comida. Hoy tenemos mogollón de gente a comer. Lo preparamos todo en la terraza, hace buen día y si algo nos molesta echamos el toldo.

Las veo ir a la terraza que tiene la puerta de acceso por el fondo del salón.

En tiempo real.

Tienen dispuesta las mesas plegables alineadas. Los niños ya están comiendo. Voy para allá. Tengo hambre.

–Por fin. ¿Dónde has estado?

–Ya lo sabes Mila. Y también lo que he estado haciendo. ¿Pasa algo?

–No. Solo que estoy viendo que estas cambiando muy rápido. Demasiado rápido. ¿No crees?

–No. Simplemente aprovecho el tiempo. Nada más.

Vamos a comer, tengo mucho apetito. ¡Uy que bueno!

La comida transcurre con normalidad, charlas banales, por la presencia de los niños.

Recogen la mesa y envían a los niños a jugar a la terraza del otro lado del piso, a la que se accede por las habitaciones de Ana o la de Marga. Corren a coger sus cacharros para enredar en la terraza. Nos quedamos los mayores, Ana y Claudia hija se fueron a trastear en la habitación de mi hija.

–Tengo una propuesta que haceros.

Mila mueve la cabeza.

–Tú dirás.

–Sigo en fase de experimentación. Tuve una pésima experiencia en el club de intercambio. Allí solo pude ver como follaban por el culo a Mila y fue muy desagradable. Quiero repetir pero con otro talante. ¿Quién quiere venir conmigo?.

Se miraron entre ellas. Mila habló.

–En principio tu pareja, al menos legal, soy yo. Pero se puede dar el caso de que quien te acompañe folle con otro u otros. ¿Cómo vas a reaccionar?

–No lo sé. Precisamente por eso quiero ir. Y sí, quiero que seas tú quien me acompañe. Sé cómo se siente el engañado. Ahora quiero saber cómo lo toma el consentidor. O el proxeneta, que es en lo que me vas a convertir.

–Pues no se hable más. Es temprano, son las cinco y hasta las diez o las once no empieza a haber gente. Voy a descansar un rato.

Detecto un extraño gesto en Mila mirando a Marga.

–Voy a salir, he dejado algo pendiente y voy a solucionarlo. En un par de horas vuelvo.

Mila me mira con cara de extrañeza. Le devuelvo la mirada en silencio. Se marcha a su habitación. Mi objetivo ahora es tratar de saber cómo se han tomado mi propuesta, me dirijo a mi centro de comunicaciones dando un rodeo por si se les ocurre seguirme.

Sigo con mi paranoia.

Vaya, están todas en el dormitorio, Mila tumbada boca arriba, Marga junto a ella boca abajo, con las piernas dobladas por la rodilla mostrando sus preciosas pantorrillas y los pies descalzos, apuntando al techo, pequeños, de deditos miniatura, redonditos, como de niña, el tobillo fino y los talones redondeados y sin durezas. Me gustan. Jamás hubiera imaginado que unos pies pudieran excitar tanto. Tengo que comérselos a ver a que saben.

Claudia sentada al otro lado de Mila, con la espalda apoyada en el cabecero de la cama.

–¿Qué se le estará pasando ahora por la cabeza?

–Supongo que quiere probar algo ¿No Mila?

–No lo sé, Marga, me preocupa su reacción. Pero vámonos de aquí que puede estar viéndonos y oyendo todo.

Vuelven al salón. Se sientan Mila y Marga en el sofá y Claudia en un sillón enfrente.

–¿Aquí no nos puede oír?

–No lo sé Marga, pero hasta ahora solo hemos visto grabaciones del dormitorio.

–En aquel local conozco al dueño y casi todo el personal. Voy a llamarlos para que finjan no conocerme.

–¿Crees que haces bien? Si lo descubre se enfadará y no sabemos qué consecuencias puede traer.

–Quizás tengas razón. Quince años de engaño y simulación no se pueden olvidar tan fácilmente. Sigo con la tendencia a tapar los hechos. Dejaré que lo descubra y veremos qué pasa. Allí he cometido los mayores disparates de mi carrera puteril, desde que me contrató el dueño, para la fiesta de apertura, hace ya cuatro años.

–Mila, ¿Qué es lo mas bárbaro, que has hecho en tu vida, lo que más te ha impactado?. ¿Y lo que no volverías a hacer?

Mila se queda pensativa, e imprime un rasgo de seriedad a su rostro.

–Claudia, esto es algo que solo sabe Marga, a quien se lo conté en aquella ocasión. Fue precisamente en ese local. Hace tres años me llamó el dueño para que acompañara a un grupo de japoneses que había invitado. Estarían un solo día en Madrid y quería un espectáculo de impacto. Cerró el local solo para ellos….conmigo.

Yo no tenía idea de lo que me tenían preparado, sabía que sería algo duro y pensé que sería un gangbang, solo participé una vez en un espectáculo de ese tipo y fue muy fuerte.

En aquella ocasión le dije a José que me había invitado Marga a un viaje a Málaga, pero me quedé en su casa sin poder moverme en una semana.

Fue un martes por la noche. Cuando llegue me recibió Alma, la pareja del dueño y relaciones públicas del local. Nos sentamos en dos taburetes de la barra de la entrada. Aún no habían llegado los invitados ni el dueño, Gerardo, estábamos solas. Parecía nerviosa, se retorcía las manos y rehuía mi mirada, le pregunté qué pasaba.

Entraron dos jóvenes, de rasgos asiáticos, con cajas de catering y una jovencita muy linda, rubia y pelo muy corto. Se paró con nosotras, nos dijo su nombre, que no recuerdo y entro tras los otros. Al poco salieron los dos muchachos, se despidieron con una reverencia y se marcharon.

–Mila, Gerardo me ha prohibido que te diga nada y la verdad es que no se qué te han preparado, pero es algo muy fuerte. Si te vas ahora mismo le digo que has llamado porque te has indispuesto y no puedes venir.

— Alma, yo tampoco sé qué quieren, pero hay algo que me empuja a quedarme, la curiosidad. Probar cosas nuevas me atrae, a veces lo paso mal entonces no repito, pero otras veces me ha encantado. Me gusta probar todo lo relacionado con el sexo.

–De todas formas, gracias por el aviso. Algún día vendré para que me comas el chochete.

–Como tú veas. Dame un beso, estas muy buena y me encantará lamerte la pepitilla.

Y empezamos a besarnos. Mi intención era la de calentarme para hacer frente a lo que fuera.

En medio del besuqueo llegaron los invitados con el dueño.

Realizó las presentaciones intentando seguir el ritual japonés, eran ocho hombres maduros, entre cuarenta y cincuenta años. Lo cierto es que no me prestaron mucha atención. Al parecer los japoneses son bastante machistas. Lo solventaron con una leve inclinación de cabeza.

Pasamos a la parte trasera del local, que yo conocía muy bien, un jardín descubierto con la piscina en un lateral. Fue en verano y la temperatura era agradable.

Me sorprendió ver una mesa preparada con la muchacha desnuda tendida y cubierta de pequeños trocitos de comida y flores. El contraste entre su piel alabastrina y los colores de las porciones de comida era realmente bello. Colores salmón, blanco, negro, rojo, salpicaban el cuerpo de la joven. Nosotras estábamos apartadas, no nos correspondía participar en aquel sibarítico festín.

Se sentaron a la mesa, cuatro en un lado, tres enfrente, y el que parecía de mayor rango en la cabecera, donde estaba la cabeza de la muchacha, con los ojos cerrados. Alrededor del cuerpo había botellas y copas, que Gerardo se había apresurado a llenar, Alma dijo que bebían sake, una especie de vino de arroz. Brindaron con gran ceremonia y comenzaron a comer.

El de la cabecera sujetó con los palillos, que utilizaban, un trozo de pescado, Alma me dijo que era atún y lo habían traído, expresamente de la costa andaluza, para esta ocasión, lo pasó por el sexo de la chica, que se estremeció, como un escalofrió, sin llegar a mover su cuerpo. Aquel gesto disparó al resto de comensales que lo imitaron, pasando por la rajita los trozos de pescado que a continuación comían. Otro le abrió la boca, puso entre sus labios un bocado de color blanco, parecía que se lo ofrecía para comer, ella no se movió, se lo comió el japonés.

Otro, parecía el más joven, se dedico a lamer los pezones, que tenia cubiertos con nata.

Le cruzaron los muslos, formando un cuenco con ellos, vertían vino en su chochito y se lo bebían lamiendo el sexo. Se turnaban, levantaron las piernas sujetándolas a cada lado de la mesa, seguían vertiendo vino en su coño y lo chupaban de los rubios vellos del pubis y los labios de la vagina. Se les veía muy excitados.

El que parecía ser el jefe, se acercó a la chica-mesa y le introdujo un dedo en la vagina, ella no hizo ningún movimiento, lo sacó lo olió y se acerco a la mesa donde estábamos sentadas, me lo puso en la boca. No me importó chuparlo. Sabia a sexo femenino y algo extraño, como vino raro.

Aquello parecía una señal. Gerardo me cogió por un brazo.

–A partir de ahora te toca a ti, no me defraudes. Desnúdate y déjate atar.

Lo hice, totalmente desnuda me ataron las manos por delante y me pusieron una venda en los ojos. No sé cuantas manos toquetearon mi cuerpo, ni cuantos dedos entraron en mis cavidades, pero fueron muchas veces.

Pensé que ese sería el juego y no me disgustaba, me excitaba sentir a un grupo de hombres a mí alrededor acariciándome y penetrándome con sus dedos.

Por experiencia sabia que los penes de los japoneses no suelen ser grandes, por eso no me dio miedo cuando me arrodillaron y me ataron las manos a una argolla en el suelo, presentando mi grupa a quien quisiera utilizarla.

Lo extraño empezó cuando sentí que me frotaban mi coño con algo, parecía un trapo. Olía mal.

Y me aterrorice cuando oí ladrar un perro cerca.

Me puse a gritar histérica, tengo pánico a los perros.

Pero no sirvió de nada, bueno si, para que me amordazaran con una bola dentro de la boca y atada en mi nuca.

Aquella experiencia fue la peor de mi vida.

El animal olisqueaba mi trasero, lo lamia con su lengua, hundía su hocico en mi raja. No podía gritar, solo mover mi cuerpo a un lado y otro, eso encendía más a los espectadores.

De pronto se montó sobre mi espalda y sentía picotear mis nalgas con el vergajo del animal, que a su vez soltaba chorritos de líquido en mis corvas. Hasta que me penetró.

La sensación no fue placentera, el miedo había hecho que se contrajera el esfínter vaginal y yo no podía hacer nada por relajarlo, dolía, aquel animal se movía a una velocidad enorme dentro de mí. Y debía tener un cipote descomunal.

Yo seguía intentando quitármelo de encima y movía mis caderas, se salió. No sé que fue peor. Empezó de nuevo, esta vez ayudado por alguien que me sujetaba y dirigía su verga hacia mi ano. Y entró. Y se repitió el juego una y otra vez, duró una eternidad.

Una de las ocasiones me penetro por la vagina se movía mucho, pero esa vez fue distinta, algo más gordo de lo normal entro en mi coño. Temblaba de miedo y de dolor. Me daba la sensación de que me volvía de revés por ahí. Sentía que me arrancaban las entrañas, cuando el animal desmonto y la bola de carne lo unía a mí.

Alma se acercó, acarició mi cara, me beso y me dijo que me calmara, que en un ratito todo habría terminado. No fue un ratito, fue mucho tiempo el que el bicho estuvo dentro de mí. Un dolor agudo, seguido de un flop y un rio de líquido que bajaba por el interior mis muslos.

Alma seguía a mi lado acariciándome y besándome, me quito la mordaza y la venda, desató la cuerda que sujetaba mis manos y me ayudo a levantarme.

No quedaba nadie, estábamos solas.

Me acompañó a una ducha, se desnudo y entró conmigo. Me ayudo a lavarme y después me llevo al yacusi, donde continuo besándome y acariciándome.

Acabamos en un reservado comiéndonos el coño la una a la otra. La pobre intentaba hacerme olvidar aquella mala experiencia. Que ya no he repetido ni repetiré.

¿Cuántas experiencias, vividas por mi mujer, me quedaban por conocer?.

¿Cuánto me queda por saber de ella?.

¿Qué impulsa a una mujer, como Mila, a dejarse humillar de esa forma? ¿Placer?

¿Saciar una curiosidad malsana, que puede llevarla incluso a la muerte? ¿Placer?

¿Necesidad de placer a costa de lo que sea, sin importar las consecuencias?

Quizá todos tengamos esa necesidad de placer. Unos la cubren fumando, bebiendo, drogándose, juegos de azar. Todas esas actividades “placenteras”, que pueden poner en peligro sus vidas.

Pero hay otros más peligrosos, los que encuentran el placer jodiéndonos a todos, como los políticos, altos directivos de empresas, directores de banco, y un largo etcétera.

¿Es Mila peor que un político en el poder, que toma una decisión por la que se desahucia a miles de familias, las condena a la miseria de por vida y provoca el suicidio de muchos de los que son incapaces de afrontar esa situación?

¿Es Mila peor que ese alto directivo del banco que lleva años defraudando a hacienda, robando al país y enviando cientos, incluso miles de millones de euros a paraísos fiscales, descapitalizando al país?

O ese “supuesto” sinvergüenza que se ha forrado recibiendo “comisiones” ilegales, para un partido y no se sabe cuánto ha entregado al partido y cuanto se ha embolsado y en que chanchullos ha participado?

Mi esposa, Mila, ha proporcionado placer a no sé cuantos, ¿cientos? hombres que, desesperados no tenían el consuelo de una mujer, como no fuera pagando.

Estableciendo estas comparaciones, MILA ES UNA SANTA.

Al único idiota a quien ha hecho daño es a mí y colateralmente a mi hija.

Y nos ha hecho daño, porque esta sociedad de hipócritas, de doble moral, ve como triunfadores a los que nos joden de verdad.

Insultando, injuriando y escarneciendo a personas como Mila, por hacer algo que le gusta sin perjudicar a nadie.

Y la raíz de esta hipocresía esta incrustada en la tradición.

He decidido ir esta noche con Mila a divertirme.

Y a partir de ahora, si ella quiere, dejará de follar como puta, para seguir haciéndolo por puro placer.

Cuando llego a casa están los niños durmiendo, Claudia y Marga se han acostado juntas, ¿Qué estarán haciendo?

Mila me está esperando sentada en la sala.

Luce espléndida. Sus hombros de suaves curvas, descubiertos, el vestido negro, corte palabra de honor, la falda ligeramente tableada, mostrando sus piernas de líneas torneadas. Sandalias negras, con tacón de aguja, que deja a la vista el contorno del pié. Me estoy fijando mucho en los pies. Es preciosa. Claro que si fuera un callo ¿Quién estaría dispuesto a pagar por acostarse con ella?

–¿Vamos?

–Espera José. Tenemos que hablar.

–Tú dirás.

–¿Estás seguro de que quieres hacer esto?

–Y ¿Por qué no? Tu seguramente lo has hecho muchas veces, sin yo saberlo, ahora quiero ver como son estas cosas, que yo desconocía hasta hace un mes.

–Espera. Quiero decirte, algo, que para mí es importante.

No quiero seguir con todo esto.

Solo lo haré si tú me lo exiges, pero ya no quiero seguir con la vida que he llevado. Ahora sé lo que quiero. A ti. Solo a ti.

He comprendido que hay algo mejor. Y lo he descubierto gracias a ti. Nunca me había sentido como ahora contigo.

Entiendo que no puedas creer lo que te estoy diciendo. Te he mentido y ocultado tantas cosas, que yo en tu lugar también desconfiaría.

He descubierto en ti a una persona distinta, y me gustas. Me gustas mucho.

Quiero seguir contigo, no obligada por el temor a las represalias.

¡Porque te quiero!

No sé cuanto durara esto, pero ahora te quiero y no tengo ningún interés en follar con nadie más que contigo a partir de ahora. Si tú me lo permites. Y tratar de darte todo el placer que te he negado. Intentaré compensar, con mi sumisión, con mi fidelidad absoluta, todo el daño que te he hecho.

Podemos irnos a cualquier parte donde no nos conozca nadie, con los niños.

Llevarnos a Marga y vivir todos juntos sin engaños, sin trampas.

Te seré fiel, porque quiero serlo.

Porque ahora sé lo que significa la palabra AMOR.

Tan fiel como para dejarme joder por quien tu me indiques, sin yo querer, contra mi voluntad. Solo por obedecerte.

Y puedes probar y experimentar conmigo y con Marga todo lo que quieras.

Lo he hablado con ella. No te mentiremos ni te ocultaremos nada, nunca más.

Nos tendrás a las dos porque te queremos y sabemos que tú también nos quieres.

Y ahora, si tú lo deseas, podemos irnos al club de intercambio.

No esperaba aquello. Me desarmó. Me dejo sin habla. Y algo dentro de mí me decía.

¡¡Lo has logrado!! ¡¡Has recuperado a tu familia!! Pero ¿Y la confianza? ¡Jamás podrás confiar en ella!

–Mila, sabes que te quiero con locura, hasta el extremo de estar a punto de volverme loco de verdad, de hacer una barbaridad, de las muchas en las que pensé y hubiéramos terminado mal, muy mal.

He intentado encontrar soluciones al problema planteado. Y esta que tú propones no me parece acertada. Seguiremos adelante con los planes trazados. Vámonos al club, quiero verte como lo que eres, como lo que has sido. Y como lo que seguirás siendo. Una puta.

Y nos fuimos al club de intercambio. Pero eso ya es otra historia.

En el piso se sigue adelante con el proyecto, que con modificaciones, habíamos puesto en marcha.

Mila, Claudia, Marga, Amelia y otras que se han ido incorporando al grupo trabajan y lo hacen bien. Los clientes quedan muy satisfechos. Estamos teniendo mucho éxito.

Claudia se hace cargo de la gestión de la empresa. Utilizando las nuevas tecnologías en el mundo del porno, instalé un servidor web en el local, para facilitar los contactos con las webcam. Los plazos se van cumpliendo y el nuevo negocio ya está funcionando. Además de las instaladas en las habitaciones, controladas por Claudia, instalé cámaras sin conocimiento de nadie. Solo yo las gestiono a distancia. Desde mi centro secreto de control.

Encargue a una tienda que compraba productos directamente de china, una partida de teléfonos móviles de última generación y se los entregué a un conocido mío, un hacker, a quien le encargue la instalación, en los aparatos, del software que me permitiera conocer la localización, vía GPS, incluso estando apagado el móvil. Además de poder conectar desde mi ordenador, el micrófono y la cámara, sin que se iluminara la pantalla y sin generar ningún tono, siempre y cuando, tuviera colocada la batería. Les facilité uno a cada una de mis, protegidas, incluidas mi hija Ana y su amiga Claudia.

No podía dejar de espiar a mi familia. Tenía que saber todo lo que pasara, lo que hablaban. Quince años de engaños me habían convertido en un enfermo, un paranoico, pero no podía evitarlo.

He sido una persona confiada durante toda mi vida. Mi postura, yo la denominaba ingenua. La verdad es que funcionaba, yo era feliz mientras no se demostrara que estaba equivocado. Y lo fui, durante quince años. Feliz y equivocado. Hasta que mi ingenuidad me estalló en la cara, o más bien, en la frente.

Esta es ahora:

MI NUEVA VIDA.

P.D. En los artículos de sucesos de un periódico aparece una noticia. M. …Ha sido detenida y puesta a disposición judicial acusada de corrupción de menores. Al parecer fue sorprendida en su domicilio…….Resultó efectiva la llamada anónima.

Me ha ayudado mucho escribir. Me ha sido muy útil para pensar, reflexionar y poner en orden mis ideas. Quizá siga haciéndolo en función de lo que vea u oiga en el centro de control, además de lo que Mila y Marga me cuenten, sus experiencias vividas a lo largo de veinte años como meretrices.

PARA CONTACTAR CON EL AUTOR:

noespabilo57@gmail.com

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