Mi cuñada, mi alumna, mi amante (5)

Unos instantes después de quedarme solo oí el sonido del agua de la ducha.

Sin molestarme en volver a vestirme, fui al salón. Después del magnífico sexo anal con el que había “castigado” a mi cuñadita, me apetecía el típico cigarrillo de después, así que, cogiendo el paquete de tabaco que Patty había dejado sobre la mesa, encendí un relajante cigarrillo.

Ya no había ninguna duda rondando mi cabeza, estaba claro que no podía resistirme a los poderosos encantos de esa diosa del sexo.

– Es una fuerza de la naturaleza imparable- pensé-, si quiere, puede arrasar con lo que tenga por delante sin importarle más que sus propios deseos, aunque éstos impliquen acostarse con el marido de su hermana.

Mi cuñada es un torbellino sexual, una fiera salvaje, una amante insaciable capaz de cumplir los más ardientes deseos de cualquier hombre y disfrutar con ello para llegar al cenit del placer, yo ya lo había asumido. En cada encuentro, mi cuerpo evidenciaba lo que mi cabeza trataba de negar. Sin duda, mi conciencia había perdido la batalla y se había unido al vencedor para decirme cuánto la deseaba. Por fin había llegado a la conclusión de que lo único que podía hacer era disfrutar del mejor sexo que jamás había tenido, apartando cualquier remordimiento de mi mente. Además, el que fuese la hermana menor de mi mujer, lo hacía todo aún más excitante, algo prohibido y peligroso que hacía hervir la sangre en mis venas. Con una sola de sus miradas, Patty era capaz de encenderme y ponerme la polla más dura de lo que nadie me la había puesto nunca, con una sola de sus frases hacía fracasar cualquier intento por controlar mis impulsos:

– ¿Te apetece?- resonó su sensual voz dentro de mi cabeza.

– Pues claro que me apetece- respondió mi voz interior.

Apagué el cigarrillo a medias de consumir, y fui directamente al baño. La puerta estaba entreabierta así que, sin dudarlo, la abrí del todo dando un paso hacia el interior. El cuarto de baño era estrecho, alargado y el ambiente estaba saturado de humedad. Las botas negras de Patty estaban a mis pies, y a través de la nube de vapor pude ver la ducha al fondo. La mampara era transparente y las salpicaduras de agua corrían por ella impidiendo que el vaho se acumulase, por lo que se podía ver perfectamente a través del limpio cristal.

Como en un húmedo y nebuloso sueño, contemplé maravillado el espectáculo que reanimó mi aletargada verga, que comenzó a crecer ante la visión que se le presentaba. Mi cuñada estaba bajo la ducha, con los ojos cerrados dejando que el agua caliente incidiese sobre su cara y resbalase recorriendo cada milímetro de su suave piel. Su cuerpo, de perfil, brillaba por el agua que lo recorría haciendo deslumbrante su magnífica desnudez. Ese redondo culito que acababa de follarme sin compasión, describía una hermosa curva por la que el agua se deslizaba para continuar bajando por sus tersos muslos. Sus jóvenes y voluptuosos pechos se veían firmes y deliciosos con el líquido elemento acariciando sus pezones, y se volvieron aún más apetecibles cuando se elevaron al levantar Patty los brazos para echar hacia atrás su negro cabello. Ese gesto propició un engrosamiento de mi miembro que se unió al previo alargamiento para provocarme un evidente principio de erección.

– Preciosa- pronuncié en voz alta verbalizando mis pensamientos.

Mi cuñada me oyó, cerró el grifo del agua y, girándose hacia mí, abrió la mampara.

– ¿Te parece bonito espiar a tu cuñada mientras se ducha?- dijo esbozando su pícara sonrisa.

De frente, su cuerpo mojado parecía surgido de mis mejores fantasías. Su estrecha cintura dibujaba una curvilínea silueta para ensancharse en sus magníficas caderas. Entre sus muslos, la parte superior de su pubis estaba adornada con una fina tira de corto y negro vello que indicaba el camino hacia su centro de placer. Sus redondeados y grandes pechos, albergaban unos atractivos pezones que se endurecieron al observar mi incipiente erección.

– No espío a mi cuñada, contemplo a la mujer que protagoniza mis sueños- contesté devolviéndole la sonrisa.

– Mmm, tal vez deba darte más material para hacer que tus sueños sean tan húmedos como los míos cada vez que en ellos aparece mi cuñado.

Las manos de Patty acariciaron sus duros pezones mientras me miraba fijamente mordiéndose el labio inferior.

Mi erección ya era total, mi falo volvía a apuntar acusadoramente a la causante de su dureza.

Las manos de mi cuñada siguieron acariciando sus tetas, recorriendo suavemente toda su redondez para empezar a apretarlas y masajearlas con dedicación. Poco a poco fueron deslizándose por su cintura, recorriéndola hasta posarse sobre sus caderas, que se contonearon al ritmo de sus caricias. La felina mirada de Patty recorrió todo mi cuerpo y se posó sobre mi inhiesta polla, mirándola fijamente se relamió los labios y continuó acariciando todo su cuerpo, moviéndolo en un sensual baile que hacía hervir mi sangre. Su mano derecha se deslizó por su vientre para llegar a la fina tira de vello púbico, y la recorrió lentamente hacia abajo hasta que su dedo corazón encontró su duro clítoris.

– Aaah- gimió al tocarlo.

Su mano izquierda abandonó la cadera para subir de nuevo a los pechos y comenzar a masajearlos mientras la mano derecha realizaba movimientos circulares sobre su botoncito del placer.

– Mmmm- gemía con sus propias caricias.

Yo contemplaba fascinado, con mi verga como un mástil, cómo esa ardiente hembra se masturbaba para mí mirándome con sus ojos aguamarina encendidos de lujuria.

La rajita del coño de mi cuñada se veía húmeda, pidiendo ser atacada más abajo del mismo modo que el clítoris. Patty accedió a su ruego bajando aún más su mano para introducir los dedos entre sus jugosos labios.

– Ooooohhh.

Todo su cuerpo se contoneó con su caricia mientras su otra mano estrujaba sus pechos pasando de uno a otro.

Se acarició el coño arriba y abajo con tres dedos, apretándolo para sentir su vulva hinchada por la excitación. Los dedos índice y anular abrieron sus labios mayores mientras el dedo corazón exploraba el suave tacto de los labios menores, recorriéndolos y abriéndose paso entre ellos.

– Mmmm, aaahh.

Mi cuñada sacó el dedo embadurnado de sus cálidos fluidos y se lo llevó a la boca, depositándolo sobre su carnoso labio inferior para succionarlo y chuparlo degustando el sabor de sus propios jugos en un erótico gesto de lo más evocador.

– Ummmm, mi coño está delicioso- dijo volviendo a bajar su mano hacia él.

Yo seguía inmóvil disfrutando del espectáculo, llenándome los ojos con cada uno de sus gestos y los oídos con cada uno de sus gemidos, tratando de contener el impulso de agarrar mi polla para masturbarme sin tregua yo también.

La mano derecha de Patty volvió a acomodarse en su coñito moviendo los dedos dentro de él, mientras su mano izquierda acariciaba todo su cuerpo como si estuviese poseída por un amante invisible.

– Uuufff, mmmm, uuuuuufff.

Sus gemidos eran cada vez más profundos en respuesta a sus expertos dedos, que ya exploraban toda su almeja penetrándola una y otra vez, saliendo únicamente para presionar de vez en cuando el clítoris con movimientos circulares.

– Uuummm, uuuuuufff, uuuummmm, uffffff.

Los gemidos seguían aumentando en intensidad, escapándose a través de sus apetecibles labios mientras sus mejillas enrojecían por el placer que ella misma se estaba dando.

– Estoy a puuuuunto de correrme, uuuuufff- dijo deteniendo su mano-. Necesito tu polla dura para llegar al final, ¿te apetece?.

– Claro que me apetece- contesté acercándome a ella-. Mira cómo me la ha puesto mi cuñada mientras la “espiaba” dándose una ducha.

Llegué hasta el plato de la ducha y entré en ella sintiendo el tacto de la goma estriada de su superficie en la planta de mis pies.

Patty llevó sus dedos brillantes de fluido vaginal a mi boca y los chupé degustando el exquisito sabor de hembra excitada. Después agarró mi polla y la recorrió suavemente con la mano hasta llegar al glande, cuya punta estaba mojada con varias gotas de líquido preseminal. Las tomó entre sus dedos y se las llevó a la boca para chuparlas como yo había hecho con sus jugos.

– Fóllame, cuñadito- dijo con sus ojos clavados en los míos.

La agarré del culo con ambas manos y ella pasó sus brazos sobre mis hombros. Apoyé su espalda en la pared y ella levantó una de sus piernas rodeándome la cintura. Mi mano sujetó con firmeza su muslo y, flexionando las rodillas, tiré hacia arriba de mi cuñada levantándola del suelo mientras ella abrazaba mi cintura con su otra pierna. Afiancé mis pies en la alfombrilla antideslizante y, moviendo mi cadera busqué su chochito con la punta de mi polla.

– Uufff- resoplé cuando mi glande tocó la empapada raja de su sexo-, lo tienes ardiendo.

– Sí, ¡clávamela!.

Dejé caer su cuerpo sobre mi polla, y su coño la envolvió completamente devorándola de una sola vez.

– ¡Aaaaahhhhhh!- gritó Patty con todo su cuerpo en tensión.

Los potentes músculos de su vagina apretaron mi miembro abrasándolo con su calor, ¡qué gustazo!, pero mi maniobra aún no había terminado, iba a hacerle sentir la fuerza de mi ariete. Con un impulso, estiré mis rodillas y empujé con la cadera hacia delante empotrando a mi cuñada contra la pared, con la punta de mi verga incrustada contra lo más profundo de su cueva del placer.

– ¡Aaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh!- gritó aún más fuerte con todo su cuerpo en tensión.

Sus piernas apretaron con fiereza mis caderas, sus brazos atenazaron mi cuello, y mi cara quedó aplastada entre sus grandes pechos cuando toda su espalda se estiró separándose de la pared con una fuerza casi sobrehumana.

Conseguí separar mi cara de su pecho, y por unos segundos no me moví, observando con deleite la excitante expresión de Patty en pleno orgasmo, con la boca abierta exhalando hasta el último aliento, sus preciosos ojos casi en blanco, y sus mejillas encendidas mostrándola aún más bella. Fue un orgasmo largo y profundo que hizo que todo su cuerpo se estremeciese con poderosos espasmos. Su vagina exprimió mi falo con tanta furia, que si no la hubiese follado anteriormente por su divino culo, me habría corrido en el acto.

– Uuuufffff- suspiró recuperando el aliento y la compostura-. Me has hecho perder totalmente la cabeza clavándomela así.

– Quería que sintieses a fondo cómo me habías puesto masturbándote para mí-. Contesté.

– Estaba tan a punto… -añadió respirando aún con dificultad-… que has hecho que me corra con la primera embestida.

– Pues aún tengo muchas más para darte.

– Ummm, sí, dame más, quiero mucho más.

Nos besamos entrelazando nuestras lenguas con pasión, explorándonos mutuamente la boca. Apoyé de nuevo su espalda contra la pared y, flexionando ligeramente las rodillas, le saqué unos centímetros de mi falo para volver a embestir con furia.

– ¡Ooooooohhhh!- gritó-…

Quería decir algo más, pero yo no la dejé volviendo a sacar y meter con fuerza mi duro miembro en su cálido y encharcado coño. La penetración era tan suave, tan profunda y placentera que, aprovechando la libertad de movimientos que me brindaban el apoyo de su espalda en la pared, y la sujeción de sus muslos en mis caderas, empecé a bombear con fiereza.

– ¡Oh, oh, oh, oh, oh!- gemía con cada una de mis acometidas.

Su sexo caliente masajeaba mi polla en toda su extensión, provocándome deliciosas descargas eléctricas que subían por mi columna vertebral para que mi cadera siguiese empujando una y otra vez.

– ¡Oohh, ooh, ooohh!- gemidos más profundos de mayor goce-. ¡Cómo me follas, cabrón!.

Mi cuerpo estaba totalmente tenso, entregándose por completo a cada follada con la que mi verga tocaba lo más profundo de su interior mientras mi pubis golpeaba rítmicamente su clítoris, haciéndolo vibrar con cada una de mis acometidas.

– Ummm, ooooohh, uuuuuummmm, oooooooohhhh- la escalada de placer de Patty continuaba.

Sentía su piel ardiendo febrilmente sobre la mía, aún húmeda por la ducha y el sudor de su orgasmo. Pegué mi nariz y mis labios a su cuello, tenía un olor dulce, irresistiblemente embriagador. Sin parar el continuo mete-saca, mi boca se abrió para probar esa suave piel; besé su cuello con devoción, degustando el salado sabor de su piel con la punta de mi lengua, presionando y succionando con los labios para provocarle sutiles cosquilleos que recorrieron su cuello para subir directamente a su cerebro.

– ¡Ajajahaahh!- oí a mi amante mezclando risa con jadeos.

Mi herramienta de placer perforaba su precioso cuerpo una y otra vez, sintiendo en mi glande las maravillosas caricias que las paredes internas de su profunda gruta me daban con el roce.

Patty cogió mi cara entre sus manos, y me apartó de su cuello para mirarme fijamente. Había fuego en sus ojos verdeazulados, una llama de pasión, de lujuria y desenfreno, estaba totalmente entregada a mí.

– ¿Te gussssta fffollarmmmeee?- me preguntó.

– Aahh, mmme encanta follarmmme a mmmi cuñaditaaah.

Esa respuesta incendió su calenturienta mente y aumentó aún más su placer:

– ¡Jodeeeer!- exclamó sin dejar de gemir-. ¡No puedo mááááásssss!, mme voy a corrreeeer, mmme corroooooh, uummmmme cooorroooooooh, uuuummmmme corrooooooooooohhhhhh!.

Todo su cuerpo volvió a convulsionarse con un sublime orgasmo mientras sujetaba mi cara entre sus manos, intentando mantener su mirada fija en la mía.

– Essso essss- susurré cuando su orgasmo empezaba a declinar-, córrete con la polla de tu cuñado dentro.

– ¡Aaaaaaahhhhh!- volvió a gritar Patty.

Su orgasmo en descenso se encadenó con otro aún más intenso, que le hizo apartar sus ojos de los míos echando la cabeza hacia atrás con la boca completamente abierta. Todo su coño latía con fuertes espasmos que parecían querer succionar mi verga aún más dentro, su fuego interno escaldaba mi músculo con sus abundantes jugos.

– Sssssí- dije ensartándole mi mástil a fondo-, te gussssta cómo te la clava el marido de tu hermana.

– ¡Síííííííííííííííííííííí!.

Patty alcanzó la segunda cima de placer quedándose sin aliento, y cuando pudo coger aire para recuperarlo, volví a bombear dos veces más apretando todo mi cuerpo contra el suyo con el segundo envite. El tercer orgasmo llegó, poderoso, haciéndole gritar de nuevo en pleno éxtasis, aunque su duración fue más breve que la de los dos anteriores.

El cuerpo de mi cuñada se relajó por completo, sus piernas dejaron de abrazar mis caderas y sólo quedaron sujetas por mis manos aferrándole los muslos. Sus brazos cayeron a ambos lados, y su espalda se apoyó por completo sobre la pared. Su cara, totalmente ruborizada, bajó para volver a mirarme mientras trataba de respirar entre jadeos.

– Buena corrida, preciosa- le dije.

– Uuuuuuuuffffffff, me has provocado un orgasmo múltiple, cabronazo.

– Lo he visto y lo he sentido, cuñadita.

– Joder, nunca había tenido uno así. Los había tenido en intervalos cortos, contigo o yo solita, pero nunca seguidos…

– Así que te he convertido en multiorgásmica- contesté con una sonrisa.

– Uuufffff, entre tus embestidas y tus palabras…

Mi polla aún estaba increíblemente dura dentro de ella, sus orgasmos me habían dado un gran placer, pero por las circunstancias previas a ese polvo, aún necesitaba más para llegar a correrme.

– Tú todavía no te has corrido, y yo ya no puedo más- aseveró mi satisfecha amante-. ¿Cómo es posible, si ésta es solo la segunda vez?.

– Te recuerdo que ayer te tomaste un abundante biberón…

Patty se rió con picardía tocándose los labios.

– Y un rato después de marcharte follé con tu hermana.

– Ah, claro, mi querida hermana también quería su ración de polla, ¿no?.

– Supongo, y aunque era ella la que cabalgó sobre mí, no podía apartar a su preciosa hermana de mi cabeza…

– Uuummm, eso me gusta, ahora soy tu putita.

– Mi cuñada, mi alumna, mi amante y mi putita… -dije pensativo.

– Me gusta ser todo eso para ti… sácame la polla, que voy a hacer que te corras para que me marques como tu putita.

La bajé con cuidado sacándole la verga brillante por sus fluidos, sus piernas flaquearon un instante, pero pudo mantenerse en pie. Después, Patty se arrodilló delante de mi miembro, y agarrándome del culo se lo metió en la boca sin dudarlo. Le dio una profunda chupada saboreando con la lengua para, acto seguido, sacársela para decirme:

– Dios, cómo me gustan mis juguitos en tu polla, la mezcla de sabores es deliciosa.

Yo le sonreí.

– Te la voy a chupar fuerte, a fondo, pero cuando estés a punto avísame para correrte en mi cara y marcarme como tu puta.

Yo asentí aún más excitado que antes, me encantaba la idea de correrme en su preciosa cara.

Mi cuñada volvió a colocar sus labios sobre mi glande, y engulló la verga hasta que tocó su garganta. Comenzó a succionar con mucha fuerza “ummppff”, subiendo y bajando por el tronco con sus labios a mayor velocidad que las otras veces que me la había chupado. Su cabeza se movía arriba y abajo rápidamente mientras sus manos atenazaban mis duros glúteos con ansia. El placer era tan intenso, sus labios tan golosos, su boca tan cálida y húmeda, su lengua tan suave y experta que, después del polvo inconcluso por mi parte, mis deseos de sentir un orgasmo provocaron que mis caderas empezasen a moverse de atrás hacia delante.

– Mmmmmm- oí a Patty asentir con mi polla en la boca.

Ella detuvo su movimiento, yo bajé mis manos para sujetar su cabeza, y continué con el ritmo de mis caderas, follándome su deliciosa boquita, deslizando mi potente falo entre sus labios, llegando hasta su garganta para tocarla con la punta en cada empujón… “ummppff, ummppff, ummppff, ummppff”

La succión era tan fuerte, y mi goce tan exquisito, que sentí los espasmos que anunciaban la inminente corrida.

– Patty, uuffff, me voy a correr, uuuuuffff.

Saqué la polla y ella se quedó esperando delante de mi glande con la boca abierta, mirándome fijamente con sus ojos de gata. Agarré mi verga y apunté a su cara, su mano acarició mis huevos y mi corrida no se hizo esperar. El primer chorro de mi caliente lefa cayó sobre su frente, con un abundante reguero que se extendió sobre su nariz y que deslizó densamente hacia su mejilla derecha. El segundo disparo impactó un poco más abajo y escurrió hasta su labio superior, recorriendo todo su contorno hasta alcanzar la comisura. El resto de eyaculaciones acertaron en mayor o menor medida con su boca, acumulándose sobre su lengua, aunque resbalaban por su delicioso labio inferior, haciendo un excitante contraste entre el blanco de mi espesa leche y el magenta de sus labios. Mi catarsis concluyó con escalofríos recorriendo mi espalda, y observé con fascinación cómo Patty cerraba la boca y paladeaba mi ardiente elixir para terminar tragándolo. Su cara brillaba con mi semen, que lentamente seguía resbalando por su cutis hacia su barbilla.

Mi cuñadita se levantó y fue a mirar su hermosa cara salpicada de blanco en el espejo que había sobre el lavabo.

– ¡Joder!- exclamó sonriendo-, ¡cómo me has puesto la cara de leche!, ¡cómo me has marcado!.

– “La marca de El Zorro”- dijo en mi cabeza la voz de Anthony Hopkins interpretando a Diego de la Vega.

– No, más bien la marca de la zorra- le contestó en tono burlón mi voz interior.

– Ahora sí que soy tu putita, cuñadito- continuó Patty recogiendo mi corrida de su cara con el dedo índice-. ¡Y qué rica está tu leche!- añadió llevándosela a la boca y chupándose el dedo para degustarla sin dejar de mirarse en el espejo.

– Eres mi putita y no puedo resistirme a ello- contesté pensativo-… Creo que necesitamos una ducha de verdad.

El vapor se había disipado ya, y todo el cuarto de baño estaba inundado de olor a sexo. Nos duchamos juntos, recorriéndonos mutuamente toda nuestra piel con la esponja para enjabonarnos, y aunque el acto estaba cargado de erotismo, nuestros cuerpos ya estaban saciados de sexo por esa mañana.

Antes de marcharme, nos despedimos con un largo beso en el que sus labios succionaron los míos con ímpetu, y quedamos en continuar discretamente con nuestros magníficos encuentros cuando se diese la ocasión.

Subí al coche para volver a la facultad, rememorando cómo finalmente todos mis remordimientos por engañar a mi mujer con su hermana pequeña habían sido aplastados por el abrumador peso de la pasión. Cuando me dispuse a arrancar el coche, la voz de Darth Vader se infiltró en mi cabeza:

– “¡Tú no conoces el poder del lado oscuro!”.

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