Mayo está sobre mí, siento su enorme polla clavada hasta lo más profundo, no me pesa, es delgado, joven y fuerte aunque no musculoso; se mueve como un gato, hay mucho de felino en él, aparte de ser el personaje más morboso que nunca he conocido.

Nuestra relación ha comenzado esta misma tarde, en una discoteca bastante concurrida. Bailaba sola cuando se plantó ante mí y sin decir palabra, comenzó a bailar conmigo. No me desagradó, al contrario, lo hacía bien y su baile estaba cargado de sensualidad, como me gusta. Bailamos varias piezas juntos, sin tocarnos, hasta que el Dj puso música un poco más lenta, y entonces me tomó en sus brazos, con la mayor frescura me apretó contra él y me besó en el cuello, nos miramos a los ojos, su boca se acercó a la mía y nos besamos, apenas un roce, otro beso, ahora más intenso, más largo, nuestras bocas se abrieron y nuestras lenguas empezaron a buscarse, a entrelazarse, mientras que sus manos habían descendido de mi espalda hasta mis nalgas. Cesamos de bailar y tomando mi mano me condujo hasta uno de los sofás que rodean la pista de baile, eligió una zona no muy iluminada, donde nos sentamos y pidió unas bebidas. Su conversación era agradable, mitad húngaro, mitad rumano, llevaba poco tiempo en nuestro País, sin papeles y presumiendo de ello, se notaba que, como chico guapo, pretendía vivir de las mujeres y por eso buscaba las maduras. Yo lo soy, tengo 50 años recién cumplidos, y él apenas 24. Puedo presumir de un buen cuerpo, soy bonita, según dicen, y no represento más allá de 40, razones por las cuales se había dirigido a mí, eligiéndome entre todas las mujeres de la sala.

Desde el momento mismo que nos sentamos inició sus avances, repitió el largo beso que nos habíamos dado en la pista, más profundo, más largo. Pasó su brazo por encima de mis hombros, dejando caer su mano que, como por descuido, rozaba uno de mis pechos, le dejé hacer en espera de conocer su táctica. No tardó mucho, la mano que rozaba mi pecho se puso en movimiento, primero el roce se hizo más preciso, más notorio, después ya claramente lo tomó con su mano e inició leves apretones, siempre sobre la tela de mi vestido, fue buscando el escote hasta encontrarlo y, despacio, metió la mano por él hasta apresar mi pecho. No llevaba sostén, de modo que  el contacto fue directo y una vez que lo tuvo en su mano comenzó a sopesarlo, a buscarme el pezón que ya se encontraba inhiesto, a pellizcarlo, mientras su otra mano comenzaba la exploración entre mis piernas, haciendo presión sobre ellas, como pidiéndome de separarlas para tener mejor acceso hasta mi sexo. Le dejé llegar hasta que sus dedos tomaron contacto con mi braga, y cuando intentó apartar el borde para acceder a mi sexo, le detuve para darle una explicación, le conté quien era yo y lo que pretendía. Necesitaba a un chico como él, para preparar unas escenas de amor en una película, si estaba de acuerdo, aparte de cobrar las cantidades acordadas,  tendría un pequeño papel en la película.

Después de hacerme varias preguntas aceptó, pero todavía faltaba saber si realmente sería capaz de hacerlo medianamente bien, si tendría el mínimo de fotogenia necesario, así es que le invité a dejar la discoteca y acompañarme a un club privado, donde podríamos hacer algunas pruebas.

Al llegar, le indique algunos puntos sobre lo que debería tratar de hacer, y lo primero sería mostrarme sus habilidades para conseguir conquistar a una mujer y llevársela a la cama, hecho a su modo y manera, para ver sus virtudes y defectos estableciendo, a partir de ahí la mejor forma de actuar.

Escuchó atentamente las indicaciones, preguntó quién sería la mujer y al saber que iba a ser yo, observé destellos en sus ojos, lo cual era ya indicador de que podía establecerse con él una cierta química.

Nos sentamos en un sofá y sin más preámbulos se inclinó sobre mi estampándome un beso de autentico tornillo, sabía besar, no había la menor duda, iba rápido y al grano, sin dejar por ello de ser tremendamente sensual. Mientras su lengua jugaba con la mía, sus manos no permanecían quietas, en un momento se había abierto camino bajo  mí vestido, para cubrir mis pechos de besos y caricias, tomó mi mano para dirigirla sobre su pantalón, directamente sobre el generoso bulto formado bajo él, abrió la cremallera, siempre con mi mano dirigida por la suya, hizo presión en muda petición de que descubriese su verga y cuando esta hizo su aparición, depositó mi mano sobre ella. Tenía una verga enorme, monstruosa, según fui descubriendo por momentos mientras la acariciaba, su mano que me había abandonado, lo había hecho para proseguir su camino entre mis piernas, nada dejó de lado o sin acariciar, mis muslos, mi vientre, mi vagina, que a esas alturas ansiaba nuevas caricias.

Mayo se había dado cuenta, se puso en pié para tirar de mi y dirigirme sobre una de las camas, antes de llegar a ella ya me había desnudado enteramente, y cuando me hizo caer sobre la cama éramos ya dos cuerpos desnudos. Se colocó sobre mí, humedeció con saliva mi vagina y la cabezota de su verga, la frotó un par de veces a la entrada y sin más preliminares, me la metió hasta que sus testículos chocaron contra mi sexo, de un solo golpe me penetró hasta lo más profundo. No entiendo como, pero no sentí dolor alguno, como reflejo a su embestida, mis piernas se anudaron en su espalda, se movía sin cesar, de un lado para otro, una de sus manos apretaba mi pecho y, con la otra frotaba mi clítoris, no paraba más que para cambiar de postura, me dio la vuelta y volvió a penetrarme desde atrás, tiraba de mis caderas para que adoptase la posición del perrito, nueva penetración, de lado y siempre tras de mío, su mete y saca se aceleraba por momentos, al tiempo que aumentaba el ritmo de sus dedos en mi clítoris, yo estaba a punto de estallar y así fue, mi cuerpo comenzó a vibrar, a estremecerse ajeno a mi voluntad, me sobrevino un orgasmo apoteósico, durante el cual perdí la noción de todo lo que no fuese placer, y cuando decreció pude sentir sus espasmos en el momento en que comenzó a correrse y salió de mi para verter su semen sobre mi vientre. Tomé su verga con mis manos y la dirigí a mi boca para sentir su sabor, aunque ya le quedaban pocas fuerzas, me miró a los ojos y juntos estallamos en una monumental carcajada.

Mayo había superado su examen, con honores, y yo había tenido uno de los mejores orgasmos de mi vida.

Por esa noche ya no hubo más, aunque él hubiera deseado continuar toda la noche, me propuso ir a un hotel incluso, pero no acepté y quedamos para varios días después, en el estudio, donde darían comienzo los ensayos.

Tres días después se presentó puntual, ya todo estaba preparado en el estudio, se habían preparado los decorados de una casa completa, en la que deberíamos pasar tres días de continuos ensayos. Empezamos perdiendo un poco de tiempo, haciéndole pruebas de cámara en solitario y con una pequeña actriz rumana que él había traído, y que no servía para gran cosa, salvo que para demostrar sus ”habilidades”, la folló ante mis propios ojos, y  después de darse una ducha rápida, nos pusimos a trabajar.

Un poco desmañado al principio, se soltó en cuanto se dio cuenta de que cada una de las personas presentes, se dedicaba a su labor específica. Escuchó atentamente las instrucciones sobre lo que tendríamos que hacer durante los tres días próximos, en los que no debería abandonar la piel de su personaje. Terminados los ejercicios de calentamiento, en los cuales para romper el hielo, debíamos acariciarnos con las manos del otro, y en cuanto recibimos la orden de comenzar, saltó literalmente sobre mi tomándome en sus brazos y me tendió en el suelo sobre la gruesa alfombra. Me desnudó despacio, como quien pela una fruta delicada, cubriendo de besos y caricias cada centímetro de piel que iba descubriendo, me lavó de pies a cabeza con su lengua, trabajo que después repitió con sus dedos y su sexo, lo hacía subir rozándome, de mi ombligo a mi boca,  rozaba con él mis labios mientras que sus dedos acariciaban mi vagina hasta lograr que estuviera completamente abierta; una vez conseguido, frotó contra mis mucosas descubiertas la cabeza de su verga, y comenzó a meterse. Lo hacía lentamente, con cuidado, como si fuera la primera vez que me poseía, se detuvo como si hubiera encontrado un obstáculo en su progresión, estaba simulando el primer coito con una virgen, y yo respondiendo como si lo fuera. Aumentó la cadencia de sus movimientos, trataba de conseguir que yo tuviera un orgasmo, pero pese a su habilidad no me conocía lo bastante para lograrlo, mientras que él ya no podía controlarse. Se retiró de mi en el momento y vertió su semen sobre mi vientre, disculpándose por no haber podido evitarlo.

Durante la cena, hablamos sobre el tema, le tranquilicé, nos duchamos y nos fuimos cada uno a su cama, el día había sido largo, estábamos cansados y a Mayo todavía le esperaba en su cama su amiguita rumana, a la que muy pronto hizo estallar en un concierto de auténticos alaridos

A penas me había despertado cuando sentí una presencia extraña en mi cama, unas manos que me recorrían comprobando que duermo desnuda, y un cuerpo que se pegaba al mío, era el de Mayo, se había tomado al pié de la letra los ensayos en continuo durante tres días. Se había despertado con una erección tremenda, y en vez de follarse a Marian, la chica rumana, con la que había dormido, se vino a mi cama  y buscaba meter su cara entre mis piernas. Me costó convencerle para que me dejase asearme primero, estaba pegajosa de la sesión pasada, pero en cuanto me metí en la ducha, no tardó en entrar el también, con el socorrido pero siempre efectivo argumento de lavarme la espalda.

Tengo que reconocer que la hizo a conciencia, me enjabonó de pies a cabeza, lavó mi sexo, y de paso aprovechó para jugar un poco con mi clítoris para ponerme a tono, algo así como un corto juego de calentamiento, pues estaba ansioso por volver a la cama. Nada más hacerlo recomenzó lo que parecía ser su juego favorito, dicho con sus propias palabras, metérmela hasta los huevos, y el condenado lo hacía francamente bien. Lo asombroso es que aquella enorme polla que tiene, cupiera en mí enteramente y sin hacerme daño.

Los juegos en la ducha habían servido para calentarle más de lo que ya estaba, en cuanto me tuvo sobre la cama comenzó a darme otro baño, esta vez con su lengua, haciendo especial hincapié sobre mi clítoris, y provocando que mis piernas aprisionaran su cabeza. Así estuvo largo tiempo haciendo estremecer mi cuerpo, Nuevamente me penetró con fuerza, después, dándole la espalda, buscó mi ano con la cabezota de su verga, lo ensalivó y con cuidado me la fue metiendo. Yo tenía mi cabeza enterrada en la almohada, apenas si podía respirar, y más aún cuando cambió bruscamente de sitio, alternando, sentía la inminencia de su corrida y por ello la metió en mi vagina y un rio de semen me llenó completa.

No había terminado, descansó unos momentos antes de volver a recomenzar, pero lo hizo, después de unos pocos segundos o minutos, su verga había recobrado toda su fuerza, todo su tamaño, la sentía clavada hasta lo más profundo, y todavía él trataba de empujar más, de meterla mas a fondo, de que aquella fuera una corrida salvaje, y lo fue sin duda alguna, porque no dejó ni un solo orificio de mi cuerpo sin meterse por el, y nuevamente lavé su verga con mi boca y yo también me corrí casi gritando.

Era la una de la tarde, habíamos estado follando más de tres horas, y yo estaba realmente agotada. No me dejó vestirme, pedimos por teléfono comida preparada, y mientras esperábamos no cesó ni un momento en sus caricias. Llego la comida pedida y busqué una bata para abrir la puerta, no me dejó, me quitó la bata de las manos y se dirigió a la puerta para abrir desnudo como estaba, pensé que se limitaría a recibir los paquetes en la puerta, y cual no fue mi sorpresa al vele regresar acompañado y charlando tranquilamente con el motorizado. Me di cuenta de que estaba buscando provocarme, y me propuse recortarle un poco las alas, para que no se creyese tan importante. Me puse en pié y me acerqué a ellos, como para ayudar con los paquetes. El chico aluciaba y al mismo tiempo estaba rojo de vergüenza, lo que no evitaba que su pantalón abultase considerablemente, más todavía cuando pasé delante de él rozando su paquete. Me detuve a mirarle y volviéndome hacia Mayo, comencé a reír y le señalé que aquel muchacho era más expresivo que él. Palideció y se dio cuenta de que su juego no le había salido como él esperaba y que ahora, además, le dije de pagar la cuenta. Tuvo un buen detalle al marchar el chico, me pidió disculpas. Este Mayo aprendía a marchas forzadas, así es que metí la mano en la salsa de la comida y después con esa misma mano chorreante, le embadurné la polla para, inmediatamente, dirigir mi cabeza hasta ella y meterla en mi boca; su sexo ahora tenía sabor a curry, le fui dejando limpio con mi lengua, para después continuar saboreándola hasta que se corrió en mi boca, era un estupendo postre.

Esa noche y para variar, decidimos ir a bailar a una discoteca de moda. Me preparé con un minivestido con un gran escote en el frente y que descubría mi espalda por completo. He dicho bailar, y no es totalmente cierto puesto que apenas si bailamos dos piezas. Un inciso, mi vestido se mantiene por una cinta que se ata detrás del cuello, aclaro esto para decir que si un nudo se deshace, un simple nudo, todo mi vestido cae, y ese era el plan que yo presentí iba a hacer Mayo, me di cuenta cuando sentí sus manos sobre mi cuello mientras bailábamos, así es que le dejé plantado y salí rápidamente de la pista de baile en dirección hacia nuestra mesa. Al llegar me volví hacia él y fui yo quien deje caer voluntariamente mi vestido, ante la mirada de los ocupantes de un par de mesas cercanas.

Mayo llegó hasta mi haciendo gestos de estar superado y tapándose la cara, me ayudó a atar los cordones y nos sentamos. A partir de  ese momento fue una lucha de poder entre ambos, pretendía que sacase su verga del pantalón y se la acariciase, trataba de desnudar mis tetas, de morderlas, subía la falda de mi vestido, metía sus manos hasta alcanzar mi braga, se deslizaba bajo ella buscando llegar hasta mi sexo y penetrarme con sus dedos. Yo le iba cortando y permitiendo en cada intento, jugando con él hasta casi desesperarle, hasta ponerle a mil por hora, a tope, hasta el extremo de tener que ir corriendo al baño, de donde regresó ya más calmado.

El   siguiente sería el último de los tres días acordados. Habíamos dormido separados y su primer saludo fue para decirme que no había pegado ojo en toda la noche. No le pregunté la causa, la sabía, Mayo se había enviciado totalmente conmigo, tenía miedo de que aquel fuera el último de tres días de sexo desenfrenado.

Todo estaba preparado, cámaras, luces, decorado…, todo el personal estaba en su puesto, y comenzamos a trabajar como profesionales. La entrada en la casa, la seducción progresiva, la escena de amor en la cama, todo salió perfecto, hubo aplausos al final del rodaje, felicitaciones del Director y de todo el equipo, y es que durante todo el rodaje se había comportado como un actor real, había interpretado.

Mi premio personal se lo daría después, cuando nos quedáramos solos, cosa que no tardó en suceder porque, en medio de las risas generales, me tomó en vilo entre sus brazos y de ese modo me sacó de la sala. No paró de correr hasta llegar a la habitación que yo había utilizado como dormitorio durante los tres días, y depositándome sobre la cama, comenzar a desnudarme y desnudarse.

De lo último que me di cuenta antes de perderme en los brazos de Mayo, fue que la luz de grabación de una de las cámaras, parpadeaba. Alguien nos estaba filmando.

 

 

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