El día casi terminaba y a esas horas de la noche solamente Mónica se encontraba en laoficina almacenando expedientes de casos recientes, su nuevo puesto en su nuevo trabajo al principio no le había parecido tan exigente. Al aceptar la oferta de trabajo bien sabia que debería cambiar de ciudad, y otros muchos cambios importantes, pero la oportunidad de destacar en su empleo era difícil de rechazar. Esperaba que pronto la promovieran por su excelente trabajo y su desempeño académico.

Nunca antes se había sentido tan bien en su trabajo, todo había mejorado después de ser seleccionada para el curso especial de mejoramiento laboral, había sido la mejor de entre 15 seleccionadas, 10 días de ardua capacitación pero ahora todo era mejor.

Por fin el ultimo juego de archivos y podría irse a descansar, el teléfono de la oficina empieza a timbrar, dos, tres, cuatro repiques y ellas termina por contestar de mala gana, una voz de hombre llega por el teléfono después de contestar ella.

– Mónica?

– Sí soy yo, en que puedo ayud…

Justo antes de terminar de hablar, una frase dicha por la voz hace que todo lo demás deje de importar, su mirada queda extraviada y toda su atención queda limitada a la información que recibe en el teléfono. Al colgar olvida la llamada y termina de archivar los expedientes, se dirige la baño de la oficina tardando solo unos minutos, sale recoge sus cosas y va al estacionamiento.

Sale en su auto y por una extraña razón decide ir al lado sur de la ciudad, que tonta como pudo olvidar entregar el paquete que le pidieron llevar, bueno ya estaba de camino al lado sur, haría la entrega y volvería a casa justo para ducharse y dormir.

Al llegar estaciona el auto frente a un condominio de clase media alta, al llegar a la puerta se identifica con el portero y este le hace pasar, tomara el ascensor al piso 14, mientras espera en el lobby se incomoda al notar como el portero mira sin descaro su trasero y minutos antes no desvió ni un momento la mirada de su escote, le pareció muy grosero, pensó que si eso pasaba con una blusa y saco ejecutiva, no quería saber como le miraría con otras ropas. Toma en el ascensor y al salir se dirige a la puerta de uno de los apartamentos, solo toca dos veces y un hombre atiende la puerta.

– Buenas noches soy Mónica y vine a traerle un paquete

El hombre le observa muy atentamente y le hace pasar, ella entra al recibidor y el hombre le comenta.

– Así que eres Mónica, pues no veo que traigas nada en las manos

Mónica nota que es cierto y apenada baja la vista mientras dice:

– Disculpe que torpe soy, debí olvidarlo en el auto.

El hombre sonríe y le dice:

– Descuida soy amigo de Robert.

Un escalofrío recorre la espalda de Mónica mientras sus pezones se endurecen y su coño se humedece, su respiración se hace agitada, el hombre sigue sonriendo y al acercarse a la chica le ordena.

– Muéstrame el paquete

Sin vacilar Mónica desabrocha su falda que cae al suelo revelando que no lleva puestas sus bragas y subiendo sus manos se abre el saco y desabotona su blusa revelando sur grandes y redondos senos coronados con pezones rosados y erectos, no lleva puesto sostén.

Abriendo las piernas y con sus manos sosteniendo sus grandes senos le dice al hombre.

– Esto es para usted

– Pareces estar bien entrenada, ¿dime que puedo hacer contigo?

– Estoy bien amaestrada, mi cuerpo es tuyo para tu placer en toda la siguiendo hora, solo soy una boca, un coño, un culo y un par de tetas.

El hombre tomándola contra la pared desliza dos dedos dentro del coño y su otra mano masajeando uno de sus senos, empieza a besarle el cuello y la cara, se hace notable el nivel de excitación de la chica y el hombre la voltea contra la pared presionándola contra ella con una mano detrás de su cuello y con la otra mano acaricia y abre las nalgas de la chica.

– Eres una niña muy mala, no llevas ropa interior

Con un tono de excitación y deseo la chica responde

– Las perras amaestradas no tenemos por que usar ropa interior

El hombre se aleja de ella y se sienta en un sillón de la estancia junto a una mesita de gavetas y una lámpara. La chica voltea y le mira con lujuria, el hombre con un gesto de manos de señala el piso y Mónica obedientemente cae de rodillas al piso, termina por quitarse el saco y solo faltan dos botones de su blusa por soltar, el hombre abre el cierre de su pantalón y saca su pene acariciándolo con una mano bajo la atenta mirada de Mónica que no puede pensar en nada mas que tener ese pene en su boca, el hombre ordena

– Ven aquí y enséñame que tan puta eres

Mónica se pone en cuatro patas y gatea hasta el sillón, la verga erecta del hombre se levanta frente a su rostro, ella empieza a aspirar su aroma, luego pasa sus mejillas a cada lado de la verga, sigue a cuatro patas y sacando su lengua empieza a lubricar toda la verga de su macho, de su dueño, en su mente ya no es un hombre, el es su dueño y ella ya no es una chica ella es una perra sumisa hambrienta de ganas por mamar, abriendo su boca engulle la verga de su macho y empieza a bombear arriba y abajo, el hombre coloca sus manos en su cabeza y marca el ritmo de la mamada guiando sus movimientos, arriba y abajo arriba y abajo, Mónica no puede contenerse y su coño es una fuente de líquidos, húmeda como una perra en celo.

El hombre ahora con su mano izquierda mantiene en un bolillo el cabello de Mónica y con la mano derecha abre una gaveta de la mesa al lado del sillón, saca un collarín de cuero con hebilla de plateada y una argolla redonda, que fácilmente coloca en el cuello de Mónica mientras ella sigue empeñada en dar el máximo placer que su boca puede darle a su verga, el hombre empieza a levantarse sin que la chica deje de mamar su verga, al estar de pie coloca una cadenilla de metal en la argolla del collar y le ordena detener la mamada.

Mónica se mantiene de rodillas en el suelo, con sus nalgas descansando sobre sus tobillos y sus manos cruzadas en la espalda, solo mantiene puesto la blusa de seda blanca con dos botones por abrir y sus zapatos de tacón negros, su espalda se arquea hacia delante para ofrecer a su macho sus enormes tetas que necesitan ser tocadas, su mirada al piso como una buena sumisa y su boca abierta esperando ser llenada, del borde de su labio escapa un hilillo de saliva mezclada con liquido preseminal.

Para él es todo un espectáculo ver a esa chica domesticada y entrenada, de rodillas frente a su macho, esperando la siguiente orden, con su collar y su cadena como una mascota.

El hombre tira de la cadena y sin mediar palabra Mónica cae en cuatro patas y le sigue como una mascota para entrar en el dormitorio, allí es subida a la cama y en medio de ella toma nuevamente la posición de sumisión anterior. El hombre termina de quitarle la blusa y se coloca frente a ella y con una mano en su culo y otra en su cuello le dice

– Eres mi perra

Mónica se coloca sobre su macho y empieza a ser penetrada, el bombeo, el ritmo de sus caderas y el vaivén de sus senos se mezclan con sus gemidos y las ordenes que le da su macho, al igual que las frases tan humillantes que le dice, que muy por el contrario de ofenderla la hacen sentirse mas y mas excitada, mas perra, mas sumisa, en su mente solo es eso una perra, una y otra vez mientras es penetrada y usada, la misma frase se repite en su cabeza… “soy una perra, solo soy una boca, un coño, un culo y un par de tetas… soy una perra, solo soy una boca, un coño, un culo y un par de tetas…”

Cuarenta minutos después ambos cuerpos desnudos están en la cama el hombre acostado boca arriba mirando encantado como su perra de la noche sigue semiaturdida acostada boca abajo al final de la cama, puede ver su espalda y culo desnudos, con sus senos aplastados por su propio peso contra la cama y las piernas de su macho, mientras que su boca sigue abierta reteniendo la ya flácida verga de su macho después de haberla limpiado de su semen y los jugos de su coño.

Mónica termina por despertar y se levanta de la cama recogiendo sus ropas se va vistiendo poco a poco mientras su macho la observa vestirse, al finalizar regresa a la estancia y toma su falda del suelo, el hombre esta allí para despedirla y con un movimiento rápido la pone contra la puerta deslizándole dos dedos en el coño, mientras la masturba del dice:

– Has estado fantástica puta… espero volverte a ver pronto

– Gracias por preferir nuestro servicio, para una próxima sesión ya sabe a quien llamar…

El hombre saca su mano de debajo de la falta y le coloca los dedos húmedos en frente de la cara de Mónica que rápidamente los engulle y limpia completamente con su lengua y boca.

Saliendo del edificio se dirige a su auto y entra en el y al poner en marcha el motor Mónica pasa sus manos por su cara y mira su reloj, otra noche saliendo tarde de la oficina, bueno bien dicen que el tiempo vuela… Un sabor extraño en su boca la hace pensar, decide abrir su cartera y mientras saca unas mentas, pasa por alto un sostén de encaje rosa y unas bragas a juego que están guardadas en su bolso. Guiando el auto a la calle pone rumbo a su casa y en su mente por fin hay tranquilidad al pensar en una próxima ducha y unas horas de sueño reparador.
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