Amanecí con una ligera resaca. La noche anterior nos pasamos un poco y acabé bebiendo más de lo que pensaba. A Brooke le pasó lo mismo, pero en ese momento estaba dormida como una piedra. Me levanté en silencio y me dirigí a la cocina. Desayuné y fui al salón para ver la tele un rato mientras esperaba que ella se levantase.

Poco más de media hora después apareció anudándose descuidadamente una bata de raso para a continuación sujetarse la cabeza con las manos.

—Si vuelvo a beber, mátame. —se quejó lastimera mientras se acurrucaba a mi lado en el sofá.

—¿Quieres que te haga algo de desayunar? —le pregunté.

—No, gracias cariño. si tomase algo ahora estoy segura de que lo volvería a echar todo. —respondió suspirando y agarrándose a mi brazo.

Nos quedamos abrazados en el sofá, incapaces de hacer nada más que ver la telenovela y dormitar a ratos hasta que una suave brisa proveniente del mar empezó a colarse por la puerta de la terraza y consiguió despejarnos.

—Bien ¿Has decidido algo después de verme actuar? —me preguntó Brooke cogiendo el toro por los cuernos

—Antes de decir nada me gustaría saber qué perspectivas tienes en este trabajo.

—Supongo que más o menos como todas, hacer el mayor número posible de películas bien pagadas y cuando acabe con las deudas retirarme y seguir en esta industria haciendo películas, escribiendo libros o algo parecido, este es el único mundo que conozco.

—No parece que sepas muy bien qué hacer. Lo que me da miedo es que digamos, dentro de unos años, decidas que no lo ves claro y empieces a ponerte y quitarte cosas para poder seguir haciendo pelis hasta que te jubiles. —le dije yo.

—En realidad creo que quiero dirigir películas, pero aun no estoy preparada para hacerlo. Incluso he escrito un guión. —dijo abriendo un archivo en su portátil para demostrármelo.

—¿Puedo leerlo? —le pregunté sorprendido.

Sin responder Brooke me tendió el ordenador y comenzó a morderse la uñas mientras me observaba leer el guión.

El argumento comenzaba sencillo, como todas las pelis de ese tipo. La primera escena era en una habitación en la que tocaba el despertador, el marido se levanta un poco bajo de moral y la esposa decide hacerle una mamada para animarlo. El hombre le deja hacer mientras la mujer se aplica a fondo, esperando que su marido le corresponda, pero se corre en su boca y se aleja camino del baño con la protagonista triste y caliente como una sartén masturbándose en la cama.

El marido es dueño de una constructora en crisis, al mediodía su secretaria entra en su despacho y él se la folla, entre tanto la esposa quiere darle una sorpresa a su marido trayéndole el almuerzo y lo sorprende en pleno trajín.

Se produce una pelea cuando él vuelve a casa y ella le pide el divorcio, pero entonces es cuando él le dice que esta prácticamente en la quiebra y que si no cierra un último trato con un empresario japonés se arruinará . La protagonista, a pesar de que no tiene otro oficio que cuidar la casa, no es tonta y sabe que si se divorcia en ese momento no recibirá nada.

Finalmente la esposa accede a prepararle la cena al japonés y a su mujer. Justo antes de que lleguen, su marido insiste en que tienen que ser extremadamente complacientes con la pareja.

Hace la cena y les recibe con su mejor vestido y su mejor sonrisa. El hombre es bajito, de mediana edad y rostro impenetrable. La mujer es joven, más alta, muy hermosa y con unos pechos enormes.

Durante la comida el japonés habla de negocios con él mientras desliza su mano por debajo del vestido de la esposa.

La protagonista no tiene otro remedio que dejarse hacer. Finalmente, cuando terminan de cenar, el japonés propone un intercambio de parejas a lo que su marido responde entusiasmado. La protagonista abre la boca para protestar pero el japonés aprovecha para explorársela con sus dedos y luego besarla. La protagonista se separa intentando decirle algo a su marido, pero este ya está con la cabeza entre las piernas de la japonesa comiéndole el coño.

La protagonista explota y decide enseñarle al oriental lo que es follar. Se remanga la falda del vestido y abre las piernas para él intentando no vomitar de asco. Mientras el oriental resopla y disfruta de su cuerpo ella exagera sus gemidos y sus gritos y mira como su marido se folla a la japonesa que se limita a dejarse hacer soltando pequeños grititos.

Cuando logra que su marido le haga caso, se separa y se da la vuelta ofreciéndole el culo virgen al oriental que la sodomiza con evidentes muestras de placer. La protagonista gime y grita extasiada mientras mira a su marido con desprecio. El esposo se corre, pero no disfruta ya que ve como su esposa se corre al ser sodomizada por el japonés. Por primera vez siente celos de lo que hace su mujer.

La “reunión” termina, los japoneses se van y ellos se acuestan. El marido intenta abrazar a la protagonista, pero ella le rechaza mientras una lágrima escurre por su mejilla.

Al día siguiente su marido se levanta y se va a trabajar. Su secretaría le hace una mamada y aunque logra correrse ya no disfruta, solo piensa en su mujer.

Tiene la reunión final con el hombre de negocios japonés, pero este dice que no firma si la protagonista no está presente.

El marido le llama, pero ella se niega a menos que le haga socia en su negocio y le firme los papeles del divorcio dándole la casa para ella.

Después de llamarla de todo, su marido atrapado entre la espada y la pared accede. La protagonista se presenta y salvan la empresa.


En la última escena, se ve a la protagonista con su ex reunidos con dos hombres hablando de negocios y porcentajes hasta que en determinado momento su ex se ve obligado a marcharse mientras la protagonista tiene una escena de sexo salvaje, con doble penetración incluida, con los dos hombres.

—¿Qué opinas? —pregunta ella.

—Que es un guion interesante pero que necesitarías unos actores que sepan actuar además de follar y un director que sepa llevarlos.

—¿No piensas que pueda hacerlo yo? —dice ella acercándose un poco más.

—No sé —respondo intentando hacerme el interesante— podríamos hacer una escena para ver como la plantearías.

—Ya veo, te has puesto más caliente que un burro.

—¡Qué va! Es puro interés cinematográfico. —digo yo metiendo mano bajo su bata.

Antes de que pudiera rechazarme, la había acorralado en el sofá y la estaba besando. Brooke sonrió y hurgó bajo la cintura de mis bermudas buscando mi polla.

—¿De veras crees que voy a renunciar a esto trabajes en lo que trabajes? —dije yo ahogando un gemido cuando sus dedos encontraron por fin mi miembro.

—Eres la mujer más dulce y sensual que he conocido jamás y encima eres mía. Todo lo demás pueden ser problemas, pero contigo los problemas no importan. —dije enterrando mi cabeza en su cuello y aspirando el delicioso aroma de su pelo.

La joven gimió no supe muy bien si por efecto de mis palabras o mis besos. Acariciando sus caderas con suavidad le besé el cuello y mordisqueé el borde de su mandíbula.

Brooke ronroneó y tiró de mis bermudas, yo acerqué mi mano y aparté el pelo de su cara para poder observar sus ojos azules. Deseé poder expresar en ese momento todo lo que sentía, pero no soy un hombre hábil con las palabras, así que me quedé quieto, mirando fijamente sus iris azules, observando las vetas verdes y las más grisáceas hasta que ella me interrumpió con un beso. En ese momento se desató una especie de frenesí, mi lengua se introdujo en su boca con brusquedad, buscando su lengua y saboreándola a la vez que manoseaba sus pechos y sus caderas disfrutando del suave contacto de su piel.

Brooke me recibió con la misma fiereza mordiendo mi lengua y mis labios y estrujando mi polla con sus manos justo antes de guiarla a su interior. Cogiéndola por el cuello la tumbé y comencé a follarla con golpes duros y secos mientras Brooke arañaba mi pecho y gemía estremecida.

Rompimos nuestro beso y me inclinéé sobre ella sin dejar de empujar en su interior, haciendo de los dos cuerpos uno solo. Brooke me abrazó y enlazó sus piernas en torno a mis caderas mientras yo seguía empujando cada vez más rápido. Tras unos minutos me separé y sin cambiar de postura guie mi polla al interior de su culo.

Brooke sonrió y abrazándome me mordió el hombro ahogando un quejido. Seguí empujando hasta que tuve mi polla entera en su interior y a continuación comencé a moverme suavemente, procurando que mi pubis chocase contra su Monte de Venus con cada empujón.

Nos separamos un poco y Brooke aprovecho para bajar la mirada y observar como mi polla entraba en su interior una y otra vez. Poco a poco aumente el ritmo, disfrutando del culo estrecho y caliente de la joven hasta que no pude aguantar más y me corrí con un ronco gemido. Brooke me abrazó jadeante y se quedó quieta disfrutando del peso de mi cuerpo.

Consciente de que ella no había llegado al clímax me separé y le acaricié el sexo con suavidad. Brooke gimió y se retorció. Metí mis dedos en su sexo y comencé alternar el mete saca con movimientos circulares a la vez que lamía y mordisqueaba su clítoris, cuando noté que su respiración se hacía más rápida aumenté la violencia de mis caricias hasta que estalló en un orgasmo, yo seguí penetrándola con mis dedos lo más fuerte que pude hasta que noté como con una segunda oleada de placer inundaba mis manos con una prodigiosa cantidad de jugos.

Saque mis dedos de su interior y paladeé el líquido claro mientras Brooke jadeaba y se retorcía asaltada por los últimos espasmos de placer.

Pasamos el resto de la mañana arrebujados en el sofá hasta que Brooke tuvo que irse. Aquella tarde tenía que presentarse en el trabajo para rodar las últimas escenas de la película, sin sexo afortunadamente, como dijo ella al salir de casa.

Mientras Brooke salía de casa yo me dirigí a la cocina y me preparé unos espaguetis, tenía un hambre atroz.

Estaba acabando con el postre cuando el timbre de la puerta me interrumpió. Miré por el cristal de la puerta y allí estaba Mark, con unas bermudas que no podían ocultar su enorme paquete y una camiseta dos tallas más pequeña.

—Pasa —le dije franqueándole el paso — Brooke no está.

—Lo sé —dijo Mark pasando y poniéndose cómodo en el sofá—en realidad era contigo con quién quería hablar.

—No sé porque, pero me lo imaginaba… —dije yo— ¿Quieres tomar algo?

Sin esperar la respuesta saqué una botella de bourbon de un armario y dos vasos y serví dos generosas raciones.

—Verás, he venido porque creo que estás cometiendo un error. —dijo Mark cogiendo el vaso y olfateando el Whisky con aire entendido antes de pegar un trago.

—Ya veo…

—Creo que Brooke no te conviene. Es demasiado joven, demasiado vital para alguien como tú. Tarde o temprano te partirá el corazón. —dijo intentando parecer comprensivo.

—Ajá y ahora es cuando me dices que tú eres el hombre que le conviene, ¿O me equivoco?

—Yo le puedo dar muchas cosas que tú no puedes…

—Sí, más longitud y más grosor. —le interrumpes— Perdona que te sea sincero. Pero tú mismo lo has dicho, soy suficientemente mayorcito para saber lo que más me conviene.

—Quizás no te has parado a pensarlo, tener una novia que se cepilla a hombres más jóvenes y atractivos que tú por dinero… no creo que puedas aguantar mucho. A largo plazo, no creo que consigáis nada más que sufrimiento.

—Cada vez estoy más convencido de que debo pedirle el matrimonio. —dije bebiendo un trago de licor y apoyándome en el armario.

—Yo no estaría tan seguro. Un chicano en un país que no es el suyo. Este lugar es muy bonito para pasar unas vacaciones, pero puede ser muy duro para un extranjero. —dijo Mark haciendo sonar sus nudillos amenazador.

—Mira Mark. No te ofendas, pero no soy ningún espalda mojada analfabeto y soy demasiado viejo para saber de sobra que la forma en la que estás llevando este asunto puede llevarte muchos sitios, pero no a la cama de Brooke y menos con amenazas.

—Yo no…

—Escucha y deja que este viejo te de un par de consejos que te pueden ser muy útiles en el futuro. —le vuelvo a interrumpir rellenando su vaso— Si me haces algún daño y sé que en este momento desearías partirme la cara, Brooke jamás te volvería a hablar. En cuanto lo de intentar demostrar tu virilidad, has tenido tiempo de sobra para demostrárselo, no creo que un numerito nuevo le convenza.

—¡Joder! —exclamó posando el vaso vacio sobre la mesa mesándose el cabello— ¿Se puede saber que tengo de malo con las mujeres? Siempre me pasa lo mismo.

—Te voy a contar un secreto, a las mujeres les encantan las pollas grandes y gordas, pero nada de eso les divierte durante mucho tiempo si no hay nada más. La egolatría y la violencia no son las características que más le atraen a una mujer. Ahora deberías irte antes de que vuelva. Te prometo que nunca sabrá de esta conversación.

Con cara comprensiva le ayudé a levantarse, le di unas palmadas en la espalda y le acompañé a la puerta. Antes de largarse me dio un abrazo y se despidió entre lágrimas.

Apenas había terminado de cerrar la puerta cuando el ruido de una Harley haciendo vibrar los cristales me anunció una nueva visita. Poniendo los ojos en blanco me dirigí a la puerta y abrí al segundo timbrazo.

En el umbral esperaba un tipo de casi dos metros de alto y con un bigotazo similar al de Hulk Hogan. Vestía unos vaqueros desgastados, una camiseta blanca y un chaleco de cuero negro que dejaban a la vista los numerosos tatuajes que cubrían sus brazos.

—Hola —dije a modo de saludo—¿Desea algo?

—Hola, soy el padre de Brooke, —dijo el desconocido quitándose las gafas de sol, mostrando unos ojos asombrosamente parecidos a los de mi novia.

—Discúlpame, no dudo que seas quién dices, pero yo no te conozco de nada y Brooke no llegará hasta dentro de un rato.

—Yo tampoco te conozco, así que, ¿Qué vas a hacer? ¿Me vas a dejar entrar?

—¿Te importa si llamo antes a Brooke para asegurarme?

—No hace falta que la molestes. En el salón, en la librería de la izquierda, hay un portarretratos de plata con una foto en la que aparecemos los dos. —respondió el hombre con cara de estar empezando a cansarse.

Tras disculparme un segundo fui al salón, recogí el portarretratos y le eché un vistazo comprobando que aquel hombre era quién decía ser, no había duda posible.

—Discúlpame, pero comprenderás que esta no es mi casa y no estoy dispuesto a meter ningún extraño en ella. —dije abriendo de nuevo la puerta y dejándole pasar.

—Tranquilo me hago cargo. —dijo el hombre pasando al salón.

—Brooke no me dijo nada de que vendrías. —dije yo sirviéndole un bourbon al hombre y poniendo de nuevo un par de dedos en mi vaso.

—Quiero darle una sorpresa. —dijo el hombre aceptando el vaso

—Soy Juan Olmos, el novio de Brooke, —dije tendiéndole la mano.

—Yo soy James. —replicó el hombre estrechándome la mano con fuerza—Tienes un acento raro, no parece mejicano, ¿De dónde eres?

—Soy español.

—¡Ah! Tú eres el tipo que le tenía tan preocupada estos meses de atrás.

—¿Preocupada? —pregunté yo.

—Ya sabes ausente, irritable, malhumorada…

—Supongo que en aquella época ninguno de los dos sabía muy bien lo que quería. —dije yo intentando justificarme.

—¡Oh! Créeme, mi niña sabe siempre lo que quiere. —dijo James apurando el vaso de un trago y sirviéndose otro Whisky.

—Bueno señor Olmos. La verdad es que Brooke me ha hablado algo de ti y quería tener una conversación a solas contigo, ya sabes…

—¿Quieres saber mis intenciones? —dije yo sin poder evitar una sonrisa.

—¡Eh! tío, que esto no es cosa de broma.

—Está bien lo siento, es que me ha parecido un poco gracioso. La verdad es que estoy enamorado de ella y voy a venirme a vivir aquí.

—Entiendo y ¿Qué perspectivas tienes para el futuro?

—Aun no lo he pensado mucho, pero soy enólogo y había pensado en trabajar en el valle de Napa o incluso comprar una pequeña bodega. Aun no sé muy bien, lo estoy valorando. ¿Y usted a que se dedica? —le pregunté yo intentando cambiar la conversación.

En ese momento oímos el coche de Brooke acercarse y nos levantamos para recibirla.

—Solo una cosa más —dijo el padre de Brooke acercándose a mí— Sí le haces daño a mi hijita te desollare vivo como a un ardilla.

Brooke entró en ese momento por la puerta un poco despistada, pero en cuanto vio a su padre se lanzó sobre él como una bala.

—Papá ¿Qué haces aquí? —preguntó subida a su regazo.

—¿Qué pasa?¿No te alegras de ver a tu viejo?

—Claro que sí estúpido, lo que no me gusta es que vengas a montar el numerito delante de mi novio. —dijo Brooke fingiendo estar enfadada.

—Solo hemos estado charlando un poco y tomando una copa. —dijo James un pelín compungido— ¿Verdad Juan?

—Y veo que os habéis divertido. —dijo Brooke levantando la botella de Bourbon medio vacía.

—El caso es que hoy tuve otra visita, no vayas a creer que nos la hemos bebido toda nosotros. —dije yo consciente de que tras cuatro copas de whisky estaba un poco piripi.

—Por lo menos podíais servirme uno —dijo ella.

Le serví una copa a Brooke y nos sentamos en el salón cada uno con su vaso. Charlamos un rato sobre el tiempo y el trabajo de Brooke hasta que su padre volvió a la carga:

—¿Y no eres un poco mayor para ella? —dijo James como si Brooke no estuviera.

—Papá, tú eres el menos indicado para hacer esa pregunta. ¿Cuántos años le llevas a mi madre? —dijo Brooke impidiendo que yo contestara.

—Y mira como terminó lo nuestro.

—Perdona, pero sabes perfectamente que la razón por la que mamá te dejó fue porque le querías más a la Harley que a ella.

—Mujeres, —replicó él mirándome— siempre tienen respuesta para todo.

Estaba a punto de asentir automáticamente cuando ella me miró. En los siguientes minutos se impuso un incómodo silencio que interrumpí preguntando que les apetecía cenar. Al final nos decantamos por pedir unas pizzas aunque James me hizo prometer, no sabía sí en broma o en serio que al día siguiente le haría una paella.

Las pizzas vinieron rápido y cenamos en el salón mientras padre e hija intercambiaban noticias y arrumacos. Nunca pensé que un tiarrón tan grande y duro en apariencia, pudiese ser tan cariñoso.

Cuando terminamos de cenar salimos a dar un paseo por la playa a la luz de la luna. Caminamos sobre la arena disfrutando de la brisa nocturna con Brooke entre los dos cogiéndonos las manos.

Llegamos a casa media hora después y nos fuimos a la cama mientras James veía un rato la tele antes de dormir.

—¿Te ha molestado mucho? —me preguntó Brooke mientras se desnudaba y se metía en la cama.

—¡Qué va! Parece un buen tío.

—Te ha contado lo de la ardilla. —dijo ella sin necesidad de que se lo confirmase— No te preocupes en realidad es un pedazo de pan.

—Un pedazo bien grande —dije yo abrazándola y disponiéndome a dormir.

Brooke sin embargo no estaba dispuesta y poniéndose sobre mí comenzó a darme besos y mordisquitos en la cara y en el cuello.

—Para, cariño. Tu padre está ahí fuera. —le susurré un poco intimidado.

—No seas rollo. Quiero hacerte el amor. —dijo Brooke restregando su sexo contra el mío hasta conseguir una erección.

—¿Y si nos pilla?

—Vamos, cariño. —dijo ella suspirando de deseo— Además esto me recuerda a la primera vez que hice el amor con un hombre. Mi padre también estaba en el salón. ¿Nunca te lo he contado?

—La verdad es que nooooo —respondí yo justo cuando Brooke cogía mi polla y se la metía hasta el fondo de su coño.

—Pues sí. Mmm aún estaba en el instituto y salía con el quarterback del equipo. —empezó Brooke meciéndose sobre mi y relamiéndose como una gata satisfecha—Eran casi las ocho de la tarde cuando subió por la enredadera y se coló por la ventana de mi habitación. Uf, Uf, así, sigue así.

Yo no sabía muy bien a que atender, si a la historia de Brooke o a su delicioso coñito e intenté hacer las dos cosas a la vez.

—El caso es que nos tumbamos en la cama y nos pusimos a charlar. En pocos minutos… —Dijo Brooke interrumpiendo la historia para morderse la mano y así evitar soltar un par de gemidos de placer— estábamos besándonos. Tom intentaba desabotonarme el camisón pero yo se lo impedía así que para animarme se desnudo el primero.

Durante unos segundos Brooke siguió cabalgándome erguida hasta que, a punto de correrse se paró y se tumbó sobre mí, dejando que la acariciara y la besara. Yo aproveché para acariciar y besar sus pechos y su cuello mientras ella seguía hablando con la voz entrecortada por el placer.

—Tenía un cuerpo sensacional, esbelto y robusto y yo me dejé llevar, lo acaricié, lo besé y lo inspeccioné. Cuando le bajé los calzoncillos y vi su aparato, grande y duro como una piedra creí que me moría de miedo. —Continuó Brooke mordiéndose los labios de vez en cuando para no gemir.

Yo la separé de un empujón y me tumbé sobre ella comenzando a penetrarla con más fuerza. Brooke abrió las piernas acogiéndome pero siguió con la historia como pudo entre gemido y gemido.

—Tom me vio a la vez fascinada e intimidada por su falo y aprovechó para quitarme el camisón y las bragas dejándome igualmente desnuda. Me acarició con brusquedad y mi cuerpo respondió incendiándose inmediatamente, de forma que cuando metió los dedos en mi coño lo encontró totalmente mojado.

—Igual que lo estás ahora —dije yo dándole dos empujones realmente fuertes.

—Mmm ¡Bruto! Con una sonrisa que exudaba seguridad en sí mismo me tumbó sobre la cama y abriéndome las piernas se echó sobre mí. En ese momento estaba aterrada. Notaba como su polla dura y caliente estaba pegada contra mi vientre superando la línea de mi ombligo. Como iba a ser capaz de meterme todo eso sin abrirme en canal. Tom no percibió mis dudas y se dedicó a sopesar y pellizcar mis pechos haciendo que tuviese que morderme el labio para no gritaar…

—Más o menos como ahora. —dije yo que me había incorporado y seguía follándomela con una de sus piernas en cada hombro.

—Cuando creyó que estaba preparada guio su polla a mi interior y me desvirgo de un solo empujón.

—Que envidia. —dije yo imaginando que era yo el que estaba encima de Brooke desvirgándola.

—Sentí un tirón y un escozor y luego noté como las paredes de mi vagina se dilataban para acoger la polla de Tom liberando relámpagos de un placer que nunca había conocido. Cuando empecé a gemir él comenzó a follarme cada vez más rápido hasta que se corrió.

—¿Y?

—Nada más. Se vistió y se largó despidiéndose con una sonrisa.

—¿Quieres que haga lo mismo para recordar viejos tiempos? —le pregunté.

— Ni se te ocurra, cabrón. —dijo levantándose de la cama y poniéndose de cara a la pared.

Me acerqué y acaricié su cuerpo cálido y palpitante. Sus piernas temblaron un segundo cuando acaricie su sexo y Brooke me llamó cabrón de nuevo urgiéndome para que la penetrara.

No me hice de rogar y la penetré acariciando su culo y metiendo un dedo en su ano.

—¡Oh! Sí, como me gusta. —susurro entre gemidos—Dame más.

Sin decir nada obedecí y la follé cada vez más rápido acariciando y recorriendo todos sus recovecos con mis mano hasta que no pude más y me corrí. Sin darme descanso continué penetrándola hasta que Brooke llegó al orgasmo. Sujetando su cuerpo aun tembloroso aparté su melena rubia y besé su cuello mientras le susurraba todas esas tonterías que los hombres decimos cuando perdemos la cabeza.

A continuación la cogí en brazos y la llevé de nuevo a la cama dónde quedamos casi inmediatamente dormidos.

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