PRÓLOGO

Pam le apartó la melena de la cara y le clavó con intensidad esos ojazos azules y profundos. Hércules nunca sabía en qué pensaba. Aquella mujer le desconcertaba tanto como le atraía. Quizás por eso la amaba tanto.

Aquellas manos de dedos finos y suaves acariciaron su nuca y sus labios se fundieron con los de Hércules en un beso largo y profundo que en pocos instantes se hizo ansioso. Las manos de él se deslizaron por su espalda y agarraron su culo apretando el voluptuoso cuerpo de la joven contra él.

Pam se estremeció ante el contacto y separó los labios un instante para respirar. Hércules aprovechó para bajar la cabeza, besar su cuello y mordisquear el tatuaje de su hombro.

Al contrario que con Akanke, el sexo con Pam siempre era intenso y lujurioso. Sería por su oficio, pero el caso es que le gustaban las emociones fuertes. Le encantaba follar en lugares públicos, siempre en peligro de ser descubiertos y las discotecas le volvían loca. El montón de gente saltando, bailando y frotando sus cuerpos sudorosos, en medio del sonido atronador de la música tecno, hacía que la mujer entrara en una especie de éxtasis.

Con un movimiento sorpresivo se dio la vuelta y comenzó a menear sus caderas al ritmo de la música, pegando su culo contra la entrepierna de Hércules, dejando que él repasara su ceñido vestido de lentejuelas. Pam levantó los brazos y los dirigió hacia atrás rodeando la cabeza de Hércules y cerrando los ojos; dejándose llevar por la música y sintiendo como la polla de su novio crecía en contacto con su culo.

Esta vez fue Hércules el que no aguantó más y cogiendo a la joven por los brazos la empujó delante de él, siempre pegado a su cuerpo, a través del gentío, a uno de los reservados. Sin contemplaciones la tiró sobre el sofá. Ella se dio la vuelta y se sentó con esa mirada desafiante que tanto le ponía. Se sentó a su lado y comenzó a besarla de nuevo, metiendo la mano por debajo de su falda. El interior de sus muslos estaba cálido y ligeramente húmedo.

Pam sonrió y abrió sutilmente las piernas, dejando que la mano de su novio avanzase hasta alcanzar su sexo. La joven se sobresaltó al sentir los dedos de Hércules explorando su pubis y jugando con su sexo, pero no dejó de besarle ni acariciarle el pecho por debajo de la camiseta.

Con un movimiento apresurado, montó sobre Hércules mientras hurgaba en sus pantalones desabrochando botones y bajando cremalleras. Los dos sexos se tocaron y se frotaron con fuerza haciendo que los dos amantes suspirasen ahogadamente a la vez.

Hércules cogía uno de los pechos de Pam con sus manos y lo estrujaba con fuerza a través del vestido justo en el momento en que dos chicas se asomaron al reservado. Él levantó la cabeza y las jóvenes se retiraron con una sonrisa nerviosa.

Pam aprovechó el momentáneo despiste para enterrar la polla de él dentro de su coño. La sensación fue deliciosa. Hércules se agarró a las caderas de la joven mientras ella le cabalgaba al ritmo de la música jadeando, revolviéndose el pelo y acariciándose el cuerpo, disfrutando de cada golpe de cadera.

Inclinándose sobre él y mirando a un lado y a otro, se bajó el escote palabra de honor, liberando un pecho y acercándoselo a la boca. Hércules lo chupó con fuerza y lo mordisqueó. Pam soltó un gritito y moviéndose aun más rápido.

La levantó en el aire y la arrinconó contra la pared. Pam apretó sus piernas contra las caderas de Hércules y comenzó a morderle los lóbulos de las orejas gimiendo cada vez más rápida e intensamente.

Consciente de que estaba a punto de correrse Hércules la dio más fuerte y más profundo, agarrándola con suavidad por el cuello y obligándole a mirarle a los ojos, hundiéndose profundamente en ellos sin parar de moverse dentro de la joven.

Hércules fue el primero en correrse eyaculando en el coño de Pam, inundándolo con su calor y provocando que ella se corriese a su vez. El cuerpo de la joven tembló en sus brazos, recorrido por un intenso placer. Hércules no se separó de ella hasta que los últimos relámpagos de placer se extinguieron dejándola exhausta y complacida.

Pam se recolocó el vestido con una sonrisa traviesa y se sentó de nuevo. Hércules, tras abrocharse los pantalones, se sentó a su lado. La música llegaba amortiguada y las luces quedaban lejos, haciendo el ambiente más tranquilo y recogido. Pam se colgó de su cuello y le besó de nuevo. Le miró a los ojos de esa forma inquisitiva que le ponía tan nervioso.

—Me gusta cómo me haces el amor. —empezó acariciándole distraídamente el cuello— En realidad me gusta todo de ti…

—¿Pero?

—Que tu sabes prácticamente todo de mí mientras que yo apenas se nada de ti. y debería ser al revés. Aun tienes que explicarme lo de tu paso por los tribunales. Si quieres que esta relación funcione tendrás que contármelo todo.

—En realidad no hay mucho que contar. —respondió Hércules evasivo.

—No digas tonterías. Soy guardia civil. No me engañarás tan fácilmente. Solo me hace falta observar esos ojos grandes que me miran a veces con una intensa lujuria y otras veces con una inexplicable melancolía para saber que hay algo en tu pasado que debo saber para poder comprenderte y amarte como deseo.

Hércules frunció los labios pensativo y ella le acosó con besos cortos y superficiales sin dejar de hacerle preguntas.

—Vamos, Pam, este no es el lugar adecuado…

—Estupendo, estoy totalmente de acuerdo. Vamos a mi casa. De todas formas, ya hemos bailado suficiente. —dijo la joven levantándose y agitando sus caderas con sensualidad.

Antes de que pudiese volver a negarse, Pam tiró del brazo de Hércules y lo arrastró con decisión, fuera de la discoteca.

***

—Adelante, ahora estamos tranquilos en casa. —dijo ella en cuanto cerró la puerta tras ella— Cuéntame tu historia.

—No sé por dónde empezar…

—¿Qué tal por el principio? —le sugirió ella preparando rápidamente un par de gin tonics y alargándole uno a Hércules.

—Bueno, supongo que es tan buena idea como otra cualquiera. Ponte cómoda porque esto va a durar un buen rato.

—Prometo escucharte y no interrumpirte durante todo el rato. —dijo Pam sacándose los tacones y acurrucándose en los brazos de su amante dispuesta a escuchar.

Hércules acogió su cuerpo menudo con los brazos y empezó a narrar su historia. Contándolo en tercera persona, como si el hombre que era ahora y el que había sido en el pasado fuesen dos personas distintas.

NOTA: Esta es una serie de treinta y seis capítulos, cada uno en una de las categorías de esta web. Trataré de publicar uno cada tres días y al final de cada uno indicaré cual es la categoría del capítulo siguiente. Además, lo antes posible, publicaré en la categoría entrevistas/info el índice de capítulos y una breve guía de personajes

SIGUIENTE CAPÍTULO AUTOSATISFACCIÓN.

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