El Pequeñín
“¡Oye, oye!” le dice Susana y con Jessica lo miran fijamente y de brazos cruzados, Sebastián reacciona como si lo hubieran hecho volver a la tierra, “¡ah, que, que pasa!” dice él moviendo su cabeza en todas direcciones, “¿se te perdió algo?” le pregunta Jessica mirándolo fríamente, “eh, no nada” y de reojo observa a alguien que esta del otro lado de la calle, detrás de ambas chicas que al darse cuenta le cierran la visual.
“¿Por si no lo sabias nosotras también tenemos lo mismo?” le recuerda Susana cruzando sus brazos de tal forma que realza el tamaño de sus pechos, “y también en abundancia” agrega Jessica, ante el silencio de Sebastián y viendo que aun trata de mirar, ambas lo toman de los brazos y se lo llevan, “concéntrate en lo que debes hacer ahora” dice Susana muy seria y entran a la casa de él donde le siguen reclamando por lo distraído que esta. “No se como la puedes mirar tanto, es pura silicona lo que tiene además de estar muy vieja” continua Jessica mientras intentan hacer una tarea, Sebastián se queda callado y trata de cambiar la conversación pero sigue pensando en otra cosa, o más bien en su nueva vecina que llego hace una semana.
La presencia de Sara ha causado revuelo en el vecindario, se mudo a una casa que esta a una calle de donde vive Sebastián y a pesar que vive sola no pasa desapercibida ni mucho menos, al contrario, Sara se hace notar y eso es lo que ha provocado toda clase de reacciones entre las mujeres del vecindario. “¡Es una exhibicionista!”, “¡no tiene moral esta mujerzuela!”, “¡es una roba hombres, hay que hacerle la ley del hielo para que se vaya del vecindario!”, “¡es una come vergas!” dice otra. Sebastián se habituó a escuchar esos comentarios cuando las amigas de su madre van a la casa, solo Mónica se mantiene en silencio y prefiere ponerle más atención a Sebastián que a los comentarios acerca de Sara.
Sin embargo Sara, que esta muy al tanto del pelambre en contra de su persona, no les presta mayor atención y tampoco parece molestarle ser el centro de tantas miradas indiscretas, la razón de esto se puede describir en una sola palabra, voluptuosa. Sara tiene de todo y lo tiene en abundancia, además hace todo lo posible por lucir esos atributos. No es muy alta, rubia teñida y con unos bien llevados cuarenta y tantos años, ciertamente no posee rostro de modelo pero Sara tiene unos generosos y enormes atributos que se encarga de lucir. Sus pechos parece que se le van a escapar de los petos o poleras que usa y sus faldas, en realidad ultra mini faldas, recortan la silueta de su enorme culo el cual mueve de forma muy sexy cuando camina y eso ya ha provocado más de un accidente en el vecindario.
“¡Es que las tiene tan grandes y apetecibles!” dice de pronto Sebastián con una boba sonrisa en su rostro justo cuando Susana y Jessica hablan mal de Sara y aseguran que sus pechos son pura silicona, algo que a él parece no importarle, de inmediato se impuso un silencio digno del más escalofriante cementerio y Sebastián podía sentir el peso de las miradas de ambas chicas sobre él que no tomaron de buena manera su lapsus. Sebastián debió pasar el resto de la tarde dando explicaciones y disculpándose con ambas que tomaron de muy mala manera su desliz mental.
Caminando se vuelve a casa el día siguiente, se las arreglo para evitar a Jessica y Susana las cuales aun están en pie de guerra tras lo sucedido ayer. Sebastián apura el paso ya que el día esta muy nublado y una fría brisa que corre en el ambiente hace presagiar la lluvia que se avecina. Viene pasando frente a un gimnasio cuando de improviso choca con alguien, “uy perdón señora disculpe no fue mi… intención”, ante su sorpresa se encuentra con Sara que le sonríe de forma coqueta, algo muy típico en ella. “No te preocupes, no hay problema jovencito” que recibe de vuelta su bolso que se le paso a caer. “¿Te he visto en otro lado como te llamas?”, “Sebastián” le responde él, “y si nos hemos visto en la calle señora”, ella se ríe, “no que va no me trates de señora solo dime Sara” insiste.
Ambos se van caminando juntos, Sebastián tiene serios problemas en concentrarse en el camino, Sara va enfundada en una ajustadísima tenida deportiva que marca al milímetro cada curva de su voluptuoso ser. Sus pechos lucen con un escote de infarto y mientras Sara le habla él se pasa películas acerca de cómo se vería su miembro deslizándose entre esos enormes senos.
“Y como te decía con los problemas que hay en la oficina el gimnasio siempre me sirve para relajarme un poco y olvidarme de los problemas pero hoy ni siquiera eso pude hacer”, “ya veo” dice él que trata de engancharse de nuevo en la conversación. “Lo malo es que parece que se metió un virus en mi computador y perdí gran cantidad de información que ahora debo reponer, nadie ha podido ir a mi casa a resolver el problema y…”, “yo la puedo ayudar” dice Sebastián de improviso, “¿en serio?” le dice Sara que lo mira con incredulidad, “pues si, bueno no es mucho lo que se pero al menos he podido salvar información valiosa de mi computador que a veces también se llena de virus”. Sara lo invita a pasar a su casa y Sebastián se pone manos a la obra de inmediato, lo que sea con tal de verla por un rato más.
La casa de Sara esta bastante desordenada, algo que sorprende un poco a Sebastián, ella de inmediato se excusa diciéndole que la empleada no ha venido en varios días. Sara lo lleva a una habitación que usa como oficina y le muestra su computador detallándole los problemas que tiene. Sebastián de inmediato reconoce la situación y le explica lo que va a hacer y mientras él le habla Sara se pone detrás y apoya sus monumentales pechos en su espalda, al sentirlos Sebastián cierra sus piernas con fuerza tratando de controlar su erección.
“Bueno, veo que sabes bastante así que te dejo trabajar mientras yo me voy a dar una ducha”, Sara se retira cuando Sebastián le pide un pendrive para guardar unos datos, “esta en mi cartera, la deje en mi dormitorio en el segundo piso cuando lo necesites ve a buscarlo no más”.
Sebastián revisa el computador de Sara y se sorprende al encontrar grandes cantidades de pornografía en el. Videos donde aparecen mujeres maduras como en ella envueltas en tremendas orgías con varios hombres. En cuestión de un instante Sebastián ya esta hirviendo. Finalmente decide volver a su trabajo y cierra todo lo que abrió en ese momento decide ir por el pendrive de Sara con el fin de guardarle unos datos importantes en el.
Al ir a su dormitorio pasa junto al baño donde escucha el agua de la ducha caer, muerto de calentura y curiosidad decide tratar de espiarla por el ojo de la cerradura, pero por desgracia Sara cerro las cortinas de la ducha así que se ve solo su silueta sin embargo Sebastián pronto advierte algo más. Unos ardientes suspiros escucha y estos se van haciendo cada vez más fuertes, Sara se esta masturbando, y por lo fuertes de sus gemidos lo esta disfrutando una barbaridad, “si así goza sola como será con un hombre”, piensa él.
Al entrar a su dormitorio lo primero que encuentra es ropa tirada encima de la cama, incluida una muy sexy ropa interior, sostenes de generosas dimensiones y unos calzones tipo tanga que se pierden entre sus apetecibles nalgas. También ve abierto un cajón del mueble donde guarda su ropa el cual esta lleno de lencería muy fina. Curioso Sebastián saca uno de sus sostenes y lo inspecciona en detalle y debajo encuentra la mayor colección de vibradores que jamás había visto, algunos de notables dimensiones.
Delicadamente saca uno y lo sujeta como si se tratara de una bomba, mientras lo inspecciona lo pasa a encender y el artefacto vibra con fuerza en sus manos, Sebastián se asusta y se le cae al suelo, desesperadamente trata de apagarlo, al levantarse no se fija en el cajón y se asota la cabeza con el mismo, “¡maldito hijo de p…!” murmura en voz baja mientras se sacude su cabeza. El sonido de una puerta abriéndose lo espanta y rápidamente guarda todo y cierra el cajón con tanta prisa que no saca sus dedos de el dándose un fuerte apretón, con un supremo esfuerzo no grito y no dijo las barbaridades que llenaron su boca. Al ver la cartera de Sara saca el pendrive y trata de escabullirse a la oficina pero se topa con ella en la entrada del dormitorio. “¿Buscando el pendrive?” le dice ella en un tono casual, Sebastián demora en responder, esta descolocado al verla envuelta en una pequeña toalla que apenas la cubre, “eh, si venia por el” responde nervioso y se aleja rápidamente.
Aun se soba la cabeza y los dedos cuando finalmente termina con su trabajo, Sara aparece entonces y le ofrece un jugo algo que realmente necesita. Sara ahora luce un vestido largo pero bien ajustado que resalta la voluptuosidad de su cuerpo, para variar el escote es notable. Tras una ligera charla Sara le pregunta cuanto va a cobrar, lo primero que se viene a Sebastián a la cabeza es una buena mamada y una paja con sus senos pero después cambia a una suma de dinero la cual Sara no objeta en absoluto. Sebastián se excusa que debe volver a casa y que se le ha hecho tarde, Sara se despide de forma muy cariñosa y lo sorprende al darle un pequeño beso en la boca, “adiós guapo” le dice con una muy coqueta sonrisa. Sebastián llega hirviendo a su casa y al ver que esta solo con su hermana mayor, Carolina, va a su habitación dispuesto a calmarse con ella, se la follo de tal manera que casi la partió en dos.
Es sábado en la tarde Sebastián regresa corriendo a casa tras un intenso partido de fútbol, lo único que desea es una ducha caliente y algo que comer ya que esta hambriento, esta a una calle cuando un fuerte golpe lo envía con violencia al piso y queda tirado en la calle, al mirar al lado ve un auto ahí detenido. “¡Pero que horror no te vi venir!” exclama Sara que se para al lado de Sebastián y le pregunta si se encuentra bien, “¡por estar pendiente de mi celular no me di cuenta que venias!” dice ella que revisa a Sebastián viendo si esta herido o algo similar. Sebastián se excusa diciéndole que esta bien pero cojea visiblemente y en una rodilla se le ve una herida, Sara esta espantada, “¡tu no vas a ningún lado así, ven a mi casa y te haré una curación en la herida!” le dice ella y Sebastián es literalmente arrastrado dentro.
En un sillón del living Sara lo tiene sentado mientras busca algo de algodón y alcohol para limpiar la herida, Sebastián esta nervioso ante esta situación. “Bien muchachito, ahora bájate los pantalones” le dice Sara que luce un peto y una mini bastante corta. Sebastián no hace nada, “vamos bájate los pantalones como quieres que limpie esa herida que tienes”, durante unos instantes Sebastián se hace el tonto pero ante la insistencia de Sara accede y se baja sus pantalones y con sus manos trata de tapar su erección.
Sara se hinca ante él y pasa un algodón con alcohol sobre la herida, esto le arde una barbaridad y de improviso saca sus manos, Sara se percata en el acto. “Vaya veo que no es muy grave pero de todas formas te debo una compensación” le dice con una voz cargada de sensualidad y erotismo. Discretamente ella sube su mano hasta llegar al miembro de Sebastián que se recorta a la perfección bajo sus calzoncillos, “pero mira nada más que tenemos aquí” dice ella haciéndose la sorprendida al ver la erección, solo cuando le aparta bien las manos a Sebastián se toma una idea de lo grande que es.
Durante unos instantes ella juguetea con él, se divierte pasándole las manos encima, Sara lo provoca y se divierte, sin embargo Sebastián ya ha tenido suficiente con ella. De improviso se pone de pie y se baja su ropa interior exhibiendo por completo su miembro totalmente erecto, Sara esta incrédula, no todos los días se ve algo así, pero antes que pueda decir algo Sebastián se le arroja encima.
No tiene tiempo para reaccionar cuando Sebastián la tiene de espaldas sobre la alfombra y a tirones le quita el peto para descubrir su enormes pechos que de inmediato le empieza a chupar y lamer, Sara siente como él le sube su mini y mueve sus caderas restregando su enorme verga contra su vientre y su coño. Sebastián le mete mano y le frota su entrepierna también mientras sigue mamando aquellos pechos que tanto lo enloquecen.
“¡Oye espera un poco, déjame siquiera ah…!”, pero Sebastián no le deja hacer nada, “¡ahora te daré lo tuyo!” y antes que Sara haga algo él se le pone encima y comienza a hacerse una paja con los pechos de su vecina. De pronto Sara se ve con un grueso miembro que se desliza rápidamente entre sus senos y su roja cabeza le llega hasta su boca. Sebastián cumple su sueño y sigue pajeandose con ella, “¡vamos abre esa boca!” le exige y Sara le obedece recibiendo entre sus labios la verga de su joven vecino.
Sara se ve atragantada por semejante miembro que trata de degustar y atraparlo con sus labios, lo chupa y lo acaricia con su lengua mientras este se desliza con fuerza en su boca. Sebastián le exprime sus enormes pechos y sigue pasando su miembro entre ellos. Sara pasa su lengua por su roja cabeza y Sebastián se la folla por la boca casi sin dejarla respirar.
En completo control de la situación Sebastián le sujeta firmemente los muslos a Sara y su miembro apunta hacia su de manera amenazante. Ella ni siquiera tiene tiempo de decirle algo cuando siente que es penetrada por el enorme miembro de Sebastián que se hunde de una sola vez en su sexo, Sara apenas puede creer que él se lo haya así, de manera tan directa y ruda. Sebastián la empieza a bombear con todas sus fuerzas y Sara se estremece ante cada acometida que recibe. Sobre la alfombra ambos se deslizan y Sebastián la besa apasionadamente y Sara lo envuelve con sus piernas presionándolo sobre su cuerpo. Sebastián no le da tregua y la sigue penetrando incansablemente, Sara delira al sentir aquel miembro recorriéndola de manera tan ruda por dentro, le encanta que se la follen así.
Con un gran esfuerzo Sebastián la voltea y la pone en cuatro sobre la alfombra
 

presionándola contra la misma, Sara mira hacia atrás y siente de nuevo el miembro de Sebastián hundiéndose en su cuerpo. Los gritos y gemidos de Sara se escuchan en toda la casa, incluso transitando en la calle la escucha claramente y Sebastián le sigue dando tan duro como puede, el tener ese culo tan exquisito al alcance lo hace aprovechar su oportunidad y Sara reacciona incrédula al sentir como le abren su culo, “¡ahhh!” grita Sara al sentir el enorme miembro de Sebastián enterrándose en su trasero, ella aprieta sus puños y él se carga con todo su peso sobre ella hasta penetrarla por completo.

Abrazándola de sus anchas caderas Sebastián la bombea tan duro como puede. Su miembro entra y sale furiosamente del espléndido culo de Sara que se entrega completa y goza como loca de semejante cogida, ruda y apasionada como a ella le gusta. Ambos ruedan sobre la alfombra y Sara queda encima de él y le cabalga sobre su miembro que se pierde en su culo. Ella le da con todo y se maravilla de la resistencia y capacidad de Sebastián que la hace gozar como nunca hasta que un enorme orgasmo la invade y siente una calidez en su trasero, al levantarse Sara desliza su lengua ávidamente por el miembro de Sebastián, pero ellos aun no terminan.
El baño se convierte en el nuevo escenario donde se lo montan, Sara se encarga de dejar reluciente la verga de Sebastián con agua, jabón y sus labios haciéndole tal mamada que lo hace correrse en su boca y luego ser empalada ahí mismo otra vez a ella le encanta el sexo anal y nunca había encontrado una verga capaz de satisfacerla a ese nivel.
En su dormitorio siguen follando, Sara esta asombrada por la habilidad de Sebastián que se lo sigue dando bien duro en su sexo o en su trasero de todas las formas posibles. Ella se le monta encima y mientras la folla por su culo Sara usa uno de sus varios consoladores para satisfacer su sexo. Sus gemidos y gritos son tales que en la calle gente que pasa se queda impresionada por los mismos. Solo el cansancio finalmente los detiene y Sara esta más que satisfecha. “Pues vas a tener que venir a verme bastante seguido” le dice Sara que aun esta desnuda en su cama a Sebastián que se esta vistiendo. “Con ese talento que tienes podrías ganar mucho dinero” agrega después, pero Sebastián no le pone mucha atención, ya es bastante tarde y debe volver a su casa.
El domingo a medio día Sara llega a un conocido country club en las afueras de la ciudad, ahí la esperan algunas de sus amigas y Mónica esta en el grupo. “¿Y bien?” pregunta una de ellas ansiosa, Sara se toma su tiempo antes de responder, “pues, es todo un semental, realmente increíble me dejo más que satisfecha”, “Vez te lo dije, es increíble” dice Mónica con satisfacción. Las expresiones de asombro de las presentes, excepto Mónica, son evidentes, Sara jamás había hablado así de uno de sus amantes ya que saben que es muy exigente en la materia. “Es un poco tímido pero una vez motivado no hay como detenerlo” agrega después. “Bien señoras” dice una de ellas, “al parecer ya tenemos algo interesante entre manos aquí” y todas se muestran de acuerdo.

2 comentarios en “Relato erótico: El Pequeñin 7 (POR KAISER)”

  1. EXELENTE RELATO COMO SIEMPRE KAISER ME SORPRENDIO MUCHO EL RELATO Y ME AGRADO LA TRAMA ESPERO MAS ASI
    POR CIERTO FALTA LA CONTINUACION DEL RELATO 6 QUE PASO CON LA HERMANA Y SUS AMIGAS
    SALUDOS
    ATTE: MALVACK

  2. Hermano que RELATOS empece el primero y me fui de filo hasta el séptimo, solo déjame hacerte una observación constructiva, tomate un poco mas de tiempo al escribir los relatos , están exquisitos solo el ultimo me pareció muy apresurada su redacción (sin ánimos de ofender solo una opinión sincera), Muchísimas gracias ,por favor sigue deleitándonos con tus relatos son wow muy ricos.

    pd. podrías intentar escribir algo de ciencia ficción,postapocaliptico. Seria interesante como te desarrollarias.

    Saludos

Responder a Alfredo Mtz Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *