El Pequeñín

El regreso a su vida rutinaria fue toda una experiencia, si bien su nueva “herramienta” le cambio la vida y lo lleno de confianza en si mismo por otro lado le da unos problemas. A sus años las palabras mujeres y sexo están de la mano y las hormonas gobiernan, en más de una ocasión sufrió de erecciones en lugares públicos y fue toda una proeza esconderlas. Su miembro presiona bastante fuerte en sus pantalones esto lo hace algo muy incomodo y sumamente notorio, Sebastián debe esforzarse por mantenerlo bajo control.

Los viajes en bus también se convirtieron en un suplicio, en una ocasión le punteo el culo a varias mujeres de una vez, la situación fue tal que debió bajarse a ocho calles del colegio y aun así esperar casi diez minutos hasta calmarse, llego atrasado pero era la única manera, ahora prefiere levantarse más temprano e irse caminando para evitar estos problemas, viajar en bus ya no es una buena idea.

Al llegar al colegio escucha las burlas habituales, pero ahora solo se ríe, “si supieran estos tarados” murmura él. Va por el patio cuando escucha las bromas de nuevo, pero ahora su vista esta en otro lado, un poco más lejos, en unas bancas esta la única chica del colegio que le quita el sueño, y no solo a Sebastián, el nombre de esta belleza es Susana. Por desgracia no esta sola, junto a ella esta Francisco, su novio y capitán del equipo de básquetbol, “un miserable, pedante y cretino” en palabras de Sebastián.

Mientras camina la mira fijamente, su belleza y su sonrisa lo cautivan, ella lo mira de vuelta y él se sonroja. Distraído no se fija en la puerta que esta abierta y Sebastián se estrella golpeándose en el rostro, las carcajadas estallan por todos lados, todos se ríen pero a ella no le hace gracia, a Sebastián menos que se soba su nariz para saber si aun la tiene en su lugar. Sebastián se vuelve sumamente propenso a los accidentes cuando Susana esta cerca, ella ya lo ha advertido y se compadece de él.

Por desgracia el accidente de la mañana solo fue un presagio de lo que ocurriría más tarde. Sebastián tiene clases de deportes, la asignatura que él detesta, y al momento de llegar al gimnasio se dan cuenta que el equipo de voleibol femenino esta ahí, con Susana a la cabeza. Embobado se queda mirándola, “olvídalo viejo esta fuera de tu alcance” le dice un compañero, “entiéndelo de esta forma, si ella es una estrella tu eres el asteroide más pequeño e insignificante del universo” agrega otro en términos astronómicos.

En el camarín se cambian de ropa, Sebastián llevo un buzo bien holgado y debajo shorts ajustados a fin de poder contener su “monstruo” en caso que algo suceda, precauciones bastante sabias con Susana ahí, enfundada en sus ajustados pantalones cortos y una polera blanca que marca su bien desarrollada figura.

La clase no transcurre sin incidentes, Sebastián se tropieza en una ocasión y en otra no pone atención a las ordenes de la profesora por estar pendiente de Susana, “¡después la mira todo lo que quiere ahora ponga atención y hago lo que le digo!” le grita la profe, Susana sabe que alude a ella y sonríe tímidamente., a pesar de todo le gusta ser el centro de atención.

La profesora deja en libertad al curso por el resto de la clase y se organiza un improvisado partido de fútbol, Sebastián se pone al arco y a lo lejos Susana sigue practicando con sus compañeras de equipo. Nuevamente Sebastián tiene problemas de concentración y en un par de ocasiones casi les hacen un gol por ello. Sus compañeros le advierten que ponga más atención al juego y deje de babear por ella aunque sea por un instante.

El partido se disputaba en la otra área cuando una amiga de Susana decide hacerle una broma a Sebastián, “¡Sebastián, Susana quiere hablar contigo!”, él reacciona de inmediato y la busca con la mirada, Susana le hace un gesto de desagrado a su amiga, “¡oye, cuidado!” se escucha desde la otra dirección, Sebastián se voltea pero lo único que alcanza a ver es una mancha blanca, luego todo se vuelve negro.

Sebastián se siente raro, su cabeza le duele bastante y por un momento cree estar en la hacienda la noche después de haber tomado la poción o de estar con Isabel. “Déjenlo respirar ya esta volviendo en si” dice alguien, al abrir los ojos ve a sus compañeros a su alrededor y la enfermera se le acerca, “¿Cómo te sientes?”, “¡horrible, pero asumo que en el peor de los casos viviré!”, todos se ríen, “bien, quédate acostado un momento, y ustedes déjenlo en paz”, ella se retira un instante.

“¿Qué paso?” pregunta aun desconcertado, “para variar cuando escuchaste el nombre de Susana te distrajiste” dice uno, “si y el Franco saco un tremendo cañonazo y te dio en la cabeza, al caer te pegaste muy fuerte en el piso”, “por lo menos atajaste el tiro” bromea otro. “¿Y ella…?”, “si viejo, Susana lo vio todo”. Avergonzado Sebastián se tapa la cara con las sabanas, lo ultimo que necesitaba era esto, “bien te dejamos, si quieres suicidarte hay jeringas y veneno en la repisa de enfrente”, “gracias solo déjenlo a la mano”.

Sebastián los escucha irse, se siente peor que nunca y su cabeza le duele aun, tiene un chichón bastante grande detrás, lo que más le enfada es siempre lucir como idiota frente a ella. La puerta se abre nuevamente, “¡lárguense, déjenme en paz!” dice él, no quiere saber nada más por ahora. “Si quieres estar solo me voy”, esa voz se le hace muy familiar, Sebastián se levanta y ve a Susana en la puerta. “Perdón, no sabia que eras tu”, ella se acerca y Sebastián se pone nervioso y se sonroja visiblemente, “¿estas bien?”, “si, solo herido en mi orgullo y amor propio, pero nada importante”, Susana esboza una sonrisa.

“Al parecer soy un peligro para ti, cada vez que estoy cerca te sucede algo”, Susana tiene razón, en otras ocasiones Sebastián se ha caído, se le volteo una bebida en los pantalones y en otra casi lo atropellan, solo por que ella esta cerca, Sebastián se sonroja y Susana se da cuenta que no debió decir eso, “lo siento, no era mi intención avergonzarte”, “no es tu culpa” responde él que se acomoda la bolsa con hielo, “espera déjame ayudarte”, ella se le acerca y le quita la bolsa, de forma involuntaria le pone sus pechos cerca de su rostro y Sebastián siente su miembro reaccionar casi de inmediato, no puede evitarlo.

“Me alegro que estés bien, caíste super mal en el gimnasio”, “no te preocupes, al menos mi cabeza dura sirvió de algo en esta ocasión”, Susana se ríe, su sonrisa es preciosa, “bien nos vemos, mi novio me espera afuera”, la expresión de desagrado de Sebastián es evidente, “ya sé que te cae mal por que te molesta y es mi novio”, “no es por eso” responde Sebastián, “¿y por que entonces?”, Sebastián espera antes de responder, “por que te esta usando para lucirse con los demás”, la respuesta directa de Sebastián deja sin habla a Susana, ella lo mira fijamente, se le acerca y le da un beso en la mejilla “nos vemos” y se va. Sebastián se queda ahí, se toca la mejilla y se deja caer de espaldas en la camilla con una sonrisa de oreja a oreja.

El viernes en la mañana Sebastián sale atrasado de la casa, ya lleva sumados varios atrasos en el colegio así que se arriesga a tomar el bus, solo ruega que no este demasiado lleno. Hace parar uno y se sube, al parecer no lleva mucha gente. Aun así le cuesta desplazarse hacia atrás, “hola como estas”, Sebastián levanta la vista y ve a Susana, de nuevo tiene un accidente y casi se cae al tropezarse con alguien, “vamos arriba, no empieces ahora” le dice ella. “¿Cómo esta tu cabeza?”, “mejor gracias”.

Ambos se van juntos, conversando de todo un poco, al principio Sebastián se ve nervioso pero después se va calmando y actúa con más naturalidad. Susana se muestra bastante abierta al conversar con él, le admite incluso, que tiene razón cuando le dijo que su novio solo se lucia con ella, “lo más probable es que hoy lo deje” le confiesa para felicidad de Sebastián.

Sebastián no deja de contemplar a Susana, ella es alta, más alta que él, tiene 18 años y esta en tercero medio. Morena de pelo negro largo y liso que le llega a la cintura, grandes ojos negros, nariz respingona y rostro de suaves facciones. Sus labios los lleva pintados de un vivo color rojo. Su blusa blanca se amolda su figura, la curvatura de sus impresionantes pechos se recorta de forma muy notoria, cada vez que ella respira estos levantan un poco a Sebastián eso lo enloquece. Su falda de color azul le llega bien por encima de la rodilla, se ven sus muslos tersos y firmes, la falda también destaca la forma de su trasero bien parado y formado, queda bien claro por que Susana atrae tanto a los hombres aunque también por su simpatía, es una chica bastante sencilla y agradable a pesar de lo que muchos dicen de ella.

El bus comienza a llenarse cada vez más, el chofer le para a medio mundo y pronto la cosa se vuelve realmente difícil, Sebastián trata de mantenerse junto a Susana pero a medida que sube más gente queda detrás de ella, de inmediato se da cuenta que tiene problemas, pero Susana actúa con normalidad, se voltea y le sonríe.

El tenerla tan cerca le hace las cosas muy difíciles, el sentir su cuerpo y tener frente a su miembro su perfecto trasero lo complica mucho, Sebastián se siente cautivado por su cabello negro que roza su rostro, el aroma de su piel y su suave perfume lo tienen en las nubes, pero pronto algo más le llama la atención, su miembro esta empezando a despertar y de que manera. La silueta de su verga erecta se recorta de forma notable en sus pantalones y el culo de Susana esta a unos centímetros de él. “Demonios” dice en voz baja, “¿algún problema?” le pregunta Susana al escucharlo, “no nada, solo me olvide de algo” le responde.

Sebastián se pone nervioso, trata de alejarse un poco pero más gente sube y la situación se le escapa de las manos. Hace todo lo posible por no puntearla, pero en ese momento una mujer gorda se pone de pie tras él y le da tal empujón que Sebastián queda encima de Susana y su miembro la carga con toda su fuerza. No dice nada, pero nota su reacción, ella se pone tensa y se queda quieta, de reojo mira su rostro y este tiene cierta expresión de sorpresa e incredulidad. Sebastián se esfuerza por alejarse, sin embargo eso empeoro más las cosas y le restriega su miembro en el culo, para peor subió más gente, el bus esta totalmente atestado y él queda pegado a Susana que luce muy desconcertada al sentir semejante miembro presionando su trasero.

Fueron minutos que parecieron una eternidad, mientras la cargaba más dura se ponía su verga, Sebastián no sabe que hacer para evitarlo y sus esfuerzos resultan inútiles. El silencio de Susana es lo que más lo desconcierta. Finalmente el bus llega al paradero frente al colegio y comienza a bajar algo de gente, Sebastián se aparta rápidamente y se abre paso a la fuerza, pone su chaqueta frente a él y entra raudo al colegio sin atreverse a voltearse y ver a Susana a los ojos.

El resto de la jornada Sebastián jugo literalmente al gato y al ratón, en cada ocasión que ambos se toparon él le hace el quite, se esconde en la biblioteca, en los baños o en una sala vacía, donde sea, no tiene cara para mirarla tras lo sucedido. Sin embargo Susana al parecer lo busca, para matarlo cree Sebastián, mira con atención en los recreos, incluso les pregunta a los hermanos de Sebastián si lo han visto y les pide que le den el mensaje que ella quiere hablar con él, esto para el total desconcierto de ambos que simplemente no pueden creer que ella lo busque.

Cuando llega la hora de salida Sebastián apura el paso y se va por detrás del colegio para hacer el quite al tumulto y a sus hermanos, sin mencionar a Susana, camina lo más rápido que puede pero cuando va cruzando la calle alguien lo toma del brazo y lo jala, es Susana, “debemos hablar” le dice en un tono serio, “sígueme, hablaremos en privado”.

Sin atreverse a mirarla a los ojos Sebastián la sigue y ambos entran a un parque y caminan hasta llegar detrás de un mirador donde hay unas bancas, es un sitio apartado, nadie viene aquí pero por lo visto Susana lo conoce. Antes que ella le diga algo Sebastián se deshace en disculpas y explicaciones, que no fue su intención, y eso es muy cierto, que fue un accidente, lo empujaron y cosas similares. “Ya veo” dice ella que esta cruzada de brazos, “pero hay algo que deseo comprobar”, Sebastián la mira a los ojos, nota un extraño brillo en ellos, “bájate los pantalones y muéstrame tu miembro”.

Sebastián no cree lo que oye y por un momento cree haber escuchado mal, “escuchaste bastante bien, ya me oíste, bájate los pantalones y muéstrame tu verga” insiste Susana. “¡Estas loca, no me los voy a bajar solo por que si!” Le responde él, “solo quiero salir de la duda”, “¿de que duda me hablas?”, “pues tus hermanos andan diciendo que tu tienes problemas de, como decirlo, que lo tienes chico, muy chico, y lo que sentí en el bus hoy dista mucho de serlo, solo quiero salir de la duda”, “¡pues deberás quedarte con la duda, no lo voy a hacer!” responde con firmeza Sebastián.

“Así que quieres jugar rudo” le dice Susana con una malévola sonrisa, ella se para frente a él, Sebastián no se intimida, o trata de no intimidarse. “Pues si no lo haces, le diré a todos que en el bus te propasaste conmigo”, Sebastián pone cara de espanto, “no te atreverías a hacer eso”, “tan solo pruébame” le responde Susana, en efecto ella si se atrevería.

Resignado a su suerte Sebastián decide ceder al chantaje, “juegas sucio”, “demándame”. Susana esta ahí con sus manos en sus caderas, espera que Sebastián cumpla, él deja sus cosas a un lado y se desbrocha sus pantalones, se los baja un poco y después se baja sus calzoncillos, Susana no lo puede creer, su cara lo dice todo. “¿Y tus hermanos dicen que lo tienes chico?”, “es que ellos no saben lo que tengo en realidad” responde él con orgullo. Susana se le acerca para verlo mejor, esta algo flácido aun pero cuando ella se inclina un poco empieza a erectarse y ante su atónita mirada se pone duro y erecto, en plena demostración de poder con su roja cabeza brillando.

Susana se hinca en el pasto y lo mira con más detalle, no sabe bien que hacer o que decir, nunca había visto algo así de grande en su vida, ella no es virgen y no es una santa tampoco, pero algo así, nunca. “Si Francisco te viera se moriría de la envidia, es un desastre en la cama”, “por que no pruebas algo diferente” le dice él en una reacción instintiva casi un reflejo, Susana lo piensa un instante.

Con un sutil movimiento se aparta su cabello de su rostro, Susana coge entre sus delicadas manos la verga de Sebastián, él reacciona de inmediato y Susana se da cuenta, ella le sopla sobre el glande haciendo sobresaltarse un poco. Antes que Sebastián diga algo siente los carnosos labios de Susana posándose sobre su miembro, ella lo envuelve por completo con su boca y se la chupa intensamente, solo en sus sueños había visto un momento así, pero ahora es toda una realidad.

A pesar de su edad Susana le demuestra que sabe muy bien como hacer una mamada, es casi tan buena como Isabel, aunque los años más de Isabel son de experiencia. Susana no la saca de su boca en ningún momento, juguetea con su lengua y se la frota y la aprieta un poco a fin de estimularlo, Sebastián siente los movimientos de su lengua sobre su glande y como ella se lo masajea, él esta en las nubes ahora. “Es increíble” dice ella cuando la saca para tomar aire, “nunca había mamada una verga así antes”, pero Susana no alcanza a hacer más, Sebastián la jala con fuerza y la pone contra la pared y comienza a besarla apasionadamente, presionando sobre sus labios y deslizando sus manos por encima del uniforme de colegiala de la morena.

Susana casi no opone resistencia, el beso de Sebastián es intenso y sus manos se muestran hábiles y muy activas, le soba sus pechos suavemente, siente su tamaño y firmeza mientras su lengua se cruza con la de ella. La morena esta sorprendida, Sebastián es muy diferente a su novio, es más intenso y él se preocupa de acariciarla apropiadamente, le masajea sus pechos y le abre la blusa para sentirlos, le aparta el sostén con facilidad para chupárselos, succiona sus pezones con ganas y Susana separa sus piernas al sentir como él le frota suavemente su coño, presiona su pubis y después directamente sobre su sexo, son caricias que Susana no había sentido antes, todos los chicos con los que había tenido sexo eran mucho más rudos que Sebastián.

Los gemidos de Susana no se hacen esperar, en especial cuando siente los dedos de Sebastián recorriendo su coño y luego metiéndose bajo su ropa interior, juega con su clítoris y los desliza delicadamente sobre los labios de su vagina para luego presionar y hundir un dedo en ella. Susana esta con sus ojos cerrados y disfruta intensamente de este momento, de cómo él le chupa sus pechos y le hace una paja. “Estas bien mojada” le dice Sebastián que luego se hinca y mete su cabeza bajo la falda de Susana, la morena lo presiona contra su coño y con una mano se masajea sus pechos mientras él comienza a hacerle sexo oral.

Sebastián pone una pierna de la morena sobre sus hombros y ella libera un fuerte gemido cuando él le pasa su lengua en su sexo, se la hunde por completo y la mueve vigorosamente. Susana se agita, se retuerce, gime y suspira profundamente, más aun cuando Sebastián le hunde un par de dedos en su coño, se los mete y saca rápidamente haciendo delirar a la morena.

“¡Espera, espera un poco!” le dice ella cuando encuentra su voz, Sebastián se detiene. “¡Quiero sentir tu verga!” le pide ella., “¡pero a mi modo!”, Sebastián accede sin dudarlo. Susana le pide que se acueste en la banca y ella se le monta encima, “a Francisco no le gusta así, siempre me tiene debajo”, “es un idiota, no sabe nada” responde Sebastián, “a mi me gusta tenerte así” agrega después.

La morena se yergue sobre él con sus pechos totalmente expuestos, Susana sujeta su miembro y se va dejando caer encima, a medida que se lo va metiendo ella gime y jadea, por su tamaño y grosor la siente recorrer todo su coño. “¡Aaaaah, es magnifica!” exclama ella al empalarse por completo. Sebastián le toma los pechos y empieza a moverse, Susana le cabalga encima y la morena se descontrola por completo. Su cabello negro agitándose y sus pechos moviéndose mientras arremete sobre aquel enorme miembro. Solo en sus pajas Sebastián había visto a Susana actuar así, pero ahora la tiene solo para él y le da la mejor cogida de su vida a la morena.

Sebastián se sienta en la banca y abraza a Susana con fuerza, le chupa sus pechos y la toma del culo apretando con fuerza sus nalgas mientras le sigue dando con todo. Ella lo besa a Sebastián y solo le pide que le siga dando, que no pare y él no va a parar y la sorprende al meterle un dedo en el culo, eso la estremece aun más y Susana lo goza como nunca.

Susana siente un estremecimiento recorriendo su cuerpo, ella se corre y su coño se inunda de semen. Susana se pone de pie y con sus pechos envuelve la verga de Sebastián y le hace una paja, “quiero que acabes en mis pechos, siempre he querido hacer esto pero con un miembro bien grande como el tuyo”, las caricias de Susana son demasiado, el sentir su miembro siendo acariciado por sus magníficos pechos pronto hace que Sebastián nuevamente se corra cubriéndole sus pechos y el rostro con su semen, Susana esta fascinada al ver que a pesar de todo el miembro de Sebastián aun esta duro y erecto.

Sin pensarlo dos veces la morena se le monta encima, se sienta sobre él dándole la espalda y le da con todo de nuevo, Susana actúa como toda una ninfomana, se muestra salvaje y más ardiente de lo que Sebastián hubiera imaginado, se empala una y otra vez, no se cansa de sentir su miembro y él se encarga de satisfacerla por completo.

Susana se lo monto con él hasta no poder más, la morena queda totalmente rendida y su ropa y su cuerpo manchados con semen, pero a ella eso no le molesta. “Eres todo un semental” le dice. Tras tomarse un tiempo para arreglarse y recuperar el aliento siguen camino a casa, “te quiero pedir un favor” le dice Sebastián a Susana, “no le digas a nadie lo que ocurrió hoy”, ella se sorprende un poco pero sonríe, “y negarle a mis amigas esto” dice ella apuntando al miembro de Sebastián, “lo voy a pensar” responde, “pero al menos a tus hermanos no les voy a decir nada” agrega después, con un tremendo beso Susana se despide y se aleja rumbo a su casa, Sebastián la mira embobado como sin creer lo que ocurrió, al darse media vuelta tropieza con la solera y cae a tierra, “al menos hay cosas que no han cambiado” dice él mientras se soba la rodilla.

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