Por primera vez en mucho tiempo el despertador interrumpe mis sueños. Normalmente llevo despabilado un buen rato antes de que suene. Un buen rato en el que me estoy pajeando bajo las sábanas pensando en tetas y coños. Me la meneo hasta que estoy a punto de correrme y justo entonces sujeto la punta de mi prepucio mientras eyaculo almacenando el semen en esa bolsita que forma la punta del pellejo. Después me quedo adormilado hasta que el despertador suena. Lo apago y espero hasta que mi madre entre unos minutos después para ver si estoy despierto. Me pone la mano en el pecho y me susurra para que me levante sin saber que llevo en vela más de media hora y que estoy sujetando el semen dentro de mi polla con la punta de mis dedos para que no se escape.

Hago como que me desperezo y espero hasta que sale de mi cuarto para ir al baño donde suelto mi carga y aprovecho para mear contento de que nadie conozca mi secreto pajeril.

Pero hoy es distinto. He dormido de un tirón y estoy descansado. No estoy cachondo, no pienso en tías ni en follar. No me maldigo por no parar de pensar en sexo continuamente en lugar de dedicar el tiempo a cosas más provechosas como estudiar.

Saco los pies de las sábanas y me quedo sentado en el borde de mi cama. Siempre duermo en calzoncillos y camiseta pero hoy estoy completamente desnudo. Miro a mi pene sorprendido. Es increíble que no me esté apuntando a la cara a estas horas, él siempre se levanta antes que yo, duro y firme.

Mi madre no ha entrado aun en mi cuarto para asegurarse de que sigo vivo. Salgo al pasillo en pelotas. Hoy no me importa que alguien me pueda ver así. Cruzo hasta el baño, levanto la tapa del váter y meo sin utilizar las manos. Me miro en el espejo y me encuentro guapo. No es normal que me vea guapo. Sonrío, estoy feliz.

De vuelta a mi cuarto oigo a mi madre en la cocina. Estará preparando mi desayuno, como siempre. Mi padre está en la cama todavía, ha tenido turno de noche y se levantará tarde. Entro en mi habitación y veo mi ropa sobre la silla junto a la pared. Es una mierda de ropa pero yo no sé vestir bien, no tengo gusto para eso. Nunca he ido de compras, no me atrevo, es como si tuviera una especie de miedo escénico a entrar en una tienda.

Levanto mis pantalones y los miro con los ojos de alguien que ha renacido durante la noche y tiene una visión distinta y renovada, más madura. Son de una tela azul que intenta imitar sin éxito a un pantalón vaquero. Es de la marca “Lemmis”. Mis zapatillas tampoco son mejores ni más esplendorosas, unas “Roedork” fabricadas en la china mandarina que ni tan siquiera son de piel.

Junto con mi camiseta, que lleva escrita unas letras enormes formando la palabra “COLORADO”, hacen de mí un auténtico cutre. Así es normal que no haya ligado en la puta vida y me haya mantenido virgen con 25 tacos. Sin embargo hoy estoy feliz. La razón, ayer follé por primera vez.

Ayer era un pobre chico retraído y lleno de complejos, un manojo de tabúes bajo un mal corte de pelo. El típico muchacho en el que nadie se fija si no es para sentir lástima o asco o ambas cosas a la vez. Un friki pajillero y pervertido que pasa las horas tras la pantalla de su ordenador consumiendo porno.

Pero hoy soy otro distinto. Me encuentro diferente, como si fuera más inteligente o algo parecido. He hecho las paces con el mundo. De alguna manera ya soy un tío normal, bueno casi. Solo me falta un “no sé qué” para alcanzar la plenitud. Como una especie de pequeño resquemor en lo más hondo del estómago.

Me visto y voy a desayunar, tengo hambre, mucha hambre. Mi madre se pone en pie al verme entrar en la cocina, está nerviosa.

-¿Qué tal estás hijo?

-Bien mamá…, gracias. –De repente me noto nervioso yo también.

Mi madre se sienta a mi lado sin quitarme ojo mientras desayuno. El semblante de su cara es de preocupación como si pensara que me fuera a morir de un momento a otro.

-¿Qué tal has dormido?

-Eh… bien, bien. Muy bien –respondo incómodo. Sabe que he dejado de ser un niño esta noche.

-Y… bueno, si quieres…

-Está todo bien mamá.

Se levanta dubitativa y se mueve a mi alrededor abriendo y cerrando cajones. Entra y sale una y otra vez de la cocina sin saber qué hacer o a donde dirigirse. Me contagia su nerviosismo y la situación empieza a ser incómoda para mí también, necesito salir de aquí cuanto antes. Me levanto, cojo mi carpeta y me voy hacia la puerta.

-Me voy a la Uni. –digo en voz alta para que me oiga desde la sala donde está ordenando a saber qué.

-Vale. –responde-. Si necesitas algo… -dice asomando la cabeza -. Ya sabes que…

-Sí mamá, no te preocupes más por mí.

Se acerca y pone sus manos sobre mis hombros.

-Sabes que tu padre y yo te queremos mucho –le tiemblan las manos.

-Claro que lo sé. –está nidria como si tuviera miedo de algo.

-Solo queremos que tú estés bien. Haremos lo que haga falta para que…

-Que sí, que ya lo sé.

-Si quieres volver a follarme… -deja la frase en el aire y me pongo colorado de la vergüenza.

Me suben los colores porque ha sido con ella con quien he follado esta noche, con mi propia madre. Me la he follado y me he corrido dentro. Soy un pervertido.

Hace 2 días les ofrecí a mis padres una síntesis de mi vida tan patética y bochornosa que creyeron que estaba al borde del suicidio. Entre lágrimas y mocos confesé que era un pajillero de mierda obsesionado con el sexo. El día anterior había intentado al extremo de propasarme con mi propia madre en un ataque de lívido descontrolada.

Ante tales turbadores acontecimientos ambos tomaron la decisión de ayudarme de la forma más extraña que a alguien se le pudiese ocurrir.

Mi madre, en un alarde de estoicismo y sacrificio y para calmar mis ardores sexuales para con la sociedad en general y ella en particular, se ofreció cuan mártir para que saciara mi descontrolada hambre de sexo con ella. Yo, como soy un pervertido y un mal hijo sin corazón me aproveché de ello.

No niego que follar con mi madre ha sido lo mejor que me ha pasado en toda mi puta, puerca y miserable vida y que gracias a ella he conseguido sacarme la espina que llevaba clavada desde hace cien años pero eso ocurrió ayer, en plena efervescencia hormonal, con la noche como cómplice, mi conciencia mirando hacia otro lado y mis neuronas sanas en huelga de brazos caídos.

Ahora mismo, libre de obsesiones y de complejos, a la luz de un nuevo y radiante día y con la realidad del vergonzoso incesto golpeándome en plena cara vuelvo a ver a mi madre como lo que es, una “madre” en el sentido estricto de la palabra. Esa señora tan entrañable que me lava la ropa, me prepara la comida y me da dinero cuando se lo pido, aunque sea poco.

Ya no me excita imaginármela desnuda o tocándole las tetas. Lo que pasó, pasó. Ayer fue ayer y hoy es hoy, borrón y cuenta nueva.

La miro abrazada a mi cuello con su bata azul sobre su camisón y me pregunto horrorizado como he sido capaz de tener mi lengua y mi polla dentro de su coño y disfrutar con ello.

-N…No, no hace falta, de verdad. -consigo balbucear.

-Ayer te fuiste a tu cuarto… si es por algo que he hice mal…

-Que no, que no. Que todo está bien.

¿Cómo le digo a esta mujer que aunque me ha dado la mejor noche de mi vida siento más vergüenza hoy que la satisfacción que tuve ayer?

-Eres la mejor madre del mundo y papá también por… por dejarme… -no sé qué decir. Estoy muerto de vergüenza. Quiero que me suelte. Quiero escapar.

-Hijo, para tu padre y para mí lo más importante eres tú. No me importa hacerlo más veces si es por tu bien.

Lo dice completamente en serio aunque le horrorice la idea de volver a abrirse de piernas para mí. Tan placentero me resultó follarla como espantoso fue para ella ser follada por su propio hijo. Ella, que está chapada a la antigua y que con toda seguridad apenas folla con mi padre, si es que aun follan.

Me deshago de su abrazo de mala manera y salgo al descansillo dejando mi madre preocupada tras la puerta. Tiene el presentimiento de que sigo siendo un suicida atormentado por sus complejos sexuales a punto de hacer una locura ¿no se da cuenta de que ya los he superado esta noche?

– – – – –

He conseguido concentrarme en clase y he podido estudiar un buen rato en la biblioteca. El día se me ha hecho largo pero aquí estoy de nuevo, frente a la puerta de mi casa. Sostengo la llave en mi mano pero me resisto a meterla en la cerradura. Me sorprende que me cueste tanto entrar en mi propio hogar pero lo cierto es que no quiero enfrentarme de nuevo a mis padres, a sus burdos intentos por mantener una charla conmigo, a los silencios incómodos, a las dolorosas verdades que ninguno se atreve a decir. A mirar a mis padres a los ojos con la realidad de nuestras vidas impresa en nuestras retinas. Al hecho de que en esta casa…

…soy un degenerado.

… y mis padres lo consienten.

A tomar por culo. Entro de una vez, lo que tenga que ser será. Me dirijo hacia mi cuarto, mi refugio, allí estaré a salvo. Tengo que recorrer todo el pasillo hasta llegar a él. Es difícil pero no imposible. No es la primera vez que consigo esquivar a los charlies.

Piso una mina antipersonal en forma aspiradora y casi me pego una hostia. ¡No siento las piernas! Mi madre asoma por una de las puertas del pasillo, me ha descubierto y se dispone a atacar.

-Hola Miguel ¡Ya estás aquí!

-Ah, sí…, hola mamá.

-¿Quieres merendar algo? Te he comprado los bollos que te gustan y también galletas.

-Eh…, bueno…

-Tengo chocolate preparado y estaba haciendo unos churros para ti.

-Bueno…, iba a…

-Anda, deja los libros y quítate la chaqueta y los zapatos, pero déjalos en la terracita no en tu cuarto. ¿Qué tal el día? ¿Has estudiado mucho?

El ataque es abrumador. Aunque ya tengo 25 años me trata como a un nene. No lo soporto e inicio una maniobra de evasión. Me giro y entro en la “sala de estar”, intentando huir de ella pero cuando me voy a sentar en el sofá me doy cuenta de mi error táctico.

Intentando escapar del demonio he tropezado con el diablo. Mi padre está sentado en el extremo opuesto mirándome con su cara lacónica. Está armado con un mando a distancia amarrado a su mano derecha. A saber lo que este hombre es capaz de poner en la tele, siempre ha sido de gatillo fácil. Lo peor es que mi madre me ha seguido por detrás cortando mi retirada. ¡Tengo un MIG-27 pegado a la cola, mierda!

Mi madre se pega a mí y entrelaza sus dedos en mi pelo mientras tomo siento. Me peina una y otra vez con su mano.

-Tú siéntate y descansa hijo. Ahora te traigo el chocolate y unos bollos.

Cuando se va me quedo custodiado por mi padre, viendo el programa de Ana Rosa Quintanilla y con el flequillo embadurnado de harina y clara de huevo apuntando al techo. Tengo una pinta ridícula.

Mi padre no deja de mirarme. Parece que quiere establecer contacto conmigo pero hace muchos años que dejamos de hablar el mismo idioma. Diría más, hace muchos años que dejamos de hablar.

Se mueve en el sofá y se acerca a mí. Por favor, que no intente mantener una charla padre-hijo.

-Eh…, Miguel… ¿Qué tal estás?

Me lo temía. Empieza la tortura. Lo peor es que esta vez no voy a poder escaquearme emitiendo sonidos guturales como tengo por costumbre.

-Bien, bien.

-Ayer…, bueno, anoche… -Dios, por favor, que no saque ese tema. Qué bochorno-. Tu madre y tú…

-Eh, ¿si?

-Quiero decir… ¿qué tal fue todo?

-Bien, bien.

-Hiciste… o sea, al final… -¿si me la follé? sí, joder sí, pero ¿por qué me lo pregunta si ya lo sabe?

-Sí papá, todo bien.

-Quiero decir que conseguiste… o sea que al final… tú con una mujer…

Mi padre se frota la frente nervioso con la palma de la mano mientras coge aire. Se gira hacia mí con forzada determinación.

-Bueno venga, cuéntame como te fue.

¿Cómo me fue el qué? ¿De qué habla este hombre? ¿Quiere que le cuente como me follé a mi madre, a su mujer?

-Bueno papá, no sé… a ver…

-¿Te gustaron sus tetas? –Está colorado. Le da tanto corte como a mí.

-Pues, pues… s…sí –confieso- mucho.

-S…Son bonitas, ¿verdad?

-Sí –hago una pausa-, lo son.

-Y grandes.

-Ya te digo. No pensaba que tenía esas tetazas.

-Y bien duras.

-Y calentitas.

-¿Y los pezones? ¿Te fijaste en ellos?

-¿Que si me fijé? La madre que me parió, son enormes y negros. No me pude resistir a chupárselos. Se los estuve mamando un buen rato.

Me doy cuenta de que he estoy babeando mientras se lo cuento y veo que la cara de mi padre se relaja. Ya no está tan cortado. Mira fugazmente hacia la puerta y se acerca un poco más a mí.

-¿Y qué te pareció el coño de tu madre? –dice bajando la voz.

Me deja helado, no esperaba oírle hablar así, a mi propio padre. Me llevo la mano a la boca y la pongo como si le estuviera contando un secreto.

-Casi me da un infarto cuando se bajó las bragas y se lo vi. Es negro y suave y tiene unos labios…

-¿Te gustan los labios gruesos?

-Mucho. Lo primero que quise hacer fue lamerle el coño –mierda, no tenía que haber sido tan franco. Me pongo tenso.

Mi padre pone unos ojos como platos. -¿Te dejó lamerle el coño?

Suelto el aire aliviado y asiento con la cabeza ufano haciendo una caída de ojos de triunfo.

-¿Y se corrió? –me pregunta atónito.

-Que va. Ni tan siquiera conseguí que le gustara un poquito.

-Ah, ya decía yo. Porque a tu madre eso nunca le ha gustado nada. A mí solo me ha dejado hacérselo una vez que yo recuerde y enseguida me pidió que parara. ¡Con lo que me a mí gusta!

Se hace un pequeño silencio hasta que mi padre habla de nuevo.

-¿Y dices que no le gustó nada?

-No.

-Pero… ¿lo hiciste bien? ¿Despacio, sin prisa, con suavidad, en el clítoris?

-Lo hice tal y como había visto en internet… pero nada.

-Quizá no estuviste el tiempo suficiente.

-Hasta que se me durmió la lengua. Te lo juro –Mi padre frunce el ceño. Algo no le cuadraba-.

Le lamí todo, de arriba abajo. Recorrí la lengua por todos lados pero nada.

-Entiendo –dice mientras cavila. –Es normal, al fin y al cabo es tu madre. No lo hizo por gusto. Cuando lo hablamos… -hace una pausa dudando continuar- lo de que ella follara contigo…, estaba muy nerviosa y sé que lo pasó muy mal. No ha sido muy agradable que digamos.

-Sí, ya me di cuenta de lo que fue para ella dejarse follar por mí.

Prefiero omitir el bochornoso detalle de que me eché a llorar cuando me percaté de que mi madre aguantaba sus lágrimas mientras le lamía el coño. En aquel momento me sentí el peor hijo del mundo y lloré como una nenaza.

Cuando mi madre me vio llorar se armó de valor, hizo de tripas corazón, se tragó sus remordimientos y me consoló para que siguiera disfrutando de ella. Consiguió que la noche transcurriera de una manera especialmente buena. La follé, me corrí, disfruté y… me convertí en una persona diferente, una crisálida con pantalones vaqueros de imitación y zapatillas made in china mangurrina.

-Bueno y… ¿qué sentiste cuando la metiste por primera vez?

La pregunta me saca de mis pensamientos. Dejo escapar el aire de mis pulmones en un largo suspiro recordando el momento pleno de felicidad.

-Joder, es tan calentito, tan suave. Mientras se la metía notaba como si me abrazara toda la polla.

-¿A que sí?

-Y mientras lo hacía le sobaba las tetas y se las chupaba. Joder que pasada.

-A mí lo que más me gusta es ver como mi polla entra y sale de su coño mientras la follo.

-¡Joder, igual que a mí! Cuando llevaba un rato follando la cogí por los tobillos y le abrí las piernas para ver mejor a mi polla en su coño entrando y saliendo.

-¿Y a 4 patas? ¿La has puesto a 4 patas? En esa postura la tienes con las tetazas balanceándose adelante y atrás. Yo la empujo con fuerza para que le boten más y se las cojo con las 2 manos. Me lleno las manos con sus tetazas.

Parecemos 2 babosos hablando de tías, fútbol y coches. Solo nos falta una lata de cerveza en una mano y rascarnos los huevos con la otra. Mi padre se acerca otro poco más, mira furtivamente a la puerta de la sala que está detrás de nosotros y vuelve a bajar la voz.

-¿Se la has metido por el culo?

-Uy no, eso no. Lo máximo que hice fue meterle la punta del dedo… –digo mientras levanto el dedo corazón frente a su cara- cuando me empecé acorrer, y no le hizo mucha gracia.

-Bueno, algo es algo. Tampoco yo tengo mucha suerte por ahí.

De nuevo se hace el silencio que está a un paso de ser incómodo hasta que mi padre lo rompe de nuevo.

-Bueno y dime hijo, ¿qué sentiste al correrte dentro de una mujer?

Le pongo la mano en el hombro a punto de emocionarme con lágrimas en los ojos y todo.

-Joder papá. Es la mejor sensación que he tenido en toda mi puerca vida. Ni mil pajas igualan la follada que tuve con mamá. Si hasta creía que le iba a llenar el coño de semen de tanto rato que estuve corriéndome. No sabes como os agradezco lo que habéis hecho por mí. Sobretodo a mamá pero a ti también.

De repente se hace una luz en mi cabeza. Acabo de comprender qué es lo que me faltaba esta mañana para alcanzar la felicidad plena. Qué era ese resquemor del fondo del estómago que me impedía ser plenamente feliz.

Perder la virginidad y follar con una mujer está bien pero lo que realmente le da el sentido a eso, lo que realmente colma el acto en sí es… tener alguien a quien contárselo.

Joder, no es solo una mujer lo que necesitaba sino un amigo a quien contarle mis penas. Eso es lo que me ha faltado siempre, un amigo de verdad, un colega, el confesor de mis pecados, el cigarro después de la comida, el hombro a que llorar, a quien acudir.

Mecagüen la puta. Que tenga que ser mi padre precisamente ese “colega” es que me toca los cojones. Toda la vida conviviendo como si fuéramos extraños, soportando silencios, situaciones incómodas, rehuyendo explicaciones nunca pedidas y de repente, estoy aquí con él, contándole mis primeras experiencias sexuales como si fuéramos dos viejos amigos.

-Lo importante es que tú estés bien –dice mi padre henchido de orgullo-. No sabes el susto que nos diste a tu madre y a mí el otro día.

Me pasa la mano por el hombro. -Estabas fatal, pensábamos que te encontrabas al borde de la locura.

Lo que pensaban era que me iba a suicidar un día de estos. Se hace el silencio y justo en ese momento mi madre entra con una bandeja por la puerta.

-Aquí está el chocolate.

Rodea la mesita y se coloca frente a mí tapando la televisión con su cuerpo. Al agacharse para colocar la taza puedo ver gran parte de su escote y no puedo evitar recordar lo que hay dentro. Permanezco con la vista fija en ellas mientras coloca las cosas en la mesita.

Me veo sobre esas tetazas unas horas atrás amasándolas, besándolas y lamiendo sus pezones. Sacudo mi cabeza. ¿Pero en qué estoy pensando? Es mi madre. Eso ya pasó y se va a quedar ahí para el recuerdo, ahora ya he madurado.

Al apartar la mirada cruzo la vista con mi padre. Él también ha visto lo mismo que yo y sabe lo que estoy pensando. Por un momento me parece ver una leve sonrisa en sus labios.

Mi madre se yergue regalándome una sonrisa cargada de ternura.

-¿Está bien así? ¿Quieres más? ¿Te traigo alguna otra cosa? ¿Estás contento, hijo?

-Sí, no, una cucharilla y sí, lo estoy.

Mi madre se sienta junto a mí y me empuja con el culo haciendo que quede aprisionado entre ella y mi padre. No es una posición muy agradable, estoy algo abrumado. Me siento como un hobbit entre dos Uruk-hai. Mi padre levanta ligeramente las cejas en un acto que puede ser de complicidad o de incomprensión. Mi madre me coge de la mano con semblante sentido.

-Bueno y dime hijo ¿qué tal estás?

-Eh…, bien mamá bien. –Por favor, que no empiece otro interrogatorio, no podría soportarlo.

-Ya, y… la universidad… ¿bien? –la universidad bien, mis amigos inexistentes bien, mis pajas bien. Qué situación más bochornosa. Voy a hacer como que me tomo el chocolate.

-Sí mamá, en la uni todo bien –digo mientras me llevo la taza a la boca.

-Tu padre y yo te queremos mucho. Si alguna vez tienes ganas de volver a…

Trago el chocolate en el momento preciso para no dejar que termine la frase.

-Gracias mamá, no hace falta, de verdad, te lo juro.

Joder, ¿pero qué mierda hace? Me está diciendo para follar delante de mi padre.

Se gira hacia mí, coge mi mano de nuevo y la pone en su corazón, bueno en la teta. Ella la pone en su corazón pero yo creo que está en su teta.

-Lo que sea que tus padres puedan hacer por ti –dice en tono solemne y compungido- no tienes más que pedirlo. Solo queremos que seas feliz y estés bien.

Al decir esto aprieta más la mano contra su teta. Solo espero no tener un bigote de chocolate porque junto con la cresta de harina y huevo de mi flequillo y con Ana Rosa Quintanilla quejándose en la tele de que Cocó chanel no diseñe saltos de cama a su gusto encuentro la situación de lo más ridícula.

Aparto con suavidad la mano de la teta y la coloco bajo la taza. Mi madre coloca ahora su mano sobre mi muslo, sobre la parte superior, sobre la parte superior de la parte superior. Esto es peor que asistir al bautizo de un Grémilin, y me está superando.

-Tu padre y yo no queremos…

-Tú y papá habéis hecho por mí algo que no haría nadie –la interrumpo-, sobre todo tú, mamá. Todavía no me puedo creer que me hayáis dejado follar contigo.

Mi padre se mueve inquieto, carraspea y se separa ligeramente de mí mientras mi madre se pone colorada como un tomate y aparta la mirada. ¡Vaya!, Ahora son ellos a los que les da corte oírme decir “follar”. Está claro que a todos nos resulta incómodo hablar de esto directamente.

-Os aseguro que estoy bien, de verdad, a los 2. Estoy bien ¿vale? –me tiembla la voz-. Estaba obsesionado con perder la virginidad y tú –digo dirigiéndome a mi madre- me has dejado follarte para que lo consiguiera. Es lo mejor que me ha pasado nunca pero… -hago una pausa lo más dramática que puedo- ahora solo quiero que seamos una familia normal, como antes.

Aguantamos juntos en el sofá el tiempo que tardo en acabarme el chocolate. Durante todo ese periodo estamos en silencio mirando como idiotas a la torda de la Quintanilla dando consejos de mierda en tele tres. Acabo el chocolate. Mi madre se lleva la bandeja y se queda en la cocina dejándome a solas con mi padre otra vez, sumidos en el silencio.

Casi un cuarto de hora después me dirijo a mi padre:

-Papá, ¿te puedo hacer una pregunta?

-Claro hijo, claro.

-A ti… ¿Cuánto te mide la polla?

– – – – –

Pasan los días y cada uno es igual al anterior. Llego a casa, comemos y después me encierro en mi cuarto. Ahora que consigo concentrarme me doy cuenta de lo fácil que es estudiar así que aprovecho las tardes repasando.

Cada uno de esos días, al cabo de una o 2 horas de encierro, entra mi madre con la merienda en una bandeja. Una merienda de un millón de miles de trillones de calorías. Cualquiera pensaría que quiere hacer de mí el hombre bola.

Se pega a mí, mientras estoy sentado estudiando, toma mi cabeza con sus manos y la acerca a su vientre. Me peina con su mano mientras recita cosas tan infantiles que abrumarían a un niño de teta.

Y cada día repite la misma rutina, hasta hoy, que le ha dado por conversar.

-Si quieres algo de mí no tienes más que decírmelo y yo…

-Mamá ya os dije que estoy bien –la interrumpo-. No necesito que… que otra vez…

-Mira Miguel –dice mi madre armándose de valor- sé que te masturbas, y lo haces muy a menudo. Te oigo desde mi cuarto que está pegado a éste. Cada noche, cada mañana. Lo haces sin parar. Eso no puede ser bueno. La última vez que te masturbabas tanto terminaste desquiciado, te volviste loco y acabaste…

Deja la frase en el aire porque no hace falta aclarar lo que pasó. Acabé intentando propasarme con ella como un pervertido mientras ella gritaba asustada. Me pongo colorado y aparto la mirada avergonzado.

-Ahora es distinto –me defiendo-, ya no estoy obsesionado con el sexo. Masturbarme es… como un alivio.

-Pues alíviate conmigo.

-Que no joe, contigo no.

-Pero ¿por qué no quieres follarme?

-Por que eres mi madre y eso no está bien.

-¿Que no está bien? Lo que no está bien es que estés al borde del suicidio por culpa de una obsesión; lo que no está bien es que tengas a tus padres con el corazón en un puño pensando que su hijo, al que quien con locura, pueda hacer una estupidez y enviarlos al cementerio de un disgusto.

Me agarra la cabeza con las 2 manos y me mira a los ojos directamente.

-Para tu padre y para mí, tú eres lo mejor que nos ha pasado en nuestra vida. Nosotros somos felices si tú eres feliz. Y yo nunca he sido tan feliz como cuando te vi gozar entre mis piernas aquella noche. Si hubieras podido verte con mis ojos hubieras visto la cara de felicidad más radiante del mundo. Cómo te brillaban los ojos cuando me mamabas las tetas o esa sonrisa de satisfacción que tenías cuando te estabas corriendo dentro. Eres mi niño, siempre lo serás, no cambiaría lo que hice por nada del mundo.

-¿Ves? -intento rebatir- a eso me refería. Me corrí dentro de ti. Te dejé mi semen dentro, el semen de tu hijo en tu coño, mamá. ¿Qué diría la gente?

-La gente no tiene que decir nada. Además, tu semen fue como un regalo para mí. Me diste lo más sagrado y lo más íntimo que puede tener una persona, tu semen, tu semilla.

No sé si entiendo muy bien por donde va mi madre.

-Yo he ido muy orgullosa a la frutería con tu semen dentro, y a la carnicería. He caminado por la calle y tomado un café con mis amigas y he hecho una vida normal. Llevar algo de ti dentro de mí no me ha hecho desgraciada.

-Pues, pues…

-Anda ven, mira mis tetas, tócalas anda -dice soltándose la blusa-. Me dijiste que eran las más bonitas que habías visto nunca.

-Es…, espera… -deja caer la blusa y se suelta el sujetador destapando su melonar.

-Venga, pon aquí tus manos –coloca mis manos sobre sus tetas-, tócame como la otra vez.

Me pongo de pie intentando apartarme aunque en realidad lo hago para poder sobarla mejor. Esto no está bien, no lo está, pero sus tetas son tan bonitas, y sus pezones tan grandes…

Noto su mano soltando mi pantalón y metiéndose dentro del calzoncillo. Me coge la polla con la mano y eso me encanta. Que me toquetee con sus dedos y que me la acaricie me la pone más dura que el pito de un recién casado.

-Miguel, ya sé que te gustaría follar con otra mujer que no fuera tu madre. Te aseguro que he deseado tanto o más que tú que pudieras estar con una chica que no fuera yo. Y te doy mi palabra de que he intentado… -se interrumpe- Pero yo te puedo dar lo mismo.

Estoy tan concentrado en sus tetas que ya casi no oigo lo que dice. Joder, no puede ser que esté deseando follármela de nuevo, ¡pero si es mi madre, por dios!

Deja caer su falda al suelo y la negrura de su coño transparentado en sus bragas me vuelve loco. Meto mis dedos por los costados y las deslizo hasta que caen a sus pies. Tengo a mi madre completamente desnuda delante de mí.

Me arrodillo e intento besarle las ingles y el coño. Ella abre ligeramente las piernas para facilitar que la lama pero aun así se hace difícil.

Retrocede unos pasos hasta llegar a los pies de mi cama y se sienta en ella, después se recuesta sobre los codos y abre las piernas ampliamente exponiendo su coño en todo su esplendor. Caigo arrodillado entre sus piernas como Leónidas en la película “300” cuando fue abatido por las flechas de los persas. El olor de un coño no es como lo describen en internet, no es un olor embriagador, pero aun así tiene algo que vuelve loco y me obliga a lamerlo.

Mi madre no se excita con ello, su clítoris no se inflama y su coño tampoco lubrica como sería mi deseo. Su cara no muestra lascivia sino ternura. Le encanta verme disfrutar, y a mí disfrutar con ella. Mi lengua recorre su coño de arriba abajo. Lo beso, lo lamo, acaricio mi cara con su vello púbico.

Me desnudo por completo y me pongo sobre ella. Amaso sus tetas y se las mamo como si fuera un niño de teta. A ella le encanta tenerme así, no para de alisarme el pelo con sus dedos y de acunar mi cabeza sonriendo.

Cuando me canso de mamarla elevo mi cuerpo hasta tener la polla a la altura de su coño. Entonces ella me coge la polla y se la pasa por la raja hasta quedar colocada a la entrada del coño. Empujo ligeramente para que entre pero no hay lubricación suficiente por lo que embadurno mi polla con saliva y lo intento de nuevo. A empujoncitos voy metiéndola entera hasta quedar alojada por completo. Comienzo un suave mete saca que me eleva a la gloria mientras mi madre acaricia mi espalda desde la nuca hasta el culo.

-¿Te gusta?

-Claro.

-¿Eres feliz?

Es una pregunta capciosa. Aunque lo que más deseo ahora en el mundo es follármela  hasta el infinito y correrme dentro, sé que mañana los remordimientos van a hacer de mí un desgraciado.

-Sí, mamá, lo soy.

-Claro que sí, hijo. Claro que sí.

Continúo follándola lo más despacio que puedo para alargar el polvo lo máximo posible. Me recreo mirando como se le menean las tetas o como entra y sale mi polla de su coño negro.

Mi madre no para de acariciar mi espalda y mi cara mientras sonríe con ternura hasta que de repente, sin aviso previo, su ceño se contrae y lanza un grito aterrador de pánico.

Me empuja y me aparta de ella con manos y pies mientras grita asustada. No entiendo lo que pasa. ¿La habré hecho daño?

Retrocede hasta pegar la espalda contra el cabecero y se hace un ovillo con las rodillas dobladas bajo la barbilla. Sus ojos, llenos de pavor, están abiertos como platos mientras sus labios apretados aguantan el llanto. Dirijo la mirada hacia la puerta del cuarto. Bajo el quicio hay una mujer que se tapa la boca con ambas manos intentando ahogar un grito. Tras unos segundos de incertidumbre reconozco a la mujer, es Pilar, la amiga de mi madre. ¿Qué cojjjjones está haciendo esa mujer aquí?

-Pero, pero…, tú… con tu propio hijo…

-¡Ay Dios, Pilar! Esto no es lo que parece. –Balbucea mi madre.

Pilar mira a mi madre como si estuviera viendo a Pocoyo en un prostíbulo.

-¿Que no es lo que parece? Pero si estabas… con él…

Mi madre se tapa la cara con las manos y rompe a llorar. No sabe como salir de esta, no hay explicación posible y lo cierto es que me hubiera gustado saber qué explicación iba a dar mi madre después del “no es lo que parece” porque a mi me parece que cuando un hombre está desnudo sobre una mujer con la polla dentro de ella no deja mucho lugar a la duda. A menos que quiera matizar lo que es evidente “Parece que estábamos follando un poco, realmente estábamos follando mucho”.

-Es que no me lo puedo creer. Precisamente tú, Amparo, follando con tu propio hijo.

Pilar me mira con asco mientras intento esconderme tras mis manos que desgraciadamente solo tapan mis genitales. El resto de mi cuerpo queda a exposición de su desprecio.

-M…Mi madre no tiene la culpa –intento defenderla en un burdo intento de gallardía.

-Seguro que no. –escupe sus palabras con asco mientras me traspasa con la mirada.

-U…Usted no debería estar aquí…

Los lasers de sus ojos cambian del modo aturdir a matar. Sisea al comenzar a hablar.

-Acabo de cruzarme con tu padre en la puerta cuando salía a trabajar y me ha dejado entrar. Después me ha parecido oír la voz de tu madre y me he acercado.

Se dirige a mi madre con la cara arrugada.

-Y os encuentro aquí… a los dos… Joder, Amparo, que asco. Pero… ¿cómo puedes…? ¡Con tu hijo!

-¡PORQUE TÚ NO ME QUISISTE AYUDAR! -Grita furiosa mi madre.

Pilar queda descolocada por un momento y antes de que reaccione, mi madre sigue gritando.

-Te pedí ayuda, te pedí un favor para mi hijo, te expliqué por qué te necesitaba y no me quisiste ayudar, a mí, ¡A MI ÚNICO HIJO!

-M…me contaste cómo intento propasarse contigo y yo te dije que…

-¡Bobadas!, me dijiste bobadas, y yo no quería sermones sino un favor de ti. Uno de los muchos que yo te he hecho.

-Me pediste… Amparo, me pediste…

-Que follaras con mi hijo, sí, eso te pedí –se envalentona y se seca las lágrimas-. Has abierto las piernas a otros hombres a espaldas de tu marido y yo te he encubierto. Para una vez que te pido que las abras para una causa de necesidad… me rechazas, y me tratas de loca y aprovechada.

-Es que… me pediste follar con tu hijo…

-Pues sí, follar con mi hijo, para que se quite todos sus tabúes y complejos de encima, para que consiga ver la vida de otra forma y pueda llevar una existencia normal de una vez. Pero como no lo quisiste hacer tú he decidido hacerlo yo que soy su madre.

Se hace un silencio en la habitación. Pilar está abochornada, yo estoy abochornado, mi madre está de mala hostia.

-No voy a consentir perder a mi niño por nada del mundo y si me tengo que rebajar a esto pues que así sea. Yo por mi hijo MA-TO ¿entiendes? MA-TO.


Así, con ese humor de perros, me recuerda a una tal Belén Estévez. Una vecina que tuvimos más fea que Picio y con un genio de mil demonios.

-Amparo…

-¡Lárgate! –grita-, vete de aquí, sal de mi casa, y no se te ocurra juzgarme, no eres quién para hacerlo.

-T…Tienes razón, yo menos que nadie, perdóname mujer, no te pongas así –dice frotándose las manos nerviosa.

Se sienta en el borde de la cama e intenta coger a mi madre de la mano.

-Lo siento, no he reaccionado bien pero es que no esperaba verte… nunca pensé que pudieras… precisamente tú.

-Pues ya lo ves, precisamente yo –sentencia.

-No pensé que te importaba tanto como para que decidieras hacerlo tú misma… ¡con tu propio hijo!

A pilar le tiembla el labio inferior y mi madre apoya la frente en las rodillas volviendo a llorar derrotada.

La habitación se queda en silencio. Solo se oye el llanto de mi madre. Pasan varios minutos en los que ninguno sabe qué hacer hasta que Pilar pone una mano en el hombro de mi madre.

-Es cierto que he sido muy mala amiga. Tú me has hecho muchos favores y me has encubierto muchas veces y en cambio yo… -se le quiebra la voz-. Por eso había venido, Amparo. Para hablar contigo de tu hijo, sobre lo que me pediste. Había venido dispuesta a… -se interrumpe dubitativa- pero es que al veros me he quedado de piedra. No he reaccionado bien, perdóname mujer.

Mi madre no dice nada.

-Déjame ayudarte Amparo…, déjame ayudar a tu hijo…, si todavía estoy a tiempo.

Levanto las orejas como una liebre. El tema es que Pilar cree que mi madre ha decidido ofrecérseme aquí y ahora, regalándome mi primera vez en esta cama. No sabe que fue hace días cuando me la follé bien follada y que esto es solo una especie de “vacuna de recuerdo”, pero mi madre no la saca de su error y por supuesto yo tampoco. Ya se sabe, hay que guardar las apariencias.

-Vamos Miguel, es esto lo que necesitas ¿no? –dice mientras comienza a soltar los botones de su blusa.

Yo no digo nada y mantengo mi pose de niño bueno poniendo ojitos de gatito. Miro a mi madre, que ha levantado la cabeza, y a Pilar. La primera no dice nada y la segunda no deja de soltar botones. La camisa cae y las manos de Pilar pasan a su espalda donde se encuentra el cierre del sujetador. El busto de esta mujer es impresionante, diría que las debe tener como mi madre al menos.

Cuando los melones de Pilar aparecen a mi vista el aire abandona mis pulmones a la vez que mi polla se endurece tanto que mis manos no son capaces de taparla por completo.

Pilar se da cuenta y por un momento me parece ver que levanta ligeramente las cejas en señal de sorpresa.

-¿Está bien así, Amparo? ¿Podemos volver a ser amigas?

Mi madre la mira en silencio mientras Pilar continúa desvistiéndose. Se pone en pié y deja caer su falda. Sus bragas blancas dejan intuir la mata de vello púbico tras ellas. No tengo que esperar mucho tiempo para saber que hay debajo, caen al suelo segundos después. Su coño es impresionante, negro, grande, precioso.

Se nota que hace esfuerzos por no taparse. El silencio inunda la habitación mientras la observo embelesado.

-¿Me dejas que te vea? –dice ella.

Aparto mis manos lentamente de mis genitales y su cara muestra una mezcla de desconcierto y sorpresa. Mira a mi madre, después a mí y se sienta de nuevo en la cama. Se recuesta y abre ligeramente las piernas. Mi madre se aparta a un lado para dejarle sitio a su amiga.

-¿P…Puedo? –digo mirándola cabizbajo.

Poso mi mano sobre su pubis sin esperar respuesta y lo peino con la yema de los dedos. Me resulta muy extraño que Pilar se ofrezca a mí y me deje tocarle algo tan íntimo. Disfruto con el tacto y la visión. Qué pasada, estoy en la gloria, es que no me lo creo.

¡Pilar! Joder, estoy tocándole el coño a Pilar, la madre que me parió, qué pasada. No aguanto más, estoy acojonado pero tengo que preguntárselo.

-En internet he visto…, -me paso la palma de la mano por la frente- ¿P…Puedo lamerle el coño?

Un rayo cruza la habitación electrocutando a Pilar que queda pasmada.

-Eh, pues…, claro…, supongo –dice mirando a mi madre.

Mi madre se encoge ligeramente de hombros como absteniéndose de la decisión. Me lo tomo como un sí y me acerco a Pilar. Abro suavemente sus piernas para tener mejor visión y le doy un primer beso en el ombligo, no hay que ser brusco y prefiero ser un caballero yendo poco a poco. Sin embargo Pilar toma mi galantería como una muestra de absoluta ignorancia y se pone colorada.

-B…Bueno chaval…, es más abajo, mucho más abajo.

-Ah, vale –ya lo sabía, no soy tan tonto.

El siguiente beso se lo doy en el borde el pubis, para ir calentando motores, a ver si a la señora le parece mejor así.

-Un poquito más abajo –dice intentando guiarme. Qué maja es la hija de la gran puta.

Meto mi cara entre sus muslos y acerco mi lengua a su coño. Tampoco el coño de Pilar huele a fragancia del bosque, ni a frutas, ni a almíbar de melocotón. Tienen un olor fuerte, penetrante pero que por alguna extraña e incomprensible razón hace que, desde lo más hondo de mis tripas, desee lamerlo.

La beso en mitad de los labios para que deje de pensar que soy un lerdo. Por respuesta obtengo una forzada sonrisa de aprobación. Paso la punta de la lengua por toda la raja y en su cara se dibuja un rictus de asentimiento, como si hubiese encontrado por fin la meta. Ésta tía piensa que soy tonto de verdad. Solo le falta mostrarme los pulgares y guiñarme un ojo.

Repito la operación pasando la lengua en toda su amplitud, deteniéndome al final de la raja, donde debe estar el clítoris. Me entretengo en esa zona acariciándola con suavidad, con la punta de la lengua.

Las piernas se abren y noto una mano posarse en mi pelo, es de Pilar que ya no sonríe. Tiene las cejas levantadas y su boca forma una O se sorpresa. Las piernas se abren más y lanza una mirada a mi madre y a mí.

-Joder Amparo, joder chaval.

Mi madre se ruboriza por lo sorprendentemente bien que le estoy comiendo el coño a su amiga.

-No vayas a creer que conmigo… -explica abochornada-. Eso lo ha aprendido en internet, que está todo el día dale que te pego. Yo lo único que he hecho es intentar que perdiese la virginidad.

-Pues joder con el puñetero internet –dice Pilar.

-Conmigo solo ha hecho lo que has visto. Por cierto… ¿qué es lo que has visto?

Pilar está concentrada intentando no gemir.

-¿Qué? Ah, pues…, más despacio chaval.

-¿Qué has visto?

-Solo os he visto unos segundos… -se corta la voz- ¡más despacio Miguel!

Anda, pero si sabe mi nombre. No quiero ir más despacio. Por primera vez veo que lo que dice internet se hace realidad, su clítoris está inflamado y su cadera comienza a moverse arriba y abajo. La estoy volviendo loca de placer. Según he leído no debo luchar contra su coño sino bailar con él. Qué bonito, Internet está lleno de poesía.

-Justo nos acabábamos de desnudar –explica mi madre- y me estaba penetrando… solo un poquito.

-¿Qué? –Pilar mira a mi madre pero es evidente que no ha entendido lo que ha dicho. En realidad es probable que no la esté haciendo ni puto caso.

-Por supuesto no iba a correrse dentro de mí, faltaría más. –continúa mi madre.

-Miguel, hazlo más despacio por favor –se muerde el labio inferior de placer.

-La idea era que me la metiera unas cuantas veces para que supiera lo que es… follar. Me entiendes ¿no?

-¿Qué? –Pilar no sabe de qué está hablando mi madre y a decir verdad yo tampoco.

Mueve la cadera cada vez más fuerte, tanto que me cuesta no separar mis labios de los suyos. Gracias a que la tengo bien amarrada que si no…

Cada vez me cuesta más seguir los golpes de cadera. Quieta cordera, quieeeta. Los gemidos dejan paso a los alaridos que Pilar intenta amortiguar tapándose la boca con el dorso de una mano mientras masajea las tetas con la otra.

-¡SIGUE, SIGUE, SIGUEEE!

-De esa forma –continúa mi madre-, mi hijo, ya habría conocido mujer… técnicamente. Y así podría…

-¡CÁLLATE AMPARO, JODER!

Mi madre se asusta pero mantiene la boca cerrada. Pilar se retuerce mientras se corre durante largo rato. Yo sigo dale que te pego con la lengua pero además he metido 2 dedos en el coño hasta la segunda falange. Esa es la distancia donde, siempre según internet, hay que frotar con la yema de los dedos para aumentar la excitación.

Cuando no puede más se desploma desfallecida. Yo estoy eufórico, por fin le he hecho una mamada a una tía y se ha corrido, joder qué pasada.

-¿Puedo mamarle las tetas?… señora.

Pilar me mira como si viera a un viejo en chándal con un velocímetro.

-Tu hijo es tonto ¿o qué?

-¿Puedo?

-Acabas de comerme el coño ¿y me preguntas si puedes mamarme las tetas?

Entiendo que eso es un sí y me tumbo sobre ella.

-Joe, que piel tan suave, está tan calentita como mi madre.

Las 2 mujeres se ruborizan pero mi madre no dice nada ni intenta excusarse de nuevo delante de su amiga. Mientras tanto no pierdo el tiempo y me llevo uno de sus pezones a la boca. Está duro, muy duro y me encanta sentirlo en mi lengua. Las aureolas de sus pezones son grandes y rosadas a diferencia de las de mi madre que son negras. Amaso sus tetazas con mis manos.

-Sus tetas son tan grandes y duras como las de mi madre.

Pilar contiene la respiración sorprendida de nuevo por el comentario. Mi madre se ruboriza y aparta la mirada. Ninguna parece complacida, como si la comparación entre ambas fuera algo bochornoso. Intento pensar en algo halagador como: “tienes unas tetazas que te comería el coño otra vez”. Viniendo de un consumidor de porno como yo debería resultar halagador pero con mi suerte seguro que acabo metiendo la pata, mejor mantengo la boca cerrada.

Las manos de Pilar se deslizan por mi espalda y mi trasero y una de ellas baja hasta encontrar mi polla. La acaricia y la toquetea y lo mismo hace con mis huevos, que empiezan a cocerse de placer.

-Pues no estás nada mal por aquí abajo, chaval.

-Ah ¿sí?

-Pero que nada mal. Y menudas pelotas que tienes, cabrón.

Esta mujer me dice unas cosas, tan bonitas. Nunca he sabido si tengo la polla pequeña o grande. Por su cara de satisfacción y por la forma que se muerde el labio inferior debo estar más cerca de lo segundo. Tira ligeramente de mí, o mejor dicho de mi polla hasta que toca con su coño. La mueve por su raja hasta que queda parcialmente alojada.

-Métemela.

Estoy a punto de llorar de alegría. Nunca me habían dicho nada tan romántico. Empujo suavemente y noto como se desliza dentro. A diferencia de mi madre, que no estaba lubricada, mi polla se cuela con suma facilidad hasta el fondo. Comienzo a entrar y a salir de ella.

-Joder, he deseado tanto follar.

Mi madre ve mi cara de alegría y se emociona tanto por mí que comienza a acariciarme la espalda. Lo hace con suavidad y con ternura no como la zorrupia que tengo debajo que me clava sus uñas de gata en las nalgas haciendo surcos de sangre.

-Más fuerte, más fuerte –implora Pilar.

Me separo para ver como le botan las tetazas con cada golpe de cadera, son grandes, preciosas, son…, iguales que las de mi madre. Tomo una de ellas con una mano y la amaso notando su pezón entre mis dedos.

Mi madre está de rodillas a nuestro lado, con una mano en mi espalda y la otra en el hombro de su amiga. Sus tetas están junto a mi cara. Levanto la otra mano y le tomo una de ellas, sus pezones no están duros pero me producen el mismo placer.

-S…Son iguales –digo entre jadeos-. Tenéis las tetas igual de grandes.

Pilar levanta una mano y acaricia la teta libre de su amiga. La amasa entre sus dedos y la mira con detenimiento mientras sigo follándola. Tras unos segundos se dirige a mi madre.

-Son más grandes que las mías. Y luego decíais que yo era la tetona.

-Que va. Además las tuyas son más bonitas, más firmes.

Mientras lo dice corresponde la caricia de su amiga acariciando la teta que queda libre para dar más peso a sus argumentos. Entre mi madre y yo amasamos las tetas de Pilar mientras que entre Pilar y yo amasamos las de mi madre.

-Me hubiese gustado tener los pezones negros como los tuyos. A los hombres les gustan más.

Y a mí me gustaría que me acariciasen las pelotas y que me toqueteen por ahí y no me quejo.

Mi madre baja la mano por mi espalda hasta llegar al culo, lo acaricia suavemente e introduce la mano entre las nalgas agarrándome los huevos y apretándolos ligeramente. He debido pensar en voz alta.

-Joder mamá, jod-der.

-Tú disfruta hijo –su cara de bondad me hace quererla más-, disfruta de tu “primera” vez.

Remarca la palabra “primera” para que le quede claro a Pilar que nunca antes ella y yo habíamos follado juntos ni le había lamido el coño con toda mi alma y, ni mucho menos, le había comido la boca mientras eyaculaba dentro de ella chorretadas de semen con mi dedo metida en su culo.

-Me voy a correr –dice Pilar.

-Y yo -añado.

Nos quedamos mirando a mi madre que no dice nada. Obviamente no puede decir lo mismo que nosotros y, para mi sorpresa, Pilar baja su mano desde la teta hasta la entrepierna de ella y le acaricia el vello púbico con la yema de sus dedos. Es una caricia leve, nada que ver con ningún acto masturbatorio. Mi madre se deja hacer por temor a que Pilar pueda sentirse ofendida y deje de follar conmigo.

Las yemas de de Pilar recorren su raja una y otra vez mientras su respiración se vuelve más agitada, al igual que la mía que esta a punto de convertirse en un bramido.

No aguanto más, cierro los ojos con fuerza y comienzo a correrme dentro de Pilar. La mano de mi madre aprieta mis huevos con suavidad provocándome oleadas de placer. Deslizo la mano con la que amaso la teta de mi madre hasta su culo, lo aprieto, lo acaricio y llevo mi dedo corazón hasta su ano. Noto que se contrae y que aprieta sus nalgas quedando mis dedos atrapados entre ellas.

-No, eso no –susurra-, por ahí no.

Pilar está gritando mientras me araña el culo de nuevo con una de sus garras. Si sigo perdiendo sangre de esta manera van a tener que hacerme una transfusión o algo… o una mamada. Su otra mano continúa entre las piernas de mi madre pero ahora le frota el coño con la palma de la mano, sin remilgos, sin medias tintas. Mi madre sigue sin oponerse aunque sigue sin disfrutar con ello, lo sé porque sus pezones siguen sin endurecerse y es una pena porque hubiese dado cualquier cosa por verlas a las 2 montándoselo juntas.

Acabamos de gritar y de sudar y caigo rendido sobre Pilar. Ella quita disimuladamente su mano de entre las piernas de su amiga como si nunca hubiese estado ahí. Yo consigo sacar mi mano de entre sus nalgas. Mi madre, a su vez, retira su mano de la teta de Pilar y de mis huevos vacíos.

-¿Alguna vez has besado a una chica? –dice Pilar.

-¿Qué?

Me coge la cara y me besa. Es un beso tierno, en la punta de los labios. Después abre la boca, pega sus labios a los míos y me enseña a mí, como mongolito que soy, cómo se dan los besos de verdad. Nos comemos la boca mientras hago ejercicios de respiración nasal y lucha lengua contra lengua.

Me tiro un buen rato disfrutando de sus besos y abrazos que me hacen sentir como un príncipe hasta que cada uno de nosotros se va haciendo consciente de la situación: madre, hijo, incesto, amiga de la madre, infidelidad…

Nos vamos retirando lentamente de la cama intentando no mirarnos para ir buscando nuestra ropa excepto Pilar, que se sienta en el borde de la cama y me mira con aire intrigante.

-¿Ya está? ¿No quieres más? ¿Está bien así?

-¿Que si está bien? Pues…, es lo mejor que me ha pasado nunca.

-Ya pero… ¿No quieres más? me refiero a que… ¿No quieres seguir haciendo cosas?

¿Cosas? ¿Qué cosas? A ver, que yo soy nuevo en esto. Si me dejan unos momentos para consultar en internet…

-Miguel –dice mi madre-, Pilar se refiere a que ahora ella…, o sea, como tú has hecho…

Coge aire y lo exhala de golpe. No se atreve a decir lo que piensa y seguro que es por que debe ser algo malo. Esta señora me ha dejado el culo hecho unos zorros, lo tengo como la bandera de estados unidos pero sin lo azul.

-¿M…Me va a doler?

-Lo dudo –dice pilar sonriendo.

-B…Bueno, es igual, ya estoy bien, le agradezco…

-No seas tonto, Miguel –interrumpe mi madre-. Aprovecha, hombre.

-Es igual mamá, de verdad. Ya me habéis dado lo que quería.

-Acércate –dice Pilar.

Estoy de pie frente a ella, a 2 pasos de distancia pero no pienso acercarme mientras no se corte esas uñas. Mi madre nota mi indecisión y se pone tras de mí. Aun está desnuda y noto su piel en mi espalda y su vello púbico en mi culo. Mmm, me encanta.

-Miguel –susurra- acércate, anda.

Me empuja suavemente de las caderas y avanzo con ella pegada a mi espalda hasta colocarme a dos palmos de Pilar.

-Lo que Pilar quiere hacerte es algo que les gusta mucho a los hombres.

Mi madre me coge la polla y me la menea suavemente. A mi no me hace falta mucho estímulo para que mi pito se ponga como se tiene que poner, sobretodo si además me acaricia los huevos con la otra mano. Esta manera de abrazarme desde atrás no me lo habían hecho nunca, y menos en pelotas. De estas cosas no habla internet.

Pilar está sentada con las piernas abiertas y sus tetazas colgando. Se las coge con ambas manos y se las junta una con otra. Joder, ya lo pillo, me va a hacer una cubana, ¡de puta madre!

Mi madre empuja mi polla hacia abajo a la vez que Pilar se acerca y… se la mete en la boca.

-HOS-TIASSSS, jod-der.

-¿Te gusta, hijo? –pregunta mi madre.

-¿Qué? –No me llega sangre a la cabeza, no puedo pensar. Me la está comiendo. ¡Pilar me está chupando la polla!

-¿Te gusta lo que hace?

-¿Qué?

Las manos de Pilar que suben por mi pecho están llenas de dedos y los dedos llenos de uñas afiladas como cuchillas. Lo que sea que vaya a hacer Freddy Krueger me acojona. Sus labios recorren de cabo rabo todo el nabo a la vez que mi madre masajea la parte de la polla que queda fuera de la boca. Como si fueran dos pares de labios los que me mamaran.

-Joder, esto, esto…, no lo voy a olvidar en mi puta vida.

-Mi niño, mi niño guapo –dice mi madre-. Tú disfruta, Miguel, disfruta.

La madre del niño guapo sigue pajeándome cuando Pilar suelta mi polla para meterse los huevos en la boca. Se los mete dentro, los 2. Los mama y los lame despacio. Me va a matar de placer. Mi madre me pajea en toda la extensión de la polla, desde la base hasta la punta. Se me acaba el aire de tanto suspirar y pongo los ojos en blanco. Deslizo una mano tras de mí y la meto entre las piernas de mi madre para sobarle el coño. Primero intento pajearla en el clítoris, después meto un dedo dentro. Nada, ella sigue sin excitarse, me da igual, sigo sobándola. Como tengo una mano libre la utilizo para sobarle una teta a Pilar.

Cuando los labios de Pilar sueltan mis huevos para volver a su sitio natural, que es mi polla, mi madre coge el testigo, o mejor dicho el testículo. Lo hace desde atrás, metiendo la mano entre mis nalgas, lo que me obliga a abrir las piernas para facilitar la tarea. Me pajea la base de la polla y me soba los huevos mientras le sobo el coño. Qué madre más buena tengo.

Llevo varios minutos disfrutando de la tortura más placentera que haya disfrutado en toda mi puta, puerca, asquerosa y miserable vida. Siento tanto placer que apenas noto los pellizcos y arañazos de Pilar en los pezones y el pecho.

No aguanto más, echo la cabeza hacia atrás, tenso el cuerpo y empiezo a correrme. Mi madre acelera el ritmo de la paja en la base de la polla mientras Pilar chupa el resto. Me corro dentro de su boca cuya lengua lame mi glande. Una puta profesional, eso es lo que es. Su puta madre, que buena es la tía, las dos lo son.

Menuda paja-mamada me están haciendo. Si esto tuviera nombre en internet sería algo así como: “Pajamada” o “mamaja”. Me corro tanto que gimo como un trol follándose a David el gnomo. Aunque me he corrido abundantemente cuando he follado con Pilar todavía me queda mucho semen en los huevos. Pilar lo deja caer por sus mejillas. El semen embadurna mi polla y la mano de mi madre que lo termina de esparcir por toda la polla.

Saco la mano del coño de mi madre, la paso por detrás y le acaricio el culo. Es suave, terso, del tamaño que a mí me gusta. Deslizo los dedos entre la raja hasta que la yema del dedo corazón toca su ano. Intento penetrarla pero aprieta las nalgas y mi mano queda aprisionada entre ellas de nuevo, qué cabrona.

Mis gemidos van cesando y ellas disminuyen el ritmo de la “pajamada”. Mi mástil ha terminado por perder su rigidez hasta convertirse en una polla flácida que no muestra reacción a Pilar. Estoy agotado y respiro como un jabalí a la carrera.

Pilar me suelta y se echa hacia atrás satisfecha con ella misma. Mi madre me abraza por los hombros y me besa el cuello.

-Mi niño. Mi niño guapo. ¿Te ha gustado? ¿Has disfrutado, hijo?

-¿Qué?

No me queda sangre en la cabeza, la he utilizado para otros menesteres más importantes, me falta el riego. ¿Por qué la gente me habla? Tengo la boca seca, mastico y trago varias veces para hacer saliva.

La pantera me ha hecho tantos arañazos en el pecho que parece que me han cosido a latigazos. Joder, parezco Kunta-Kinte después de que le azotaran por escaparse.

Pasa el tiempo mientras aprovecho a recobrar el aliento. El silencio se hace tan incómodo que empezamos a mirarnos los unos a los otros. De repente parece que ninguno sabemos qué hacemos aquí. Me doy cuenta de que estoy ridículo con las piernas abiertas y el pitilín colgando y me avergüenzo de mi desnudez.

Nos vamos vistiendo, cada vez más aprisa, en silencio, sin mirarnos.

– – – – –

Ha pasado el tiempo. A veces el tiempo hace que las esperanzas se hagan realidad mientras las realidades se van diluyendo en el recuerdo.

El recuerdo de un hijo sin amor, el de la soledad de una familia sin calor, el del incesto. El recuerdo de una ansiada esperanza, la esperanza de ser como los demás, la esperanza de triunfar, de llegar a la meta, de follar.

Soy un tío feliz, sí, lo soy. Quién me iba a decir a mí lo que mi vida iba a cambiar en tan poco tiempo. Faltan 5 minutos para que suene el despertador pero ya estoy despierto, despierto y feliz. Saco los pies de las sábanas y me siento en la cama. Estoy desnudo y tengo la polla flácida, eso es bueno, está cansada la pobre.

Me he pasado la tarde de ayer follando con Pilar, la amiga de mi madre. Llevo follándomela casi 2 semanas seguidas. La he follado tanto que creo que si tengo la polla enrojecida es por que me está marcando que tengo los huevos en reserva. Qué manera de correrme con esta mujer, como se nota su experiencia. Mientras ella está conmigo, toda su familia piensa que está con mi madre y lo mejor es que mis padres nos encubren.

Me levanto y voy al baño, últimamente voy siempre en pelotas, me encanta andar en pelotas en casa. Mi madre está en la cocina, como siempre. Cada vez está más rara. De vuelta a mi cuarto me pongo la ropa interior que he dejado tirada en el suelo y saco los pantalones del armario. Los levanto frente a mí y sonrío. Son unos pantalones vaqueros nuevos de marca que me ha regalado Pilar, me quedan de cojones. No sé cuanto cuestan pero no menos que la camisa a juego. Nunca he llevado camisa hasta ahora, pero me gusta, me hace más elegante, y más listo, sí, con ella parezco más listo.

Cuando entro en la cocina mi madre me espera con una actitud un tanto hosca.

-¿Por qué te vistes así?

-¿Y por qué no? Me gusta.

-Demasiado elegante para ir al colegio.

-¿Unos vaqueros y una camisa? ¿Y desde cuando a la universidad la llamas colegio?

-Se te enfría el desayuno –dice antes de salir de la cocina.

-Esta tarde va a venir Pilar –le grito para que me oiga desde fuera.

-¿Otra vez? ¿Pero es que no ha venido suficientes veces esa zorra? –dice asomando la cabeza.

-P…Pero.., ¿Por qué la llamas así?, es tu amiga. Además me está ayudando con mi… o sea…

-Esa mujer no te conviene, Miguel.

-Ni que me fuera a casar con ella.

-Que no Miguel, que no, que te lo digo en serio. Pilar se está aprovechando de ti. Ella no te quiere, no te quiere como yo, que te he parido.

-Bueno, a ver, no nos confundamos, que solo follamos. Solo es eso mamá, follar.

-Pues eso también te lo puedo dar yo, que soy tu madre. No hace falta que se pasee por aquí todos los días. Te dejó que la follaras y te desquitaras con ella. Ya está, se acabó, punto. ¿A santo de qué tiene que repetir una y otra vez contigo?

Parpadeo varias veces incrédulo. No puede ser cierto lo que he oído. Mi madre se acerca y se sienta junto a mí, me coge las manos y se las lleva al pecho.

-¿Es eso lo que quieres, follar? Pues venga, está bien, aquí me tienes –dice posando mis manos en sus tetas y restregándolas por ellas- A ti te gustaban mis tetas, venga Miguel, tócame, acarícialas lo que quieras.

-P…Pero mamá… ¿qué estas diciendo?

-No hay nada que Pilar te pueda ofrecer que no te lo pueda dar yo mil veces mejor.

-Ya pero es que ella…

-Ella es una aprovechada y yo soy tu madre. Si quieres mamar unas tetas o follar un coño aquí tienes el mío –dice perdiendo el control y casi gritando.

-Pero, es que, no es lo mismo. Tú… tú eres mi madre y eso no está bien.

-También era tu madre hace un mes cuando intentaste violarme. ¿Dónde estaban tus remordimientos entonces? ¿Dónde estaban cuando me ofrecí a ti la primera vez?

Hostia, me ha jodido. La tía me ha puesto en mi sitio. Recuerdo el día en que, fuera de mí, me saqué la chorra y me pajeé delante de ella pidiéndole que me enseñara las tetas. Intenté meterle mano, menudo susto le di. Después, cuando mis padres hablaron y acordaron dejarme disfrutar con el cuerpo de mi madre para que la follara, fue el mejor día de toda mi puta vida.

-Pero…, es que ahora…

-¿Acaso está mejor hacerlo con ella que está casada y te dobla la edad? ¿Qué tiene ella que no tenga yo? ¿Quién te ayudo cuando estabas mal? ¿Quién te quiere tanto que ha sido capaz de hacer cualquier cosa por ti?

-Pero ¿Por qué quieres que follemos juntos si a ti no te excita? Tú no…

-¿Y qué tiene eso que ver? Ya te he dicho que disfruto viéndote feliz entre mis piernas o viéndote gozar con mis tetas.

Sé qué nombre recibe cuando un hijo está enamorado de su madre, Edipo. Pero, ¿cómo se dice cuando es la madre la que está enamorada del hijo? o peor aún ¿Cómo se dice cuando una madre no está enamorada del hijo pero lo quiere acaparar para ella sola? ¿Perro-del-hortelanensis?

Dejo a mi madre con su enfado y me voy a la uni desconcertado. Para una vez que consigo enrollarme con una mujer y que encima es una ninfómana va mi madre y me intenta chafar el plan.

– – – – –

De vuelta en casa he descubierto que mientras estoy con mi padre en la sala, mi madre no me acosa y además puedo elegir el tipo de tortura televisiva. Lo malo es que me obliga a hablar con él y siempre quiere saber cosas de Pilar, aunque en el fondo eso no me molesta demasiado. Solo hay una cosa que le oculto para no hacerle daño y es el acoso al que me tiene sometido mi madre estos últimos días. Sería un golpe muy duro si supiera de su ansia por follar conmigo. Para él sería como si yo hubiese ocupado su puesto, es decir, la consumación de Edipo y Yocasta.

Cuando dan las cinco mi padre se prepara para ir a trabajar y yo aprovecho para ducharme. Esta tarde también vendrá Pilar y quiero estar impecable. Me encanta follar con esta mujer, qué mujerón, qué loba. Mmm, si su marido y sus hijos supieran…

Entro en la ducha, abro el grifo y espero hasta que el agua sale bien caliente antes de meterme bajo el chorro. Me enjabono el cuerpo cuando oigo abrirse la puerta. Veo entrar mi madre. Está desnuda y se mete conmigo en la ducha.

-¿Q…Qué haces?

-Aprovecho para ducharme contigo y así de paso te puedo jabonar la espalda si quieres.

-Pues…, no sé, puedo hacerlo solo.

Me pasa las manos llenas de gel por la espalda y comienza a enjabonarme. Me limpia con esmero y después se aplica con mi trasero. Mete una mano por detrás y me agarra de los huevos masajeándolos.

-¿Te gusta? ¿Te gusta así?

-Host-tias.

Aprieto las piernas y las nalgas y elevo la cadera.  Voy a decirle algo pero me agarra la polla con la otra mano y me pajea.

-Mi niño, mi niño bueno. Yo sí sé lo que te gusta ¿A que sí?

Voy a echarla de aquí pero primero dejo que me sobe los huevos y la polla un poquito más.

-Tócame las tetas, anda. Con lo que a ti te gusta, tócamelas. Mámamelas si quieres.

-Esto…, esto no esta bien, mamá.

-Te gustan las mujeres con pezones negros ¿no? Mira los míos, mira que oscuros los tengo ¿ves? Tus preferidos.

-Para ya, mamá.

Aunque tengo la polla a 100 no quiero seguir, no está bien.

-¿Quieres que te chupe? –dice arrodillándose frente a mí- déjame que te chupe, seguro que ésa no te chupa como yo.

-Se dice “que te la chupe” y no, no quiero. Levántate mamá –pero no me hace caso y empieza a hacerme una mamada.

Se la mete entera en la boca y me recorre de alante atrás mientras me acaricia los huevos. La cabrona sabe que me vuelve loco que me toquetee por ahí. Con gran esfuerzo la aparto de mí y la levanto. Mi madre frunce el ceño contrariada.

-Pero ¿Por qué? ¿Por qué no quieres que te mame? Sé que te gusta, anda hijo, déjame que te lo haga, ya veras como te va a gustar. Te lo voy a hacer muy bien, mejor que ella, ya verás.

Esto se me está yendo de las manos.

–He dicho que pares, por favor.

-¿Quieres meterme un dedo en el culo? –dice cogiéndome de la mano y llevándosela detrás.

-Que no mamá, en serio.

-¿Y la polla? –dice girándose y pegándose a mí- Si quieres te dejo que me la metas. ¿Te parece bien?

Me agarra la polla tiesa y se la pasa por la raja del culo arriba y abajo varias veces hasta colocar la punta en la entrada.

-¿Quieres metérmela? Venga, métela, métemela por el culo.

Me la aprieta contra su ano a la vez que se reclina poniendo el culo ligeramente en pompa, para mi sorpresa noto como se introduce la punta. Entre lo dura que me la ha puesto y el puto jabón que tengo por todo el nabo hace que la tenga más resbaladiza que una anguila con vaselina, no le ha costado nada entrar.

-Venga Miguel, dame por el culo, vamos hijo, fóllame.

No sé porqué pero empujo suavemente hasta el fondo mientras contengo un suspiro de placer.

-Así, venga hijo, dame por el culo. Más, más fuerte, dame por el culo venga, que te gusta, ¿A que te gusta darme por el culo, eh?

¿Pero qué cojones estoy haciendo? Comienzo a retirarme inmediatamente pero antes de que salga del todo mi madre me empuja de espaldas contra la pared y se vuelve a meter. Joder, que hija de puta, mmm, y como me gusta. Vale, ella gana, solo un poco más y luego paro.

-Así hijo, así. Sigue follándome, fóllate a tu madre, cariño. Fóllame por el culo, venga.

Subo las manos desde sus caderas hasta llegar a sus tetas y me lleno las manos con ellas. Las aprieto contra mí mientras entro y salgo de ella una y otra vez. Este placer es algo nuevo que acabo de descubrir, estoy en la gloria.

-Así hijo, así. ¿Ves como te gusta?, ¿ves como te gusta darle por el culo a mamá?

Mi madre pone las palmas de las manos contra la pared y abre ligeramente las piernas para acomodarse a mi metesaca. Cada vez sobo sus tetas con más fuerza, aunque sean de mi madre reconozco que son las mejores tetas que he visto nunca.

Abro los ojos de golpe, ¿qué estoy haciendo? ¿Estoy dando por el culo a mi madre?

Ralentizo la cadencia hasta casi suspender la follada. Mi madre pega la frente contra la pared. Algo no va bien. Deslizo una mano hasta su coño. Lo acaricio y lo recorro con mis dedos hasta detenerme en su clítoris. Me lo temía.

Sus pezones se están poniendo duros y su clítoris comienza a dilatarse. No tanto como a Pilar, que se pone como una perra loba, pero lo suficiente como para darme cuenta de que a mi madre… ¿le gusta que le de por el culo?

Continúo tocándole el coño mientras la enculo despacio. Intento pajearla en el clítoris como me ha enseñado Pilar mientras le sobo las tetas con la otra mano. Los pezones están tomando dimensiones considerables y mi polla también, ver a una mujer excitándose me pone a mil, aunque sea mi madre.

Pega su cara contra la pared y suelta el aire de golpe en un suspiro. Tiene los ojos cerrados, la boca abierta y el ceño fruncido. Hostias, como me pone lo que veo, como me pone verla así de cachonda. Se le escapa un gritito que intenta amortiguar tapándose la boca con el dorso de la mano.

La enculo con más fuerza y como respuesta abre la boca aun más y comienza a jadear.

-¿Te gusta? –ya sé la respuesta pero soy de los que les gusta estar seguros.

-Sssi –logra decir.

-¿Te gusta que te de por el culo?

-Sí –lo dice muy bajo, casi no la oigo.

-¿Te gusta que te de por el culo tu hijo?, ¿Que se corra dentro?

Mueve la cabeza afirmativamente pero no contesta porque está muy ocupada jadeando y tapándose la boca a la vez. Por fin voy a conseguir que mi madre se corra, algo que no pude hacer cuando estuve con ella la primera vez. Qué frustrante es disfrutar con alguien que lo está pasando mal y más cuando esa mujer es tu propia madre.

Se acerca la corrida, al menos la mía. No sé cuanto más voy a poder aguantar. Ella lleva un rato corriéndose y el final parece que no está cerca. Acelero la cadencia de mi mano en su coño pajeándola más rápido y pellizco con suavidad uno y otro pezón. Ya no puede disimular los gemidos con una mano así que se abandona y grita como una loca con la cara totalmente pegada a la pared, parece que se quisiera morrear con los azulejos.

Me excito tanto oyéndola disfrutar que me empiezo a correr yo también. Lleno su culo con chorros de semen que tenía guardado para Pilar. Lo siento por ella pero que se joda, mi madre ha llegado primero.

Giro la cabeza hacia la puerta que está a mi izquierda y veo una figura humana bajo ella. La sonrisa de bobalicón de mi cara va desapareciendo paulatinamente. Mi padre nos está mirando con semblante serio y a mí se me rompe el corazón, no tanto por lo que sus ojos ven sino por lo que sus oídos han estado oyendo.

A mi padre nunca le dejó metérsela por el culo, pero lo peor es que él nunca ha conseguido que ella se corra tanto como conmigo. El complejo de Edipo se apodera de nuevo de mí y me aplasta contra la cruda realidad. La realidad de un mindundi suicida con graves problemas para relacionase, incapaz de hacer amigos y cuya madre es la única mujer a la que es capaz de tirarse. La realidad de un cabeza de familia que ve como el inadaptado de su hijo ocupa su lugar, llegando donde él no pudo llegar y logrando lo que él siempre deseó: ser el adalid de su mujer, el héroe que proporcionara oleadas de placer a su reina en numerosas noches de lujuria.

La realidad de un administrativo reconvertido en vigilante de seguridad en un trabajo de mierda, viviendo en un piso de mierda, con unos amigos de mierda y un hijo de mierda. La realidad de un perdedor reconvertido en cornudo.

Los gritos de mi madre se van convirtiendo en jadeos antes de cruzar la mirada con la de su marido. Continuamos follando cada vez más despacio bajo su mirada, incapaces de renunciar a los últimos coletazos del orgasmo. Mis padres se contemplan el uno al otro en silencio. Nadie se molesta en dar esas ridículas excusas tales como “no es lo que parece”, “solo ha sido un polvo de nada”, “no sabía lo que hacía”… sobran las palabras, solo quedan los hechos.

Cuando se apagan los jadeos, los gemidos y los golpes de cadera dejo de encularla hasta quedarme quieto tras ella. Se hace el silencio en el baño y en toda la casa, no se oye ni una mosca.

-Se me olvidó que hoy entro más tarde en mi turno –susurra mi padre.

Mi madre se yergue sin dejar de mirarle con cara de pena, quedando su espalda contra mi pecho. Ella también sabe lo que este orgasmo significa para él.

-Miguel… -me hace una seña con la cara girándola levemente hacia mí.

Mi polla aun sigue dentro de su culo y mis manos siguen sobre su coño y sus tetas. Deslizo las manos hasta sus caderas y voy sacando la polla con suavidad hasta que sale por completo quedando en el aire en posición horizontal, señalando el sitio por el que acaba de salir. Mantenemos esa posición unos segundos hasta que ella decide girarse y salir de la ducha. Coge una toalla y comienza a secarse el cuerpo, sin molestarse en tapar sus partes ni ocultarse tras un manto de tela que disimule la vergüenza que sentimos los tres. Lo hecho, hecho está.

Cuando termina de secarse deja la toalla donde estaba y sale del baño. Mi padre, cabizbajo, se hace a un lado para dejarle paso pero mi madre se para junto a él antes de salir. Le pone una mano en el hombro y por un instante está a punto de decir algo.

Se va y nos quedamos mi padre y yo solos, mirándonos, seguramente pensando en lo mismo. El día que debía ser el más alegre y a la vez el más triste de mi vida. El día en que logro superarle y ser mejor que él, es el día en el que descubro que una etapa de nuestras vidas termina para dar paso a otra nueva. La mía, como hijo que tenía a su padre en un pedestal y la suya, como rey caído.

Está triste pero en el fondo siente ternura por mí. Fuerza una sonrisa de comprensión y señala con el dedo a mi polla.

-Al final parece que la tienes más grande que la mía.

-¿Eh? Ah, no, son iguales –le rebato con timidez-, me lo ha dicho mamá.

Nos quedamos mirando a mi polla a falta de algo más ocurrente que decir. Si tuviera a bien irse del baño podríamos morirnos de tristeza cada uno a su gusto pero algo le debe obligar a estar conmigo, quizás es lo mismo que me impide salir de la ducha e irme dejándole aquí solo.

-Siempre he tenido complejo de tenerla pequeña –no se me ocurre otra cosa para romper el hielo.

-Ah.

-Pilar dice que la tengo normal, quizás un poco por encima de la media.

-Ah… ¿Pilar ha visto muchas?

-Bueno, tuvo 3 novios antes de casarse.

-O sea, que con su marido y contigo ya son 5 las que comparar.

-Bueno y uno de sus hijos. Una vez le pilló con su novia en casa… -esta conversación empieza a ruborizarme- bueno, que según me ha dicho la mía es como la de su hijo mayor, un poco más larga y gorda que la media, y de grosor adecuado.

-Ya, así que nuestras pollas son como las de su hijo mayor.

¿Eso ha sido un chiste? De nuevo se hace el silencio.

-Tu madre… -comienza a preguntar- parece que le ha gustado mucho.

-Yo no quería…

-Déjalo Miguel, no importa, no estoy dolido. Ya sabes que tienes mi consentimiento. –su cara no dice lo mismo.

-A mamá no le gusta que esté con Pilar.

Los ojos de mi padre se entrecierran mientras espera que continúe.

-Quiere sustituirla para que me aparte de ella.

-¿Y eso por qué? –contesta sorprendido.

-No lo sé pero está haciendo todo lo posible para que no siga viéndome con pilar –digo “viéndome” por no decir “follándome”.

Por fin mi padre parece que se derrumba. Aparta la vista de mí y se sienta sobre la tapa del váter enterrando la cabeza entre sus manos.

-Yo nunca la he hecho gritar así.

Bueno, quizás si probara a limpiarse el barro de los zapatos con la cortina de la sala…

-Te juro que yo tampoco. Hasta ahora, mamá solo sonreía tiernamente mientras estaba con ella pero sin excitarse nada de nada. No sé qué le ha pasado hoy.

-Y encima te ha dejado darle por el culo -dice negando con la cabeza.

-B…Bueno, a lo mejor esa es la razón de su… calentón. Hay una peli antigua titulada “Garganta Profunda”. Va de una tía que tiene el clítoris en la garganta, así que para excitarse, en lugar de follar, tiene que chupar una polla hasta el fondo de la garganta. A lo mejor mamá tiene el… -mi padre me mira como si estuviera viendo a José Luis Torrente dando una charla sobre feminismo.

-¿Que tu madre tiene el clítoris en el culo?

-N…No quería decir eso, pero a lo mejor hay algo que haga que ella…

-Que ella ¿qué?

-Pues eso, joe papá. Que en el fondo, detrás de esa fachada ama de casa complaciente puede que haya una zorra que quiera que se la metan por el culo, una perra que quiera que se la follen por detrás, una puta que necesite que la pongan mirando pa cuenca, que le metan un pollazo por…

Mi padre mira horrorizado como utilizo mi polla para acompañar mis explicaciones. Me paro en seco y me suelto la minga.

-B…Bueno, o a lo mejor no -digo carraspeando.

El rictus de espanto de mi padre se relaja poco a poco hasta convertirse en la faz del hombre bondadoso que siempre ha sido. Cierra los ojos durante unos segundos y toma aire.

-O a lo mejor lo que le excita eres tú.

– – – – –

Pilar está sobre la cama, desnuda frente a mí. Es una mujer imponente y moderna a la que le gusta jugar con un jovenzuelo como yo. Estamos solos en mi habitación y ha aceptado dejarse “violar” por mí. He vendado sus ojos y esposado sus muñecas a la cabecera de la cama. Es mía, mi esclava.

Recorro su cuerpo con la punta de un cinturón de cuero que hace las veces de látigo improvisado. Lo hago chasquear y después le acaricio la piel con él para asustarla, para excitarla, y lo estoy consiguiendo.

Abre las piernas y levanta ligeramente la cadera, quiere que le coma el coño, le encanta como se lo hago. Y la verdad es que lo hago de puta madre, he metido muchas horas aprendiendo en internet. Dios salve a internet.

Chasqueo tres veces seguidas el cinturón y Pilar se muerde el labio inferior.

-Mmm, me pones cachonda, cabrón.

No sé por qué me tiene que insultar si yo no la he faltado al respeto, y más una señora de su edad, ya no hay educación, se han perdido las formas. Vuelvo a chasquear tres veces mi “látigo” y esta vez la puerta de mi cuarto se abre silenciosamente.

La cabeza de mi padre asoma por el hueco de la puerta y en cuanto ve lo que hay sobre la cama abre ampliamente los ojos y deja caer su mandíbula hasta la alfombra. Le hago señas para que se acerque y obedece instantáneamente pero con varios minutos de retraso ¿Alguien ha visto alguna vez moverse a un oso perezoso? Está acojonado, casi más que yo. Camina como los personajes de dibujos animados cuando quieren caminar en silencio.

Se acerca hasta donde yo estoy colocándose a mi lado. Ambos estamos desnudos y me mira la polla tiesa. Él también está empalmado. Pasa su mirada de una a otra minga y cuando me mira a la cara arquea las cejas y asiente con la cabeza como diciendo: “pues va a ser verdad lo que decía tu madre de que tenemos la polla igual de grande”.

Pilar, que está frente a nosotros, abre las piernas un poco más obsequiándonos con una visión de su coño de lo más reveladora. Se nota que la he puesto cachonda, muy cachonda.

-Vamos cabrón, ¿a qué esperas? –gime como una gata- No me hagas sufrir más.

No sé como esta mujer es capaz de hablar y lubricar así al mismo tiempo. Mi padre mira hacia la puerta donde mi madre espera apoyada en el quicio y aguarda su aprobación. Por toda respuesta, mi madre, aparta la mirada. No le hace maldita la gracia lo que su marido ha venido a hacer pero se resigna, hay una deuda entre ellos muy difícil de compensar.

Mi padre mira de nuevo el coño de Pilar mientras abre y cierra la boca y traga saliva nervioso. Necesitaré una sábana entera para recoger todas las babas que va dejando en el suelo. Poso una mano sobre su hombro y le empujo con suavidad para que inicie el cortejo, o sea, que le coma el coño, su mayor deseo en esta vida.

Mi padre ha utilizado mis productos de higiene para ducharse y perfumarse para, de esa manera, hacerse pasar por mí frente a nuestra presa. Es decir, que ha utilizado el champú tamaño familiar, el desodorante del eroski y la colonia de tarro que llevamos usando toda la vida. Aun así duda de que Pilar no se de cuenta de quién es quién.

Aunque suene raro decirlo, he impartido a mi padre unas amplias nociones de cómo yo le como el coño a todas las mujeres con las que he estado, o sea, a las dos. El hijo enseñando a su padre, ¿¡quién lo hubiera dicho!?

Al final mi padre acerca su mano al sotobosque y posa los dedos con suavidad, con miedo, como si ella fuera capaz de adivinar por el roce quién la está manoseando.

-Mmm, sí.

Mi padre desliza las yemas de los dedos por toda la raja con el miedo aun metido en el cuerpo y Pilar se contonea de placer. Mi padre me mira y frunce el ceño mientras hace un gesto negativo con la cabeza. “Esto no es buena idea”, parece decir. Como respuesta señalo su polla y después señalo el coño de Pilar que espera impaciente su siguiente caricia, bueno la mía. Él, que sigue sin estar convencido del éxito de nuestra felonía, mira a mi madre esperando ver en ella una muestra de desaprobación que aborte la misión suicida, sin embargo mi madre, que está al borde del colapso por la lentitud de su marido y que va a terminar destapando todo el pastel, le insta con gestos a que continúe de una puta vez.

Con los ojos cerrados y la frente perlada de sudor, mi padre comienza a acariciarle el coño. Cuando los abre, mete 2 dedos en su coño mientras le frota el clítoris con la otra mano. Pilar se retuerce cada vez con más fuerza.

Vuelve a mirarnos a mi madre y a mí y por fin se decide a hacer lo que ha estado deseando casi toda su vida. Mete su cabeza entre las piernas de Pilar y toca su coño con su lengua.

-Hosssstias Miguel, ya era hora.

Lame el clítoris lentamente, con miedo a ser descubierto, pero Pilar no se da cuenta del intercambio, está muy concentrada mordiéndose los labios y conteniendo sus gemidos.

Envalentonado con ello, mi padre se recrea en su lamida para llevarla al orgasmo varios minutos después. No es tarea fácil, la muy puta brinca como una cabra con una guindilla metida en el culo. Mi padre tiene que abrazarse a sus piernas para no despegar la boca de su coño y poder seguir lamiendo sin interrupción

Cuando termina de lamerla, Pilar queda despatarrada y medio muerta sobre mi cama, respirando a bocanadas. Está empapada de sudor.

-Joder Miguel, qué pasada –dice entre jadeos-. Menudo cabrón estás hecho.

-No lo sabes tú bien.

Empujo de nuevo el hombro de mi padre mientras señalo el cuerpo de Pilar. Mi padre, con los ojos como platos, no se atreve a dar el siguiente paso y se separa de ella como si tuviera la peste. Vuelvo a empujar su hombro con más insistencia. Mi padre busca a su mujer que sigue apoyada en el marco como convidado de piedra. Mi madre sostiene su mirada y asiente levemente.

Mi padre mira a Pilar con una mezcla de excitación y miedo. Va a hacer lo que más desea y lo que más teme. Pilar es la mejor amiga de su mujer, la esposa de su vecino, la madre de varios hijos a los que conoce de toda la vida, una señora respetada. Se pasa los dedos por los labios, los tiene secos y se los humedece con la lengua, tiene la boca seca.

-Vamos nene, fóllate a mami, venga –dice Pilar.

Me pongo colorado y miro a mi madre de soslayo. Ella también se ha ruborizado. Mi padre no termina de decidirse y Pilar se impacienta. Intenta quitarse la venda de los ojos dando movimientos bruscos con la cabeza.

-Vamos cabrón, móntame ya.

Podría pedirlo por favor, vamos digo yo, qué modales son éstos. Doy un empujón a mi padre que cae entre las piernas de Pilar.

-Mmmm, ¿vas a utilizar la fuerza conmigo? ¿Me vas a violar?

-Te voy a hacer algo peor –contesto desde la espalda de mi padre.

-Mmm sí, viólame, viola a tu mami.

Como le gusta hacer sangre a esta señora. Por suerte para todos, mi padre ha empezado a acariciar y sobetear su melonar. Pilar se retuerce como una culebra bajo mi padre.

-Venga Miguel, dime cosas fuertes. Dime guarradas. Insúltame.

En los labios de mi madre se puede leer: “Z-O-R-R-A-H-I-J-A-D-E-P-U-T-A”. Algo me dice que lo piensa de verdad, quizás los puños apretados o los ojos inyectados en sangre, o el hecho de que haya levantado un puño y muestre el dedo corazón. Carraspeo antes de hablar.

-Eeeh, te voy a follar… puta.

-Mmm, más, dime más.

-Te voy a follar mucho… y fuerte… puta –digo acercándome a la nuca de mi padre.

Pilar abraza a mi padre con las piernas y lo atrae hacia si.

–Vamos cabrón, sigue diciéndome cosas. Insúltame de verdad, maricón.

Me quedo pensando pero… no sé me ocurre nada, yo soy un romántico, joder. No sé decir cosas de esas. Por suerte mi padre se lanza y la besa con pasión. Ella recibe su boca como fruta madura. Ambos se morrean con fuerza mientras mi padre restriega su herramienta por el potorro y le soba sus tetazas. En uno de los hábiles movimientos de mi padre consigue metérsela hasta el fondo y empieza a penetrarla con furia.

Lo que sucede a continuación es una concatenación de cosas predecibles en casos como éste. Mi padre se corre en menos de medio minuto, a tomar por culo, fin.

Se levanta agotado, da 2 pasos hacia atrás y pone las manos en las caderas con la satisfacción del trabajo bien hecho. Levanta dos veces las cejas y me enseña el pulgar con la cara radiante de felicidad y una sonrisa de oreja a oreja. Le miro horrorizado, con la boca tan abierta que el coche fúnebre que ha de llevarme al cementerio puede pasar a través de ella. Pero ¿¡qué cojjjjjones ha hecho este hombre!?

Miro a mi madre intentando obtener una explicación pero su semblante es el mismo que el de un mastín a la hora de la siesta.

-¿Qué pasa Miguel? –pregunta Pilar -¿Qué estás haciendo? ¿¡No habrás acabado ya!?

Se mueve intentando ver algo e intenta quitarse la venda frotándola con los brazos extendidos sobre su cabeza.

-N…No mujer, que va. Solo estoy haciéndote sufrir.

-No me jodas Miguel, tú te has corrido.

Sin tiempo para pensar me echo encima de ella, cojo mi polla tiesa, apunto y se la meto antes de que la cosa pase a mayores.

-Mmmm, joder que fuerte estás. –dice Pilar.

Me muevo con fuerza para ponerla a mil cuanto antes pero noto algo desagradable. Tiene todo el coño lleno del semen de mi padre. ¡Estoy resbalando mi polla en el semen de mi padre! Jodddder, que ascazo. Y lo peor es que ya no hay marcha atrás, ya no.

Cierro los ojos y prefiero no pensar. Follo a Pilar como un toro. Al cabo de un minuto de golpes de cadera y gemidos mi padre sonríe ufano pensando “éste es mi chico”, a los 5 tiene las 2 cejas levantadas sorprendido por mi vitalidad, a los 10 está serio con el ceño fruncido, 15 minutos después oculta su cara entre sus manos, sentado en la silla que hay junto a la ventana, derrotado. Ha comprendido algo muy importante de su matrimonio, algo que le está aplastando como una losa con cada grito de Pilar y con cada una de mis embestidas. A mí solo me ha llevado comprenderlo medio minuto.

Sujeto los tobillos de Pilar en alto mientras la penetro una y otra vez. Me encanta ver mi polla entrar y salir de su coño negro mientras sus tetas botan arriba y abajo. Durante todo el tiempo Pilar no ha dejado de gemir y de pedirme más y más, contoneándose y retorciéndose como una lagartija en un bolsillo.

Mi padre observa la escena impávido. Sus ojos no me miran a mí ni a Pilar sino a si mismo 50 ó 100 años atrás. Repasa mentalmente su vida, sus mil años de patética y triste rutina marital.

Hago que Pilar se gire y se ponga a 4 patas para poder follarla desde atrás y que mi padre pueda ver sus tetazas botar como a él le gusta. Sus muñecas siguen atadas al centro de la cabecera mediante unas esposas de plástico lo que permite el cambio de posición. Sus piernas abiertas facilitan la entrada de mi “amigo pequeño” que meto y saco una y otra vez con furia para deleitar a mi padre. Me lleno las manos con sus tetazas y las amaso con exageración para él.

Pero él ya no está aquí sino a mil años de distancia. No ve como follo su coño. No le interesa cómo botan sus tetas con cada embestida mientras la galopo. Su mirada está fija en mi madre, intentando alcanzarla. Intentando pedirle perdón u ofrecer explicaciones innecesarias con angustioso mutismo. Hay silencios que hablan por si solos y miradas que perciben lo que uno no se atreve a decir.

Me concentro en lo que sé hacer bien y rezo porque mi padre se fije de una vez por todas en Pilar y se deje de frustraciones inútiles. Mis pelotas golpean contra su pubis haciendo un ruido característico como si estuviéramos aplaudiendo. Mantengo el ritmo hasta que su cuerpo se tensa. Sus manos aprietan la cabecera, abre la boca y comienza a pegar tales gritos que imagino a todos gansos de la ciudad tomando el vuelo a la vez. Muerde la almohada para no despertar a los enfermos en coma del hospital más cercano mientras se corre.

Me abandono y me corro con ella. Lleno su coño de semen que se mezcla con el de mi padre. Es triste sentir el semen de tu propio padre en la polla pero más triste es robar. Tengo una sudada de tres pares de cojones. La descabalgo despacio mientras ella se desploma sobre la cama y se da la vuelta boca arriba, despatarrada.

Respiro como un rinoceronte a la carrera. Mi padre se levanta y se dirige hacia la salida. Ya no camina encorvado con la punta de los pies como si fuera un dibujo animado sino como alguien que acaba de suspender un examen por enésima vez.

Arrastra su cuerpo hasta la puerta. Al llegar pone la mano sobre el hombro de mi madre durante un instante y agacha la cabeza. Justo cuando intenta salir mi madre retiene su mano y tira de él, le abraza. El abrazo dura una eternidad. Una eternidad de silencio contenido.

Entonces mi madre apoya sus manos en los hombros de mi padre y le empuja suavemente desde atrás hasta colocarle a la altura de la cama junto a la cabeza de Pilar.

Mi madre coge la polla de mi padre, que parece no entender nada al igual que yo, y la acerca a la boca de su amiga que respira a bocanadas. Acaricia los labios de su amiga con la punta del pene de su marido.

-Pero Miguel, ¿es que tú no te cansas nunca? –pregunta Pilar.

Acomoda sus labios a la polla de mi padre y comienza a mamársela lenta y suavemente mientras mi madre permanece tras él besándole el cuello. El pobre hombre está tan excitado como asustado. Está atrapado entre las 2 mujeres que le maman y le acarician. Tiene la polla muy dura y Pilar se sorprende por la rapidez y vigorosidad de la erección.

-Joder Miguel, eres increíble, chico.

 Mientras le mama, mi padre mete mano tanto a Pilar como a su mujer sin que la primera sea consciente de lo que pasa a su alrededor.

 La mamada transcurre despacio. Pilar se esmera en proporcionar las mejores caricias que sabe ofrecer. Mi padre disfruta en silencio con el ceño fruncido y la boca abierta. Un buen rato después mi padre apenas se puede mantener en pie de tanto placer. Tiene la frente empapada de sudor y sus manos en las tetas de la mujer. Cuando se corre a duras penas puede contener unos leves gemidos mientras eyacula. Ella le deja correrse en su boca pero sin tragarse el semen que se desliza por sus labios hasta caer en las sábanaaas ¡JODDDDER! Que ahí tengo que dormir yo luego.

 Mi padre, que casi no se tiene de pie, suelta la teta de Pilar que no ha parado de masajear durante toda la mamada y da un paso atrás haciendo que mi madre deba apartarse.

 Solo se oye la respiración de mi padre que suda como un gorrino. Pilar, por otro lado, descansa tranquila con media cara empapada de semen. Entonces mi madre se acerca a la cama y se inclina hacia su amiga. La besa con suavidad en la comisura de los labios. Una anónima caricia de agradecimiento a los servicios que le ha regalado a su marido. Unos servicios ofrecidos sin su conocimiento ni consentimiento. Pilar corresponde en la misma medida devolviendo el beso con la punta de los labios.

 Sin embargo el beso se prolonga más de lo esperado y me doy cuenta de que mi madre ha juntando sus labios con los de su amiga y ahora se besan uniendo la punta de sus lenguas. A cada momento el beso va tomando nuevas dimensiones y ahora ambas mujeres se comen la boca entrelazando sus lenguas.

 Mi madre comienza a acariciar las tetas de su amiga mientras ésta corresponde al beso con pasión levantando la barbilla y estirando el cuello. Sus bocas luchan entre si a la vez que mi madre lame y muerde los labios húmedos de semen de Pilar. La mano que acariciaba sus tetas está ahora amasándolas sin pudor y con deseo desmedido. Toqueteando los pezones y deslizándolos entre sus yemas una y otra vez.

 Cuando se harta de sobarle las tetas desliza la mano hasta la entrepierna y acaricia su coño. Es una caricia que busca el placer ajeno. Masajea su clítoris con 2 dedos durante un buen rato antes de decidir introducirlos en el coño y follarla despacio con la mano. Pilar se contonea disfrutando, sin saberlo, de la mano y los labios de su vecina.

 Mi padre y yo nos miramos con las bocas abiertas. ¿Por qué hace esto? ¿Es en el fondo mi madre una lesbiana reprimida? ¿Era de mí de quien estaba celosa o era de Pilar?

 Sus dedos entran y salen del coño de su amiga impregnados del semen de su marido y su hijo. Pilar, mientras tanto, se contonea cada vez con más fuerza intentando adelantar el orgasmo que está a punto de llegar. Al final arquea el cuerpo y abre la boca gimiendo mientras mi madre sigue besándola por toda la cara que aun tiene llena de semen.

 Pilar se corre mientras gime en la boca de su amiga que se la sigue comiendo a besos. Se agarra a los barrotes de la cama y tensa el cuerpo. Bota arriba y abajo arqueando la espalda continuamente mientras su amiga termina de proporcionarle la corrida.

 Cuando desfallece, mi madre continúa besándola de manera continuada con los ojos cerrados. Pilar respira a bocanadas mientras mi madre besa sus labios, su barbilla y baja por su cuello. Sigo alucinando al igual que mi padre. Nos miramos el uno al otro sin comprender qué es lo que está sucediendo realmente.

 Mi madre toma una de las tetas de su amiga y se la lleva a la boca. La besa con suavidad y la acaricia con la punta de la lengua. Besa la aureola que circunda su pezón, percibe su dureza y lo lame con delicadeza.

 Las lamidas son cada vez más largas. Abre la boca, se mete el pezón entero y lo chupa con fruición. Mi madre está mamando y amasando las tetas de su amiga absorta a todo lo que le rodea.

 Caen los segundos y nadie se mueve de donde está. Ni tan siquiera Pilar que disfruta ignorante de las caricias de su amiga. Estoy alucinando viendo a mi madre así. Esto no entraba en el plan. A decir verdad, casi nada de lo que ha pasado hoy estaba previsto.

 De repente mi madre deja de lamer, abre los ojos y se separa con lentitud. Nos mira a mi padre y a mí con cara de espanto. Ninguno de nosotros es capaz de hacer un gesto, ni tan siquiera para cerrar la boca que aun tenemos abierta.

 Su respiración acelerada nos indica que está excitada. Su pecho sube y baja rítmicamente y al mirarlo puedo adivinar bajo su ropa unos pezones erectos. Continúa mirándonos a mi padre y a mí asustada al darse cuenta de lo que ha hecho. Algo que ni ella misma se cree. Parece que hoy es el día de los descubrimientos turbios.

 Despega sus labios para decir algo pero por toda respuesta baja la cabeza y sale de la habitación apresuradamente con una mano en la boca y los ojos en lágrimas. Mi padre la retiene de la mano antes de cruzar la puerta y es ahora él quien la abraza con fuerza ahogando sus lágrimas en su pecho.

 La escena continúa eternamente hasta que por fin la puerta se cierra en silencio. Me quedo mirando la puerta durante no sé cuanto tiempo sin poder apartar la imagen de mi madre, ¡MI MADRE!, besándose con Pilar mientras le hacía una paja. La voz de Pilar me saca de mis pensamientos.

-Joder Miguel, ¿Serás cabrón?

 Cuando giro la cabeza veo con horror que se ha soltado una mano de las esposas de plástico y se ha levantado la venda bajo la cual me mira asombrada. Casi me cago en la alfombra. ¿Cómo lo ha hecho? ¿Cómo coño ha sido capaz de soltarse de unas esposas de juguete? Estos putos chinos del bazar solo saben hacer cacharros de mierda.

 Me mareo y empiezo a sudar intentando explicárselo de la mejor manera posible.

-¿Eh? Ah, eeeh, a ver…

-¡Estás otra vez empalmado! Menudo salido eres.

 Miro a mi polla que me está apuntando a los ojos.

-¡Te has empalmado con la paja que me has hecho!

-Pues, pues… -suelto el aire que contenía en los pulmones aliviado- me parece que sí. –Digo mientras miro de nuevo a la puerta de mi cuarto por donde han salido mis padres.

-Si te corres tantas veces solo por verme vendada y esposada –dice entre divertida y resignada- tendremos que jugar a esto más veces.

 La miro fijamente unos segundos y sacudo la cabeza a un lado y a otro.

-No, mejor no repetimos esto nunca más.

Fin.

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Como siempre, el que suscribe, ruega postrado ante el monitor cualquier tipo de comentario tanto si es bueno como si es malo; tanto si es largo como si es corto del tipo ” me gusto” o “mejorable”.

Envía un comentario, “pofavo”. No sabéis la ilusión que me hace, sobre todo si son críticos (aunque no lo creais son los que más aprecio). Dime la parte que más te gustó, la que menos, lo que no soportas, lo que te pone más o te pone menos…

Si aun así no vas a hacerlo pero te gustó el relato al menos vota. Te lo agradeceré.

.SI QUERÉIS HACERLO, MI EMAIL ES boligrafo16@hotmail.com

2 comentarios en “Relato erótico: “El obseso. relaciones parentales” (POR RUN214)”

  1. Mr. RUN214:
    Segun el comentario anterior, cito -ya estaba publicado.
    No se que siginifican esas palabras; Este relato es un plagio? Cambio de seudonimo? Se ha publicado en esta pagina mas de un vez? Se ha publicado en otras paginas?
    Lo cierto es que (como decimos en México) me vale madres. Este relato es una obra maestra, me ha encantado desde el titulo hasta el punto final, me ha excitado y me ha hecho reir, me fascinaron las referencias que el personaje principal hacia de peliculas y metaforas de guerra, lo de la aspiradora me mato; Y por supuesto el sexo, lo filial en lo personal me encanta y en su obra disfrute tanto que mi mente les dio rostro y forma a los personajes.
    Lo cierto es que no recuerdo si me he detenido a leer algun otro de sus relatos, yo llegue aqui siguendo a “GOLFO”, pero ahora ni olvidare su nombre ni dudare en leer sus otros relatos.
    Gracias por su trabajo y su esfuerzo.

    Atte.
    FANTASMA

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