Sofía pasó una noche horrible. No pudo dormir en ningún momento. Primero, debido a su situación no paró de darle vueltas a la cabeza, pero, después de u
n rato, los motivos fueron otros…
Comenzó a entrarle sed, pero no estaba dispuesta a ceder en las pretensiones de los cabrones que la tenían secuestrada… Si bebía de esa… polla, sentía el principio del fin.
Fue una lucha consigo misma, lucha que se vió agravada cuando comenzó a hacer efecto el afrodisiaco. Comenzó a notarse excitada, MUY excitada. No había pensado que la pastilla tuviese un efecto tan fuerte…
Y allí estaba ella, debatiendose entre su sed y su calentura. Veía como alguna de sus… compañeras, se levantaban en medio de la noche, se colocaban de rodillas ante el particular grifo y comenzaban a realizarle una intensa mamada. Sin darse cuenta, comenzó a observar la técnica, pensando que no sería complicado imitarla si llegase el momento…
¡Si llegase el momento! ¡Jamás! Se repetía. Pero poco a poco su voluntad iba debilitándose.
Milagrosamente consiguió aguantar toda la noche. Estaba destrozada pero había aguantado… No había dormido nada.
La señorita Angélica se presentó ante ella, dando golpecitos en la jaula para espabilarla.
– ¡Despierta perra! Ha llegado el momento de seguir con tu entrenamiento.
Sofía levantó la cabeza y la miró, no tenía fuerzas ni para intentar replicar… Mistress Angélica abrió la jaula, agarró la cadena y la sacó a tirones.
– Vaya vaya, ¿No has bebido ni una gota de agua?
Sofía intentó esbozar una sonrisa, orgullosa de su pequeña victoria. Pero en la cara de la dominatrix se dibujó también una sonrisa, la mirada siniestra que la dedicó la heló la sangre.
– Que graciosa eres… pensando que tienes elección.. No te preocupes, después de lo que vas a hacer hoy, beber de ahí va a ser lo que menos te preocupe…
Sofía estaba aterrorizada… ¿Qué iban a hacer con ella? No había comido ni bebido en días… estaba al límite.
– ¿No se te olvida algo? – Preguntó Angelica, mientras mostraba la punta de su bota ante la cara de Sofía.
Ésta, resignada, comenzó a lamerlas. Esa iba a ser la tónica de cada día… Saludar a su ama humillándose ante ella…
Una vez acabó, su entrenadora la llevó a cuatro patas igual que el día anterior, llegaron a la misma sala en la que estuvieron pero no estaban solos. Dos guardias estaban allí, preparando un armatoste colgado del techo formado por cadenas y correas.
– Preparadla. – Ordenó Mistress Angélica.
Los guadias agarraron a Sofía y la encadenaron a ese aparato. Estaba colocada en cruz, y un pequeño arnés la sujetaba por la cintura, permitiendo colocarla en varias posturas.
– Hoy vas a aprender que no tienes elección. – Dijo Angélica mientras, manejando las cadenasinclinó hacia adelante la cabeza de Sofía, colocándola en angulo recto, con los brazos tirantes hacia arriba.
Un guardia se colocó ante ella y, bajándose los pantalones liberó su polla. El guardia se quedó de pie, esperando. El glande estaba a escasos centimetros de la cara de la esclava, y ésta intentó apartarse.
¡ZAS!
Angélica estaba colocada tras Sofía, con la fusta.
¡ZAS!¡ZAS!¡ZAS!
Rápidos y continuos golpes surcaron el culo de Sofía, la Mistress no se tomaba un respiro.
El cansancio de Sofía estaba haciendo mella en su voluntad. El cansancio y el dolor. Angélica pegaba fuerte y cada golpe le producía un dolor insoportable, así que, queriendo no pensar en ello, abrió la boca y se dejó hacer.
Y vaya si la hicieron.
El guardia, en cuanto vió que la esclava le ofrecía la boca, la agarró de la nuca y le introdujo su polla de golpe. Comenzó a penetrarla con violencia, dando varias embestidas hasta el fondo de la garganta y luego sacándola de golpe, permitiendola respirar.
La mamada era tan violenta que Sofía no podía ni tragar su propia saliva, se estaba formando un pequeño charquito bajo su cabeza.
¿Por qué le estaba pasando esto a ella?
El guardia la agarró del pelo y, alzándole la cabeza se corrió en su boca. Sofía casi se ahoga. Nunca había hecho eso. Se la había mamado a sus parejas, pero nunca les había permitido que se corrieran en su boca. Era una pasta densa y grumosa, que sabía algo amarga. En cuanto el guardia sacó la polla de su boca, la escupió junto con el charquito de saliva.
– ¡¿Que crees que estás haciendo, zorra?! – Mistress Angélica se situó ante ella y, agarrando los dos pezones, comenzó a retorcerlos. – ¿Crees que puedes desperdiciar así el regalo que te hacen tus dueños?
El guardia aflojó las cadenas que sujetaban a la reportera, haciendo que cayese al suelo de rodillas.
– ¡Límpialo! – Exigió su Mistress.
Sofía no se movió, la mezcla de semen y saliva en el suelo no era para nada apetecible.
Un duro golpe sorprendió a Sofía, el guardia le había pateado las costillas.
– ¡Límpialo! – Repitió Angélica.
Agarró la cabeza de la chica y la restregó contra los restos. Varias patadas golpearon su maltratado cuerpo. Estaban minando su resistencia y su voluntad hasta límites insospechados. Y lo peor de todo es que por el efecto del afrodisiaco estaba tan caliente como nunca en su vida.
Después de varias patadas, la reportera se rindió, comenzando a lamer del suelo la corrida del hombre. Una vez hubo acabado, tensaron de nuevo las cadenas, alzándola a la posición original.
El segundo guardia repitió el proceso, follándose con violencia la boca de la reportera. Esta vez, Sofía no puso reparos cuando el hombre se descargó dentro de su boca, dentro de lo malo, era mejor que chuparlo del suelo…
Sofía quedó colgada de las cadenas, mientras los guardias salían de la sala y Angélica avanzaba hasta la cámara para recogerla.
– M-Mistres… – Balbuceó Sofía.
Angélica se paró, se dió la vuelta y avanzó hacia la chica.
– ¿Has dicho algo?
– Sí, mistress… P-Por favor… Tengo… Tengo hambre… y necesito ir al servicio…
– ¿Ir al servicio? ¿No has hecho tus necesidades en tu jaula?
Sofía había visto cómo algunas de sus “compañeras de habitación” hacían sus necesidades en un lado de la jaula… Cada cierto tiempo, los guardias limpiaban los restos con una manguera.
A parte de que se negaba a hacer una cosa así, había otra razón por la que no había podido.
– No… No puedo… Con esto…
Angélica recordó el cinturón de castidad.
– Aaaah claro, igual que ese juguetito no permite que entre nada, tampoco permite que salga, ¿Verdad?
– Si, mistress. Por favor…
– Bueno, no quiero que revientes…
Mistress Angélica comenzó a manipular las cadenas, pero, en vez de soltarla, lo que hizo fue obligarla a quedarse de cuclillas. Acto seguido desabrochó el cinturón y liberó a la esclava.
– Vaya vaya, parece que la sesión de hoy te ha gustado más de lo que pensaba… – Dijo la dómina pasando unos dedos por el coño empapado de la chica.
Sofía no aguantó más y comenzó a llorar de nuevo… POr mucho que supiese que era efecto del afrodisiaco, no podía negar que estaba cachonda… Deseaba correrse como nada en el mundo, pero no quería darle ese placer a su entrenadora.
Angélica no paraba de acariciar el coño de la chica, comenzó a introducir un par de dedos con facilidad. Las lágrimas de Sofía rápidamente fueron acompañadas de oleadas de placer. Inconscientemente, la reportera comenzó a acompañar con sus caderas el movimiento de los dedos de su ama.
Angélica sacó los dedos. Ante la frustración de Sofía, se puso ante ella y se los mostró.
– No pensarás dejarme así, ¿verdad?
Sofía cerró los ojos con fuerza, dentro de poco se quedaría sin lágrimas.
La dominatrix acercó los dedos a la boca de la chica y ésta la abrió, pensando que mientras antes acabase, antes la dejaría en paz. Angélica introducía y sacaba los dedos de la boca, dándoselos a veces a lamer y a veces a tragar.
– Es suficiente, haz tus necesidades y regresemos a tu jaula.
– ¿A-Aquí?
– ¿No me has oído perra? Hazlas donde quieras, pero hazlas ya, si no te das prisa te volveré a poner el cinturón.
Sofía no podía creerselo, hazlas donde quieras, le decía, ¡Cómo si pudiese moverse de allí!
Ante la posibilidad de tener que aguantar un día más, la reportera comenzó a orinar primero y defecar despues, viviendo la peor humillación de su vida.
Angélica trajo una manguera de un rincón de la sala y, sin el menor cuidado, comenzó a limpiar tanto el suelo como a la esclava.
El agua estaba helada y cuando acabó, Sofía tiritaba, tanto que cuando le puso de nuevo el cinturón, parecía que estaba caliente.
Una vez liberada de las cadenas, Sofía se acercó sin que le dijesen nada a las botas de su ama. Angélica sonrió complacida, esa perra estaba entrando en vereda.
Mistress Angélica condujo a la esclava a su jaula y volvió a encerrarla.
– Mistress… ¿L-la comida?
– ¡Es verdad! – Exclamó Angélica, fingiendo haberse despistado. – Lo prometido es deuda. Ahora te la traerán los guardias. – Dijo antes de irse de la sala.
Unos minutos después, un guardia avanzó por el pasillo con un plato de perro en sus manos. ¿Hasta ese punto iban a llegar? ¿La iban a hacer comer en un plato de perro?
El guardia se plantó ante la jaula y, antes de darle la comida, se bajó los pantalones e introdujo la polla entre los barrotes.
Sofía actuó sin pensar, era evidente que si no lo hacía se quedaría sin comer, así que agarró la polla con una mano y comenzó a lamerla de la mejor manera que pudo, intentando que acabase cuanto antes mejor.
Cuando estaba a punto de correrse, el guardia sacó la polla de los barrotes y, meneándosela sobre el plato, se corrió en su interior.
Sofía abrió los ojos con sorpresa justo antes de echarse a llorar. El guardia dejó el plato dentro de la jaula y se largó, dejando a la reportera con su llanto.
El cúmulo de sensaciones podía con ella. Tenía sed, hambre, había sido abusada y humillada, y seguirían haciendolo el resto de los días… Y para colmo, estaba cachonda de continuo. No sabía cuanto tiempo duraría el efecto de la pastilla, esa sensación unida a llevar el cinturón de castidad era la gota que colmaba el vaso… ¡Y no podía ni ir al servicio cuando quería!
Aún sabiendo lo que significaba hacerlo, la sed era demasiado intensa para ella. En un principio había pensado que antes se moriría de hambre y sed antes que sucumbir a las presiones de los hijos de puta que la tenían capturada, pero el instinto de supervivencia pesaba sobre todo… No quería morir… La esperanza es lo último que se pierde y, si se mantenía con vida en algún momento encontraría alguna oprtunidad de escapar. Así que, tragándose su orgullo y dispuesta a tragarse algo más, se arrodilló ante el “grifo”.
Había visto beber a sus compañeras, así que más o menos sabía como hacerlo. Debía ponerse de rodillas, con las piernas juntas y las manos tras la espalda y, usando sólo la boca, tragarse el falo hasta que, suponía, comenzase a dispensar el agua.
Se colocó en la posición y comenzó a tragar. Al principio pensó que tardaría un poco en salir pero, al ver que no lo hacía, comenzó a desesperarse. Intentó de varias maneras, agitó la polla con sus manos, pajeándola y acabó golpeándola, frustrada, ¿Por qué no salía?
– Psss
Sofía se paró en seco, asustada.
– Psss
Miró a un lado y vió que su compañera de celda la llamaba. Se acercó a ella.
– Debes tragartela entera… – Susurró. – Si no no saldrá nada…
– G-Gracias… – Contestó Sofía, pero la chica ya estaba dándose la vuelta, vigilando que algún guardia no las hubiera visto.
La reportera volvió a la tarea, intentando tragarse el falo entero, pero no entraba… Era imposible que se tragase eso, ¡Era demasiado grande!
Estuvo mucho tiempo intentandolo, le dolían las mandibulas y poco a poco iba consiguiendo tragar más, pero no llegaba a hacerlo por completo. Después de muchas intentonas, introdujo aquella polla de plástico completamente en su boca y… No pasó nada.
Estaba cansada de humillarse ella sola haciendo aquello, y entonces recordó que tenía que mamar, no simplemente meterla en la boca. Comenzó a realizar una mamada costosa, con lentitud y algo de dolor y, entonces, borbotones de un fresco líquido comenzaron a salir del grifo. Lo tenía introducido hasta el fondo, así que el agua golpeó directamente en su garganta, lo que la hizo toser y expulsarla toda de nuevo.
Volvió a su tarea, ya sabiendo como iba a salir no la pillaría por sorpresa. Estuvo varios minutos bebiendo, recibiendo chorretones de agua dentro de su garganta. Era reconfortante… La primera sensación de frescor que sentía desde hacía lo que parecía una eternidad.
Cuando acabó de beber se sintió mejor, el líquido había hecho una funcion reconstituyente. Entonces se dispuso a comer. Primero comenzó a coger los pedazos que no estaban manchados, pero luego, el hambre hizo que se comiese el resto de comida bañada en semen.
Se había quedado saciada y a gusto y se dispuso a descansar. No sabía si era de día o de noche, allí apagaban y todas se echaban a dormir, así que hizo lo mismo, vencida por el cansancio.
A mitad de la noche, un fuerte ruido despertó a la reportera. Cuando alzó la mirada, el terror la invadió, varios guardias estaban rodeando su jaula.
– Mírala, que dormidita estaba la zorra. – Dijo uno de ellos.
– Esta buena esta perrita.
– Mírala que tetas
– Era reportera, ¿No? ¿La habéis visto alguna vez en la tele?
– No… Pero ahora la vamos a ver mejor, ¿Necesitas micrófonos para tu reportaje?
Los hombres comenzaron a sacarse las pollas, igual que el que la había traido la cena.
– Vamos esclava, aquí tienes tu premio Ondas
Los demás le rieron la gracia. El resto de esclavas se encogían en sus celdas y se hacían las dormidas, esperando no llamar la atención de los guardias.
Sofía estaba paralizada, hecho que solucionó uno de los guardias introduciendo una picana eléctrica y dándole una descarga.
– ¡Vamos zorra! ¡No nos hagas repetirtelo o te freímos a descargas!
Sofía, asustada, agarró la primera polla y se la introdujo en la boca. Los guardias comenzaron a reir.
No llegaban a correrse, se apartaban y le dejaban el paso a otro.
Cuando se cansaron del juego, abrieron la jaula y la sacaron de allí.
– Oye, ¿Tiene el cinturón puesto? – Preguntó uno.
– Si, Mistress Angélica la quiere caliente y dispuesta. La está aplicando afrodisiacos.
– Ja ja ja, esa Angélica es una fiera, no se le escapa ni una… Pero si con esta no podemos, tendremos que buscar ayuda… – El guardia paseó la mirada por le sala y sacó de la jaula a una pelirroja bajita. La chica tenía unos pechos tan enormes en relación a su cuerpo que Sofía pensó que serían operados…. ¿Lo habría echo ella por su cuenta, o se lo habrían hecho después de capturarla?
La chica se movió solicita, acompañando al guardia hasta situarla al lado de la reportera. La puso a cuatro patas y de un empellón se la metió por el culo.
Los guardias se repartieron entre las dos mujeres, mientras Sofía se la chupaba a un par, el resto perforaban a la pelirroja por todos sus agujeros. No dejaban de manosearlas. Las enormes tetas de la pelirroja fueron sobadas, mordidas y pellizcadas, y las de Sofía no se libraron. Mientras mamaba aquellas pollas sus pezones fueron castigados con pellizcos y tortazos. Les hacía gracia hacer que botasen de un lado a otro.
Cuando todos estuvieron a punto, pusieron a las mujeres una al lado de otra y comenzaron a correrse sobre sus caras, llenándolas de lefa
– Habéis quedado un poco sucias, perras. ¿Por qué no os aseáis un poco?
A Sofía se le iluminó la cara. La idea de un buen baño era una liberación, el agua caliente calmándola y reconfortandola…
Todas sus ilusiones estallaron cuando la pelirroja comenzó a lamerle la cara. Entonces comprendió.
No lloró, ya no le quedaban lagrimas. Se resignó y comenzó a lamer la cara de su compañera, recogiendo con su lengua los restos de corrida.
Una vez acabaron, volvieron a ser encerradas cada una en su jaula. El cansancio la obligó a dormir a pesar de todo lo que pasaba por su cabeza.
Se levantó varias veces durante la noche a beber más agua, como salía a borbotones en su garganta, le daba la sensación de que no llegaba a calmar su sed de manera completa.
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