¡RING! ¡RING!
 
– ¿Dígame? – Respondió Sofía.
 
– ¡Lo hemos conseguido! – Se oyó al otro lado del teléfono.
 
– ¿En serio? ¿Donde estás?
 
– Yendo a la oficina, llegaré en media hora.
 
– Yo estoy a 10 minutos, te espero allí. – Sofía colgó el teléfono. Una sonrisa enorme adornaba su rostro, llevaba mucho tiempo detrás de esa noticia.
 
Sofía Di Salvo era una joven reportera de una canal de televisión. No llevaba mucho tiempo trabajando y no la tenían muy en cuenta, pero confiaba que gracias a este reportaje, sería capaz de hacerse un nombre. La chica era una belleza mediterránea, no era muy alta pero tenía unas curvas muy bien definidas. Morena de piel y de cabello, sus ojos verdes le daban una mirada felina que encandilaba a cualquiera, nunca se había aprovechado de sus encantos físicos para hacerse un lugar en su trabajo, pero estaba claro que eso siempre ayudaba, sin ir más lejos, Tomás, su jefe, la tenía en palmito, dándole un trato algo mejor que al resto de sus compañeros, lo que provocaba a veces las envidias del resto.
 
Tomás Sandoval llegó al despacho con la cara congestionada y sudando, estaba claro que se había dado toda la prisa que podía. Era un hombre casi llegando a los sesenta, con el pelo y la barba blanca y un sobrepeso que hacía notar la buena vida que había llevado desde hacía bastante tiempo. Había sido director general de todo el canal de televisión, pero un pequeño accidente durante la cobertura de la boda real le había hecho perder el status y la confianza de los que gozaba, dejándole relegado a la dirección de los reportajes de investigación. Tomás necesitaba que el reportaje triunfase tanto como Sofía.
 
– ¿Cómo lo conseguiste? ¡Llevábamos meses detrás de ellos! – Preguntó Sofía nada más verle, lanzándose a darle un abrazo.
 
– Me llamaron ellos, me dijeron que éramos demasiado insistentes y que con tal de que les dejásemos en paz, nos dejarían hacer el reportaje.
 
– ¡Es genial! – Sofía estaba exaltada, dando brincos por toda la oficina. – ¡Pero el reportaje es mío! No irás a enviar a ningún otro, ¿Verdad?
 
– Sofía… Sabes que es peligroso…
 
– ¿Peligroso? ¡Claro que es peligroso! ¡Por eso mismo! Sabes perfectamente que sin riesgo no hay gloria… Si esto sale bien…
 
– Pero… Sofía…
 
– No hay más que hablar. – Dijo Sofía, zanjando la conversación. – Sabes perfectamente que esto es tuyo y mío, los dos hemos dado todo durante meses para conseguirlo, no vamos a permitir que ahora venga otro a llevarse la fama.
 
– Está bien, pero ten cuidado.
 
– ¿Cuándo puedo empezar?
 
– Mañana a las 8:00. Te recogerá un coche en la esquina de la calle Silva. Han impuesto varias condiciones, y una de ellas es que irás todo el trayecto con los ojos vendados… No son tontos Sofía, no van a permitir que se muestre más de lo que quieren que veamos… Y además han pedido que sólo vaya una persona, así que tendrás que hacerte cargo de la cámara… ¿Estás segura de que quieres hacerlo tú?
 
– ¿Quieres dejar ese tema? Por supuesto que quiero hacerlo yo. No me pasará nada. Mañana a las 8:00 estaré allí con la cámara y el microfono. Hemos conseguido que Xella Corp nos abra sus puertas y no vamos a desaprovecharlo…
 
——
 
Sofía estaba impaciente. Había llegado con media hora de antelación, no quería que nada saliese mal. La noche había sido horrible, casi no había dormido debido a los nervios… Y no era para menos, iba a pasar un día completo dentro de una coorporación de la que se sospechaba que tenía negocios algo turbios… Se la relacionaba con la trata de blancas y la esclavitud… Había estado repasando mentalmente todo lo que tenía que llevar, las preguntas que debería hacer, los riesgos que podría correr… Y allí estaba, de pie, sola, en medio de la calle, sin saber lo que le iba a esperar.
 
Se había puesto una falda de tubo a medio muslo, que marcaba perfectamente sus caderas, acompañada de una blusa blanca con algo de escote y unos zapatos con algo de tacón, pero nada exagerado. Habría preferido ir algo más cómoda, pero iba a salir en cámara en algunos planos y debía estar presentable.
 
Había cogido una pequeña cámara de mano para realizar la entrevista, que no pesase mucho pero que le diese la suficiente versatilidad y calidad de video, ya que tenía que hacer ella misma todas las grabaciones. Llevaba un pequeño trípode para poder ponerla fija cuando tuviese que aparecer ella también en el plano.
 
De repente un coche se paró frente a ella. Era un coche grande, negro, con las lunas tintadas… Se quedó paralizada, miró el reloj y vió que eran las 8 en punto. La puerta trasera se abrió automáticamente, se asomó y vió un hombre vestido con un traje negro y gafas de sol.
 
– ¿H-Hola? – Preguntó Sofía.
 
– ¿Sofía Di Salvo? – Preguntó el hombre.
 
– Si.
 
– Adelante.
 
Sofía entró en el coche, sentandose algo incómoda al lado del hombre trajeado.
 
– Como comprenderá, tendremos que tomar ciertas medidas de seguridad. – Dijo el hombre, mostrándole a Sofía una venda para los ojos.
 
– De acuerdo. – Asintió Sofía.
 
– Si me permite…
 
El hombre le ajustó la venda a los ojos. En cuanto comprobó que no podía ver nada, el chófer arrancó. No volvieron a hablar en el resto del camino.
 
El viaje duró casi una hora, aunque la mujer tenía la impresión de que habían estado un tiempo dando vueltas para que no pudiese orientarse por el tiempo recorrido.
 
Cuando le destaparon los ojos, el coche estaba aparcado dentro de un garaje. Salieron de él y se dirigieron a un ascesor.
 
– A partir de aquí continúa usted sola. Suba al piso 15 y habrá alguien esperándola.
 
– Gracias.
 
El ascensor subió los 15 pisos a bastante velocidad. Cuando abrió las puertas apareció ante ella un amplio vestíbulo blanco, vacío salvo por alguna planta y algún extintor. En el medio del vestíbulo, otro hombre también trajeado estaba de espaldas hablando por teléfono.
 
– No se preocupe, no habrá problema… Si… Será avisado a su debido tiempo… De acuerdo… Tengo que dejarle señor S… – Dijo al ver a Sofía – Tengo una reunión importante y no quiero posponerla… Si… Tendrá noticias nuestras. – Colgó.
 
– Buenos días, señorita Sofía. -Saludó amable el hombre.
 
– Buenos días.
 
– Soy Marcelo Delgado y voy a ser su guía durante el resto del día.
 
– Buenos días Marcelo. No… No me había imaginado que esto sería así… – Dijo Sofía, admirando el vestíbulo.
 
– ¿Qué esperaba? ¿Mazmorras y celdas? ja ja ja
 
– Ja ja ja. – Sofía rió por la ocurrencia del hombre, la verdad es que se le había pasado por la cabeza, pero ahora se daba cuenta de que era algo absurdo.
 
– No se preocupe, de esas también tenemos, más tarde podrá verlas para su reportaje. – La cortó Marcelo, sonriendo.
 
La risa de Sofía se cortó. Lo había dicho con tanta sinceridad que no podía ser otra cosa que una broma…
 
– ¿Que prefiere? ¿Hacer la entrevista en un despacho o mientras damos una vuelta por el edificio?
 
– Creo… Creo que prefiero dar una vuelta por el edificio.
 
– De acuerdo, veamos las instalaciones entonces.
 
Sofía asintió, preparando la cámara.
 
– Si le parece, comenzamos con la entrevista, ¿De acuerdo?
 
– De acuerdo, dispare.
 
– ¿Que actividades se realizan en su corporación?
 
– Nuestra corporación tiene muchos frentes abiertos en muchos campos. Tenemos una filial farmacéutica, acciones en periódicos, bancos, secciones de informática, I + D…
 
– ¿Y que me dice de las acusaciones que hay sobre la esclavización de mujeres?
 
– Bueno, sobre eso le puedo decir que está equivocada. – “Claro, que me vas a decir” pensó Sofía. – Aquí no sólo esclavizamos mujeres.
 
La manera tan directa de reconocerlo dejó a Sofía helada. No pensaba una confesión tan directa.
 
– Bueno, hemos llegado a la primera parada. – Dijo Marcelo, parándose ante una puerta y abriendola. – Tiene ante sí la sala de investigación.
 
Una sala enorme se mostraba ante Sofía. Estaba llena de ordenadores y en ella se encontraban varias personas pululándo de uno a otro.
 
– ¿Q-Qué es esto? – Preguntó con cautela.
 
– En esta sala controlamos la vida de todos nuestros objetivos. Vemos la viabilidad de la captura y los métodos más indicados para llevarla a cabo. El cliente puede exigir ciertas condiciones, que la víctima sea humillada, que sea entrenada en el lesbianismo, sumisión, que sea domada por la fuerza, por hipnosis, lavado de cerebro, cirugía… Infinidad de variables que hacen cada captura un mundo. Aquí es donde todo empieza a gestarse.
 
Sofía tenía la boca abierta, no llegaba creerse lo que aquél hombre le estaba contando. Se paseó por la sala, observando los ordenadores, viendo alguna de las fichas que había en las pantallas.
 
 
Rosana Talavante.
Edad: 21 años
Color de pelo: Negro
Color de ojos: Verdes
Color de piel: Morena
Raza: Caucásica
 
Cliente: Eduardo López, su profesor de matemáticas.
Especificaciones del trabajo: Rosana debe ser instruída en la sumisión y la servidumbre. Está destinada a ser sirvienta. El cliente pide que su culo esté bien entrenado para ser usado.
 
Lorena Fernández.
Edad: 17 años
Color de pelo: Negro
Color de ojos: Marrones
Color de piel: Negra
Raza: Negra
 
Cliente: Juan Carlos Escudero, empresario.
Especificaciones del trabajo: El cliente ve todos los días al objetivo antes de que entre al instituto. La quiere como regalo a su esposa. Debe ser instruída como mascota, así como proveerla de experiencia en complacer a su nueva ama.
 
Francisco Gandiano.
Edad: 25 años
Color de pelo: Castaño
Color de ojos: Marrones
Color de piel: Blanca
Raza: Caucásica
 
Cliente: Domingo Benavente, su jefe.
Especificaciones del trabajo: El cliente está harto de la actitud. Pide que se transforme a la captura en una mujer completa y se modifique su comportamiento para convertirla en una Bimbo.
 
Sofía dejó de leer, había tenido bastante ¿Cómo era posible algo así?
 
– Veo que está interesada en algunos de nuestros casos… – Comentó Marcelo, situándose tras ella. – Casualmente podrá ver alguna de éstas capturas, que ya están en nuestras instalaciones.
 
– ¿Cómo se realizan los encargos? – Preguntó Sofía.
 
– Bueno, siempre hay oídos dispuestos a escuchar a alguien dispuesto a pedir. No espere ver nuestro teléfono en las guías amarillas señorita.
 
– Ya supongo… ¿Y ya está? Hacen la petición, estudian a la víctima, la capturan y la esclavizan…
 
– Es algo más complicado que eso… Si quiere acompañarme se lo mostraré.
 
Sofía salió de la sala tras él, mientras escuchaba sus explicaciones.
 
– Tenemos dos tipos de trabajo, de campo e interno. El trabajo de campo consiste en doblegar la voluntad de la víctima en su propio terreno, usando los medios necesarios. El trabajo interno se realiza aquí directamente. Una misma captura puede comenzarse fuera y acabarse aquí, hacerse el proceso completo fuera o realizar un secuestro y realizar el proceso completo aquí.
 
Se paró frente a una puerta, abriéndola.
 
Una hilera de jaulas a cada lado de la sala se mostraba antre Sofía. En cada una de las jaulas había una mujer desnuda, arrodillada, puesto que las jaulas no eran más altas que su cadera.
 
– ¿Pero qué? – Balbuceo Sofía.
 
– Estas son las habitaciones de nuestras capturas. En estas jaulas descansan y se alimentan. También tenemos celdas, pero se encuentran en otra planta.
 
La cámara de Sofía no perdía detalle. Recorrió cada rincón de la habitación, grabando a las mujeres que se encontraban en cada una de las jaulas.
 
Sofía se acercó a una de las jaulas. Una joven algo rellenita, morena estaba acurrucada en un rincón, durmiendo. Estaba encadenada por el cuello a través de un collar de perro. “Miranda, 22 años. Caracteristicas: Sumisión, disciplina, oral, anal extremo, lavabo.”
 
– ¿Lavabo? – Preguntó la mujer.
 
– Se trata de un entrenamiento en el que se acostumbra a la captura a ser un lavabo personal. Se encargará de asear con su lengua a su amo, o a ejercer físicamente de lavabo con su boca.
 
Un acceso de nauseas atacó a Sofía.
 
– ¿Que es esto? – Preguntó señalando un armatoste que había al lado de la jaula. El aparato acababa en una polla de plástico que colgaba del interior.
 
– Es el sistema por el que se suministra agua a las capturas. Para extraer el agua deben realizar una mamada correctamente al “grifo”, si quieren beber deben mamar… Además, es un método perfecto si tenemos que añadir algún fármaco para predisponer la mente del sujeto, o hacer que se sienta bien cada vez que tenga una polla en la boca. Matamos dos pájaros de un tiro.
 
Mientras se lo explicaba, una chica un par de jaulas más a la derecha se puso de rodillas frente a esa “polla-grifo” y, haciendo una perfecta mamada comenzó a beber agua. Sofía grabó todo el proceso con la cámara. “Esto es una salvajada” pensó, “Pero con este reportaje mi carrera va a subir como la espuma”.
 
– Si no se colocan en la posición correcta no sale el agua. – Comentó Marcelo, sacándola de sus ensoñaciones. – Además, dependiendo de las exigencias para cada captura podemos modificar las condiciones. Podemos poner una polla y que la tenga que tener introducida en el culo o en el coño, o en los dos. Así se acostumbrará perfectamente a su nueva labor y terminará deseando hacerlo.
 
Sofía estaba en estado de shock, ¿Cómo se podía hacer eso a una persona? Y además, con la sangre fría que demostraba ese hombre, contándolo de manera tan abierta…
 
– Si quieres podemos pasar a la siguiente sala. – Sugirió el hombre.
 
– De acuerdo. – Dijo Sofía, que ya había visto suficiente de aquella sala.
 
Andaron un par de minutos a lo largo del pasillo hasta llegar a su nuevo destino.
 
– Esta es una sala de disciplina. Aquí están Rosana y Lorena, las chicas que has visto en las fichas.
 
Abrió la puerta y se encontró con otra sala enorme. Había varias personas, pero se distinguía perfectamente cuáles eran los amos y cuales los esclavos. Tres hombres y tres mujeres estaban instruyendo a otras tantas chicas y, efectivamente, entre ellas estaban Lorena y Rosana.
 
Rosana se encontraba de rodillas, con la cara pegada en el suelo y las manos abriéndose las nalgas, mientras uno de los amos, un negro imponente, la penetraba el culo con violencia. Sofía recordó como en su ficha, aclaraba que debía entrenar esa parte de su cuerpo…
 
Enfocó la cámara en primer lugar a la cara de la chica. Tenía los ojos cerrados y la boca entre abierta, con la respiración agitada. Después enfocóa la polla del hombre, viendo como entraba y salía del culo de la chica. Al verlo, el hombre sacó completamente la polla, para que pudiese filmar el enorme agujero en que se había convertido el ojete de la esclava, agitó su herramienta azotando con ella las nalgas que tenía enfrente, y volvió a introducir de un empellón su polla, haciendo que a la esclava se le escapase un gemido.
 
– Esa es la posición de ofrecimiento. – Aclaró Marcelo. – La hembra ofrece sus agujeros para el uso libre de su amo. En esta sala se entrena la disciplina de las esclavas.
 
Tres esclavas estaban de rodillas, con la espalda recta y la cabeza agachada. Las manos en las rodillas.
 
– Esa es la posición de espera. Hasta que reciban otra orden deben permanecer así, sumisas.
 
La otra esclava, estaba lamiendo las botas de una de las amas. Lo hacía a conciencia, sin olvidarse de ningún rincón, incluídas la suela y el tacón. Cuando el ama pensaba que había cometido algún erroe, o que no lo estaba haciendo correctamente, lanzaba un rápido fustazo a las nalgas de la chica, con lo qie conseguía que se aplicase todavía más.
 
Y por último estaba Lorena. La joven rubia estaba atareada dándo placer a una de las amas. Ésta estaba abierta de piernas en una silla, manejando con sus manos la cabeza de la esclava, dirigiendola hacia su culo o hacia su coño, según lo que desease en el momento.
 
El negro que estaba sodomizando a Rosana sacó la polla de su culo e, inmediatamente, esta se arrodilló ante él para recibir y tragarse su corrida. Después se encargó de dejar reluciente el enorme falo negro que tenía delante y volvió a ocupar su posición. En unos segundos, el siguiente de los hombres estaba ocupando el lugar del negro, sodomizando a la joven morena.
 
– ¿Has visto lo bien entrenada que está? Las esclavas saben que deben dejar limpios a sus amos después de que las usen, si no quieren recibir un fuerte castigo…
 
Sofía no sabía como podía aguantarlo… Los tres hombres tenían una herramienta considerable y no estaban teniendo ningún tipo de consideración con la chica… Ella intentó probar el sexo anal una vez… Él novio que tenía le estaba insistiendo mucho, pero cuando llegó el momento el dolor que la recorrió entera nada más tener el glande dentro la hizo parar. Nunca lo volvió a intentar, así que podía suponer por lo que estaba pasando aquella pobre chica.
 
– ¿Quieres que continuemos nuestro “tour”? – La dijo Marcelo.
 
– S-si… – Contestó Sofía, sin apartar los ojos de aquella chica. Grabó una última toma de la sala, y acompañó a Marcelo por el pasillo.
 
La siguiente sala que visitaron fué la sala de perforación.
 
– He procurado venir a esta sala en un momento en el que estuviese ocupada. Espero que le guste el espectáculo. – Marcelo tenía una sonrisa en la boca mientras pronunciaba esas palabras.
 
En la sala, un sillón parecido al de un ginecólogo pero con correas era ocupado por una mujer madura. Rondaría los cuarenta, cabello rubio a mechas, buen cuerpo y unas grandes tetas. Por supuesto, estaba desnuda. En la boca tenía un ball-gag que le impedía hablar. La mujer les dedicó una mirada asustada. Al lado del sillón, un hombre estaba de pie al lado de una mesita con instrumental.
 
– Esta preciosidad es Maria Dolores. Fué su hijastro el que nos encargó que la esclavizaramos. Parece ser que su padre, después de morir su madre, volvió a casarse con esta perra. Hace poco murió tambien el padre, y esta mujer quería quedarse con toda la herencia… Lo que no podía sospechar es que su hijastro contactaría con nosotros… Y parece ser que quiere que le coloquemos algunos adornos.
 
Sofía dió varias vueltas alrededor de la mujer, grabando sin perder detalle. Maria Dolores estaba completamente abierta de patas, con los pies en alto y su coño completamente expuesto.
 
– ¿Que le váis a hacer, Marcos?. – Preguntó Marcelo, dirigiendose al hombre que había en la sala.
 
– De todo. – Dijo el tal Marcos. – El cliente quiere los pezones y los labios del coño anillados y además, un tatuaje en la nalga izquierda que indique que es de su propiedad.
 
– ¡Estupendo! ¿Ha visto Sofía? Va a poder ver anillados y tatuajes. Irá genial en su reportaje.
 
– Eh… Sí… – Sofía estaba algo abrumada por el entusiasmo de Marcelo.
 
Marcos comenzó con su tarea. El proceso era bastante duro. Tras desinfectar los pezones de la esclava y calentar una varilla larga de acero, estiró el primer pezon con unas pequeñas tenazas y, de un golpe, lo atravesó. La mujer intentaba revolverse, pero era inutil. Un pequeño arito de oro fué colocado inmediatamente.
 
El mismo proceso fue utilizado para el siguente pezón y para las perforaciones del coño. En éste, pusieron tres aritos en cada uno de los labios.
 
– Esto se suele hacer para cerrar el coño con pequeños candados, enganchados en cada par de aritos. Es una manera de demostrar que es una esclava y es tu propiedad. Nada entrará en ese coño si su amo no quiere. – Explicaba Marcelo.
 
La mujer había dejado de luchar hacía rato ya. Se había dado cuenta de que era inutil, y ahora, debido al dolor, estaba exhausta. No le costó trabajo a Marcos manipularla para darle la vuelta y volverla a amarrar. Preparando los instrumentos necesarios, se dispuso a comenzar con el tatuaje. Tres eslavones de cadena fueron tatuados, acompañados de las palabras “Property of Daniel”. Así se dejaba clara la condición de la mujer.
 
Sofía había grabado todo. Estaba convencida de la calidad de su reporataje, pero lo que estaba viendo en ese lugar… Era terrible… No entendía como alguien podía ser capaz de hacer esas salvajadas…
 
– ¿Preparada para la siguiente sala?
 
– P-Por supuesto. – Sofía hizo de tripas corazón… Todo sea por su reportaje…
 
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