Alicia y yo lo teníamos casi todo preparado para casarnos, después de casi un año de noviazgo. Era una chica fantástica, en todos los sentidos, guapa, inteligente, cariñosa, con un cuerpo de vicio que sabía follar como nadie y que hacía unas mamadas antológicas, pero apenas una semana antes de nuestra boda recibí una terrible carta suya:

Hola Cariñito:

Se que nos queda poco para casarnos pero como me pediste que fuera sincera siempre, lo voy a ser ahora también y sé que esto va a costarnos la separación definitiva, pero te quiero y te lo tengo que explicar…

Ayer, acabé agotada, como tú estabas tan liado tuve que ocuparme yo solita de todos los preparativos: el restaurante, los invitados, la orquesta… y el baile, sí, si, una de las cosas que quería hacer bien era el baile, siempre he sido un poco patosa y deseaba que para el día de nuestra boda te sintieses orgulloso de mi, así que contraté un profesor de danza para ser la envidia de todos.

A la hora fijada llegó el que iba a hacer de profesor y resultó ser un chico muy simpático y muy guapo por cierto.

Le dije que deseaba por todos los medios ser una bailarina de primera y que el día de mi boda quería deslumbrar primero a mi marido y luego a todos mis invitados.

El sonrió, me estuvo observando y luego me piropeó. Me dijo que debíamos ponernos cómodos para el baile:

– Mira bonita, aquí lo importante es sentirse cómodos, y te sobra ropa, verás como así es más fácil…

Yo no entendía muy bien para que, pero él insistía que en una boda hay que dar todo de sí y que había que estar en contacto cuerpo a cuerpo para que las lecciones salieran bien.

No sé como me dejé engañar, ya sabes lo inocentona que soy, pero creyendo que era un experto en el tema me dejé llevar y allí estaba yo medio desnudita con aquel profesor de danza.

– Bonita, hay que quitar más ropa, así el cuerpo se adaptará mejor al baile, ¿no crees?, además que estas muy buena y así luce mucho más tu figura…

– Pero no puede ser, voy a acabar en pelotas – le dije irritada intentando parar todo aquello.

– Pues de eso se trata de tener cuanta menos ropa mejor, verás como así te desenvuelves mejor…

Estaba algo aturdida por la situación que aunque era algo violenta también era muy excitante, no se como explicártelo, pero ya sabes cuanto me gusta el sobeteo y los magreos, pues aquel hombre me estaba dando un gusto fuera de lo normal mientras me quitaba el vestido.

Ya se que esto es un poco raro pero aunque te parezca mentira, yo realmente creía que aquello formaba parte de la lección. Intentaba separarme de él, pero ese hombre insistía en que yo me pegara a su cuerpo que eso era lo mejor para aprender a bailar. Todo aquello era muy extraño y muy divertido a la vez. El profesor me repetía una y otra vez que tenía un cuerpo muy bonito que le encantaba el moreno de mi piel, que tenía unos ojos muy lindos y una serie de cosas que conseguían caldear el ambiente y ponerme cada vez más cachonda. Cariño no te lo vas a creer pero ni yo misma me creía que estaba desnuda delante de él.

Sus manos se apretaban en mis caderas haciendo fuerza para que mi cuerpo se pegara al suyo, pero yo me resistía todo lo que podía, pues aquello no me parecía nada bien.

De repente y con voz ronca me susurró al oído:

– Bonita quiero este cuerpo para mi…

Sus manos se apretaron contra mi culo y lo estrujó con fuerza sin dejar de susurrarme todo tipo de guarradas al oído.

Creo que fue en ese momento cuando perdí la noción del tiempo y de la responsabilidad, pero es que el gusto que sentía me superaba.

Se quitó la camiseta y me ordenó que le chupara las tetillas y yo obedeciendo fielmente a lo que me parecía una lección de danza hice lo que él me mandaba. Chupe con ahínco sus tetas y su sabor era delicioso.

Su piel estaba caliente y era muy muy suave. No dejaba de decirme cosas como:

– Eres un bombón y tu futuro marido estará contentísimo contigo ¿no?

– Espero que si. Me gustaría deslumbrarle el día de nuestra boda.

– Mira uno de los secretos del baile es saber cortejar a tu pareja, como si la desnudaras, verás, desnúdame mientras te contoneas y fíjate como me pones.

Seguí sus instrucciones y lentamente le bajé los pantalones. Cuando lo hice me quedé alucinada de lo bien dotado que estaba. Continuó con sus teorías:

– Mira nena, tu marido tiene que sentir en el baile toda tu sensualidad como si se la chuparas, hazlo y lo sentirás.

Cariño, reconozco que aquello era muy fuerte pero también era la situación la que me empujó a ello y casi sin quererlo me metí la polla de aquel tipo en la boca y comencé a chupársela con todas mis ganas y aunque no lo creas imaginaba que eras tú…

Con mi mano acariciaba su pecho y su tripita y agachada como estaba cerré los ojos y seguí chupando aquella deliciosa verga dura y caliente.

El hombre seguía dándome teorías y convenciéndome de que todo formaba parte de las lecciones baile, incluso tartamudeaba por culpa de mi mamada, sabes que aunque me esté mal el decirlo, la chupo como nadie y mi profesor estaba disfrutando de verdad con mi boca y con mi lengua, ponía los ojos en blanco y yo sabía que mi trabajo iba por buen camino.

Aun no entendía muy bien que tenía que ver todo aquello con el baile pero si lograba dar ese paso, lo demás vendría rodado. Reconozco que esa forma de dar clase no era muy normal, pero me dijeron que era el mejor profesor de baile y no iba a perder la oportunidad de aprender con él, ¿no crees?

Después de hacerle un buen repaso a todo aquel memorable instrumento, le chupé los huevos y le acaricié todo el cuerpo, él no dejaba de jadear y de recordarme lo bien que iba aprendiendo…

Quise dar todo de mi y me apliqué como buena alumna en el chupeteo de aquel duro pene y seguí mamándoselo como toda una experta, ya sabes que es mi especialidad, ¿a que sí cariño?

Después me ordenó que me tumbara y dijo que me relajara que le tocaba a él darme gusto.

Se agachó delante de mi coñito, que para entonces estaba bien mojado y sacando su lengua me dio una lamida que me hizo ver las estrellas, a continuación jugó con mi clítoris y en un instante entré en un orgasmo de los que hacen historia, sus manos acariciaban mi piel y yo le rogaba que no acabase así conmigo, que quería ser la mejor bailarina y haría lo que fuera para demostrarlo.

Solo me sonrió y me dijo:

– Quiero follarte niña, hasta que grites de gusto, entonces veras lo que es placer…

Y allí tumbada en el sofá cumplió su promesa, me metió su caliente polla hasta lo más hondo de mi ser. El gusto que yo sentía no te lo puedo explicar, pero si te aseguro que nunca me habían follado así.

Imagínate mi amor, como era la cosa. Mi chochito depilado estaba siendo atravesado por una gloriosa verga de todo un experto en la materia y sabía cuando tenía que apretar y cuando tenía que parar, de modo que sin darme apenas cuenta estaba entrando en el segundo orgasmo.

Y casi sin fuerza el tío me dijo que se aproximaba el final y que quería mostrarme como se acercaba el momento mas ardiente.

– Nena, estas buenísima – me repetía una y otra vez…

Se sentó en el sofá y me ordenó que me sentara yo sobre él. Aquella sensación me agradó tanto que no pude evitar lanzar un grito de gusto y decirle lo bien que lo hacía:

– Si, si, si que bien… como follas cariño….

Se que esas palabras solo deberían ser para ti, pero es que aquel hombre follaba como nadie, te lo juro. Nunca he sentido nada igual.

Creo que me volví loca cuando noté como aquel impresionante tronco crecía dentro de mi y sabía que se aproximaba el final, así que apreté fuertemente los labios de mi vagina sobre él y dejé que se corriera dentro de mi soltando miles de chorros de leche que me inundaron enterita.

Deberías haber visto como aquella polla no dejaba de emanar semen hasta que el líquido se salía por mi coño y se resbalaba por los huevos de mi excelente profesor.

Esto se que es el final, y que no vas a perdonar, pero solo quiero que entiendas que lo hice para ti y por que te quiero, pero perdí la cabeza y me dejé llevar.

Lo siento mucho…

Te quiero, mi vida.

Alicia.

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juliaki@ymail.com

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